capitulo 3
Han pasado diez años desde que el rey Viserys sucediera a su abuelo y ascendiera al trono de hierro. Y desde entonces, la edad de júbilo para la casa Targaryen solo crecía y con ello su reinado, muy aparte del principado de Dorne que aún se mantenía independiente, al sur.
Sin embargo, el principe Rhaegar sabía que la paz no perduraría para siempre.
-Llego esta mañana, se vio a Caraxes sobrevolar el pozo – informo la espada jurada del príncipe Rhaegar, Erryk Cargyll. Colocándose al lado de su hermano y segunda espada jurada del príncipe, Arryk Cargyll – No se les ha informado a los reyes de su presencia.
-No puede ser – bufo Rhaegar enojado, dejando los papeles a un lado para observar a sus caballeros – Mi madre ha estado muy...indispuesta con él bebe, sería bueno que no supieran que él está aquí.
-Como ordene, mi príncipe
- ¿Podrían averiguar donde se encuentra ahora? Necesito saber dónde está y que es lo que está haciendo, dejarlo sin supervisión solo será algo riesgoso
-Por supuesto – Erryk asintió, dando una reverencia antes de retirarse del solar del príncipe Baelon. Dejando a su hermano al cuidado del príncipe Rhaegar.
- ¿Alguna noticia nueva sobre el torneo? – pregunto, volviendo a prestarle atención a la carta con informes del gusano blanco
-Si, se han expulsado de la lista a hombres que han tenido algún tipo de comportamiento indecente. No han estado conformes, pero al ser una orden directa de la corono no han tenido opción
-Es bueno escuchar eso, no deseo improvistos a último minuto – Rhaegar sabia como pueden comportarse los hombres luego de perder - ¿Todas las casas han confirmado su asistencia?
-Si, excepto la casa Tyrrell. Han preferido abstenerse de participar
-Lamentable, mandare una carta luego – Rhaegar tomo la lista que habia estado buscando, en ella se encontraba cada una de las personas que serían juzgadas en dos días – Espero Erryk y tu estén listos para cazar en dos días. Necesito a todos los hombres preparados para tomar King Landing
-Todas las espadas esperan su orden, mi príncipe – asintió solemne, Rhaegar asintió con una pequeña sonrisa surcando sus labios.
-Excelente, vamos – Se levanto de su asiento, dejando la lista sobre su escritorio – La reunión del consejo será pronto y ciertamente no quiero perderme de nada.
-Hay rumores que Lord Corlys llego en la madrugada – informo Arryk, deteniendo al príncipe antes de llegar a la puerta – Dijeron a verlo visto enojada y vociferar en alto a sus allegados
-Mierda – Rhaegar se quejó, estaba seguro de que eso tenía que ver con la toma de algunos canales de comercio – Tal vez en la reunión de hoy sepa más a fondo que hará la corona con esta situación – suspiro, caminando hacia su espada y tomar su hombro – Gracias, Arryk
-A sus órdenes, mi príncipe – Arryk asintió satisfecho, colocándose al lado del príncipe cuando salió de la habitación
"Los dioses quitan y los dioses proveen"
Una frase que Daemon realmente detestaba, considerándola absurda y estúpida, pues los dioses no habían dejado de quitarle desde que era joven.
Su soltería, sus padres, su título de heredero y su puesto como mano de su hermano. Algunos ejemplos que habían marcado a gran escala en su vida.
Él sentarse sobre el trono de hierro habia sido un sueño persistente en él. Aunque nunca pensó en hacerlo, hasta que su padre fue nombrado heredero y después de su muerte fue su hermano quien ahora portaba el poder y dominio sobre los siete reinos.
Con las constantes perdidas de Aemma, él pensó que tenía una oportunidad, pero, todo se vio arruinado desde el momento que Aemma pario a Rhaegar.
Luego de ser despojado de su título de heredero único de su hermano, fue solo bajando más y más de posición por culpa de la actual mano del rey.
