Capítulo 16: Baño.
Sanemi se detuvo a medio camino hacia el baño, colgando una toalla en sus hombros mientras miraba a Obanai con una mezcla de exasperación y vergüenza. El sucubo estaba sentado en el borde de la cama, con los brazos cruzados y su cola golpeando el colchón en un ritmo constante, como si estuviera a punto de exigir algo.
"¿Otra vez con tus tonterías? Ya te dije que no puedes entrar conmigo, ¿qué no entiendes?"
Obanai le lanzó una mirada llena de reproche, sus ojos bicolor brillando con un deje de frustración. "No tiene sentido. Compartir el agua caliente sería más eficiente. Además, el ambiente húmedo y cálido aumenta la conexión entre las almas y—"
Sanemi levantó una mano para detenerlo, sintiendo cómo el calor subía por su rostro. "¡Basta con tus malditas explicaciones! No voy a compartir la ducha contigo, ¿quieres entender eso de una vez?"
Obanai infló las mejillas, como un niño haciendo un berrinche, antes de dejar caer su cabeza dramáticamente sobre la cama. "Eres un aburrido, Sanemi. Todos esos mangas y películas que tienes dicen que el baño es el lugar perfecto para momentos íntimos. ¿Por qué tú tienes que ser la excepción?"
Sanemi apretó los dientes, intentando ignorar las imágenes que las palabras de Obanai habían evocado en su mente. "¡Porque no soy como esos idiotas de los mangas! Y no necesito que un sucubo pervertido me esté acosando mientras intento relajarme, ¿entendido?"
Obanai giró sobre la cama, apoyándose en sus codos y mirándolo con una sonrisa ladeada. "Relajarte, ¿eh? Sabes que podría ayudarte con eso. Tengo muchas maneras de... aliviar tensiones."
Sanemi sintió que la paciencia se le agotaba. "¡Fuera de aquí antes de que pierda los estribos!"
Obanai dejó escapar un suspiro exasperado antes de levantarse de un salto, sacudiendo la cola como si estuviera realmente ofendido. "Está bien, pero que conste que eres tú quien está desperdiciando una oportunidad única. ¡Un baño conmigo sería inolvidable!"
Sanemi cerró la puerta del baño de un portazo, apoyando la frente contra ella mientras trataba de calmarse. "Ese maldito demonio... ¿Qué hice para merecer esto?"
Mientras tanto, Obanai se dejó caer nuevamente sobre la cama, mirando al techo con una sonrisa satisfecha. "Es solo cuestión de tiempo, Sanemi. Lo sabes tan bien como yo."
El agua caliente llenaba la tina lentamente, creando un vapor que relajaba los músculos tensos de Sanemi. El sonido del grifo y el burbujeo del agua eran lo único que rompía el silencio de su baño privado. O al menos, eso pensaba hasta que algo comenzó a asomarse desde el borde de la tina. Dos pequeños cuernos oscuros sobresalieron del agua, seguidos de una mirada traviesa y bicolor que brillaba bajo la tenue luz del baño.
"¿Qué demonios...?" murmuró Sanemi, retrocediendo ligeramente en el agua al ver a Obanai sumergido hasta los hombros frente a él, con una expresión descarada y su cola flotando despreocupada en el agua.
"No sabía que los baños eran tan cómodos," comentó el sucubo con total naturalidad, inclinando la cabeza hacia un lado mientras lo observaba. Su sonrisa contenía ese matiz de provocación al que Sanemi ya estaba acostumbrado.
Sanemi se llevó una mano al rostro, cubriéndolo mientras intentaba contener su frustración. "¿Cómo demonios entraste? ¿El pestillo no significa nada para ti?"
Obanai simplemente agitó una mano en el aire, restándole importancia. "¿Pestillo? Soy un demonio, Sanemi. No tengo tiempo para las barreras humanas absurdas."
