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Capítulo 9

JULIANN PERMANECÍA INCONSCIENTE CUANDO Alejandra regresó junto a los demás. Razzmine le había estado explicando a Nikolav el funcionamiento del cuadro que tenía en la mano y el destino que les deparaba dentro de ese lugar.

—¿Así que iremos dentro de esa cosa? —preguntó él, un tanto incrédulo. ¿Cómo podrían vivir y satisfacer todas sus necesidades en un lugar así?

—Así es —afirmó la bruja—. Allí tendrán todo lo necesario para vivir, y más que eso.

—¿Tendré para alimentarme? —quiso saber él, preocupado de no tener otra fuente de sangre que Alejandra allí.

—Pues claro —respondió la bruja—. Tendrán todo lo que necesiten para alimentarse, vestirse y demás, incluyendo sangre para que tú bebas.

—¿A quién le darás mi llave? —indagó él.

—A la mujer de Siron, creo que los vampiros merecen una mujer como líder, otra vez. Además, es la que mejor trato me ofrece y está dispuesta a cederte su lugar si logras regresar victorioso.

—Me parece bien, entonces —estuvo de acuerdo Nikolav e introduciendo su mano en el bolsillo, sacó de allí su preciosa llave dorada y se la extendió. Ella la tomó sin demora.

—Bien —dijo, ansiosa por proseguir—. Ahora deberé hacer un hechizo para poder abrir la entrada al mundo dentro del cuadro. Necesitaré un poco de tu sangre, Alejandra —le informó. Esta asintió. No le molestaba dar un poco más de su sangre de hada.

—No hay problema. Intentá hacerlo rápido, tengo el presentimiento de que los guardianes nos están observando. —Le aterraba la idea de que ellos se apareciesen en cualquier momento, tal como lo habían hecho días atrás, al final de la sangrienta batalla entre las hadas y los vampiros.

—No te preocupes —la tranquilizó la bruja—. Tengo todo bajo control. Por ahora no vendrán por aquí.

—Yo mejor me alejo un poco —anunció Nikolav, temiendo no poder resistirse al ver la dulce sangre de su amada. Necesitaba estar lejos cuando ese delicioso néctar estuviese fluyendo.

—Está bien —respondió Razzmine—. Pero ni bien veas que se abre el portal aquí, deberás venir de inmediato. No sé bien cuánto tiempo podré mantenerlo abierto ni por cuánto más podré distraer a los guardianes.

Él asintió y se retiró a unos cien metros de distancia. Mientras tanto, Alejandra extendió su brazo hacia su hermana, quien tomando un cuchillo realizó una profunda incisión en su mano, vertiendo la sangre sobre una de las esquinas del marco del cuadro, que parecía absorber todo el líquido rojo que se le derramaba, sin dejar rastro alguno.

El corte le produjo mucho dolor, mas, cuando se miró la mano después de que la bruja finalizase, este ya había comenzado a sanar y terminó de cerrarse muy rápido. Se tocó donde Nikolav le había mordido anteriormente y, para su sorpresa, esa herida también estaba ya cerrada. Es más, era obvio que ya había recuperado la totalidad de su sangre, ya que hacía bastante que había dejado de sentirse débil.

No se había imaginado que las hadas tendrían propiedades de autosanación semejantes. De ser todavía humana, ya habría muerto con todo lo ocurrido.

Razzmine comenzó a pronunciar unas palabras mágicas ininteligibles para los demás y una luz brillante empezó a salir del cuadro. Alejandra tomó a Juliann del brazo al ver que él de a poco comenzaba a recobrar el conocimiento, aunque aún no del todo.

El portal se abrió, formando una amplia puerta de luz que dejaba ver un camino blanco. Se podía distinguir un bello cielo color rosa y tres lunas en él, pero no había ningún sol; sería seguro para Nikolav entrar allí.

En un segundo, él estaba a su lado, ayudándola a sostener a Juliann hasta lograr que él se pusiera de pie para meterse por el portal. El pobre pronto descubriría cuáles habían sido los planes secretos de la princesa de las hadas y el destino que no se le había consultado.

—Vamos —dijo Nikolav, instando a Alejandra a moverse—, antes de que se cierre el portal. Muchas gracias por tu ayuda, Razzmine —Los ojos del vampiro mostraban agradecimiento genuino.

—El gusto es mío —se despidió ella, portando una sonrisa extraña que dejaba ver que, quizás, la bruja algo ocultaba—. Que tengas suerte. La necesitarás.