Lidiar con la burocracia política lo aburria, y las constantes sesiones innecesarias del consejo solo le hacían ver como todos trataban de obtener algo de su hermano. Aunque siendo el ciego que siempre demostró ser, Viserys solo complacía al resto.
A pedido de la mano, Daemon fue acomodado como maestro de leyes y luego como maestro de la moneda. Siendo despedido de ambos por Lord Mano, quien no creía que debería tener un asiento en la mesa del rey. Daemon estaba seguro de ello, el no dudaba que Otto Hightower era quien susurraba en los oídos de su hermano, manipulándolo.
Porque el veía a Otto por lo que era, una sanguijuela deshonrosa que quería ascender a lo más alto posible, ya que siendo solo un segundo hijo no podía heredar nada propio.
Aunque ahora tuvo que estar agradecido con su sobrino por hacerlo asumir el mando de la guardia de la ciudad. Al menos en ese puesto se le permitió perfeccionar sus talentos con la espada y florecer ante la mirada de la gente común.
Equipo a cada hombre con un puñal, espadas cortas y garrotes, además de proporcionarles blindados de cota guarnecida de negro (con corazas para los oficiales) les dio largas capas color oro que podrían llevar con orgullo, no como esos harapos que le había dado su hermano.
Era él, el príncipe Daemon quien traía la paz. No el rey, no el príncipe Rhaegar, sino él. Por qué era a base del miedo, que las personas no pensarían en traicionarte.
Sentado en el trono de hierro, Daemon sintió que el pertenecía ahí. Como heredero de su hermano sino hubiera sido reemplazado por su sobrino Rhaegar.
-Bisa iksis skoriot nyke should sagon (Es aquí donde debería estar) – Pronuncio en voz baja. Cruzándose de brazos cuando escucho como las puertas principales se abrían. Observando como su sobrina aparecía.
-Skoros issi ao doing, kepus (¿Qué es lo que estás haciendo, tío?) – pregunto Rhaenyra, caminando hacia el pie del trono donde se encontraba su tío.
Daemon realmente pensó que sería su sobrino quien lo encontraría primero.
- sitting va ñuha dēmalion (Sentado en mi trono) – comento con algo de burla, jugando con el anillo que tenía en su dedo índice
- Daor lo jaelā naejot gaomagon aōha bartos, kepus (No si quieres mantener la cabeza, tío) – refuto Rhaenyra – Ao issare ozmijes hen manda syt iā bōsa jēda (Has estado fuera de la corte durante tanto tiempo)
-Kessa (si) – asintió Daemon - Qurdalbar gierī tegenkor issa (La política es terriblemente aburrida)
- Sīr (Entonces) – hablo observando con nerviosismo como su tío bajaba a paso lento del trono - skoros vēttan ao māzigon arlī, kepus? (¿Qué te hizo volver, tío?)
- Nyke ryptan aōha kepa iksin ōregon iā vēttīlaksir (Escuche que tu padre estaba organizando un torneo) – se encogió de hombros - Nyke dōrī miss mēre (Jamás me pierdo uno) – asintió - Iksan surprised aōha lēkia daoriot participate isse se joust (me sorprende que tu hermano no participe en la justa)
- Ñuha muña forbade zirȳla naejot participate ēva ēdas se rūs, ziry daoriot jaelagon naejot worry (Mi madre le prohibido participa hasta que tuviera al bebe, no quiere preocuparse)
Rhaenyra aún recuerda como su madre estaba tan molesta con su caballero blanco, incluso lo enojada que estaba con ella por elegir al hombre que lastimo a su hermano como su espada. Aunque Rhaenyra deseaba un caballero que pudiera defenderla, había participado en una guerra anterior y además era muy apuesto.
Aquella elección le había costado mucho, desde que su madre no quisiera verla por semanas hasta que su hermano no le dirigiera la palabra por casi una luna completa. Su padre se habia molestado, pero el enojo no duro demasiado, solo un par de días.
