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Histeria

—Lo hice… pude lograrlo — hablaba un dolido Lewis, su voz era débil, su calor corporal se desvanecía poco a poco gracias a la creciente nevada.

Wilmore lloraba mientras tomaba el cuerpo de su hermano, Lewis tenía una sonrisa, pese a su palidez, Diago fue con sus hermanos con su pierna lastimada, Shawn le sirvió de apoyo.

—¿Por qué sonríes? — Wilmore decía entre sollozos.

—Es por qué pude actuar como tú hermano mayor, cuando te tenía esa bestia… yo creí que te perdí… — sin poder evitarlo las lágrimas brotaron deslizándose por la helada cara de Lewis.

—Wilmore ¿Esta Diago aquí? — Lewis había perdido la vista, Diago sentía un gran enojo consigo mismo.

—Aquí estoy — respondió con una voz quebradiza.

—Bien. Escuchen bien… No odien a nuestro padre… No es su culpa… — Wilmore tomo la mano de su hermano —Yo lo entendí demasiado tarde, el nos amo, hizo lo posible por nosotros… Por favor escuchen mis palabras… ¡Sálvenlo! Sa…

La vida de Lewis se extinguió, sus hermanos lloraron su muerte y Shawn dedicó un minuto de silencio al noble primogénito.

—Que el señor de la infinita nada te de la bienvenida a su gloria — pido el guerrero.

Diago había supuesto que Shawn tenía la misma fe que ellos, pero se dio cuenta que no era así, el era un creyente de Nihil, el Dios de la nada, sus creyentes obtuvieron tierras donde habitaban sin tener conflictos con el resto de la población que creían en las tres deidades fundadoras del reino.

Tom se desploma, Shawn se separa de los hermanos para ver al miembro de su grupo, por más que intentaba verlo no podía evitar pensar que el estaba muriendo.

—Muchos han muerto y temo por los heridos — sus palabras inquietaron a Diago, los sobrevivientes como Jeff, Isaac y Effer aparecían frente a Shawn.

—¡Necesitamos al jefe Robert! — exclamó Jeff buscando las órdenes del jefe, el resto de pueblerinos parecían simpatizar con su idea.

—¡Calma! ¡Todos cálmense! — pedía Shawn con orden — ¡Primer que nada debemos deshacernos de los cadáveres!

Fue una orden fría, pero necesaria, todos los hombres llevaron a la zanja los cuerpos de sus compañeros, sus amigos y familiares, incluso Diago junto Wilmore, estaban tristes, totalmente desmoralizados frente a su perdida, pero varios gritos rompieron el solemne silencio.

—¡Fuego! ¡Fuego! ¡Se incendia los almacenes de alimento! — gritaban las mujeres que estaban antes en sus hogares.

—¡También las valiosas cargas de los mercaderes! — gritaba fatigada otra mujer, parecía que corrió desde el otro lado del pueblo

—¡Todos vayan a detener el fuego! — ordenó Shawn preocupado por la reserva de alimento.

Llegaron tarde, las llamas habían consumido en su totalidad su almacén, de igual manera el alimento que los comerciantes tenían para vender.

—¡¿Cómo podría ser posible?! ¡Nadie está tan loco para hacer semejante barbarie! — exclamaba atónito el líder de los guerreros —¡Necesitamos al jefe Robert! ¡De prisa!

El pueblo le busco por cada rincón de Cherkot, lo buscaron incluso con los curanderos —estos trabajaban ahora por el alimento que les prometió Shawn— incluso su vivienda se encontraba vacía, ni siquiera aparecían sus dos guardias personales.

—¡¿Qué está ocurriendo aquí?! — se preguntaba Shawn nervioso ante las situaciones tan precarias.

Frente a él aparece Jeff con un rostro sombrío, Shawn pudo saber que ese hombre ya se imaginaba la lamentable realidad.

—Hemos perdido nuestras reservas y para colmo lo que tenían los comerciantes — de su apagado semblante surgió una sonrisa sínica — ni habiendo perdido a todos esos hombres seremos capaces de sobrevivir al invierno y eso asumiendo que no vuelva la bestia.

—Puede ser — respondió sin verse afectado por sus palabras.

—Este hombre quiere arrebatarme el mando — notó Shawn la naturaleza de esas palabras.

—¿Qué pretendes hacer? ¡Ya no tenemos ni la mitad de combatientes que en un principio! — el escándalo de Jeff atraía a los pueblerinos a su alrededor.