Alejandra no quiso ponerse a pensar qué quería decir la bruja con esto. Junto a Nikolav sostuvieron a Juliann mientras entraban al portal, que se cerró una vez que estaban dentro. Desde donde se encontraban parados, se podía ver una pradera alrededor. Había mucha claridad a pesar de no haber sol; ella supuso que seguramente las tres lunas ayudaban con eso.

Apoyaron a Juliann en el suelo y se sentaron a esperar que recobrase por completo el conocimiento. Por alguna razón, ni ella ni el vampiro estaban de humor para hablar. Ambos presentían que algo andaba mal, aunque no sabían bien qué.

—¿Qué tanta confianza le tenés a Razzmine? —preguntó ella, finalmente rompiendo el silencio.

—¿Por qué preguntas? —inquirió él.

—No lo sé, por alguna razón me cuesta creer que haya sido tan fácil escapar de los guardianes y, no sé, nunca le tuve demasiada confianza.

—Siempre me ha sido fiel —respondió él—. Al menos a mí nunca me ha fallado, pero... ¿por qué hiciste un trato si no te fiabas de ella?

—No tenía otra opción. No pensé en las consecuencias cuando te fui a buscar, pero sabía que se nos debía ocurrir algo para que no nos atrapasen, y ella me ofreció la solución perfecta. —Nikolav sonrió, tomándole la mano izquierda, la mano donde ella solía llevar su anillo de bodas.

—No deberías haberme rescatado, princesa —le dijo dulcemente—. ¿Ahora, qué?

¿Estaremos aquí toda la eternidad como refugiados? ¿Qué clase de vida es esta? En el mundo de las hadas podrías haber sido reina... aquí no somos nada.

—No me importa no ser reina, ni vivir como refugiada, siempre y cuando estemos juntos. Eso es lo único que me interesa —le respondió, mirándolo a los ojos con mucho amor.

—Sí, lo sé, querida. A mí no me importó hacer lo que debía para que no tuvieses que pagar las consecuencias de tu suicidio. Ahora estamos los tres presos en este cuadro, que quién sabe qué tiene adentro... Será un castigo para los tres.

—Lo más probable es que sea un mundo hermoso —expresó ella, admirando la belleza a su alrededor—. Mi madre solía crear mundos sorprendentes y este es obviamente uno. Podremos ser felices aquí. —Nikolav suspiró.

—No juzgues a un libro por su cubierta —le advirtió—. Tu madre era más bien conocida por crear prisiones insorteables, no tanto por sus paraísos. Por cada cien prisiones, había un paraíso... eso no nos indica nada bueno.

—Pero ella me dijo que sí ha creado paraísos. Esto bien podría ser uno de ellos, es la impresión que me da.

—¿Qué tan altas son las probabilidades de que Razzmine haya encontrado justo uno de ellos? —preguntó él, logrando que ella comenzase a dudar sobre el lugar donde estaban. ¿Podría ser que realmente se tratase de una prisión, uno de esos lugares adonde su madre enviaba a los más terribles demonios?

—No lo sé. Pero realmente espero que esto no sea una prisión. Realmente espero que no.

En ese preciso momento, Juliann abrió los ojos y comenzó a mirar a su alrededor, lucía confundido. No entendía lo que estaba ocurriendo.

—¿Dónde estamos? —preguntó— ¿Qué es todo esto? —No recordaba cómo había llegado allí y tampoco conocía ese lugar.

—En uno de los cuadros de mi madre —contestó Alejandra—. Era la mejor manera de huir de los guardianes. Siento mucho no habértelo dicho antes. —Juliann se levantó de un salto, alarmado.

—¿Qué? ¿Estás loca? —Alejandra también se levantó con rapidez y se puso frente a él, intentando descifrar los motivos de semejante reacción.

—Me pareció la opción más inteligente —replicó ella. Juliann suspiró y sacudió la cabeza.

—¿Cómo has hecho para conseguir un cuadro? —indagó.

—Hice un trato con mi media hermana bruja —explicó ella.

—¿Qué? ¿Dónde nos has metido? —exclamó él, luciendo aún más nervioso.

—Parece un buen lugar. No teníamos opción —se defendió ella.

—¿Buen lugar te parece una prisión? ¿Cuánto crees que deberemos esperar hasta que esto se convierta en un infierno?

—No lo entiendo —dijo ella, pestañeando—. Parece un buen lugar y mi madre dijo que ha creado cuadros con lugares paradisíacos —Juliann se rio ante la inocencia de su amiga.

