Capítulo 22: Objetos personales.
Sanemi estaba en la cocina, preparando algo ligero para cenar, cuando escuchó un ruido sospechoso proveniente de la sala. Se giró con una ceja alzada, ya familiarizado con los constantes "accidentes" causados por el sucubo curioso.
—Obanai, ¿qué estás haciendo ahora? —preguntó desde el marco de la puerta, su voz cargada de sospecha.
Obanai estaba sentado en el sofá, con las piernas cruzadas y un aire de total concentración mientras examinaba dos de los artículos que Sanemi había comprado en la farmacia. En una mano sostenía una pequeña botella de lubricante, girándola de un lado a otro para observar el líquido viscoso en su interior. En la otra mano sostenía una caja de condones, de la cual ya había sacado un sobre, estudiándolo como si fuera un artefacto alienígena.
—¿Qué son estas cosas? —preguntó, su cola moviéndose lentamente detrás de él. Sus ojos bicolores se alzaron hacia Sanemi con genuina curiosidad. —¿Es algo importante para los humanos?
Sanemi se quedó congelado en el lugar por un momento, sintiendo cómo una mezcla de vergüenza y frustración se apoderaba de él. Su rostro empezó a calentarse mientras cruzaba la sala rápidamente, arrebatando ambos objetos de las manos del sucubo.
—¡Deja de hurgar en mis cosas! —gruñó, apretando la caja y la botella contra su pecho. —Esto no es algo que necesites saber.
Obanai ladeó la cabeza, claramente confundido. —¿Por qué no? Yo solo quiero entender las cosas humanas. ¿Qué hacen? —preguntó mientras señalaba la botella y la caja, su expresión inocente, aunque claramente disfrutaba de la reacción de Sanemi.
Sanemi respiró hondo, intentando calmarse. Es solo un sucubo curioso. No está intentando burlarse... o eso se decía a sí mismo.
—Son cosas... privadas, ¿de acuerdo? —respondió finalmente, esquivando la mirada del sucubo. —No necesitas usarlas ni entenderlas.
Obanai entrecerró los ojos, una sonrisa lenta y astuta curvándose en sus labios. —Oh, ya veo. Entonces son para ti. ¿Para usar conmigo?
Sanemi sintió que su cara ardía. —¡Por supuesto que no, idiota! —le espetó, retrocediendo un paso como si eso pudiera alejarlo de la conversación.
Obanai no parecía ni un poco convencido, y se deslizó del sofá con movimientos fluidos, acercándose a Sanemi. —¿Entonces para quién son? —preguntó, su tono burlón, mientras alzaba una ceja.
Sanemi apretó los dientes, su paciencia agotándose rápidamente. —¡No son para nadie en particular! Solo... por si acaso, ¿de acuerdo? No es asunto tuyo.
El sucubo lo observó durante unos segundos más antes de dar un paso atrás, una risita divertida escapando de sus labios. —Por si acaso, ¿eh? —repitió, claramente disfrutando demasiado de la incomodidad de Sanemi.
Sanemi, harto de la conversación, se giró y se dirigió a su habitación, murmurando algo sobre lo mucho que odiaba vivir con un ser que no entendía los límites.
Mientras lo veía desaparecer por el pasillo, Obanai se acomodó nuevamente en el sofá, una expresión traviesa en su rostro. —Supongo que tendré que descubrir para qué sirven por mi cuenta, después de todo...
Sanemi cerró de golpe el cajón de su mesita de luz, soltando un suspiro exasperado mientras se recostaba en la cama, mirando el techo con frustración. En su cabeza resonaban las palabras de Tomioka durante su última conversación:
—Nunca sabes, Sanemi. Puede que los sucubos sean criaturas sobrenaturales, pero... ¿qué pasa si tienen un sistema reproductivo compatible? ¿Te imaginas tener un hijo mitad humano, mitad sucubo?
—¡Tomioka, cállate! —le había respondido Sanemi en su momento, furioso pero también ligeramente nervioso.
Ahora, recostado en la cama, Sanemi no podía evitar reflexionar. ¿Un hijo mitad humano, mitad sucubo? Solo de imaginarlo le daban escalofríos. Pero Tomioka tenía razón en algo: si Obanai seguía escalando la intensidad de sus avances, ¿cómo podía asegurar que todo se mantuviera bajo control?
Sanemi miró de reojo hacia la puerta, asegurándose de que estuviera cerrada. Aunque había dejado al sucubo en la sala mirando otro tonto dorama, nunca podía estar seguro de cuánto tardaría en aparecer de repente.
Mientras intentaba relajarse, el familiar sonido de pasos ligeros lo hizo suspirar. La puerta se abrió lentamente, y Obanai asomó la cabeza con una sonrisa despreocupada.
—¿Qué haces aquí encerrado? —preguntó, entrando sin invitación como siempre.
—Nada, Obanai. Solo estoy descansando, así que déjame en paz —respondió Sanemi, intentando sonar firme.
Obanai, por supuesto, ignoró por completo la petición. Se acercó con calma y se sentó sobre la cama, mirándolo con curiosidad.
—¿Por qué tienes tantas cosas que no me dejas tocar? —preguntó de repente, inclinando la cabeza mientras lo observaba con esos ojos bicolores que parecían ver a través de su alma.
Sanemi bufó, rodando los ojos. —Porque no necesitas tocarlas. Algunas cosas son... privadas, ¿ok?
Obanai lo miró con una sonrisa traviesa. —Oh, ¿te refieres a esa botellita viscosa y esas cajitas extrañas?
Sanemi sintió que el calor subía a su rostro. —¡Ya te dije que no te metas en mis cosas!
Obanai soltó una risita suave antes de inclinarse más cerca, dejando sus manos apoyadas en las piernas de Sanemi mientras lo miraba fijamente. —Sanemi, ¿acaso tienes miedo de mí?
—¿Qué? —Sanemi lo miró confundido, frunciendo el ceño.
—Esas cosas que compraste... ¿son porque piensas que voy a hacerte algo malo? —preguntó, con una mezcla de curiosidad genuina y burla en su voz.
Sanemi suspiró profundamente, apartándose ligeramente de Obanai. —No es eso. Es... ¡Olvídalo!
Pero Obanai no parecía dispuesto a dejarlo pasar. En lugar de molestarse, sonrió de manera aún más amplia y se acomodó sobre el regazo de Sanemi.
—Bueno, si algún día decides usarlas, asegúrate de que sea conmigo —dijo con un guiño, antes de darle un rápido beso en la mejilla y bajar de la cama con una risita traviesa.
Sanemi se quedó allí, congelado, mirando al sucubo salir de la habitación como si nada hubiera pasado.
—Estoy rodeado de locos... —murmuró, llevándose una mano al rostro mientras intentaba calmar su acelerado corazón.
...
Continuará....
TNoel: Definitivamente me divierto mucho con este dúo. 🍃🐍💙
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