Capítulo 29
__ Baje, Lady Daerys __ la peliplata miró al asqueroso soldado de los Bolton frente a ella, le causaba repulsión pura. Bajó del caballo, su vestido ahora hecho arrapos por el largo camino aún se aferraba su figura, delineando de forma suave su vientre.
Semanas de viaje y allí estaba. Tan poblada y asquerosa como solo podía ser la Capital de Westeros.
__ Aquí los dejamos. Qyburn irá con ustedes __ Jaime asintió sin mirar a ninguno, sus ojos fijos en las lejanas y altas torres del Red Keep. La peliplata a su lado parecía más concentrada en mirar las puertas de la ciudad.
__ Entonces Lady Daerys. Le quite su pureza en Winterfell y concedimos a nuestro hijo en el campamento Stark __ Daerys lo miró por unos segundos, pasando saliva antes de colgarse al brazo izquierdo del rubio, como esa noche en Winterfell cuando celebraba su día del nombre.
__ Yo me entregué a usted, Ser Jaime. Dejando que ese malsano deseo domara mis sentidos __ Brienne los miró con confusión, pero como siempre, se mantuvo callada caminando detrás de ellos. Entendía cada palabra, pero era incapaz de entender como parecían llevarse tan bien.
Apenas atravesaron esas grandes puertas todos voltearon a verlos. Campesinos, trabajadores, guardias, toda persona los miró con asombro plasmado en sus rostros.
O bueno, la miraron a ella y sus cabellos.
Daerys levantó la cabeza con orgullo, su corta melena era adornado con una diadema hecha con sus propios cabellos. Su vestido estaba maltratado, un trapo cubría su espalda y hombros del sol, mientras las largas mangas azules del vestido se arrastraban, manchadas con barro y sangre.
Sangre que nunca podría explicar de dónde había salido.
Jaime a su lado no vestía mejor. Sus hebras rubias cubiertas de suciedad las hacían ver oscuras, sus ropas no eran las dignas de alguien de su estatus, pero allí estaba. Caminando como todo un caballero, con ese andar tan lleno de orgullo que había creído perdido hasta que ella se levantó a su lado, con esa mirada llena de peligro.
Ahora entendía cómo se sentía Robb Stark, porque era tan valiente.
Daerys analizaba a cada persona, a cada mujer con ropas muy reveladoras, a cada vendedor, a cada limpiador que gritaba insultos, a cada niño sucio y descuidado en extrema desnutrición que pasaba a su lado. La Capital era descrita como el orgullo de Westeros, allí no había nada hermoso más allá del Gran Septon Baelor y el mismo Red Keep, más allá de eso, solo había pobreza y hambre.
__ Es horrible __ Jaime sonrió apenas escucharla, mostrando sus perlados dientes que no parecían perder el brillo.
__ Ahora que vuelvo aquí después de tanto, creo que una celda con olor a mi propia mierda no estaba tan mal __ la menor rió, con una delicadeza digna de su persona, riendo de un chiste que una dama debió haber repudiado.
__ Salgamos de aquí o voy a terminar vomitando __ su voz se escuchó más como una orden que una petición, ambos retomaron la caminata. Ignorando las miradas curiosos de los habitantes de Desembarco del Rey, quienes curiosos se preguntaban, quien era la joven.
¿Quién era esa reencarnación de Rhaella Targaryen?
El camino parecía largo con el cansancio que se acumulaba en su cuerpo, más con sus hinchados pies, pero asombrada solo pudo ver cómo cada vez ese castillo se acercaba más. Tan rojo como la sangre, el Red Keep se alzaba imponente sobre la colina de Aegon.
El Septon Baelor se alzaba también majestuoso, con los gigantes ventanales mirandose a los lejos sobre la colina de Visenya. Deseó poder mirar la última colina y ver allí el Pozo de los Dragones, pero no había nada. Solo debían quedar las ruinas de lo fue su familia.
