Capítulo 16: Bajo la Luz de la Luna
Las misiones volvieron a ser el pan de cada día para Obanai.
Tras concluir el tiempo de descanso asignado por Kagaya y demostrar que el núcleo en su interior no había sucumbido a la profecía, el líder del Cuerpo de Cazadores decidió que el Pilar de la Serpiente volviera a sus actividades normales.
Era una señal de confianza, pero también de precaución: Kagaya sabía que el futuro seguía siendo incierto.
Una misión a los pueblos del sur llevó a Obanai y Sanemi juntos de nuevo. Los informes hablaban de actividad demoníaca inusual, y el peligro era constante, pero había algo diferente en esta misión.
Desde que ambos cazadores habían permitido que sus sentimientos afloraran, había una nueva tensión en el aire, una mezcla de complicidad y deseo que no pasaba desapercibida.
La misión en los pueblos del sur se perfilaba como una más en la lista de los peligros enfrentados por los Pilares, pero para Obanai y Sanemi, todo había cambiado. Con la relación entre ambos afianzándose, los matices de su vínculo comenzaban a manifestarse de manera más evidente, incluso en las situaciones más tensas.
A medida que combatían a los demonios que acechaban las aldeas, el modo en que se movían juntos, sus interacciones y el entendimiento que compartían se hacían cada vez más claros.
Sanemi, quien siempre había sido directo y contundente en sus acciones, no podía evitar mirar a Obanai de reojo durante la batalla, notando cada detalle de su compañero: su destreza, su frialdad calculada, y ahora, esa cercanía física que los envolvía, una atracción innegable que surgía en medio del caos.
El propio Obanai, acostumbrado a reprimir cualquier tipo de emoción, también sentía cómo la tensión entre ellos se volvía más intensa.
Las batallas terminaban con miradas cargadas de significado, sus cuerpos exhaustos pero sus corazones agitados no solo por el enfrentamiento con los demonios, sino por el peso de los sentimientos que no habían terminado de explorar.
Y así, después de haber cumplido con su misión, con la luna llena brillando sobre ellos, Sanemi decidió que era el momento de romper la barrera invisible que había mantenido durante tanto tiempo.
Aún bajo los efectos del esfuerzo, con la respiración entrecortada, Sanemi se acercó a Obanai. Esta vez no era por una cuestión de vida o muerte como aquella vez junto al río, cuando su proximidad era necesaria para salvar a su compañero.
No, esta vez era diferente. Había calor en sus gestos, había una decisión clara en su mirada. Sin decir una palabra, dejó que sus emociones guiaran el momento.
Obanai lo observó, sin moverse, pero tampoco apartándose. Sabía lo que estaba por suceder, y lo aceptaba. Sus ojos, bajo su máscara, transmitían todo lo que las palabras no podían decir.
En ese breve instante, Sanemi cerró la distancia entre ellos, rozando sus labios con los de Obanai, sintiendo el calor y la suavidad de aquel gesto tan esperado.
La distancia que los había separado durante tanto tiempo se desvaneció en ese beso, que fue a la vez liberador y cargado de significado.
No era como aquella vez, cuando el aliento de Sanemi le devolvía la vida. Esta vez, era un respiro que compartían, una conexión tangible que sellaba lo que habían estado construyendo desde el día en que admitieron sus sentimientos el uno por el otro.
Allí, bajo la luz de la luna, el amor entre ellos se consolidó, en medio de la incertidumbre de la vida que llevaban como Pilares.
Continuará. <3
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