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Capítulo 27: Cita.

Sanemi apenas podía procesar lo que estaba viendo. Obanai, su molesto compañero sobrenatural, había salido por la puerta de su departamento como si fuera un humano común. Su figura delgada lucía impecable con ropa casual, sin rastro alguno de sus alas, cola o cuernos. Incluso su piel tenía un tono normal, y sus ojos bicolores, aunque inusuales, no daban señales de su verdadera naturaleza.

Tomioka, por su parte, lo miraba con asombro.

-¿Este es...? -preguntó en voz baja, señalando a Obanai.

Sanemi, aún procesando que Tomioka lograra verlo, asintió lentamente.

-Sí... este es el maldito sucubo del que te hablé...

Obanai ignoró la conversación y se dirigió directamente a Sanemi, sonriendo con una inocencia casi perturbadora.

-¡Bienvenido a casa, Sanemi! -exclamó antes de plantarle un casto beso en los labios.

Sanemi se quedó completamente paralizado, sus ojos abiertos como platos mientras su mente trataba de comprender la situación. Por otro lado, Tomioka soltó un leve jadeo, sorprendido por el descaro del gesto.

-¿Q-qué demonios estás haciendo? -exclamó Sanemi, dando un paso atrás con el rostro encendido.

Obanai, sin perder su sonrisa, dio un paso hacia él, sujetándole suavemente la mano.

-He estado estudiando las costumbres humanas, y según lo que investigué, las parejas suelen tener citas. Así que he preparado una para nosotros, una cita normal de humanos.

Tomioka dejó escapar un leve silbido, claramente entretenido por la situación.

-Esto se está poniendo interesante...

Sanemi lo fulminó con la mirada antes de volverse hacia Obanai.

-¿Qué estás diciendo? No somos una pareja, ¿y desde cuándo puedes salir luciendo como un humano normal?

Obanai ladeó la cabeza, sus ojos brillando con diversión.

-¿Te sorprende? Puedo adaptarme al mundo humano si lo deseo. Solo uso mi forma original porque es más cómoda, pero hoy es una ocasión especial.

Sanemi estaba a punto de protestar, pero el sucubo se adelantó, sujetando ambas manos del albino con un entusiasmo que contrastaba con su habitual actitud lujuriosa.

-Por favor, Sanemi. ¡Quiero que tengamos una cita! Solo esta vez, hazlo por mí.

Tomioka tosió para llamar la atención, luciendo una sonrisa burlona.

-¿No dices siempre que necesitas tiempo para despejarte? Quizás esto es lo que necesitas, un poco de distracción.

Sanemi lo miró con furia.

-¡Cállate, Tomioka!

Obanai aprovechó la distracción para tirar suavemente de Sanemi hacia él, mirándolo con una mezcla de dulzura y determinación.

-Prometo comportarme, Sanemi. Nada extraño, nada vergonzoso. Solo... una cita normal.

Sanemi suspiró profundamente, pasándose una mano por el cabello mientras intentaba encontrar una excusa para negarse. Sin embargo, al mirar los ojos brillantes de Obanai y su expresión sincera, se dio cuenta de que no tenía forma de zafarse.

-Está bien, está bien... pero esto no significa nada, ¿entendido? -gruñó.

Obanai sonrió ampliamente, sus ojos brillando de emoción.

-¡Entendido!

Tomioka cruzó los brazos, claramente disfrutando de la situación.

-Esto será interesante. ¿Quieres que te acompañe como chaperón?

Sanemi se giró hacia él, su tono seco.

-Si no quieres morir, mejor lárgate a tu casa.

Obanai, ignorando el intercambio, tomó a Sanemi de la mano y lo arrastró hacia la calle.

-¡Vamos, Sanemi! ¡Nuestra cita nos espera!

Mientras se alejaban, Sanemi sentía que había perdido completamente el control de su vida. Sin embargo, en el fondo, una pequeña parte de él no podía evitar sentirse curiosa sobre lo que tenía planeado el sucubo.

...

El festival estaba en su apogeo. Luces de colores adornaban las calles, los farolillos iluminaban los rostros de las parejas y grupos de amigos que paseaban entre los puestos de comida, juegos y recuerdos. Sanemi y Obanai caminaban entre la multitud, con el sucubo aferrado a su brazo como si fueran una pareja de verdad.

Sanemi lo miraba de reojo, sospechando cada uno de sus movimientos. Hasta ahora, Obanai no había hecho nada típico de un sucubo. Nada de comentarios lascivos, nada de toqueteos indebidos, nada de intentos por arrastrarlo a algún rincón oscuro para "tomar su energía". Se estaba comportando... demasiado bien.

Obanai, por su parte, tenía una lista mental de cosas que debía hacer en una cita para acercarse más a Sanemi. Había investigado a fondo: tomarse de la mano, compartir comida, ganar premios en los juegos del festival, buscar momentos románticos. Si hacía todo bien, seguro que Sanemi lo vería de otra forma.

-Quiero eso. -Obanai señaló un puesto de takoyaki.

Sanemi suspiró.

-Pensé que no necesitabas comida humana.

-No la necesito, pero quiero intentarlo. Si vamos a tener una cita, quiero que sea como una de verdad.

Sanemi gruñó, pero terminó comprando la porción para compartirla. Se sentaron en un banco del parque, con la música del festival sonando de fondo. Obanai tomó uno de los bocados y lo probó con curiosidad.

-Mmm... está caliente. -Sacó la lengua, haciendo un pequeño gesto de dolor.

Sanemi negó con la cabeza, fastidiado.

-Idiota, sopla antes de meterlo en la boca.

Obanai lo miró con una sonrisa traviesa.

-Eso sonó muy sucio, Sanemi.

Sanemi casi se atraganta con su propia comida.

-¡¿Ves?! ¡Ya estás empezando con tus tonterías de nuevo!

Obanai solo rió, satisfecho de haberlo provocado un poco. Sin embargo, cuando vio la molestia real en la cara del humano, bajó un poco la intensidad de su juego.

La noche avanzó y los fuegos artificiales comenzaron a iluminar el cielo. Sanemi y Obanai se detuvieron en medio del festival para observar el espectáculo. La multitud los rodeaba, pero en ese momento, parecía que solo existían ellos dos.

Sanemi se cruzó de brazos, mirando las luces en el cielo.

-No tienes que forzarte a ser algo que no eres.

Obanai lo miró, sorprendido por sus palabras.

-¿Eh...?

Sanemi suspiró, pasándose una mano por el cabello.

-No importa cuánto te esfuerces en actuar como un humano normal, yo nunca te voy a ver como uno. Eres un maldito sucubo, no puedes cambiar eso.

Obanai apretó los labios, sintiendo un pequeño pinchazo en el pecho.

-Pero...

Sanemi lo miró con seriedad.

-No es algo malo. Si fueras un humano cualquiera, no estaríamos aquí ahora.

Obanai parpadeó, sin saber cómo responder a eso. ¿Sanemi... lo aceptaba tal como era?

El ruido de los fuegos artificiales llenó el silencio entre ellos. Obanai, con una extraña calidez en su pecho, se aferró un poco más al brazo de Sanemi, apoyando su cabeza en su hombro.

-Sanemi...

-¿Qué?

-Entonces... ¿me besarías como a un sucubo o como a un humano?

Sanemi le lanzó una mirada incrédula.

-No me hagas golpearte en medio del festival.

Obanai solo rió, disfrutando el momento.

Continuará...

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