—¡Esto no es bueno! ¡Si esto sigue en este rumbo podrían terminar linchándome, por el fracaso de la formación de combate! — pensó Shawn con inquietud.

—¡Pretendo revivir el pueblo! ¡Mañana convocaré una reunión en el centro del pueblo! — anuncio Shawn sin titubear.

Isaac apareció dirigiéndose al guerrero.

—Hemos encontrado a uno de los guardias del jefe Robert — reveló Isaac, su seriedad era indicio de malas noticias.

—¿Dónde está? Necesitamos el paradero del jefe del pueblo — Shawn sentía que su pregunta sería innecesaria, Isaac apunto al incendio.

—Su cuerpo estaba cerca del fuego, no me parece que Robert viva — sus palabras no traían más que preocupaciones a Shawn, el deseaba deshacerse de la autoridad, pero no estaba dispuesto a entregársela a un hombre como Jeff.

—Asumiremos lo peor entonces, pero la duda persiste ¿Qué hacían ellos aquí? — la respuesta no parecía llegar, por lo que optaron por retirarse a dormir.

—Tantas cosas nos han pasado en tan corto periodo de tiempo… — Shawn descansaba en su cama pero no podía dormir.

Pasos en la nieve acompañaban la noche, no todos dormían. Una inquietante verdad se haría presente en corto tiempo, los días pasaron, el hambre en la población aumentaba, la comida escaseaba, algunos pobladores optaron por encerrarse en sus casas con sus propias reservas, Jeff miraba atentó cuales familias se encerraron.

—El tiempo es valioso, debemos actuar pronto, sino nuestras fuerzas serán nada — animaba a un grupo de hombres.

—¡Tienes razón! ¡No ha vuelto la bestia! ¡Debemos prepararnos para su regreso! — advertía uno de los hombres.

—¡Comida! ¡Comida! ¡Comida! — la turba hambrienta fue hacia una de las casas con armas en mano.

—¡Entreguen la comida! — exigía Jeff golpeando la puerta con su espada.

—¡Váyanse! — surgió una temerosa voz del interior de la casa.

—¡No nos moveremos de aquí sin la comida! ¡Debiste entregarla en su momento! ¡Ahora recibirás tu castigo! — al momento de mover su arma la turba se lanzó contra la puerta, derribándola en el acto.

La escena delante suyo horrorizo a la turba entera, había sangre esparcida por toda la habitación, restos de cuerpos por todos lados y un hombre encorvado en una esquina temblaba con manchas de sangre en él. Su apariencia era anormal, tenía mucho pelo por la mitad de su cara y uno de sus brazos era más largo.

—¡Aléjense! ¡Huyan! ¡Aún tengo hambre! — su voz se engrosaba, todos retrocedieron el se convertía en licántropo.

—¡No huyan! ¡Esa cosa comió a su familia y seguirán las suyas si lo dejan! — advertía Jeff con arma en mano, la mayoría se quedó, los demás huyeron.

Las lanzas atravesaron al medio transformado, los demás tajaron el cuerpo en seis partes y le prendieron fuego, Shawn junto con Diago aparecieron.

—¡¿Qué fue lo que pasó aquí?! — exigía saber Shawn.

—¡Un hombre se convirtió en una bestia! — explicaba uno de los hombres.

—¡¿Qué?! — pronto Shawn se dio cuenta de su error —¡Debemos juntar a todos los habitantes para un chequeo!

Diago notó como su mentor sujetaba su arma, pero delante del grupo apareció Tom, con su rostro como nuevo, todos se detuvieron al verlo.

—Es muy tarde “jefe” nosotros estamos entre ustedes, los licántropos hemos vuelto — sus inquietantes palabras  le hicieron acreedor del ataque de Shawn, su espada corto la cara del convertido Tom.

—¡Todos saquen sus armas! — advertía Shawn, el peligro era inminente.

—¡Pero solo será un baño de sangre! — intentaba hacer razonar a Shawn, pero este solo miraba al atrevido Tom, su herida se había sanado.

Isaac apareció cortando la cabeza de Tom con su hacha, la expresión de asombro del convertido quedó grabado en su cara.

—El tenía razón, es tarde para evitar el derramamiento de sangre, solo nos queda matarnos entre nosotros — sus palabras incitaron a todos a mirarse con nerviosismo, parecían no querer dar el primer paso.

Jeff atacó a Shawn, tomándolo por sorpresa, su espada se dirigía al ojo del guerrero.

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