—Todos esos cuadros de paraísos se encuentran en Crísalis. No creo que la bruja de tu hermana haya podido acceder a ninguno de ellos. Solo ruega que este cuadro no esté lleno de demonios como la mayoría de los otros que creó Anja. Quizás aún queden algunos que estén vacíos... —Esa era la última esperanza de Juliann. No podrían sobrevivir en un cuadro infestado de demonios. No tenían oportunidad alguna. Podrían luchar contra unos pocos, pero no contra la enorme cantidad que solían acumularse dentro de cada prisión.

—¿Qué tan peligrosos son los demonios? —preguntó ella tras haber tragado saliva.

—Mucho. Y no podemos matarlos a no ser que tengan forma física. Pero ellos solo la tienen dentro de su dimensión, o en la dimensión neutral si logran llegar allí; en las demás, deben poseer un cuerpo humano o de cualquier otra criatura para poder moverse físicamente. Y si no son físicos, mi poder de invisibilidad no funciona ante ellos —Juliann trataba de hablar con la mayor calma posible, aunque estaba bastante asustado. Su seriedad ante el tema hizo que Alejandra se perturbase.

—¡Mi Dios! —exclamó, de golpe sintiendo mucho miedo— ¿Podés hipnotizarlos?

—Lo dudo mucho —murmuró Juliann—. Mis poderes solo funcionan contra seres que poseen un cuerpo.

—¿Pueden matarnos?

—No sin forma física, pero pueden poseernos y hacerlo con facilidad teniendo el control aunque sea de uno de nosotros.

—¡¿Entonces qué hacemos si nos encuentran?!

—¡Correr! —gritó Nikolav, súbitamente poniéndose de pie.

Alejandra dio la vuelta y al hacerlo vio una nube negra viniendo rápidamente en dirección a ellos. Debían ser los demonios. Antes de que ella pudiera reaccionar, Juliann la tomó de la mano y la arrastró consigo, obligándola a correr por su vida.

Los tres avanzaron rápidamente, a velocidad sobrenatural, por un campo verde que luego comenzó a perder su admirable color. Lo que parecía hermoso en un principio, resultaba ser muy poco agradable luego de recorrer varios cientos de metros, lo que delataba al sitio como una prisión. Alejandra no podía dejar de preguntarse por qué había sido tan estúpida como para confiar en la bruja y dejarse engañar por ella.

—¡Tenemos que salir de este lugar! —exclamó, al no ver lugar alguno donde resguardarse. Y aun si así lo hubiera, cualquier intento de ocultarse sería en vano.

Todo parecía ser un campo enorme, sin nada de nada en sus vastas extensiones. Si continuaban corriendo, tal vez llegarían a algún edificio. ¿Pero qué si lo hacían? Posiblemente los demonios los alcanzarían antes. Nikolav no se agotaría por un buen rato porque había recobrado sus fuerzas al alimentarse, pero ella y Juliann pronto necesitarían tomarse un descanso.

—¿Estás segura? —preguntó Nikolav.

—¡Sí! No sé adónde iremos, pero este cuadro está lleno de demonios. No podemos quedarnos acá.

—Estoy de acuerdo con Alejandra. Debemos salir —opinó Juliann—. Puede que sea preferible enfrentarse al castigo de los guardianes que sufrir la muerte en manos de uno de nosotros con un demonio dentro.

—Pero no podemos darnos la vuelta —observó Nikolav—. Debemos correr en un círculo para poder volver, o nos estaremos enfrentando cara a cara con los demonios.

—Tenés razón —expuso Alejandra—. Hagámoslo.

Tenía muchísimas ganas de llorar. Había llegado hasta allí sacrificando muchas cosas, para ahora tener que dar la vuelta atrás. ¿A dónde irían? ¿Cuánto tiempo lograrían huir? ¿Qué tan fácil sería escapar de los guardianes? Posiblemente estos ya se habrían enterado de sus planes y estarían esperándolos a la salida, donde fuera que el cuadro estuviera. Ella rogaba que hubiese una manera de que dejasen vivir a Nikolav; para ella nada tendría sentido sin él.

La nube negra cada vez estaba más cerca, por lo que se apresuraron un poco más, haciendo un gran círculo para poder volver a la entrada.

En poco tiempo estaban en el lugar por donde habían llegado, a un metro del portal, que se veía como una puerta común, enmarcada en una pared invisible que se confundía con el paisaje. Los demonios parecían haberse detenido al verlos allí, y se mantenían suspendidos en el aire. Eso les daría un poco de ventaja.

