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吸血鬼

(きゅうけつき)


La criatura sin ojo se arrastró por la arena. La boca llena de su propia sangre, negra, amarga, muy fría. No era consciente de dónde estaba ni de quién era; desde que se convirtió en aquello, todo el mundo se redujo al miedo, al dolor, y al hambre. Tanta hambre. Ni siquiera cuando le arrancaron el ojo dejó de sentirla.

-Así que no lo lograste... -el amo se acercó-...Mira nada más, Midori-san, ¿te parece que esa es una expresión apropiada para una señorita?

Con un pie pequeño y delgado puesto contra su hombro, hizo rodar a la criatura hasta tenerla boca arriba. El cielo era una mancha negra y plana. La luna, un cruel espejo de sangre: mirarla dolía, quemaba, abría en su cabeza el boquete de una migraña infernal y le hacía sangrar el ojo bueno.

-¿Por qué miras la luna, Midori-san? -Preguntó el amo, todavía con el pie sobre el pecho de la criatura-. Te dije que no lo hicieras; ahora vas a quedarte ciega también de ese ojo.

Lo sintió agacharse hasta ella, y luego de abrirle el párpado con los dedos, metió los de la otra mano en su cuenca y los deslizó lentamente hacia atrás. El dolor se convirtió en un clavo de acero horadándole los sesos, deslizándose por toda su espina hasta crisparle el último de los nervios y retorcerle lo que quedara de sus entrañas. Gritó. Quiso vomitar. Se aferró con ambas manos de la muñeca delgada y luchó contra su terrible fuerza, pero al final no pudo evitar que le apagara la luz. Lo sintió tirar del nervio óptico, despacio, casi con cuidado, hasta que finalmente lo arrancó y desprendió el ojo de su cuenca.

El mundo entero se sumió en la negrura, y su cuerpo reforzó los otros sentidos para orientarse. El sonido del río a sus espaldas la hizo estremecer.

-¿Para esto querías vivir? -preguntó el amo, con un murmullo suave-. Cuando te ofrecí la oportunidad de la vida eterna, pensé que lucharías con más fuerza. Incluso maté a los hombres que te querían violar, Midori-san ¿Por qué no has bebido sangre todavía? ¿Por qué te resistes a obedecerme?

La criatura seguía retorciéndose en silencio, ya sin voz para gritar, sujetándose el rostro con ambas manos y rodando por el suelo en medio del espantoso aroma de su sangre y el dolor del ojo arrancado. Cuando la mujer le quitó el otro, no había sufrido tanto, ¿sería por el hambre?

-He sido bueno contigo -continuó el amo, con tono gentil, en medio de la oscuridad-. Comprendí tu resistencia a beber de humanos porque eres joven y te va a costar trabajo desprenderte de tu antigua naturaleza. Por eso te pedí que siguieras a la mediana de los hijos de Nyubai. Nada más. ¿Qué hiciste en lugar de seguir mis órdenes?

Una ráfaga de dolor arrasador la recorrió desde el centro de la cabeza, y un sonido viscoso y húmedo le dio a entender que el amo había llevado su ojo a la boca para jugar con él entre los largos colmillos. La criatura volvió a gritar.

-Intentaste matarla, ¿no es verdad? -succionó con fuerza, y la criatura volvió a gritar.

Dolía. Dolía mucho.

-¿Por qué no puedo hacer que me obedezcas, Midori-san? De todos, eres la única que sigue intentando actuar por su cuenta, ¿cómo es posible? ¿a qué te aferras? ¿Por qué no puedo domarte? -lo sintió acercarse, y de repente sus dedos pequeños y finos le envolvieron la garganta, tan fuerte que la carne se comenzó a rasgar-. ¿Debería simplemente matarte? Podría devolverte al burdel para que le encuentren algún uso a ese cuerpo inmortal -lo oyó escupir, y un momento después la forzó a levantar la cara e introdujo su ojo nuevamente dentro del párpado. La criatura gritó incluso más que antes cuando recuperó la visión al cabo de un momento-. Eres tan hermosa que me das asco, querida, adorable Midori-san. ¿Qué debo hacer contigo? ¿Debería darte otra oportunidad?

Todo el mundo había tomado un color anaranjado rojizo, pero la criatura ya no estaba ciega y pudo ver a su amo poniéndose de pie. Pequeño, delgado, extremadamente joven: parecería un niño si no fuera por esos terribles ojos, rojos como la sangre, y los colmillos de bestia que sobresalían por encima de sus labios. Cuando lo observó sonreírle con aquella espantosa mueca tranquila, la criatura se encogió en su lugar como un perro asustado, y tembló. El dolor no era suficiente para acallar al miedo.

-Quizá seas más fácil de manejar si estás más cuerda, ¿no lo crees, Midori-san? -hizo una pausa y cruzó los brazos-. Murasaki-san, ¿tú qué opinas?

Aquel joven, que igual que el amo no podía ser un humano, miró a la criatura con lástima, los ojos entornados y alzadas las cejas.

-¿Mi señor?

-Vas a salir rumbo a Osaka, ¿no es verdad? -preguntó el amo con fría gentileza, desinteresado por cualquier cosa que el joven y la criatura pudieran hacer o decir.

-Así es. Solo estoy esperando sus órdenes.

-Gracias, Murasaki-san -hizo una pausa-. Cuando Midori-san se encuentre mejor, ¿podrías llevarla contigo? Creo que el aire viciado de Kioto no le hace bien. Dicen que en Osaka hay lugares interesantes, ¿por qué no llevas a Midori-san a presenciar una lucha de sumo? Quizá es lo que le haga falta. Por tu parte, ya que estarás por ahí, me gustaría que le envíes mis saludos a un viejo amigo de la familia. Serizawa Yoshiki está de visita, y dado que mi querido hermano le tiene en alta estima, quisiera presentarle mis respetos, aunque no sea en persona.

-Lo haré, mi señor.

-Gracias, Murasaki-san, sabía que podía contar contigo -hizo una pausa y se dirigió hacia la criatura, que ya había dejado de gritar-. Sería bueno que Midori-san sea quien comparta la cena con Serizawa-san, pero no me molestaré si lo haces tú mismo. Me interesa que ella se recupere pronto, pero prefiero que no queden cabos sueltos, y tú no sueles dejar las sobras, ¿o me equivoco, Murasaki-san?

-Yo me haré cargo, mi señor.

-Gracias por todo, Murasaki-san.





Glosario:

-El sumo (相撲 sumō) o lucha sumo es un deporte de combate y arte marcial donde dos luchadores o rikishi se enfrentan cuerpo a cuerpo con el objetivo de lanzar su rival al suelo o fuera del área circular. Es de origen japonés. En ese país está considerado un arte, y además mantiene gran parte de la tradición sintoísta antigua. Es el deporte nacional de Japón.




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