En unos minutos ya habían dejado detrás de ellos las horribles calles de los barrios bajo. No eran el Lecho de Pulgas y eran horribles, Daerys no quería imaginarse como sería ese lugar. A medida que avanzaban los niños dejaban de pedirles dinero o comida, ahora mujeres adineradas y enfundadas en vestidos caros la veían como si fuera una plaga.
Una horrible y olorosa plaga.
Ambos se detuvieron cuando las grandes puertas del Red Keep estuvieron frente a ellos. Jaime bajó la cabeza, mirando el muñón de su muñeca izquierda con disgusto. La mujer a su lado tomó su rostro y lo hizo levantar la cabeza, obligándolo a mirar al frente. Dandole las fuerzas necesarias para entrar a ese lugar.
El Red Keep era todo lo contrario a las calles que habían caminado, majestuoso y con decoraciones dignas de lo que había sido la familia Targaryen, aunque ahora los emblemas Baratheon ondeban con el viento.
__ Bienvenida al Red Keep, supongo __ murmuró con nerviosismo el Lannister, evitando mirarla a pesar de que sentía esos ojos violetas quemándole la piel.
__ El nido de ratas dónde se supone debo estar segura __ Jaime asintió, estando de acuerdo con la acertada descripción de ese glamuroso castillo.
Siguieron avanzado, Jaime con sus ojos fijos en una cabellera rubia a los lejos caminando junto a un galante joven. Quiso ir hacia ellos, pero Daerys a su lado se detuvo de forma abrupta, haciéndolo voltear la cabeza con rapidez.
__ Daerys __ la joven mantenía sus ojos cerrados con fuerza. Brienne corrió hacia ella, tomando su rostro para ver lo pálida que estaba de un momento a otro.
__ Bienvenida a casa, sangre de dragón __ Murmuró en una lengua tan antigua como su propia sangre, su voz tan grave que estaba lejos de tener su dulzura habitual. Jaime miró a Brienne fijamente, ambos sujetando a la joven cuando se desplomó entre sus brazos.
Joffrey y Cersei llegaron junto a ellos en ese momento. Cersei lo miraba con anheló, sus sentimientos confusos desbordandose de su agitado pecho mientras ignoraba a la joven en brazos de su gemelo, inocente ante el hecho de que ella también estaba siendo ignorada. Joffrey parecía más concentrado en mirar a los viajeros con asco.
__ Llevenlos a asearse, no pisaran su banquete de bienvenido en ese estado __ Jaime solo pudo cerrar sus ojos pidiendo paciencia, su única mano aferrada a la cintura de Daerys.
Él solo había deseado llegar y poner a Daerys segura, no tener que enfrentar a toda su familia esa primera noche.
Y eso no pasaría.
.
__ Mi Lord, el baño está ocupado __ Jaime ignoró por completo a la joven doncella. Entró al baño mostrando su desnudez sin la mínima importancia, sus ojos fijos en Daerys sentada en la bañera con dos sirvientas tratando de quitarle la mugre de su cuerpo y los piojos de los que tanto se había quejado.
__ Ayuden a Ser Jaime __ Ordenó al par de sirvientas que se seguían pasmadas en la puerta, su tono duro haciéndolas moverse con rapidez. Ahora ambos estaban siendo atendidos por dos Doncellas, las pobres parecían asombradas de ver a una pareja de nobles teniendo tantas libertades sin una unión adecuada frente a Dioses y hombres.
La luz de velas era opacada por la luz del sol entrando por la ventana del cuarto de baño, el vapor del agua tibia relajandolos por completo después del largo viaje. Ambos deseaban dormír sin importar que eso significara volver a compartir cama como las últimas semanas.
__ Mi Lady le pondré un agua de especies para que su cabello crezca __ Daerys asintió, mirando los ojos color miel de la joven pelirroja a su lado, la desconfianza estaba en presente en sus ojos mientras abrazaba su vientre.
__ ¿Te sientes mejor? __ preguntó Jaime mientras estiraba las piernas para que pudieran lavar sus pies. A ninguno le gustaba que hicieran todo por ellos, pero después de tanto no había nada mejor que tener esas atenciones.
