Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9: El Valor de lo No Dicho

El evento en el río había dejado más que cicatrices físicas en Obanai. Desde el instante en que sus pulmones habían vuelto a llenarse de aire gracias a la determinación de Sanemi, supo que algo profundo había cambiado en su interior.

No era solo el hecho de haber estado a punto de morir por segunda vez en tan poco tiempo; era lo que esa cercanía, esa proximidad a Sanemi, había despertado en él.

Tras pasar la noche descansando y recuperándose en el bosque, ambos cazadores sabían que la misión aún no había terminado.

Los demonios que habían atacado seguían escondidos, y su deber como Pilares no les permitía descansar hasta que todos ellos fueran erradicados. Sin embargo, aunque continuaron en silencio, algo intangible pesaba entre ellos.

Sanemi, quien nunca fue bueno para expresar lo que sentía, parecía más irritable que de costumbre. Mantuvo una postura dura y distante, como si quisiera construir de nuevo los muros que habían empezado a desmoronarse entre ellos. Pero, a pesar de sus intentos de actuar como siempre, había algo en la forma en que sus ojos buscaban a Obanai de reojo, en cómo su cuerpo se mantenía siempre cerca de él, como si temiera perderlo de nuevo.

Por su parte, Obanai estaba cansado de la incertidumbre, de los sentimientos no expresados. La experiencia cercana a la muerte le había recordado la última voluntad de Mitsuri: vivir plenamente, sin guardarse nada, sin desperdiciar tiempo.

Mitsuri le había enseñado lo que era el amor en sus últimos días juntos, y ahora, después de haber sentido el calor de Sanemi al salvarlo, ese amor se transformaba en algo nuevo.

Cuando estuvieron listos para reanudar la misión, ambos se dirigieron hacia la colina donde los demonios se habían escondido. El paisaje era desolador, con las sombras alargadas proyectándose sobre el suelo a medida que el sol comenzaba a ponerse.

Mientras caminaban en silencio, el ambiente era más pesado de lo habitual. La tensión entre ellos, la mezcla de emociones que compartían, estaba en su punto álgido.

Obanai sabía que no podía seguir ignorando lo que sentía. Si algo había aprendido de Mitsuri, era que la vida era demasiado corta para no decir lo que el corazón guarda.

"Sanemi," comenzó Obanai, deteniéndose de repente en el camino, lo que hizo que el otro Pilar se volviera hacia él con una mirada confusa.

"¿Qué pasa ahora?" preguntó Sanemi, su tono más áspero de lo necesario.

Obanai respiró hondo, mirando al hombre frente a él. "No puedo seguir así, callando lo que siento. Después de lo que pasó ayer... después de lo cerca que estuve de morir, no puedo permitirme otro día sin decir lo que tengo que decir."

Sanemi lo miró fijamente, su expresión endurecida, como si intentara prepararse para lo que venía. "¿De qué estás hablando, Iguro? ¿Qué demonios estás diciendo?"

Obanai dio un paso hacia él, sus ojos fijos en los de Sanemi. "Mitsuri siempre me decía que no debía dejar pasar el tiempo, que debía vivir sin arrepentimientos, porque nunca sabemos cuándo será el último día. Ayer, cuando caí al río... pensé que ese era mi final. Y en ese momento, no podía dejar de pensar en todo lo que no había dicho."

Sanemi frunció el ceño, su mandíbula apretada. "No estás muerto. Estoy aquí, te salvé. Todo está bien ahora."

"Todo está bien, sí," respondió Obanai, con una leve sonrisa. "Pero no está bien seguir ignorando lo que siento, lo que creo que tú también sientes."

Sanemi apartó la mirada, cruzando los brazos. "No sé de qué hablas."

Obanai no lo dejó escapar. Dio otro paso hacia él, cerrando la distancia entre ambos. "Sanemi, no me mientas. Después de todo lo que hemos pasado, no puedes seguir pretendiendo que no hay algo entre nosotros. No es solo camaradería, ni lealtad entre compañeros de batalla. Lo que pasó anoche... lo que sentí cuando volví a respirar, cuando abrí los ojos y te vi allí... Fue algo más."

Sanemi respiró hondo, pero no se movió. Su cuerpo estaba tenso, como si estuviera librando una batalla interna consigo mismo.

Durante años, había construido una coraza alrededor de su corazón, protegiéndose de cualquier tipo de conexión emocional, ya que para él, el amor y la cercanía siempre habían traído dolor. Pero ahora, con Obanai enfrentándolo, no podía seguir negándolo.

Finalmente, Sanemi rompió el silencio. "No puedo hacer esto, Iguro. No quiero perder a nadie más. He visto lo que le pasa a la gente que amo... los demonios nos arrebatan todo. No puedo permitirme sentir algo más que odio, porque si lo hago..." Su voz se quebró un poco, y rápidamente miró hacia otro lado, avergonzado de mostrar debilidad.

Obanai sintió un nudo en el pecho. Sabía que Sanemi había sufrido mucho, más de lo que la mayoría de los cazadores había experimentado, pero también sabía que, a pesar de todo, Sanemi estaba tan atrapado en sus propios sentimientos como él. No podía permitir que su compañero siguiera viviendo con miedo a sentir.

"Sanemi, todos vivimos con ese miedo," dijo Obanai, suavemente. "Mitsuri me lo mostró. Pero no podemos seguir adelante solos, no podemos seguir alejándonos de los demás por miedo a perderlos. Si algo he aprendido de este trabajo, es que debemos aferrarnos a las personas que importan, mientras aún las tengamos."

Sanemi permaneció en silencio, su rostro endurecido mientras luchaba contra las palabras de Obanai. Pero sabía que eran ciertas. Lo había sentido también, cada vez que Obanai estaba cerca de él, cada vez que luchaban codo a codo. Ese vínculo que compartían no era algo que pudiera seguir ignorando.

Finalmente, con un suspiro pesado, Sanemi dio un paso hacia Obanai, cerrando la distancia por completo. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el mundo exterior pareció desvanecerse.

"Si vamos a hacer esto..." Sanemi comenzó, su voz apenas un susurro. "Si vamos a reconocer lo que hay entre nosotros, debes saber que no hay vuelta atrás para mí."

Obanai sonrió ligeramente, su mirada llena de determinación. "Nunca he querido regresar, Sanemi."

El silencio que siguió fue casi palpable. Sanemi, finalmente cediendo a lo que había estado negando durante tanto tiempo, se permitió bajar sus defensas, aunque solo fuera por un instante.

Y en ese momento, ambos cazadores supieron que, pase lo que pase, sus vidas estaban entrelazadas de una manera que no podían deshacer.

°°°

Con su relación redefinida, continuaron la misión, ahora más unidos que nunca. La amenaza de los demonios seguía acechando, pero ambos cazadores avanzaban con una nueva determinación, sabiendo que, mientras lucharan juntos, no había oscuridad que no pudieran enfrentar.

Cuando finalmente llegaron a la guarida de losdemonios, sus espadas desenvainadas y sus respiraciones sincronizadas, sabíanque estaban preparados para cualquier desafío que viniera. No porque fueran los más fuertes, sino porque, por primera vez, no estaban solos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro