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Capitulo 17

Rodrik sentía todo su cuerpo doler.

Había peleado.

Él hombre le había dado batalla a todo enemigo que se atravesó en su camino. Él juró luchar por la familia Stark y lo había hecho con todas sus fuerzas.

Era arrastrado por dos hombres de hierro, quienes lo sujetaban con fuerza. Sentía rastros de sangre en su rostro y muchos cortes arder. Tenía una herida en su brazo, fue golpeado y capturado, pero Rodrik jamás iba a doblar su rodilla ante alguien que no fuera un Stark.

Y tenía bastante claro que Theon Greyjoy iba a querer su rendición, que doblará su rodilla ante él y jamás haría eso. Prefería morir con honor y estaba seguro de que iba a hacerlo.

Moriría con su honor intacto.

— ¡Greyjoy! — Rodrik gritó con todas sus fuerzas cuando vió las puertas ser abiertas. Como lo había pensado Theon estaba en medio del patio, con todos los habitantes de Winterfell presentes. La rabia burbujeo en su pecho y apretó con fuerza su mandíbula sin apartar la vista del traidor.

Los Stark le habían dado todo. Su vida como rehén había sido lo más cómoda que Eddard Stark podía ofrecerle. Había vivido como unos de sus hijos y era un traidor, un maldito traidor.

— Lo atrapamos cuando regresaba del Torreón — él guardia a su lado habló fuerte para que él  mocoso lo escuchara, Rodrik se removió en sus brazos queriendo liberarse, quería golpear al maldito niño, quien caminaba con altivez en su dirección — Mató a dos antes de ser capturado — el hombre de la barba alzó su cabeza altivo cuando lo tuvo frente a él, no le tenía miedo a ese niño.

— Ser Rodrik. Lamento que nos veamos como enemigos — él hombre contuvo el impulso de saltar a golpear al niño por el dolor en todo su cuerpo y paso saliva sin dejar de verlo.

— Lamento ver qué tienes menos honor que una puta de callejón — Theon apretó su mandíbula y se mantuvo serio ignorando la leve incomodidad en su pecho — Te criaste aquí. Bajo este techo, estás personas son tu gente — señaló con su mirada a todos los presentes, Bran sintió miedo al ver la escena.

— Ellos no son mi gente — él menor dió un paso más tratando de intimidar al hombre.

— Él Rey Robb te creía un hermano. La Reina fué la única que noto tu falta de honor desde un principio y debimos escucharla — Theon apretó sus dientes ante la mención de la peli plata, estaba cansado de ella y como siempre terminaba a su sombra. Las sombras de Robb y ella siempre eran tan grandes, que los envidiaba.

— Mis hermanos están muertos, murieron peleando contra hombres de Stark — ambos se miraban con odió en sus ojos,a pesar de eso Theon no quería hacer nada contra el hombre y no lo haría — Hombres como tú — solo quería callarlo y enviarlo a una celda.

— Si, murieron peleando la guerra que tú padre comenzó. Lord Stark te crío como un hijo propio — la repulsión hacia el mocoso frente a él cada vez era más. Los recuerdos de los tratos de Eddard al isleño se repetían una y otra vez en su mente.

— Con ellos, pero no como uno — las manos de Theon estaban hechas puños en su espalda y sentía cada vez más rabia ante las palabras del mayor — Era su rehén — Rodrik lo miró con lastima ante sus palabras. Él niño no sabía lo que decía — Alejado de mi hogar —

— Si estuviera vivo viendo esto — la rabia corría por sus venas de solo ver la memoria de un hombre como Eddard, siendo ensuciada por ese niño.

— No lo está. Está muerto — las palabras del menor fueron claras y fuertes, Bran Stark sintió un dolor en su pecho al recordar que no volvería a ver a su padre — Los Siete Reinos están en guerra y Winterfell es mío — sentenció sintiéndose grande en sus pensamientos.

— Debí poner una espada en tu estómago en lugar de mi mano — la voz del mayor salió ronca y cargada de odió. Theon lo miró sin expresión alguna.

— Serviste fielmente a esta casa anciano, pero sigue hablando y yo- — las palabras del Greyjoy se vieron cortadas gracias al impulso que Rodrik había tomado para escupir su rostro.

Los guardias que lo rodeaban no tardaron nada en golpear sus rodillas con fuerza, para tirarlo de rodillas al barro frente al menor.

— ¡Llevarlo a las celdas! — Theon limpió su rostro con fuerza y mientras gritaba uno de sus hombres se acercó a él, tomo sus hombros y me dejó claro que no podía dejarlo vivo.

