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Capítulo 23

Alexis Bledel como Elizabeth Hoffman (16 años).

Sangre de Lobo tiene una Reseña en EditorialSalem realizada por Norahnekohogen20
En su apartado Críticas y Reseñas.

(...)

Narrador Omnisciente

—¡Pueden hacerlo! —gritó emocionada, exaltando a los tres chicos—. Quiero ir de campamento con el orgullo de ser los ganadores del torneo —chilló, tratando de rodear el cuerpo de sus amigos en la caminata.

—Qué desagradable —balbuceó Bennett con la cabeza baja.

—Sé positivo, podrías ser suplente.

La chica insistió esperanzada porque conoce a su amigo rubio. Él detesta el contacto físico, lo cual es irónico a sabiendas de que está en un deporte que prevalecen los roces con otras personas, mejor dicho, hombres lobos.

—No es posible, Elizabeth.

—¿Por qué no, Trevor? —preguntó curiosa.

—Él es titular —dijo.

Se escuchó un quejido del joven frustrado por tener que asistir.

—Es un fastidio —lloriqueó.

—Date de baja —murmuró Félix a regañadientes por tanto parloteo—. Luego del torneo no vuelvas a los entrenamientos y asunto resuelto —concluyó con obviedad.

—¿Estás enojado? —cuestionó Lizzie, viendo los ojos verdes del contrario—. No sueles hablar de esa manera, menos cuando se trata de Bennett. Vas a herir sus sentimientos —reprochó.

A cambio, el recién nombrado fingió gimotear como un cachorro. Entonces Trevor dirigió la vista al más bajo, encontrándose con las facciones suavemente arrugadas de su amigo, lo cual llamó su atención.

—Mucha presión, eh —murmuró al silbar, captando el interés de los dos charlatanes.

Lizzie oprimió los labios por ello, por lo que palmeó con cuidado el hombro de Félix apenas desvió la atención del más alto. Ya que se podría decir que es igual a Trevor porque suele adivinar las emociones de los demás con mucha facilidad.

—No debes cargar con toda la responsabilidad, ¿sabes? Nos tienes a nosotros —aconsejó siendo amable, sonriendo con dulzura cuando la miró.

Él enarcó una de las cejas al observar en otra dirección, oprimiendo los labios al escuchar a Elizabeth.

—Lamentablemente —suspiró desganado.

—¡¿Qué dices?! —estalló molesta.

—Ahí vamos —parloteó Bennett, sintiéndose más animado.

—Se habían tardado —se burló Trevor viendo los mofletes colorados de la chica.

—Voy a estar de buena moral si me logras entretener con tus porras —murmuró con malicia—, Lizzie —siseó con perversidad—. Me pregunto qué voy a ganar si la victoria es nuestra.

Las mejillas de la chica se encendieron con violencia, siendo inesperado el balbuceo en ella. Sus ojos azules brillaron con intensidad ante las insinuaciones descaradas de su amigo.

—Déjame en paz —titubeó molesta—. Cómo podría animarte solo a ti —escupió desviando la mirada.

Trevor carcajeó con fuerza haciéndola temblar.

—Me agrada saber que también vas a bailar para mí —murmuró empleando un tono de voz más profundo.

Elizabeth fingió bienestar, pero lo cierto es que las apariencias de sus amigos cuando liberan aquello llamado feromonas logra acalorarla.

Sus presencias cambian, de hecho, se ven más maduros y llamativos cuando lo hacen.

Según Einar, la esencia de los licántropos se encuentra en la alteración que producen en la atmosfera debido a sus estados de ánimo. Este hecho hace que las cosas sean más interesantes al tenerlos de frente.

—Tontos...

—Lizzie es agradable, ¿verdad? A mí también me gusta.

—¡Ya basta! —replicó abrumada, cubriéndose los oídos—. Si siguen molestándome, voy a marcharme —amenazó, cruzándose de brazos.

Se adelantó unos pasos dejando a los tres mosqueteros en silencio, dando largas zancadas porque la vergüenza solo sigue sofocándola.

—Lizzie es fácil de molestar —confesó Bennett, siendo cómplice de la broma.

