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Apocalipsis

—Veo nuevamente al hombre que desprecio a mi familia, mi arco se tensa de forma inconsciente, siento el deseo de matarlo, fácilmente puedo soltar mi flecha y todo acabaría, sería un simple asesino — recordó a su padre, sabía que no era lo que haría él, solo bajo el arco.

—¡Es un gusto verlos de nuevo con vida! — realmente se contentaba de ver a los gemelos, pero ellos seguían sin sonreírle.
—Contigo podremos proteger a los niños — le palmeó la espalda en señal de fraternidad.

—¿Tú lo crees? Se están matando por la escasa comida y si ven a estos niños es seguro que los mataran — la voz de Oswald resonaba con desesperación — los convertidos solo fueron la excusa perfecta para irrumpir en los hogares.

—¿Y que piensas hacer? Si mueren esto nunca terminará — el hombre aún guardaba la esperanza de salvar su pueblo.

—Saquemos a los niños del pueblo, aquí no hay comida y no hablemos de la seguridad — dejaba claro que solo la muerte aguardaba en Cherkot — incluso la bestia lo sabe, por eso no ha vuelto.

Effer estaba en desacuerdo con Oswald, pero pensaba que era mejor alejar toda posible amenaza de un segundo ataque de la bestia y estaba casi seguro si los niños seguían en Cherkot volvería el monstruo.

—Bien, saquemos a los niños — tras una breve charla Effer convenció a los gemelos de irse.

Pronto caminaron por las ensangrentadas calles de Cherkot, los cuerpos proliferaban más mientras seguían avanzando, aún los pueblerinos peleaban contra los convertidos, Greta temblaba al ver cuántos cadáveres adornaban las calles, era una horrible imagen para la niña, pero no había tiempo, debían huir mientras todos seguían ocupados.

Las personas mataban al hombre convertido, las armas azotaban en su carne sin piedad, sus movimientos se hicieron más torpes pero las personas siguieron sin clemencia, hasta reducirlo en una masa de carne sin forma, ya habiendo terminado con la bestia las personas se miraron entre si y Effer no podía creer lo que sus ojos miraban, amigos matándose entre ellos, vecinos cooperativos descargando sus armas en contra de quienes velaron por ellos, incluso los hijos mataban a sus padres por el bien de sus propios vástagos, un invierno de sangre, un invierno infernal e inmoral, los hombres parecían poseídas por el mismísimo licántropo. El pueblerino indignado no pudo aguantar el silencio, estaba hecho pedazos al ver cómo sus esperanzas de salvar el pueblo morían delante de él.

—¡Basta! ¡¿Acaso no se dan cuenta de sus atrocidades?! ¡Están pecando! ¡Pecan como Impia peco! — exclamaba con desesperación y lágrimas recorriendo su rostro, el resto de los atacantes lo miraron, sus palabras parecían haber hecho entender sus crímenes — ¡Han condenado al pueblo, las Deidades nos han abandono…! Ya todo el pueblo está condenado ante sus crueles actos…

Los hombres se enfurecieron al darse cuenta de la verdad de las palabras de Effer, con sus armas goteando sangre fueron por el grupo, Oswald intento agarrar a Greta, pero Wilmore lo impidió.

—¡Debemos separarnos! Así al menos uno de ustedes se salvará — sus palabras no eran las más alentadoras, pero era cierto.

—Bien, pero yo iré contigo —

Greta fue con Effer, Oswald con Wilmore, este último disparaba un par de flechas para atraer a ellos a su dirección y así fue, la mayoría de los perseguidores fueron tras ellos, su escapé se volvió difícil por la gran cantidad de muertos, ellos complicaban su ritmo, algunas lanzas pasaban al lado de Wilmore, los aldeanos querían desquitar su infortunio con ellos.

—No pierdas el tiempo atacándolos, solo preocúpate por huir — Wilmore dejo de responder al ataque de los hombres, por algún motivo ya no se sentía mal por atacar a los humanos.

—¡Por favor salvaste Greta — pedía su hermano, no podía evitar preocuparse por ella.

Effer y la niña seguían escapando, pero su grupo perseguidor notó a dónde se dirigían, intentaban llegar a un establo, así que dividió su número, el otro grupo se adelantó común atajó, ya cuando Effer lo noto era tarde, el movimiento en pinza funcionó.

—¡Juro protegerte hasta mi último aliento! — sus palabras brillaban ante tan desesperada situación.

Dos hachas fueron con en contra de Effer, solo una le rozo el hombro derecho, de inmediato dos hombres arremetieron con tridentes, la espada de Effer empujó uno de los tridentes contra el otro, evitando algún daño sin darles oportunidad golpeo en la cara a uno haciendo que se golpeara con su compañero, su espada atravesó a su adversario, pero el frío de otra espada atravesó el abdomen de Effer, otro aldeano le atacó por atrás, blandió su arma intentando cortarle su garganta pero no logro alcanzarlo, sus movimientos eran torpes, el dolor le aquejaba y su respiración se agitaban con rapidez.