—¿Qué esperas para abrir la puerta? —le preguntó Juliann al verla parada sin hacer nada. Se estaba poniendo impaciente.

—No tengo mi llave —le explicó ella, un poco avergonzada.

—¡¿Qué?!

—¡Que no la tengo! Se la di al dragón a cambio de algo importante.

—¡¿Estás loca?! —exclamó Nikolav, disgustado—. Se supone que los dragones deben quedarse encerrados en su dimensión. No se les puede permitir ir a otra parte. ¡Está terminantemente prohibido!

—¡No importa! Ahora ya está hecho —se defendió Alejandra. No quería tener que discutir sobre lo que no podía deshacer y tampoco se arrepentía de nada, aunque esos dos hombres estuviesen enojados con ella—. ¿Me prestás tu llave, Juliann? —Este asintió y se la entregó sin demoras.

—Más tarde hablaremos de esto —la amenazó.

—Si es que tenemos la oportunidad —señaló ella, y luego tomó la llave y la llevó a la abertura donde cabía perfectamente.

Sin embargo, la puerta no se abría, y los demonios parecían estar más cerca, rodeándolos, aunque al parecer no podían entrar en contacto con el área cercana al portal. Tal vez algo los protegía en esa sección, alguna especie de escudo protector o algo semejante.

—¡No abre! —clamó ella.

—Tal vez necesites verter de tu sangre —sugirió Nikolav—, esa fue la forma en la que Razzmine abrió el portal.

—Es posible —aceptó ella, recordando que su madre le había dicho que solo su sangre podría abrir las prisiones.

—Pero hay un problema —continuó Nikolav—: al verter tu sangre, debo estar lejos de ti para poder controlarme. Si no, puede llegar a suceder cualquier cosa. — Estaba preocupado porque, si debía alejarse, debería salir del territorio protegido.

—Yo no lo permitiré —interrumpió Juliann—. Además, si te alejas, los demonios podrán alcanzarte y poseerte. Para ellos será muy fácil acabar con nosotros dos si logran hacerlo.

—Hipnotízame, entonces —sugirió Nikolav—. De esa forma impedirás que dañe a Alejandra.

—Bueno, ¡háganlo ya! —les gritó ella, poniéndose ansiosa al ver la gran nube negra acechándolos.

Juliann asintió y comenzó a cantar con su tono melodioso que resultaba un placer para los oídos y la envidia de cualquier otro cantor. Ella pronto tomó su sable y, luego de desenvainarlo, se hizo un corte con él. No sabía bien dónde debía verter su sangre, pero supuso que el marco de la puerta sería un buen lugar.

La puerta recibió el líquido rojo sin demoras, asimilándolo de la misma manera que el marco del cuadro lo había hecho. Cuando ella intentó nuevamente con la llave, esta cedió, dejando abrirse el portal. Del otro lado, solo se podía ver un espacio lleno de luz blanca y refulgente.

—Crucemos —propuso, aunque no sabía cuál era el lugar donde estaban, y este le producía horribles sospechas. Sin embargo, pensó que cualquier sitio debía ser mejor que ese del cual salían.

Juliann dejó de cantar y empujó al vampiro, quien permanecía hipnotizado. Así, los tres cruzaron el portal. Alejandra quitó la llave para asegurarse de que ningún demonio podría salir de allí para seguir causando problemas.

El cuadro resultaba estar colgado en un gran salón blanco con cristales en el techo, por los cuales entraba una luz refulgente del mismo color. Tanta luz enceguecía a quien no estaba acostumbrada a ella. Al menos no era solar, o Nikolav ya hubiera sufrido las consecuencias.

—¡Oh, no! —prorrumpió Juliann, con el terror dibujado en su rostro.

—¿Qué sucede? —preguntó Alejandra, confundida.

—Creo que estamos en la morada de los guardianes.

Alejandra se puso blanca y tragó saliva. Adelante de ella, un par de figuras luminosas comenzaban a materializarse, confirmando sus sospechas.

—Los estábamos esperando —anunció una voz femenina.

—No pensábamos que demorarían tan poco tiempo en salir de allí —pronunció la otra. «No, no, no» pensó Alejandra. ¿Qué había hecho Razzmine? ¿Los había entregado directo a los guardianes? ¡¿Cómo había sido capaz?! Ahora, el juicio de Nikolav sería inevitable. Todos sus esfuerzos habían resultado ser en vano.

¿Cómo haría ahora para ayudarlo a escapar de un horrible destino?


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