__ Si, Qyburn dijo que fue el cansancio __ Jaime asintió, la duda plasmada en sus ojos porque había escuchado sus palabras en Valyrio, pero sus palabras fueron dichas en un acento extraño que nunca le había escuchado y lo había dejado incapaz de entenderlas. No le sorprendia que ella de cierta forma hubiera tenido una clase de extraña conexión espiritual después de pisar el castillo forjado por y para la familia Targaryen.
__ Ya he conseguido un vestido decente, mañana temprano vendrá la modista para tomar tus medidas __ la menor lo miró con el ceño fruncido, Jaime solo se alzó de hombros sintiendo esa pesada mirada sobre él y por primera vez en su vida se sintió nervioso de estar desnudo frente a una mujer __ Eres mi prometida, una futura Lannister, desde ahora tendrás todo lo que cualquier mujer noble desearía.
Ambos se miraron por unos segundos, Daerys haciendo una mueca al escuchar como la pelirroja mataba a otro piojo haciendo ese asqueroso sonido.
__ Supongo que soy la primera prometida del heredero de tan grande casa, que tiene piojos __ Jaime soltó una carcajada, dejando que esparcieran el agua por su cuerpo. Daerys miró con detalle como sus cabellos rubios brillaban con la luz de sol. Era incómodo bañarse en un banquillo, pero prefiera eso con tal y que la chica estuviera cómoda en la bañera.
__ Eso no importa. Con piojos o no, tendrás mucho más que cualquier mujer __ la menor solo pudo sonreír, sintiéndose extraña con esas palabras.
¿Era esa la emoción de cada joven al encontrar un esposo? ¿Ella estaba emocionada de recibir joyas y vestidos?
__ Listo __ murmuró para las Doncellas, quienes se alejaron rápidas analizando el cuerpo de la Stark con completa curiosidad.
Jaime se mantuvo sentado, mirando como Daerys salía de la bañera, las Doncellas se acercaron rápidas a secar su pálido cuerpo con trozos de tela blanca para después cubrirla con una bata de seda. La sencilla y delicada tela le recordaba a la misma que había usado cuando intentó escapar del campamento Stark, misma que le habia permitido observar la vista más hermosa que había presenciado en su vida.
__ Preparen la bañera para Ser Jaime __ salió del cuarto de baño sin mirar a atrás, dejando a sus dos Doncellas para ayudar al caballero __ Rojo... __ quiso poner los ojos en blanco al ver el vestido. Tan rojo como la sangre de los muertos bajo el gran apellido Lannister.
Sin decir otra palabra comenzó a arreglarse sola, las Doncellas llegaron a ella minutos después para cerrar el vestido y peinar su cabello. Quiso llorar al verse al espejo, sus hombros descubiertos mostrando el nacimiento de su pecho, los leones bordados en oro hacían brillar su piel, el rojo resaltando de manera única sus ojos y cabello.
Ella era una dama, verse en ese espejo se lo recordó.
__ ¿Lo envío tu hermana? __ preguntó apenas vió salir a Jaime del baño, levantando su mano para detener a las Doncellas cuando acercaron una tinta negra a su rostro. No quería ningún adornó.
__ Lo envío mi padre, estaba esperando por nosotros __ sus palabras se escucharon llenas de inseguridad, sin entender del todo los motivos de su padre para recibir con tan buena cara a la mujer que llevaba a su bastardo. Se supone que los Lannister no deben engendrar bastardos, los niños eran asesinados apenas daban su primer respiro.
Daerys no volvió a mencionar palabra, se levantó acunando su vientre entre sus manos, incómoda por lo descubierta que se sentía. Que todos las personas en ese lugar vieran su vientre no le agradaba.
En un par de minutos Jaime estaba listo, enfundado en un jubon dorado, el león Lannister bordado en rojo en la solapa del jubon. Al parecer sus vestuariaron eran diseñandos para hacer juego.
__ Deberíamos fingir que estás indispuesta para quedarnos aquí __ Daerys volteó a verlo, acercándose a él para ordenar ella misma los últimos detalles de su ropa.