—Tiene su encanto —declaró Trevor, enseñando los colmillos al ver a esa pequeña figura moverse con nerviosismo—. Pero es una lástima.

—Bueno —silbó Félix—, por ahora, su pellejo está a salvo de un licántropo.

—Concuerdo —chilló—. ¿Se imaginan que Lizzie sea el alma gemela de un hombre lobo? Lo volvería loco.

Bennett rio con fuerza, representando en su cabeza una situación cómica. De hecho, sería gracioso contemplar un suceso de tal magnitud, el «eres mía» no pegaría con la chica de carácter cándido, pero feroz.

—¡Oh! Qué bonito.

Las pupilas de Félix se dilataron en el momento que se encontró con la persona que llamó la atención de Elizabeth. Un adolescente, específicamente, el hijo del medio del Alfa, Axe.

Los latidos se escuchan en el silencio y la risa de una persona que puede ser la presa de alguien se percibe aterradora.

—¡Tienes unos ojos preciosos! —insistió con cariño, palpando las mejillas del contrario sin vergüenza.

La sonrisa fingida del menor se afiló. Los ojos de Axe son de un azul profundo, quizá, más oscuros que los de su padre y no poseen brillo a menos que se sientan atraídos por una presa.

Adalsteinn tenía razón cuando comparó a Elizabeth con un ciervo pequeño.

—¿Podría acompañarme al instituto? No entiendo el papeleo de las inscripciones.

El cuerpo de Trevor se tensó por ello porque comprende que las mentiras de aquel pequeño son atroces.

—Elizabeth —rugió Félix con fuerza—, vamos a llegar tarde —sentenció—. Apúrate —ordenó con firmeza, empleando un todo de voz diferente.

La mirada de la chica vaciló, de hecho, ver de reojo el semblante sombrío de su amigo no le produjo buena espina.

Eres parecido a Aren.

—Lo siento, dulzura —musitó con cuidado, acomodándose un cabello atrás de la oreja al momento de inclinarse hacia el menor—. Pero debemos ser puntuales, ¡no te olvides de asistir al torneo! Es abierto al público —fingió muy bien, siendo reluciente al sonreír—. Te veré allí, dulzura.

Los ojos zafiro del menor se apagaron, la maldad no podría llevarse a cabo porque al parecer la humana es más lista de lo que aparenta.

Interesante.

Rechistó con fuerza y blanqueó la mirada.

—Da igual —contestó a secas, adoptando una postura para nada adorable.

Según Trevor, la dualidad de los Alfas es temible, incluso para seres poderosos. Es decir, cazadores Especialistas o Alfas de carisma que mueven montañas con sus influencias.

La familia que lidera la manada está compuesta por Alfas de sangre pura, fuertes, incuestionables, temibles y sanguinarios. Por tanto, son seres que en sueños lograrían ser derogados de sus posiciones.

Sin embargo, la carcajada de Elizabeth de nuevo llamó la atención.

—Con ese carácter dudo que alguien desee ayudarte. Deberías sonreír más seguido —proclamó a las risas, cruzándose de brazos al analizar la figura pequeña tensarse.

—¡Elizabeth!

Bramó Trevor, aferrándose a su mano con fuerza para atraerla hacia ellos.

—¡Insolente! —escupió con las mejillas sonrojadas—. Humana asquerosa.

El ceño fruncido del menor, los colmillos afilados de este y la presencia imponente del mocoso no son capaces de intimidarla. Es decir, según Elizabeth, el pequeño está lejos de tener la presencia de Adalsteinn o Aren cuando pierde el control.

—¡Bye, bye! —chilló viéndolo marcharse.

Se enderezó en el lugar observando el cuerpo del niño alejarse, desvaneciéndose en la multitud de personas que se dirigen hacia el torneo.

—Me impresionas —anunció Trevor, rodando los hombros de su amiga—. Tienes una influencia temible ante los licántropos, ¿acaso también es parte de tu entrenamiento?

La curva que nació en los labios rosados de la menor lo dejó sin aliento.

—Tengo el mejor profesor.

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