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9.- Noche

Santiago no terminaba de entender la reacción de Dragón, no es que aquel lugar fuera muy diferente de aquellos en los que solía verlo. Era cierto que los humanos que iban al Valkiry parecían tener un poco más de dinero, pero mantenían las mismas actitudes inmorales que los otros.

Al parecer, el dinero cobraba cada vez más valor en este tipo de sociedades humanas, Dragón incluso se sorprendió de nuevo cuando vio el carro en el que viajarían. Santiago no solía ocupar aquel tipo de cachivaches humanos, no los necesitaba, sin embargo para ocasiones en las que era necesario aparentar normalidad, eran útiles.

Se puso al volante y esperó a que Dragón se pusiera el cinturón de seguridad antes de arrancar.

—Quisiera manejar este bebé... —soltó de pronto Dragón, aunque de inmediato desvió la mirada a la ventanilla, Santiago pudo incluso oler la sangre que subía a su rostro.

—Si tanto lo deseas, te dejaré hacerlo cuando salgamos.

—¿En verdad? —Por algunos momentos pareció verdaderamente emocionado antes de volver a aparentar frialdad, Santiago no pudo ocultar la pequeña sonrisa que bailó en sus labios.

—Pero habrá un precio.

—Escúpelo.

Santiago gruñó momentáneamente ante aquella palabra, por muy delicioso que fuera aquel muchachito su vocabulario podía llegar a sacarlo de quicio.

—El precio es la verdad, tengo curiosidad acerca de tu cabello.

Pudo notar que Dragón se tensaba ¿era acaso un tema delicado?

—¿Qué tiene mi cabello? ¿También vas a criticar mi estilo? —preguntó, a la defensiva.

Santiago sonrió sin despegar la vista de la carretera, manejaba a buena velocidad aunque, obviamente, sin traspasar el límite que marcaba la ley.

—Como dije, tengo curiosidad. No puedo oler la pintura en él como en los otros, sin embargo no es un color de cabello usual y no tienes otros rasgos albinos que lo justifiquen, —explicó con voz pausada.

Dragón respiró de manera profunda, quizá pensando en cuál sería su respuesta antes de darla, después de unos momentos le dirigió una mirada altiva al mayor.

—¿Y qué si mi cabello es así naturalmente, si siempre lo ha sido? Tú eres un maldito vampiro o lo que sea que seas, así que no tienes derecho a criticarme.

—No te juzgo, al menos no por eso. Era simple curiosidad y, en realidad, creo que te queda muy bien.

Aquel último cumplido dejó descolocado a Dragón, quien parecía que desde el "no por eso" iba a alegar algo más, pero entonces solo bufó y desvió la mirada de nuevo hacia la ventanilla. No tuvo que encontrar nada más que decir pues en ese momento estaban llegando

Santiago bajó del carro y entregó las llaves al valet parking, Dragón no tardó en colocarse a su lado y ambos se dirigieron a la entrada. El mayor apenas prestó atención al guardia mientras le daba su tarjeta y éste les abría las puertas, ya podía percibir el olor de su hermana allí dentro.

Dragón volteaba hacia todos lados mientras se dirigían a la zona VIP, llegaron hasta el alto privado donde Thalia ya los esperaba, sin embargo en cuanto llegaron Santiago se detuvo de golpe: el acompañante de Thalia no solo compartía el cabello blanco de su Dragón, sino que su olor eran tan particularmente dulce como el suyo, no exactamente igual pues además portaba ya la marca de su hermana. Parecía ser solo un poco mayor que el otro pelo blanco, y su actitud parecía franca y juvenil.

No se dio cuenta que se le había quedado viendo fijamente al joven humano hasta que sintió el golpe juguetón de Thalía.

—Será mejor que dejes de ver así a mi compañero, hermano, de lo contrario haré lo mismo con el tuyo.

Ante esta perspectiva el cuerpo completo de Santiago se tensó y su mirada pasó de manera amenazante a la otra, sin embargo solo recibió una risotada en respuesta.

—Permíteme presentarte a mi compañero, Berry. Berry, él es mi hermano mayor, Saint, ya te había hablado de él.

—Es todo un placer. —El chico se acercó y sin mayor temor le tendió la mano al más alto de los cuatro, quien se la estrechó con formalidad.

—El placer es mío, de igual manera les presento a mi acompañante, Dragon.

Por algunos instantes Dragón se quedó mirándolo antes de voltear y, siguiendo el ejemplo de Berry, tender su mano a ambos.

Thalia siguió las mismas reglas de etiqueta de siempre, sin embargo el humano se abrazó a Dragón con familiaridad.

—Bueno, aquí los abuelos van a charlar muy aburridamente, eso lo puedo apostar —habló Berry alegremente, su sonrisa era contagiosa—. ¿Te parece si mientras nosotros vamos a bailar?

Por algunos momentos Dragón miró a Santiago y este asintió. En cambio, Thalia tomó por la cintura a su compañero y lo pegó a su cuerpo para depositar un breve beso en sus labios.

—No se alejen demasiado —le susurró, aquel gesto ocasionó que el humano se sonrojara furiosamente.

En lugar de contestarle, Berry se zafó para tomar la mano de Dragón y casi correr hacia la pista de baile.

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