La calma antes de la tormenta
Diago estaba afuera de la cabaña, no podía ignorar lo que hizo, el asesinato cometido hace poco no le permitía tener paz, aún podía sentir la cálida sangre en sus manos, incluso recordaba cómo su espada se enterraba en el hombre, su respiración se agitaba, la garganta le ardía.
—Cálmate chico —Shawn le miraba de cerca, el había notado lo afectado que se encontraba luego del incidente.
—Hiciste lo correcto, se que la primera vez pesa mucho, pero debes recordar que has salvado más vidas con ello — sus palabras y la preocupación del hombre trajo la calma a la conciencia de Diago.
—No sufras mas por el pasado, ven —le hizo señales con la mano —vamos con los herreros del pueblo, tenemos que ver cómo van con nuestras armas.
Diago podía sentir la ligereza en su cabeza y sobretodo comenzaba a agradarle Shawn, le miraba cómo su ausente figura paterna.
***
Lewis bebía junto a los demás guerreros y el grupo de Isaac, habían conseguido licor a escondidas, disfrutaban sentados alrededor de la mesa.
—¡Si maldito licántropo! ¡Se suponía que nuestro trabajo sería proteger una aldea tranquila por órdenes de un general de Long-Song…! —la voz de Oswald se distorsionaba por tanto beber.
—¡Oye su hijo está presente! — alegaba Isaac sin ignorarlo.
—¡No! Déjalo el tiene razón, esto es mi culpa por mi error todos hemos pagado —sus palabras resonaron con gran dolor.
—Siento que algo te ocurrió — no pudo evitar decir Effer.
—¡Si! Yo… yo iba a casarme hace unas semanas, pero luego de perder a mis padres la familia de mi prometida se echaron para atrás —la bebida había entorpecido los sentidos de Lewis, haciendo muy sensible.
—¡Pero ella me amaba! ¡Si ella me amaba tanto como yo a ella —decía con una boba sonrisa.
Su sonrisa se desvaneció, dejando un rostro sombrío llenó de culpa.
—¡Por eso ella fue a la granja! Y… y ¡Él la encontró! ¡Comió todo nuestro ganado! —gritaba con lágrimas recorriendo sus mejillas.
—¡No le fue suficiente! ¡El la comió! ¡La comió delante de mi! ¡Yo intenté ir a salvarla….! ¡Pero mis hermanos me detuvieron!
Golpeo la mesa con sus manos sentía el dolor de lo ocurrido como si volviera a pasar, podía escuchar la voz de su prometida clamar por él, en su desesperación tomo una espada con la intención de quitarse la vida, pero Tom le golpeo en el rostro, haciéndole perder el conocimiento.
—Pobre —exclamo Tom viéndo al inconsciente Lewis —debes sentirte como una basura.
—Yo solo espero que muera — la confesión de Oswald dejo a todos callados, podían entender el motivo de esas palabras, pero no sentían el deseo de aquel hombre, salvo Jeff.
—Una vez que cumplan su deber, deberíamos deshacernos de ellos —propuso Jeff sin temor a ser juzgado —no tenemos tanta comida y ellos son responsables de nuestro sufrimiento.
—Yo no me opongo —respondió Oswald con seriedad.
—Mi deber es con los pueblerinos, no con ellos — las frías palabras de Tom no reflejaban un buen panorama para los hijos de Gregor.
—¡No! Yo no estoy de acuerdo con sus ideas —levanto la voz Effer, Isaac no parecían dispuesto a hablar del tema.
—Es un asunto del pueblo — expresó uno de los guerreros.
Oswald molesto sale de la cabaña para tomar aire fresco, pronto una mirada hostil se posa sobre él, el bosque no estaba muy lejos de la cabaña el peligro asechaba todo el pueblo.
El guerrero no podía dejar de culpar a Lewis, debido a que el hizo algo parecido hace unos años.
—¡Debe pagar! ¡Su vida debe ser el pago! — su intranquila mente le ordenaba hacerle sufrir.
Oswald escuchaba el canto de un ave, pronto seguido por un coro aparentemente de aves más jóvenes, repentinamente cambiaron a un desgarganté chirrido semihumana, el guerrero presionaba sus oídos para dejar de oírlo pero ese sonido solo estaba en su cabeza.
La nevada comenzó a caer nuevamente liberando a Oswald de su transe, sin decir ni una palabra volvió a entrar.
Después de un rato el líder rubio de los guerreros Shawn volvía con Diago, traían consigo las espadas de plata, hachas, flechas con punta de plata y un par de lanzas, les acompañaban tres herreros cargando también las valiosas armas, Shawn no podía evitar mirar al joven ya que le recordaba a su hijo.
—¿Alguna vez te enfrentaste a un animal? —surgió la pregunta al recordar su breve encuentro.
—Solo a criaturas indefensas —contesto sin orgullo.
—Ya veo, si quieres matar a la bestia debes saber que no te enfrentará como hombre, sino como la criatura consumida por el hambre —sus palabras expresaban claramente su experiencia, Diago escucho cada palabra de su mentor.
***
—¡Es un desastre, un complemento desastre! —bramaba el jefe del pueblo a sus guardias estos estaban en la casa de Robert, un lugar cálido y con un gran mapa en una de sus paredes.
—Estamos en terreno delicado, el pueblo teme de no tener más alimento para sobrevivir al invierno y aunque es cierto que no se tiene. ¡Nadie quiere aventurarse al bosque por el monstruo! — el hombre comenzaba a tener canas por el estrés.
—Nadie vendrá ayudar, nadie en su sano juicio viajaría en invierno —musitaba nervioso para si mismo, su antiguo hábito volvía, incesante mordía sus uñas.
—Señor solo debemos matar a la bestia, luego los mercaderes que están en el pueblo volverán a vender el alimento —señalaba uno de sus guardias.
—¡Espera Stu! Se me ocurre algo mejor — una perversa mueca se formó en el rostro de Robert.
***
Los guerreros recibieron el armamento, todos tomaron al menos un arma para acostumbrarse al peso, incluso Wilmore revisaba sus flechas, Norton le miraba con orgullo.
La nevada continuaba empeorando, los vigías en las torres optaron por dejar sus puestos, no estaban dispuestos a morir congelados, el intenso clima dificultó la vista de los guardianes, apenas tocaron el piso fueron atacados, el hombre lobo había vuelto al anochecer, su aullido puso a todo el pueblo nervioso.
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