- ¿Skoriot iksis aōha lēkia, sir? (¿Dónde está tu hermano, ahora?) – pregunto de repente, logrando que Rhaenyra saliera de sus pensamientos. Lo miro extrañada por su interés
- Sir gaoman daor gīmigon (Ahora no lo sé) – respondió confundida, observando a su tío casi gruñir por lo bajo - Nyke pendagon issa busy lēda se subject hen King Landing (Creo que está ocupado con el tema de King Landing) – Esa declaración logro captar la atención de Daemon
- ¿King Landing? – pregunto, tomando uno de los mechones de cabello Rhaenyra para colocarlo detrás de su oreja – Dime, ¿Qué tiene que hacer tu hermano ahí? – sonrió de manera encantadora, sonrojando a su sobrina
-Si, mi hermano ha logrado tomar un registro de los delincuentes que atormentan King Landing. Estoy segura de que sentenciaran a pena de muerte a cada uno de ellos en dos días – informo, volviendo a la lengua común
-Interesante, es bueno saber que tu hermano está haciendo un buen trabajo en mi ausencia – asintió, hablando con algo de ironía – Tal vez deba ayudarlo con eso, él no tiene el conocimiento necesario para tratar con hombres de ese nivel
-No creo que puedas, tío – Hablo rápidamente Rhaenyra, tratando de evitar que olvidara ese tema - Mi hermano nombro a Harwin Strong como comandante de la ciudad luego de que padre te exiliara, no sé si...
- ¿Tu hermano hizo qué? – El tono de Daemon logro estremecer a Rhaenyra, observando como el cuerpo de su tio se tensaba casi sobre ella – Rhaenyra, será mejor que hables
-Fue papá quien le ordeno – se apresuró a responder tratando de salvar a su hermano del enojo de Daemon – Rhaegar solo busco la mejor opción luego de que te fueras, recuerda que la guardia necesita un comandante y Lord mano pidió que...
- ¡Aja! ¡Entonces fue él quien lo hizo! – su voz se elevó sobresaltando a Rhaenyra – Lo sabía, ahora es tu hermano quien cayó también en sus mentiras
Rhaenyra sabía que lo habia arruinado y en grande, la ira podía verse en la mirada de su querido tío y estaba claro que aquel fuego no sería fácil de apagarse.
-Tío, no te lo tomes personal. Estoy segura de que si hablas con Rhaegar él puede darte el puesto nuevamente, recuerdo que él estaba muy satisfecho con tu trabajo en la guardia.
- ¿Lo estaba? – pregunto sorprendido, negando repetidas veces antes de suspirar fastidiado – Eso no importa ahora, yo no le ruego a nadie y mucho menos a tu hermano
-Aun creo que deberías hablar con el...
-No hablare con Rhaegar, Rhaenyra – volteo los ojos, tomando el collar que había traído para su sobrina – Toma – se lo ofreció, observando el brillo en los ojos de Rhaenyra al tomar el collar – Lo encontré en el último viaje que hice y quise traértelo
-Es acero Valyrio – sorprendida Rhaenyra observo todos los detalles – Como hermana y fuego oscuro– Daemon frunció sus labios ante la mención de la espada de Rhaegar, el enojo volvió a avivarse en él – Tío, ¿me ayudas a colocármelo?
-Lo siento, Rhaenyra – hablo entre dientes – Tengo un asunto que resolver, nos vemos luego – Daemon beso la coronilla de su cabeza, antes de salir de la sala de tronos, dejando a Rhaenyra atrás
Torre de Maegor
Rhaenyra soltó el brazo de su dama de compañía, Alicent Hightower al llegar a los aposentos de su madre.
La reina Aemma soltó un pequeño quejido, acomodándose mejor en el sillón que se encontraba hasta encontrar una posición en la que se sintiera cómoda.
Sus doncellas acomodaron una silla pequeña frente a ella para que pudiera descansar sus pies, todas sobresaltándose cuando la puerta fue abierta repentinamente.
