Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19: Un Nuevo Amanecer.

La luz suave del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, bañando la escena en un cálido resplandor dorado. Obanai despertó lentamente, entrelazado en el calor del cuerpo de Sanemi, su respiración acompasada junto a la suya. 

Por un momento, Obanai no se movió, permitiendo que la realidad de lo que había sucedido la noche anterior se asentara. La paz que sentía al estar junto a Sanemi era algo que jamás habría imaginado posible.

No había dudas ni reservas, solo la serenidad de saber que estaba exactamente donde quería estar. Recordar los momentos compartidos, las confesiones silenciosas que sus cuerpos habían expresado, provocó que un sonrojo se extendiera por su rostro. 

Su corazón latía más rápido, no de miedo, sino de una felicidad tan pura que parecía irreal. Era algo que, por mucho tiempo, había creído que no tendría nunca.

Sanemi aún dormía, su rostro relajado, completamente ajeno al mundo exterior. Era una imagen de tranquilidad que pocas veces se veía en el Pilar del Viento, siempre tan explosivo y lleno de rabia contenida. 

Obanai lo observó en silencio, permitiéndose unos minutos de admiración. Nunca había imaginado que alguien como Sanemi, con toda su rudeza y temperamento, pudiera ofrecerle esta clase de calma. 

Mitsuri siempre había sido un remanso de dulzura para él, pero lo que tenía con Sanemi era algo diferente, algo más intenso y, sin embargo, igual de profundo.

No podía evitar pensar en Mitsuri en esos momentos. Su corazón se contrajo ligeramente al recordar su cálida sonrisa, pero no de la manera dolorosa que solía sentir antes. Ahora, cuando pensaba en ella, la tristeza era reemplazada por una gratitud tranquila. 

Mitsuri siempre había querido que él encontrara la felicidad, y Obanai estaba seguro de que, de alguna manera, ella le había permitido encontrarla en Sanemi.

Sus pensamientos volvieron al presente cuando sintió un ligero movimiento a su lado. Sanemi abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz del sol que comenzaba a llenar la habitación. Al notar la mirada de Obanai sobre él, una sonrisa ladeada se dibujó en su rostro.

— Buenos días, serpiente — murmuró con su tono rasposo, la voz aún cargada de sueño.

Obanai soltó una pequeña risa, un sonido suave y apenas audible, pero que Sanemi captó perfectamente. Se apoyó sobre un codo para acercarse más a Sanemi, sin dejar de observar el brillo despreocupado en sus ojos.

— Buenos días, lobo. — respondió Obanai, su voz cargada de una serenidad que no solía mostrar.

Sanemi observó el rostro de Obanai, notando el leve sonrojo que aún adornaba sus mejillas. Su sonrisa se ensanchó al darse cuenta del motivo de ese rubor.

— ¿Qué? ¿Estás pensando en lo de anoche? — preguntó Sanemi en tono juguetón, alargando una mano para acariciar la mejilla de Obanai con un gesto inesperadamente delicado.

Obanai bajó la mirada por un momento, el rubor intensificándose. No solía ser el tipo de persona que se dejaba llevar por momentos así, pero con Sanemi era diferente. Todo con él lo era.

— No puedo evitarlo... — admitió finalmente, su voz un susurro— . Fue... diferente a lo que imaginé, y al mismo tiempo, todo lo que necesitaba.

Sanemi lo miró en silencio por unos segundos antes de acercarse más, hasta que sus frentes se tocaron suavemente. Sus ojos se cerraron por un momento, y un suspiro de alivio escapó de sus labios.

— No pensé que algo así fuera posible para mí — dijo Sanemi, su voz más seria— . Siempre pensé que este tipo de paz no estaba destinada para alguien como nosotros, pero... contigo, todo cambia.

Obanai lo miró fijamente, sorprendido por la confesión. A veces olvidaba que detrás de la coraza de Sanemi, había un hombre tan lleno de cicatrices como él mismo, alguien que había luchado no solo contra demonios, sino también contra sus propios sentimientos.

— Yo tampoco lo pensé — respondió Obanai, su voz apenas audible— . Pero ahora que lo tenemos, no quiero perderlo.

Sanemi se inclinó y lo besó suavemente en la frente, un gesto que, a pesar de su simplicidad, transmitía una promesa silenciosa.

— No lo perderemos — susurró Sanemi, sus labios rozando la piel de Obanai— . No mientras yo siga aquí.

Obanai sonrió, dejando que esas palabras se asentaran en su corazón. Sin embargo, justo en ese momento, un extraño y burbujeante malestar surgió en su vientre, algo que no pudo ignorar. 

Era una sensación que había comenzado a sentir desde la noche anterior, pero en su euforia y emoción, la había dejado pasar. Ahora, sin la distracción de la batalla o de sus sentimientos, la notaba con más claridad.

Sanemi, siempre perceptivo, lo miró con preocupación al notar el cambio en su expresión.

— ¿Qué sucede? — preguntó, apartándose un poco para observarlo mejor— . ¿Te sientes mal?

Obanai se llevó una mano al estómago, frunciendo ligeramente el ceño. No era un dolor normal, sino algo más profundo, como si algo estuviera cambiando dentro de él. Pero no quería alarmar a Sanemi.

— Es solo una pequeña incomodidad... No es nada grave — respondió, tratando de restarle importancia.

Sin embargo, en su interior, algo le decía que esa incomodidad no era casual. Obanai sabía que no podía ignorar por completo la conexión con el núcleo demoníaco en su cuerpo, pero no podía permitirse caer en la incertidumbre. No ahora que finalmente había encontrado un poco de paz junto a Sanemi.

Decidió que, por el momento, disfrutaría del presente, dejando las preocupaciones para otro momento. Después de todo, ese nuevo día era un regalo, y Obanai no quería desperdiciarlo.

— Estoy bien — añadió, forzando una sonrisa para tranquilizar a Sanemi— . Vamos a disfrutar el día, ¿sí?

Sanemi lo miró por un momento más, evaluando si debía insistir, pero al final asintió, decidiendo confiar en Obanai. No podía negar que el simple hecho de pasar un día más con él, lejos de las misiones y las preocupaciones, era algo que también deseaba profundamente.

Y así, bajo el cálido sol de la mañana, ambos cazadores de demonios se prepararon para enfrentar no solo las misiones que los aguardaban, sino también el futuro incierto que les esperaba juntos, con la promesa de que, pase lo que pase, se tendrían el uno al otro.


Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro