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Capítulo 6: Acuerdo.

El aire en la habitación estaba cargado de tensión. Sanemi y Obanai se miraban fijamente, ambos claramente irritados. Sanemi estaba sentado en el borde de su cama, los brazos cruzados y el ceño fruncido, mientras Obanai permanecía de pie cerca de la ventana, con sus alas desplegadas y una expresión de exasperación en su rostro.

Sanemi fue el primero en romper el incómodo silencio. "No puedo seguir así. Necesito dormir más de una noche cada tanto o voy a volverme loco."

Obanai bufó, apartando la mirada por un momento antes de responder. "¿Crees que para mí esto es fácil? Si me salto una noche más, voy a pagar las consecuencias. No es como si tuviera elección, humano."

"Y yo tampoco," gruñó Sanemi, levantándose de la cama y enfrentándolo. "Pero esto no puede seguir. Anoche dormí como si hubiera muerto, y fue la primera vez en meses que me sentí como una persona normal. No puedo vivir cansado todo el tiempo por tu maldito trabajo."

Obanai lo observó por un momento, sus ojos bicolor brillando con una mezcla de frustración y algo más que Sanemi no podía descifrar. Había verdad en las palabras del humano, aunque no quería admitirlo.

Finalmente, suspiró y se cruzó de brazos, las alas relajándose ligeramente. "¿Y qué sugieres, entonces? No puedo simplemente dejar de alimentarme. Es lo que me mantiene vivo."

Sanemi frunció el ceño, pensando. La idea que se le ocurrió lo hizo sentir incómodo, pero no veía otra opción. "Un acuerdo. Tú haces tu trabajo, pero no todas las noches. Si me das al menos un día de descanso entre cada visita, podré soportarlo."

Obanai arqueó una ceja, claramente intrigado pero no del todo convencido. "¿Y qué gano yo con eso? Perdería una noche de energía, lo que significa que tendría que esforzarme el doble en las noches que venga."

Sanemi lo miró directamente, su voz firme. "Ganas el hecho de que no voy a intentar expulsarte cada vez que aparezcas. Dejaré de pelear contigo... si cumples con el trato."

Obanai lo estudió en silencio, su expresión calculadora. Había algo en esa propuesta que lo incomodaba, pero también sabía que Sanemi tenía razón. Si seguía forzando las cosas, la resistencia del humano eventualmente le haría el trabajo más difícil.

"Si acepto..." comenzó, su voz bajando ligeramente, "eso significa que tendré que tomar más energía en las noches que venga. Y si eso pasa, tendré que... digamos, usar métodos más efectivos."

Sanemi frunció el ceño, incómodo con el tono que había adoptado Obanai. "¿Qué métodos?"

El súcubo dio un paso hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y algo más oscuro. "Ya sabes lo que soy, Shinazugawa. Si quieres que trabaje el doble, tendré que involucrar más que solo tocarte para obtener lo que necesito."

Sanemi sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no retrocedió. No iba a ceder tan fácilmente. "Lo que sea, mientras me dejes dormir al menos una noche sí y una no."

Obanai lo miró fijamente, su cola moviéndose lentamente detrás de él, como si estuviera evaluando cuánto podía presionar al humano antes de que se rompiera. Finalmente, suspiró con resignación.

"Está bien. Un día de descanso por medio," dijo, cruzándose de brazos. "Pero no te quejes si en las noches que venga me vuelvo un poco... intenso."

Sanemi tragó saliva, incómodo por las implicaciones de esas palabras, pero asintió. Era un riesgo que estaba dispuesto a correr si eso significaba recuperar algo de normalidad en su vida.

Obanai dio media vuelta, dirigiéndose hacia la ventana. Antes de desaparecer en la noche, lanzó una última mirada hacia Sanemi. "Tienes suerte de que esté dispuesto a negociar. Pero no olvides... este trato también tiene consecuencias para ti."

Y con eso, desapareció, dejando a Sanemi con una mezcla de alivio y ansiedad. Había ganado algo de control sobre su situación, pero el costo aún estaba por verse.