—Debo protegerla… — repetía al mover salvajemente el arma contra el gran número de oponentes.

Una lanza atravesó su pierna derecha, esto obligó a incarse, sabía que no le quedaba muchas opciones, Greta sería atacada en un instante y debía impedirlo.

Los hombres rodearon al par, no había forma de escapé, solo les quedaba esperar que su agonía fuera corta, las armas de sus captores se alzaron, hachas, tridentes, palos y lanzas se preparaban para molerlos, Effer abrazo con fuerza a Greta, el sonido de el cabalgar de un caballo apareció, el hombre y la niña no se atrevían a ver, solo esperaban el fin, pero el sonido de la muerte llegó, la hoja de plata se abría paso atreves de la carne y la sangre, los cuerpos caían sin piedad a la helada nieve, era Diago, el y Shawn llegaron en caballos a salvar al par, lograron despejar el círculo hecho para atraparlos, solo debían subir a los caballos.

—¡Suban! ¡Rápido Greta! — exclamó con apuró su hermano, el cual estiraba su mano intentando agarrarla, ella lo vio incrédula.

—Ve rápido… — musitó Effer, había perdido mucha sangre, Greta tomo la mano de Diago, subiendo al caballo — ¡Vayan al este! ¡Allí se fue su hermano con Oswald…!

—Tu no digas tonterías sube — la voz alarmada de Shawn temía al ver cómo volvían los atacantes.

—No lo lograre… pero puedo darles tiempo — sin esperar respuesta sujeto su arma y fue en búsqueda del enemigo.

—Gracias — Shawn sabía que era lo mejor, pero no pretendía decirlo, solo agradeció con voz sombría.

Los caballos corrieron a todo galope, Greta miraba atrás temiendo por Effer, el cual cruzaba espadas con el enemigo, se notaba su esfuerzo, peleó valientemente hasta no ver más a los caballos, pero los pueblerinos no estaban dispuestos a dejarlos ir con los niños de Gregor, dos jinetes salieron del establo, todos decidieron ignorar al moribundo Effer, lo que le dio tiempo para tomar un hacha y cortar la pata de uno de los caballos, el animal cayo de bruces y el jinete fue a dar contra un árbol, el otro jinete paso sin problemas, pero no satisfecho Effer lanzó el hacha contra el jinete, matándolo en el acto, su cadáver se fue con el caballo.

—Bien, lo logré… — Effer se tiró a la nieve, resignado de su final, los demás hombres fueron con el con garrotes, tenían que hacerlo sufrir antes de que muriera.

Y así fue, los palos no pararon hasta destrozarle el cráneo, los gritos del hombre quedaron grabados en aquel alejado lugar.

—¡¿Qué piensas Diago?! — pregunto Shawn, el adolescente de rostro magullado se miraba preocupado, trasmitía su ansiedad al caballo.

—¡Debes calmarte! ¡Harás que tú hermana caiga! — Diago hizo caso y el estrés del animal bajo considerablemente — ¡No sé lo que piensa Oswald! ¡Ni siquiera sabía que vivía! ¡Pero saldremos de esta juntos!

Shawn optó por abandonar el liderazgo del pueblo al ver a Diago ir en busca de su familia, no podía dejarlo solo, aún cuando eso significará ganarse el odio de la gente de Cherkot, eso hizo que lo admirarse, el solo esperaba buscarse el miedo y desprecio de la gente al tener aquel rostro tan daño, pero recibió una grata sorpresa al encontrarse con Shawn, quien se encariño con él.

—Si, creo en tu palabra — esa pequeña oración llenó de calidez el pecho del hombre, estaba dispuesto a todo para protegerlo a él y a todo aquel de su agrado.

Shawn veía como varias familias e incluso personas solas tomaban sus cosas para huir del condenado pueblo, ya no era un lugar seguro donde estar.

El grupo bajo la velocidad, esperando encontrar a Wilmore, pero la suerte no estuvo de su lado, una nevada comenzó a caer, dejando al pequeño grupo en un dilema.

—¿Seguimos Diago? O ¿Regresamos? Pudo haberse quedado esperando a Greta — el adolescente estaba por darse por vencido, la idea sonaba muy como su hermano, hasta qué vio un cuerpo a la lejanía.

—¡Allí! ¡Sígueme! — a todo galope fue al cuerpo tendido en la nieve.

Era un hombre del pueblo, tenía marcas de haber cruzado espadas con alguien, al igual que una flecha en su costado.

—¡El no puede estar muy lejos! — el optimismo de Diago se elevó, pero Shawn toco el hombro de el adolescente.

—No solo tiene una flecha — movió el cuerpo mostrando una marca de garra — un licántropo…

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