— Debe pagar el precio de hierro. Nunca lo van a respetar mientras el viva — las palabras del hombre fueron captadas por un dudoso Theon, que volvería a ser manipulado otra vez. Solo eso habían estado haciendo, manipulandolo y él seguía cayendo sin darse cuenta.

Miró a Rodrik por unos segundos y este le enseño los dientes con rabia, quería matarlo. Él isleño miró a todos lados tratando de decidir que hacer. Miró como Bran y Rickon lo miraban asustados, volvió su mirada al hombre frente a él y con los ojos perdidos asintió.

Rodrik tenía que pagar.

— ¡Ser Rodrik! ¡Lo sentenció a muerte! — los gritos de los presentes no tardaron en llegar en llegar. Bran grito con fuerza al ver que no estaba cumpliendo su promesa. Theon sintió las manos del viejo maestre en sus hombros, mientras Rodrik era arrastrado por los guardias.

Theon se negó a escuchar las palabras del maestro, y entre los gritos de los pequeños Stark el caballero fue llevado al tronco más cercano a recibir su muerte.

— ¡El que dicta la sentencia, tiene que usar la espada! ¡Cobarde!  — él hombre no le tenía miedo a la muerte, lo miró con altivez sin una pizca de duda. Moriría con honor y el niño tenía que matarlo él mismo o no se iría feliz.

Greyjoy sacó su espada y se preparó para matar a él hombre, tenía miedo, tenía rabia, estaba confundido, no sabía lo que sentía, pero iba a matar al hombre. Eso era lo único seguro.

— ¡Por favor detente! ¡Alguien haga algo! — la voz de Bran se escuchaba desesperada por todo el patio, él maestre trataba de calmarlo sin resultados y Rodrik lo miró sintiendo el frío acero en su nuca.

— ¡Tranquilo niño! — no había miedo, ni duda en la voz del hombre mayor, sabía que estaba a cuenta con los dioses — ¡Voy a ver a tu padre! — Bran lloró sintiendo impotencia al no poder hacer nada, los gritos de Rickon eran fuertes y seguidos.

— Últimas palabras anciano — Rodrik alzó la cabeza ante las palabras del isleño, la muerte respiraba en su nuca, él solo esperaba ver a su familia y a Eddard Stark junto a los Antiguos Dioses.

— Que lo Dioses te ayuden Theon Greyjoy. En verdad estás perdido. El invierno congelará tus aguas y estoy seguro de que el fuego consumirá tu vida — el mayor volteó su rostro de forma brusca, cerró sus ojos comenzando a rezar esperando su muerte.

La rabia consumió a Theon. Un Theon desesperado por mostrar quien era, por dejar claro que era fuerte.

Un golpe, dos golpes, tres golpes, cuatro golpes y la cabeza de Ser Rodrik fue pateada lejos de su cuerpo.

Y Daerys cerró sus ojos sintiendo un mal presentimiento golpear su pecho.

.
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Ambos caminaban por el campamento recién instalado.

Todos hacían pequeñas reverencias al verlos

Reina Daerys.

Todavía se sentía extraña al escucharlo. Tenía bastante claro que sí las cosas hubieran terminado diferente años antes, desde niña sería llamada princesa, pero tener el título de reina se sentía extraño.

Más sabiendo que solo hubiera tenido ese título casándose con su hermano, Rhaegar Targaryen.

Muchos los detenían para saludarlos. Robb tocaba espadas, cascos, escudos, armaduras y cotas de malla que por algún motivo la gente le ofrecía. Con ella también lo habían hecho, el grupo de soldados dijo que era para la suerte. Bufo con burla, pero igual lo hizo.

En algún punto de la caminata había perdido a Robb de vista, no estaba por ningún lado. Camino con calma saludando educadamente a las personas que veía, más de uno de los soldados la halago por el bonito vestido verde oscuro que llevaba. Hasta ellos lo había hecho y Robb ni siquiera lo había notado. Era la primera vez en un tiempo que se arreglaba de esa manera y no había recibido la atención de la persona que quería.

Con el paso de los días la peli plata se había dado cuenta de algo. Su relación con Robb había vuelto a ser lo mismo que era antes de su décimo sexto día del nombre. Era una relación de hermanos y era bastante confuso para ella, Robb la había tomado muchas veces y ahora solo actuaba indiferente ante ella.

Bajó su mirada al suelo, levantó un poco el vestido para no mancharlo con el barro y mierda de caballo que había en ese charco, alzó su mirada sintiendo el viento mover su cabello y sintió algo dentro de su corazón romperse cuando vió a Robb sonriendo mientras hablaba con esa curandera.

No era la primera vez que los veía, llevaba días viendo las interesantes charlas entre ellos, tantas veces que ya no dolía tanto como la primera vez.