Antes de que Sanemi pudiera replicar, Obanai se hundió más en el agua, dejando su cola enredarse levemente en las piernas del humano bajo el agua. "Es cálido... aunque admito que sería mejor si fuera más grande para movernos con facilidad."
La sangre de Sanemi se acumuló en su rostro, un rubor evidente mientras desviaba la mirada de inmediato. "¡Ni lo pienses, pervertido!" gruñó, apretando los dientes. Sin embargo, antes de que Obanai pudiera transformar el ambiente en algo completamente lascivo, Sanemi tomó la decisión de cambiar el rumbo. Extendió una mano hacia la estantería del baño, alcanzando una esponja y una botella de champú.
"¿Qué haces?" preguntó Obanai, ligeramente desconcertado cuando Sanemi le arrojó un chorrito de agua en la cara para que se inclinara hacia adelante.
"Si no puedo sacarte de aquí, al menos haré algo útil," murmuró Sanemi con determinación. "Los humanos suelen... limpiar a otros antes de hacer algo íntimo."
Los ojos de Obanai brillaron con curiosidad. "¿Es así? Qué interesante." Aunque su tono sonaba juguetón, había un deje de intriga genuina. Se acomodó frente a Sanemi, dejando que el humano comenzara a trabajar con la esponja.
Sanemi enjabonó la esponja con un suspiro resignado y comenzó a frotar el cuello y los hombros del sucubo. "Quédate quieto. No voy a lidiar con tus tonterías si empiezas a moverte."
El contacto del jabón y el tacto firme de Sanemi parecieron calmar un poco a Obanai, quien cerró los ojos por un momento. "Esto no está tan mal," admitió con un ronroneo bajo, que se intensificó cuando Sanemi comenzó a frotar con más fuerza. "Tienes talento, Sanemi. Tal vez deberías considerar ser mi sirviente personal."
Sanemi bufó, rodando los ojos. "Sí, claro. Seguro, después de que el infierno se congele."
Cuando terminó con los hombros y el pecho de Obanai, Sanemi tomó un poco de champú y se acercó a su cabello. Obanai levantó una ceja pero no se quejó, dejando que el humano trabajara. El silencio entre ellos fue extrañamente cómodo mientras Sanemi masajeaba su cuero cabelludo.
"Nunca pensé que un humano podría ser tan cuidadoso," comentó Obanai, con un tono casi suave.
"Tienes suerte de que no te ahogue aquí mismo," respondió Sanemi, pero su voz carecía del veneno habitual. Mientras trabajaba, notó cómo la expresión de Obanai se relajaba, casi como si por primera vez en mucho tiempo, el sucubo se permitiera bajar la guardia.
Cuando terminó, Sanemi dejó caer la esponja y cruzó los brazos. "Listo. Ya estás limpio. Ahora sal del baño y déjame en paz."
Obanai no se movió de inmediato. En cambio, inclinó la cabeza, observándolo con una mirada que parecía entre traviesa y... agradecida. "Gracias, Sanemi."
La sinceridad en su tono dejó al humano sin palabras, pero solo por un segundo. "Lo que sea. Solo sal de aquí antes de que me arrepienta."
Obanai rió suavemente y, con un movimiento ágil, salió del agua. Su cola golpeó ligeramente el agua al pasar, provocando un leve salpicón sobre Sanemi, como si fuera un gesto de despedida juguetón. "Nos vemos en la cama," dijo antes de desaparecer tras la puerta.
Sanemi apoyó la cabeza contra el borde de la tina, cerrando los ojos. "Ese demonio va a volverme loco..." murmuró, sintiendo un extraño calor en el pecho que no tenía nada que ver con el agua caliente.
Continuará...
TNoel: Gracias por avisarme sobre el error de la numeración, no me habia percatado! Jaja y si si, estoy durmiendo bien, dentro de lo que se puede, intento buscar espacios para publicar. Gracias por todo el apoyo, amo sus comentarios 🐍🍃🙂↕️
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