__ No podemos despreciar la calida bienvenida del Rey, Ser Jaime. Sería de muy mal gusto __ murmuró recordando todas sus lecciones de etiqueta, también lo loco que estaba ese niño.
__ Tienes razón, siempre la tienes __ la menor sonrió al escuchar su tono rendido, sus ojos conectaron y Jaime solo pudo imitar su sonrisa sin un motivo sólido para hacerlo. Simplemente verla sonreír era suficiente.
Esa chica Stark lo estaba volviendo estúpido.
__ Además, su Lord padre espera por nosotros __ Jaime se tensó, bajando la cabeza mientras todo rastro de emoción dejaba su rostro.
__ Es la última persona que deseo ver ahora __ habló con un gesto de impaciencia en su rostro, sus labios apretandos en una fina línea mientras Daerys peinaba un poco su cabello.
__ Todo estará bien __ murmuró segura, sus ojos fijos en los verdes frente a ella. Todo estaría bien, no importaba que tuviera que dar su vida por ello, estaba nerviosa claro, ver a Sansa después de tanto le emocionaba y le asustaba.
Jaime no volvió a responder, pudo notar en ese momento que tenía la mirada clavaba en su abultado vientre, un brillo extraño en sus orbes haciéndola pasar saliva.
__ ¿Puedo tocarlo? __ Daerys frunció el ceño ante la pregunta, recelosa estuvo por negarse cuando su vientre se sacudió. Por primera vez logro sentir a su hijo.
Abrió sus ojos sorprendida, todas las palabras escapando de su boca al igual que sus pensamientos, se quedo en blanco sintiendo como su hijo se removía en su interior. Dejandole claro a su mamá que seguía allí después de tanto, que seguía ahí luchando.
Jaime tomó su silencio como una respuesta positiva, llevo su única mano al vientre abultado que las ropas no podían ocultar y sonrió. Una sonrisa tan sincera que dejó a Daerys pasmada mientras su vientre se sacudía ante el tacto del caballero.
Como si el niño lo estuviera reconociendo como su padre desde ese momento.
__ Mientras dormías hablé con mi hermano, padre ya tiene todo planeado. Nos casaremos en unas semanas, dejaré la capa blanca en una ceremonia dentro de un par de días __ su voz fue pintada con algo de dolor, esa capa blanca fue todo para él por mucho tiempo, dejarla era algo que nunca pensó hacer desde que hizo ese juramento.
Ahora dejaría todo por ella.
__ ¿Dejara la capa por mi, Ser? __ las Doncellas miraban la escena desde una esquina, nadie les había dado orden de salir a propósito, para que vieran su teatro y corrieran llevando el chisme en sus lenguas. Jaime asintió, sus ojos brillando mientras ambos sonreían, por dentro removiendose nerviosos, porque eso no se sentía fingido de ninguna manera.
El chirrido de la puerta los hizo borrar sus sonrisas, Daerys frunció el ceño. Molesta por la falta de educación de los sureños al no saber tocar una puerta.
__ Nos llaman los salvajes del Norte, pero aún así tenemos más educación al saber tocar una puerta __ habló mordaz, sus ojos fijos en el avejentado hombre frente a ella. Canoso, pero con un cuerpo bien mantenido que todavía podría levantar una espada sin problemas. En su pecho, reposaba la insignia de la mano del Rey.
Tywin Lannister.
__ Mis disculpas Lady Stark, no pensé que estuvieran ocupados __ habló sin expresión en su rostro, Daerys cayó en cuanto de como había pronunciado su apellido. Su mente viajando a aquella primera reunión con los líderes de casas norteñas donde se leyó la última voluntad de su padre.
"Enviaré copias a todo Westeros, Mi Lady. Es lo que su padre hubiera deseado"
__ Lord Lannister, es un honor. He escuchado mucho de usted __ el hombre solo asintió, sus ojos fijos en la única mano de su hijo sobre el vientre abultado de la joven. Su legado estaba allí creciendo, formándose para algún día, poner a todo Westeros al control de su familia.