-Ahh...Rhaenyra – saludo Aemma con una suave sonrisa en su rostro al ver a su hija ingresar, borrándola al ver la niña quien la acompañaba, además de sentir el aroma a carbón – Sabes que no me gusta que salgas a volar cuando me encuentro en esta condición
-No te gusta que vaya a volar mientras te encuentras en cualquier condición, madre – respondió con diversión, acercándose a su madre. Su mirada se dirigió a un gran ramo de flores que se encontraban en la mesa de noche – Veo que mi hermano ya te hizo una visita
-Si – sonrió abiertamente Aemma, casi haciendo que Rhaenyra volteara los ojos con burla – Ha venido en la mañana antes de ir al consejo – inclino su cuerpo hacia adelante para que una de las doncellas pudiera acomodar mejor el cojín de su espalda
-Su gracia – Saludo nerviosamente Alicent, dado una reverencia. Logrando captar la atención de Aemma.
La reina no evito guardar la mueca de disgusto al ver aquella joven que siempre perseguía a su querido hijo desde que habia llegado al desembarco junto a su padre.
-Buenos días, Lady Hightower – saludo, logrando encoger a la doncella de su hija por el tono algo brusco con el que saludo. Rhaenyra frunció ligeramente el ceño confundida por el cambio repentino del ambiente de la habitación
- ¿Finalmente pudiste dormir un poco? -pregunto Rhaenyra, tomando nuevamente la atención de su madre para alivio de su amiga
-lo hice – reconoció
- ¿Por cuánto tiempo?
-No necesito más cuidados, Rhaenyra – negó divertida – Los dioses son buenos al dar dos hijos considerados, pero tengo suficiente con los constantes cuidados de tu hermano
-Bueno, es cierto. Rodeada de doncellas, con toda la atención puesta en ti y él bebe – recordó – Solo...estamos algo preocupados por ti, madre – reconoció, observando con recelo el vientre abultado – Deberías considerar la propuesta de Rhaegar y dejar que nosotros atendamos tus necesidades, sabes que estamos dispuestos a cuidarte
-Lo sé, cariño. Pero esta es mi lucha, no la tuya ni la de tu hermano – sonrió, observándola sentarse frente a ella – Muy pronto tú también te acostaras en esta cama. De esta forma servimos al reino – Rhaenyra negó incomoda
-Preferiría servir como caballero, cabalgar hacia la batalla y lograr la gloria – respondió sonriente.
Aemma negó cansada, no era sorpresa que Rhaenyra detestara la idea de ser madre. Prefiriendo seguir su propio camino en vez de tener hijos.
-No puedes tomar una espada y ni siquiera puedes luchar – se burlo observando el ceño de su hija fruncirse – Rhaegar ha intentado enseñarte, pero eres algo caprichoso y delicada, cariño
Rhaenyra volteo los ojos con diversión.
-Tenemos úteros reales, tú y yo – continuo – Tenemos nuestros deberes, incluso tu padre y hermano no se escapan de ellos. El parto es nuestro campo de batalla, la corte es el suyo. Debemos aprender a enfrentarlo con orgullo, Rhaenyra
-Pero...
-Aunque no me guste...en algún momento tu hermano tendrá que escoger una esposa y tu tendrás un esposo. Ambos deberán tener hijos para que la casa del dragón siga creciendo. No es algo que se pueda evitar y lo sabes – Rhaenyra asintió resignada, observando a su madre arrugar tiernamente la nariz en su dirección – Ahora, ve a darte un baño, apestas a dragón
-Mamá, cuido muy bien mi higiene personal. No necesito un baño nuevamente – declaro avergonzada al sentir la mirada de su mejor amiga sobre ella
-Ve, Rhaenyra – ordeno, escuchando un suspiro exasperado de su hija – El olor me está dando un poco de nauseas – bromeo, tapando su nariz. Observando a su hija sonrojarse
-Está bien – se levantó de su asiento para dejar un beso en la frente de su madre, dándose la media vuelta para retirarse en compañía de Alicent.
