Capítulo 11: Convivencia
Sanemi se encontraba sentado en la cama, con los brazos cruzados y observando a Obanai, que rebuscaba entre la pequeña colección de películas que el humano tenía apiladas junto al televisor. A diferencia de otras noches, el súcubo parecía estar tomándose su tiempo, algo que no pasó desapercibido para Sanemi.
"¿Planeas robarme la energía o solo viniste a desordenar mi cuarto?" soltó Sanemi con una mezcla de fastidio y curiosidad.
Obanai no respondió de inmediato, sus dedos rozando las carátulas de las películas hasta que finalmente tomó una. Se la entregó a Sanemi sin mucho preámbulo. "Esta."
Sanemi arqueó una ceja, mirando la portada. Era una película romántica, el tipo de cinta que jamás habría elegido por su cuenta. "¿Sabes siquiera de qué trata esto?" preguntó, girando el estuche para leer la sinopsis.
Obanai se encogió de hombros, como si realmente no le importara. "No, pero la portada tiene... ¿cómo lo llaman ustedes? 'Buenas vibras.'"
Sanemi lo miró incrédulo, pero finalmente suspiró y se levantó para colocar la película en el reproductor. "Espero que esto no sea otra excusa para perder el tiempo y evitar lo que viniste a hacer."
Obanai se sentó en la cama con su habitual falta de respeto por el espacio personal de Sanemi, observándolo mientras el humano se acomodaba junto a él. Mientras la película comenzaba, Sanemi no podía evitar notar que Obanai estaba inquieto. Sus alas se movían ligeramente, y su cola golpeaba suavemente la cama de vez en cuando.
A medida que la historia se desarrollaba, Sanemi intentó concentrarse, pero la presencia del súcubo a su lado hacía que fuera difícil. Más aún cuando, de vez en cuando, sentía la mirada de Obanai sobre él en lugar de la pantalla.
"¿Qué pasa contigo hoy?" preguntó finalmente Sanemi, girándose para enfrentarlo.
Obanai desvió la mirada hacia la pantalla, como si no hubiera estado analizando cada expresión del humano. "Nada. Solo me parece curioso cómo ustedes los humanos se complican tanto con cosas como esta." Señaló la pantalla, donde los protagonistas estaban en medio de una dramática confesión de amor.
Sanemi se rió entre dientes. "¿Hablas como si tú no fueras igual de complicado? Pasas más tiempo aquí cada noche, y ni siquiera pareces entender por qué lo haces."
El súcubo lo miró de reojo, su expresión seria por un momento antes de hablar. "Tal vez sea porque eres diferente. Porque puedo verte, tocarte... y porque tú puedes hacer lo mismo conmigo. No pasa con nadie más."
Sanemi se quedó en silencio, sorprendido por la sinceridad en la voz de Obanai. No sabía qué responder, así que simplemente volvió a mirar la película. Las palabras del súcubo resonaron en su mente mucho después de que la cinta terminara.
Cuando llegó el momento de que Obanai finalmente robara su energía, lo hizo con más suavidad de lo habitual, dejando a Sanemi dormido rápidamente. Sin embargo, esta vez, el súcubo no se marchó inmediatamente. Se quedó sentado junto a él, observándolo dormir con una expresión que no había mostrado antes.
"¿Por qué tú?" murmuró Obanai en voz baja, más para sí mismo que para el humano que ahora dormía profundamente.
...
Tomioka hojeaba un libro de texto, sentado en el suelo de la habitación de Sanemi, con su rostro neutral de siempre, aunque de vez en cuando lanzaba miradas desconcertadas hacia su amigo. Sanemi, por su parte, trataba de concentrarse en sus apuntes, pero estaba claro que algo lo distraía.
Cada tanto, sus ojos se desviaban a un punto vacío en la habitación, y murmuraba cosas entre dientes que no tenían sentido para Tomioka.
"¿Estás bien, Sanemi?" preguntó finalmente Giyuu, con su tono habitual, pausado pero lleno de curiosidad. "Pareces... raro."
Sanemi se tensó ligeramente, mirando a su amigo y luego bajando la mirada al súcubo sentado cómodamente en su regazo, con los brazos cruzados y una expresión irritada.
"Estoy bien," respondió Sanemi rápidamente, tratando de sonar convincente. "Solo estoy cansado. Los exámenes, ya sabes..."
Tomioka arqueó una ceja, claramente poco convencido. "¿Cansado al punto de hablar contigo mismo? Porque eso es lo que estás haciendo."
Sanemi apretó los dientes, pero antes de que pudiera responder, Obanai decidió intervenir, aunque solo Sanemi podía escucharlo.
"¿Quién es este idiota y por qué está aquí? Este es nuestro día de descanso." La voz de Obanai era baja y afilada, con un claro tono de desaprobación.
Sanemi lo fulminó con la mirada, aunque desde la perspectiva de Tomioka parecía estar mirando un rincón vacío.
"Es mi amigo, idiota. ¿Tienes algún problema con eso?" murmuró Sanemi en voz baja, sin darse cuenta de que Tomioka lo estaba observando con más atención ahora.
Tomioka cerró su libro con un golpe seco. "Sanemi, ¿a quién demonios le estás hablando?"
Sanemi sintió una gota de sudor frío recorrer su espalda. "A nadie, Giyuu. Deja de hacer preguntas estúpidas y sigue estudiando."
Obanai, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Su cola se enredó alrededor de la cintura de Sanemi, algo que parecía hacer sin darse cuenta cada vez que estaba molesto.
"Tu amigo me molesta. ¿Por qué no lo echas?" murmuró Obanai, sus ojos bicolor fijos en Tomioka con una intensidad que, por suerte, este no podía sentir.
Sanemi suspiró con fuerza, pasándose una mano por el rostro. Esto era un desastre. Invitar a Tomioka había sido una pésima idea.
"Mira, Giyuu, ¿por qué no seguimos esto mañana en la biblioteca?" dijo finalmente Sanemi, intentando sonar casual. "Creo que estoy demasiado cansado para concentrarme hoy."
Tomioka lo miró fijamente durante unos segundos, como si intentara leer algo en su expresión. Finalmente, asintió lentamente y comenzó a guardar sus cosas.
"Está bien, pero deberías descansar, Sanemi. Te ves peor que de costumbre."
Cuando Tomioka finalmente salió por la puerta, Sanemi dejó escapar un largo suspiro de alivio, lanzando una mirada asesina al súcubo que seguía cómodamente instalado en su regazo.
"¿Estás feliz ahora?" gruñó.
Obanai sonrió ligeramente, apoyando el mentón en el hombro de Sanemi. "Mucho. Ahora, ¿dónde estábamos?"
Continuará...
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