__ ¿Cuántas lunas? __ la pregunta los tomo a ambos por sorpresa. Los ojos de Daerys mirando a la entrada de la habitación donde un guardia llevaba una gran bolsa en sus manos, Qyburn se mantenía detrás de él.
__ 5 lunas, Mi Lord __ Tywin asintió, dandole paso al caballero mientras la doncellas salían después de recibir una sola mirada.
__ Jaime me informa de que ha estado evitando todo tipo de ayuda por parte del maestre. Inteligente de tu parte __ Jaime se tensó frente a ella cuando su padre se acercó a ambos, queriendo protegerla __ Dentro de la bolsa está lo necesario para fortalecerte en tu estado. Él será su guardia personal, Ser Castiel Dayne __ el hombre se quito el casco, mostrando sus profundos ojos azules a su nueva señora. Ninguno veía necesidad del juramento en ese momento, mucho menos Daerys sabiendo que ese hombre era controlado por el león dorado. Solo pudo mirar como cerca de la puerta se mantenía de pie otro caballero.
__ Ahora... __ el ambiente era tenso, Daerys y Jaime seguían callados ante el hombre mayor __ Exigo una explicación __ ambos se miraron, Jaime asintió algo nervioso antes de comenzar a explicar.
Hablando con toda su seguridad de como se habían acostado en Winterfell cayendo ante el deseo por el contrario, cuando Jaime fue prisioneros Daerys se dió cuenta de que no podía estar contra el y planearon el escape de ambos.
Una historia llena de amor y deseo prohibido, una mentira que tendrían que mantener por mucho tiempo, y de la forma más convincente posible.
__ Sal de aquí, hablare a solas con ella __ Jaime se tenso, inseguro miró a Daerys buscando la respuesta en sus ojos y con un asentimiento salió de la habitación. Mirando por última vez como los ojos de la menor se oscurecian.
__ Lo escucho, Lord Lannister __ murmuró apenas estuvieron solos en la glamurosas habitaciones que les fueron asignadas.
__ Dormirán juntos aquí, se casaran en 7 días a más tardar. En el Septon Baelor, sin ceremonias de salvajes o una capa de tu familia, por obvias razones que conoces __ Daerys frunció el ceño, podia permitir todo menos perder su capa.
__ No tengo derecho a llevar una capa por mi falta de pureza, pero no soy una mujer desposada y tengo que llevarla por mi honor __ Tywin levantó una ceja, mirando esos peligrosos ojos tomar un tono más oscuro.
__ Esto no se trata de lo que quieras, no llevarás la capa de una familia traidora __ habló con seriedad, acercándose un par de pasos a la pequeña niña frente a él. Deseando que no fuera tan peligrosa como lo percibía __ No confío en ti niña y espero por tu bien, que el niño que expulses sea un Lannister. Si no es así yo mismo lo matare frente a tus ojos __ Daerys sintió sus manos temblar, estaba descubierta junto a su hijo en ese lugar, dependía de Jaime y lo odiaba.
__ Tengo sangre del Norte fluyendo por mis venas, mis hijos podrían heredarla __ el hombre le sonrió, una sonrisa leve y de pura burla en sus finos labios que Jaime había heredado.
__ No será así. Son niños rubios o de cabellos plata, o mueren. Eres inteligente niña y me aseguraré de que lleves a mi legado por buen camino, por el bien de Sansa claro está __ por primera vez en años Daerys se sintió intimidada por la altura de un hombre, allí dentro de la boca del león no pudo hacer más que bajar la cabeza sumisa.
__ Está claro, Lord Lannister __ Murmuró con sus ojos fijos en los zapatos del hombre. Fingiendo perfectamente el temblor en su cuerpo, como si no fuera capaz de robarle la daga en su cintura y matarlo allí mismo.
El león la miró, notando el leve temblor en sus labios y solo pudo asentir dándose la vuelta.
Astuta, pero no lo suficiente para engañarlo.
Ella lo sabía.
Era tan inteligente que había entrado a la boca del león sin ningún tipo de miedo.
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Siento que lo estoy haciendo del asco, pero debo continuar.
No olviden dejar sus votos y comentarios linduras.
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