Daerys miró a la chica con detalle, su piel bronceada, las pecas por todo su rostro, facciones hermosas, cabello largo y oscuro, un buen cuerpo. La mujer era hermosa, y ella pasó noches enteras preguntándose si ella también lo era.

— Daerys — la joven volteó para encontrar a Catelyn mirándola con algo de curiosidad, detrás de la pelirroja estaba una mujer tan alta que pensó que era un hombre, pero no, era una mujer. Una alta y musculosa.

— Lady Catelyn — la pelirroja la miró con una leve sonrisa y para su sorpresa acarició su cabello con delicadeza — Me alegra que los dioses guardarán su viaje — Catelyn quitó su mano en un delicado movimiento y miró detrás de ella a Robb con la joven curandera, su se frunció ceño en señal de molestia.

— Daerys, ella es Brienne De Tarth — habló al notar la mirada de Daerys en la más alta — Brienne ella es Daerys Stark, hija de Eddard y Reina Del Norte — la peli plata hizo una mueca ante lo último y se sorprendió levemente por la profundo reverencia que hizo la rubia.

— Brienne conmigo no hacen falta esas formalidades — aclaró sonriendo levemente.

— Entiendo majestad — la más bajá asintió y cuando volteó encontró a Catelyn a unos metros hablando con Robb. Haciendole una seña a la mayor para que la siguiera, caminó hacia donde los pelirrojos hablaban. Claro que no pensó pensó escuchar la voz de Bolton en cuanto puso un pie a un lado de Robb.

— Majestades, mi Lady. Noticias de Winterfell — Rose Bolton se veía levemente cansado por la gran caminata y lo rápido que la había hecho, subió su mano mostrando el papel y Daerys fue la primera en tomarlo.

Winterfell a caído.

Las palabras saltaron a los ojos violetas de la joven y ni siquiera pudo leer más cuando unas horribles náuseas atacaron su cuerpo, Brienne tomó su brazo con preocupación al verla tambalearse. Robb tomó el papel de sus manos, mientras Catelyn y la rubia ayudaban a la peli plata a llegar a un árbol, donde devolvió lo poco que había comida en ese día.

Bran, Rickon…

¿Qué más querían quitarle los Dioses?

.

— No puede ser cierto — la voz de Robb se escuchaba distante en los oídos de la peli plata. Ambas mujeres la habían sentado frente a la mesa, una copa de vino descansaba en su mano y miraba fijamente un punto en la mesa.

Se sentía mareado todavía, el horrible sabor del vómito seguía en su boca, al igual que el ardor en su garganta. Se sentía horrible, cansada, estaba muy cansada. Su pecho dolía y trataba con todas sus fuerzas de retener sus lágrimas, pero más de cuatro se habían escapado de sus ojos ahora oscuros por la rabia e impotencia que sentía.

— Tenemos cuervos de White Harbour, Barrowton y RedForce — Daerys apretó sus labios con fuerza y Robb bajo la cabeza por unos segundos — Temo que es verdad — él hombre habló con calma bajo la atenta mirada del joven Rey.

— ¿Por qué? ¿Por qué Theon? — las preguntas salieron sin pensarlo y pasó su mano mano por su rostro abrumado por toda la situación.

— Porque los Greyjoy son unas malditas putas traicioneras — la peli plata apretó su copa con fuerza tratando de contener su ira y no armar una escena.

— ¿Mis hermanos? — Robb preguntó mientras Catelyn se paseaba nerviosa por toda la tienda.

— No sabemos de ellos, pero Rodrik Cassel está muerto — la peli plata alzó su cabeza dejando a vista de Catelyn la oscuridad que eran sus ojos en ese momento. La mujer intentó acercarse a ella, pero se detuvo cuando la copa de vino golpeó con fuerza un candelabro cercano.

— ¡Te lo dije! ¡Lo dije dos malditas veces y no me escuchaste! ¡Tenias que escucharme y no mandar al maldito de Greyjoy a ese lugar! — Daerys se levantó de golpe tirando la silla hacía atrás y Catelyn se tenso al ver sus ojos volver a ser claros, un color casi azulado demasiado intenso. La Tully juro ver como su pupila se alargaba.

— Pero no me escuchaste. No escuchaste... — Robb mantuvo su mirada bajá mientras Daerys daba unos pasos murmurando las mismas palabras — ¡No me escuchaste porque estabas más concentrado en dudar de mí! ¡En dudar de mi lealtad! ¡En tratar de matar al prisionero más valioso que tenemos! ¡En llamarme Lannister, Targaryen y toda mierda que se pasó en la cabeza! ¡Has estado más concentrado en andar detrás del culo de una curandera, que en lo que tenemos aquí en frente! — su respiración era agitada y Bolton la miraba con algo que nadie pudo descifrar. Robb ni siquiera se atrevió a mirarla.