Sanemi no era el tipo de persona que pedía ayuda fácilmente, pero la situación con Obanai estaba comenzando a desesperarlo. Si iba a lidiar con un súcubo acosador, no podía hacerlo solo. Durante el receso escolar, decidió compartir su problemática con la única persona que toleraba en su círculo: Tomioka.

Sentados bajo un árbol en el patio, Sanemi se inclinó hacia adelante, con los brazos cruzados sobre las rodillas y una expresión seria en el rostro. Tomioka, como siempre, lucía inexpresivo, aunque el ligero arqueo de una ceja demostraba su curiosidad por el repentino interés de Sanemi en hablar.

"Escucha, Tomioka," comenzó Sanemi, rascándose la nuca con cierta incomodidad. "Voy a decirte algo, y no quiero que me mires como si estuviera loco, ¿entendido?"

Tomioka asintió lentamente, aunque su silencio habitual no ayudaba a tranquilizar a Sanemi.

"Hay... algo que me está pasando. Algo raro. No puedo dormir bien, estoy cansado todo el tiempo, y no es solo por la escuela o el estrés."

"Entonces, ¿qué es?" preguntó Tomioka, directo al punto, como siempre.

Sanemi respiró hondo antes de soltarlo todo de golpe. "Un maldito súcubo me está visitando cada noche, drenando mi energía, y no importa lo que haga, no puedo deshacerme de él."

El silencio que siguió fue incómodo. Tomioka lo miró fijamente, su expresión completamente neutral, como si procesara cada palabra con cuidado. Finalmente, inclinó la cabeza ligeramente. "¿Un súcubo?"

"Sí, Tomioka, un súcubo," gruñó Sanemi, irritado. "Un demonio con alas, cuernos, cola, todo el maldito paquete. Y no es un sueño. Es real."

Tomioka lo observó por un momento más antes de asentir, como si finalmente aceptara lo que estaba escuchando. "¿Y qué planeas hacer al respecto?"

"Eso es lo que estoy tratando de resolver. Por eso te lo estoy contando," dijo Sanemi, su voz cargada de frustración. "Tú eres el que siempre tiene la cabeza fría. ¿Tienes alguna idea para deshacerme de él antes de que me deje seco otra vez?"

Tomioka se quedó en silencio, pensativo. Finalmente, habló. "Si realmente es un súcubo, es probable que esté vinculado a ti por algo específico. Podría ser tu energía, tu personalidad, o incluso un defecto en algún límite espiritual que lo atraiga."

"¿Y qué demonios se supone que significa eso?"

"Significa que no puedes simplemente espantarlo como a una mosca," explicó Tomioka. "Pero podríamos intentar reforzar tu espacio. Barreras espirituales, amuletos, quizás algo más contundente para marcar tu territorio como inaccesible para él."

Sanemi frunció el ceño. "Ya intenté algo parecido. Crucifijos, libros sagrados... no funcionaron."

"Probablemente porque no los usaste correctamente," respondió Tomioka con calma. "Necesitarás algo más específico. Si me das tiempo, puedo buscar información en textos antiguos. Hay algo en la biblioteca que creo que podría ayudar."

Sanemi suspiró, pero asintió. "Está bien, lo que sea. Pero más te vale que esto funcione. No pienso seguir siendo el juguete de ese maldito demonio por más tiempo."

Tomioka asintió, su mirada tranquila pero decidida. "Lo resolveremos, Sanemi. Solo necesito tiempo."

Mientras el receso llegaba a su fin, Sanemi sintió una pizca de alivio al saber que no estaba solo en esto. Con Tomioka de su lado, tal vez había una manera de finalmente librarse de Obanai. O al menos, de controlar la situación antes de que se saliera aún más de control.

Continuará...

TNoel: No se si tenga tiempo de publicar mañana, pero les estaré avisando y haré lo posible. Buenas noches, no se desvelen demasiado. 🍃🐍

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