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Capítulo 2: El Deseo de Mitsuri

La noche había caído sobre la sede del Cuerpo de Cazadores de Demonios, sumergiendo el lugar en una quietud casi mística. El cielo estaba despejado, y la luna llena brillaba con fuerza, arrojando una luz suave y plateada sobre los jardines.

Obanai Iguro se encontraba sentado en una roca, apartado de los demás, observando la luna como si pudiera encontrar respuestas en su resplandor. Aunque habían pasado meses desde la muerte de Mitsuri, la herida seguía abierta en su corazón, y cada noche bajo la luz lunar le recordaba su ausencia.

El jardín, normalmente un refugio de paz, se sentía vacío sin la presencia alegre de Mitsuri. Obanai, con la serpiente Kaburamaru enroscada cómodamente sobre su hombro, permanecía en silencio.

Su mente vagaba entre recuerdos de risas compartidas y momentos de calma con Mitsuri. Ella había sido su luz, la única persona capaz de ver más allá de su fachada fría y reservada. Ahora, con ella fuera de su vida, el mundo parecía un lugar más oscuro, aunque no completamente desprovisto de calidez.

Había aprendido a seguir adelante, en parte gracias al apoyo de sus compañeros Pilares. En particular, Sanemi había estado sorprendentemente presente para él. A pesar de su temperamento explosivo y su naturaleza áspera, el Pilar del Viento lo había ayudado a mantenerse firme, tal vez porque Sanemi entendía mejor que nadie lo que significaba vivir con dolor y pérdida.

Ambos compartían una soledad silenciosa, una especie de entendimiento no dicho que les permitía conectarse sin necesidad de muchas palabras.

"Obanai, debes seguir luchando. Mitsuri querría que lo hicieras." Esas palabras, que Sanemi le había dicho una y otra vez, resonaban en su mente.

A medida que el tiempo pasaba, Obanai comenzó a aferrarse más a ese pensamiento.

No solo lucharía en honor a Mitsuri, sino que cumpliría su último deseo: vivir plenamente y amar con fuerza, aunque su vida fuera tan efímera como un suspiro en el viento.

Con ese compromiso en mente, Obanai siguió adelante, entrenando sin descanso. Se obligaba a sí mismo a mejorar cada día, su determinación más fuerte que nunca.

Las mañanas eran un torbellino de ejercicios intensos, y a menudo Sanemi lo acompañaba en esas sesiones, su presencia intensa y su energía implacable ayudando a empujar a Obanai más allá de sus límites.

Durante esos entrenamientos, la cercanía entre ambos era palpable. Sanemi, aunque nunca lo decía abiertamente, cuidaba de Obanai a su manera, asegurándose de que no se dejara consumir por el dolor.

El viento rugía a su alrededor mientras entrenaban, los movimientos rápidos y precisos de Sanemi contrastando con los ataques calculados y fluidos de Obanai. Había algo en esa dinámica, en la forma en que se desafiaban mutuamente, que empezaba a cambiar la naturaleza de su relación.

Uno de esos días, después de una sesión agotadora, ambos se sentaron bajo un árbol en el jardín, respirando con dificultad.

Sanemi, cubierto de sudor, se limpió la frente con el dorso de la mano, mientras que Obanai permanecía en silencio, observando las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo.

"Estás mejorando," comentó Sanemi sin rodeos, su tono habitual de dureza aún presente, pero con un toque de aprobación que no pasaba desapercibido. "No puedes permitirte bajar la guardia. Los demonios no lo harán."

Obanai asintió ligeramente, sin mirarlo directamente. A pesar de su carácter estoico, podía sentir el esfuerzo que Sanemi ponía en mantenerlo enfocado. Había una especie de camaradería inusual que se había formado entre ellos en los últimos meses.

Ambos, siendo de los pilares más reservados y endurecidos, habían encontrado un extraño consuelo en la presencia del otro.

"Lo sé," respondió Obanai después de un momento de pausa, su voz calmada pero firme. "No tengo intención de detenerme. Mitsuri no me perdonaría si lo hiciera." Las palabras salieron más suaves de lo que esperaba, pero no retrocedió.Sanemi no era alguien que se molestara con la sinceridad, y Obanai comenzaba a entender eso.

Sanemi lo observó de reojo, sus cicatrices resaltadas por la luz de la luna. Sabía lo que Mitsuri había significado para Obanai. Aunque su propia experiencia con el amor era mucho más compleja, podía respetar la forma en que Obanai honraba la memoria de alguien tan importante para él.

En silencio, hizo una mueca que casi parecía una sonrisa, aunque apenas perceptible.

"Demonios," murmuró Sanemi, recostándose contra el tronco del árbol. "A veces me pregunto cómo carajo seguimos en pie después de tantas pérdidas." Su tono seguía siendo severo, pero había una vulnerabilidad en sus palabras, una que raramente mostraba.

Obanai se quedó en silencio, considerando las palabras de su compañero. Los dos sabían lo que era vivir con cicatrices, tanto físicas como emocionales. No era solo la fuerza física lo que los mantenía en pie, sino la voluntad de proteger algo más grande que ellos mismos. Sanemi, a su manera tosca, también había perdido mucho, y eso creaba un vínculo implícito entre ambos.

A medida que el tiempo pasaba, esa cercanía continuaba creciendo, aunque ninguno de los dos lo expresara abiertamente. No era necesario. Sus actos, la lealtad que se mostraban el uno al otro en esos entrenamientos, hablaban más que las palabras.

Mitsuri seguía siendo un faro en la vida de Obanai, pero ahora, en esos momentos compartidos con Sanemi, sentía que su corazón, aunque todavía herido, empezaba a abrirse una vez más.

Quizá no era solo el amor por Mitsuri lo que lo impulsaba a seguir adelante; quizás era también la conexión que, poco a poco, había comenzado a forjarse con Sanemi.

Bajo la luna llena, con la respiración calmándose y el sudor secándose en sus frentes, ambos pilares permanecieron en silencio.

El viento susurraba entre los árboles, como un recordatorio de que, incluso en medio de la pérdida, la vida seguía adelante. Mitsuri podría haberse ido, pero su legado permanecía, y con él, la promesa de amar, luchar y vivir con todo lo que tenían.

Obanai, mirando la luna una vez más, encontró una extraña paz en ese momento. Su vida, como había prometido, no terminaría en un suspiro sin haberlo dado todo. Y aunque el futuro seguía siendo incierto, sabía que no estaría solo en esa lucha.

Continuara...

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TentasticN: Gracias por su apoyo, espero hayan disfrutado el capítulo. <3

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