— Debo ir al norte del inmediato — fueron las únicas palabras que salieron de su boca después del denso silencio que los invadió. Bolton intentó detenerlo, pero no fue gracias a él que dejó de moverse.

— ¡Tú no sales de esta maldita tienda! — otro profundo silencio se instaló y Robb la miró con seriedad notando el violeta intenso en sus ojos.

— ¡¿Cómo puedo llamarme Rey, si no puedo defender mi castillo?! — Catelyn y Bolton dieron unos pasos más cerca de ellos intentando controlar la situación.

— Eso debiste haberlo pensado antes de mandar al único heredero heredero de Greyjoy a esa isla — Daerys se acercó amenazante al pelirrojo y no dejó de mirarlo en ningún momento, menos cuando la mano del jóven lobo se alzó dispuesta a golpearla.

Hazlo. Ponme una mano encima y te vas a arrepentir el resto de tu miserable vida — Robb bajó la guardia al notar el dolor filtrarse en las palabras de su mayor, el ambiente se volvió aún más tenso y bajó la mano sin dejar de verla — Eres un maldito cobarde. Pensaba que no podrías decepcionarme más y ahora intentas golpearme — los mayores miraron confundidos a la joven. Ninguno la entendió, pero Robb sabía que ella solo hablaba en Alto Valyrio cuando la ira la consumía, y no era algo que hiciera a propósito.

Daerys se alejó conteniendo sus lágrimas, se acercó a la mesa temblorosa por la fuerte combinación de sentimientos en su cuerpo y se mantuvo quieta mientras escuchaba la conversación entre las únicas tres personas en la tienda, además de ella.

Ella estaba lo más tranquila que podía, mientras escuchaba el plan de envíar al bastardo de Bolton a recuperar el castillo.

Daerys sentía su cuerpo tensó y su cabeza doler demasiado, sus ojos ardían y se sentía débil.

Sentía que estaba perdiendo todo.

Y mientras Daerys trataba de no llorar, Shiera y Joy trataban de calmarse en un barco en medio del gran mar. Ambos asustados después de ver como él dragón más pequeño tenía un pequeño ataque de locura, casi quemaba el rostro del soldado y ni hablar de todos los rasguños que había dejado en sus brazos.

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La peli plata se encontraba en posición fetal en su cama llorando amargamente.

Había perdido a su mentor, al hombre que la enseño por muchos años. No sabía nada del estado de sus hermanos, ni hermanas, todos ellos estaban en peligro en un lugar diferente, no sabía cómo estaba Jon, ni tampoco tenía noticias de Shiera y Joy. Había perdido a su padre, su hogar había sido invadido y ella sentía que moría.

Sus sollozos eran roncos gracias a todo el tiempo que había llorado, su corazón pedía a gritos que Robb viniera a abrazarla, pero no era tonta y sabía que eso no iba a pasar. Robb no iba a venir, él ya no la amaba y no había nada que pudiera hacer para cambiarlo.

Cansada de sentirse tan débil Daerys limpió sus lágrimas tratando de detenerlas, dejó sus piernas pegadas a su pecho y secó con molestia la humedad de su rostro.

Se sentía débil, dolida, cansada, estúpida.

Pasó vários minutos mirando a la nada, mientras su cuerpo tenía pequeños espasmos gracias al reciente llanto.

Daerys estaba buscando fuerzas para seguir adelante, buscando algún motivo para volver a levantarse el día siguiente y cuando sus ojos viajaron al baúl abierto en una esquina, recordó las palabras de Shiera.

"Mi señora deje en él baúl lo necesario para usted. Recuerde tomar el té, conseguí lo suficiente para que no se preocupe por eso en un buen tiempo"

Y no había mentido. Habían unos 30 frascos en el baúl, pequeños y de color verde oscuro. Los conocía muy bien y sabía que debía beber un trago todas las mañanas. En un frasco habían dos tragos.

Daerys en ese momento comenzó una lucha interna, no sabía que sentir con lo que estaba viendo.

No sabía cómo sentirse, después de ver todos los frascos perfectamente sellados y llenos.

Al parecer los Dioses querían seguir jugando con ella y un bebé venía en camino.

Un pequeño e indefenso bebé que sería odiado por su padre.

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Buenassssss, dejo esto por aquí y me voy a seguir escribiendo.
He estado algo inactiva por motivos personales, pero prometo que eso va a cambiar pronto ;).
Él capítulo es algo corto, pero van a tener otro en unos días.

Gracias por leer linduras.

LadyArtemis

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