-Deja a tu dama conmigo – el pedido de su madre desconcertó a Rhaenyra, volteando a ver a Alicent quien se encontraba de igual manera
-Está bien – asintió Rhaenyra sin querer contradecirla, retirándose de la habitación, dejando a su mejor amiga con su madre.
- ¿De que desea hablar, su gracia? – pregunto Alicent, cercándose un poco a Aemma
-Quería saber, ¿Qué es lo que deseas con tu acercamiento a mi hijo? – Aemma dejo la amabilidad a un lado, observándola con ojos fríos. Alicent se tensó, sintiéndose nerviosa por la repentina pregunta de la reina.
-Yo...yo solo veo a los príncipes como amigos cercanos, su gracia – respondió, sin dar una respuesta clara a la pregunta de Aemma
-Creo que no me estas entendiendo – sonrió sin diversión alguna – Rhaegar además de ser un príncipe, es un joven muy apuesto, ha llamado la atención de todas las jóvenes doncellas de la corte, del desembarco y no he parado de recibir propuestas de grandes casas – continuo, sin quitar su mirada de aquella niña – No me sorprendería que estuvieras interesada en mi hijo, así que dime, ¿Qué esperas con la cercanía que tienes con mi hijo?
-No espero nada, su gracia – respondió con el rostro sonrojado – El príncipe es muy amable conmigo, busco ayuda con algunos deberes que me deja la septa junto a Rhaenyra y paso el tiempo que el desea pasar conmigo
Aemma frunció los labios, tal parecía que su hijo también mostraba interés en aquella niña y esa noticia no fue de su agrado.
-Se sobre tu interés sobre mi hijo, puedo verlo cada vez que tu mirada se desvía a verlo. Pero, no me gustaria que mi hijo este con una niña cuya doncellez sea cuestiona – Los ojos de Alicent se expandieron con sorpresa y horror por lo que habia dicho la reina - ¿Me equivoco?
-Lo que dicen de mi es mentira, su gracia. Viles mentiras que me han atormentado día tras día, ninguna de ellas son verdad – se apresuró a decir, acercándose para tomar asiento en el lugar que Rhaenyra había estado
-Es difícil de creer cuando fue Daemon quien estuvo implicado – sonrió Aemma, observando el rostro de Alicent enrojecer -Esto segura que obtuvo tu doncellez como una forma de enojar a tu padre, ambos se detestan y ese no es un secreto – asintió – Se como es, cuando una idea se le mete a la cabeza es muy difícil de hacerlo entrar en razón – Se acerco a ella – Puedes mentirles a todos, pero no a mi – siseo, borrando la sonrisa de repente
-Yo no...
-Amo a mis hijos y por los dioses, hare lo necesario para que ninguno de ellos cometa un error que los persiga de por vida. Soñar es algo que nadie puede evitar, pero pensar que sus sueños pueden volverse realidad es una acción muy diferente, Alicent
- ¿Por qué me dice esto? – pregunto con ojos cristalizados por la humillación que estaba sintiendo - No he hecho nada para que pueda acusarme de algo como esto, solo he seguido fielmente a Rhaenyra y he mantenido nuestra amistad
- ¿No has hecho nada? – pregunto con incredulidad – Te vi besar a mi hijo, fuiste tu quien lo besaste, te vi desde mi balcón y nadie puede decirme lo contrario cuando fui yo quien lo presencio – hablo entre dientes, observando el cuerpo de Alicent temblar al ser descubierta – Las personas que se acercan a mis hijos no son sinceras, muchas de ellas buscan algo más que solo amistad y he podido ver como poco a poco has cambiado. Usando vestidos más escotados, peinados distintos e incluso tus horarios se han coordinado para que puedas verlo sin la compañía de Rhaenyra
-Su gracia, yo, a mi me gusta Rhaegar – admitió Alicent al no poder negar ninguna de las acusaciones de la reina – Es un joven apuesto y atento, inteligente y audaz. No tengo ninguna mala intención con él, solo...me gusta
-No puedo creer a nadie que tenga la sangre hightower – gruño Aemma, observando el rostro de Alicent fruncirse – He visto a tu abuelo, tus tíos y a tu padre, todos con ganas de ser más de lo que son, poseer más de lo que tienen, no creo que veas a mi hijo por lo que es, sino por lo que posee – sus ojos se oscurecieron, enojada – Aceptaste a Daemon en tu cama pensando que podías obtener algo de él y ahora vas por mi hijo deseando que tu sangre prospere, pero no pasara. Rhaegar se sentará en el trono y no serás tu quien se encuentre gobernando a su lado – sentencio.
Aemma podía ver atreves de aquella mirada inocente, ella sabía cómo era aquella niña. Ansiosa por tomar algo mejor que lo que podía, observando a su hija con envidia por cada obsequio que obtenía o por la atención que se le brindaba.
Una doncella interrumpió el tenso ambiente, nerviosa.
-El principe Rhaegar desea ingresar, su gracia – anuncio, observando con alivio como la reina relajaba su postura ante la mención de su hijo - ¿Lo hago ingresar?
-Espera un momento – eso fue suficiente para que la doncella se alejara, dándole privacidad a la reina y su invitada
-Creo, creo que es hora de retirarme, su gracia – se apresuro a decir Alicent, levantándose de su lugar, ansiosa por salir de aquella asfixiante habitación
Pero, su huida no salió como quiso. Siseando de dolor cuando la mano de la reina fue a su ante brazo, clavando cruelmente sus uñas contra su piel.
Sus ojos se encontraron, siendo Alicent quien tuviera que desviar la mirada al ver la mirada tan intimidante que la reina poseía ahora.
-Aléjate de mi hijo o seré yo la que degollé tu cuello – advirtió, horrorizando a la niña frente a ella – No querrás conocer mi lado malo, Alicent – soltó su brazo, observando la sangre en sus uñas – Hagan pasar a mi hijo – ordeno, volteando la mirada al lado contrario de la habitación, sin ver como la mejor amiga de su hija huía de ella
-Madre – sonrió extrañado Rhaegar, caminando hacia ella para besar repetidas veces la cabeza de su madre, haciéndola reír – Creo que acabo de ver a la pequeña Otto correr mientras lloraba
- ¿Enserio? – Rhaegar negó divertido, tomando asiento frente a su madre – No me gusta – admitió al ver la mirada insistente de su hijo - Ella no es confiable
-Lo sé – asintió, recibiendo una mirada sorprendida de su madre - ¿Qué? Sabes que jamás me fijaría en una mujer tan religiosa como lo es ella...es desagradable
-Pero, se besaron
- ¿Cómo lo sabes? ¡Dioses madre! ¿Me vigilas? – pregunto disgustado
-No, lo vi desde mi balcón y si yo pude verlo, cualquiera pudo hacerlo. Debes tener cuidado, Rhaegar – regaño, jalando un mechón de su cabello, escuchándolo quejarse
-Te diré algo que posiblemente te molestara
- ¿Tiene que ver con tu tío? – Pregunto, entrecerrando sus ojos en su dirección
-Bueno, yo...
-No quiero saber nada de ese hombre y tampoco te quiero cerca de él – le indico, señalándolo con su dedo – ¿Me entendiste, Rhaegar?
-Sera imposible que eso suceda siendo yo su sobrino y principe Heredero – rio divertido, esquivando golpe que su madre quiso darle en su hombro – Hare lo que pueda para mantenerme alejado de él
-Eso me tranquiliza – asintió Aemma, suspirando aliviada – Y recuerda, no participaras en el torneo hasta que tenga a este bebe, ¿Entendido?
-Si, lo sé – asintió, besando la frente su madre antes de besar su vientre
Rhaegar sonrió observando a su madre reposar con tranquilidad. Faltaba poco para que su madre pariera y se encontraba mejor, eso aliviaba sus preocupaciones.
Ahora solo tenía que preocuparse en encontrar a su tío, antes de que causara algún destrozo.
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