Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo [28]

El silencio que siguió al comentario de Obanai en la mesa fue denso, aunque ninguno de los dos lo admitiera en voz alta. Sanemi tomó un sorbo de café, su expresión cuidadosamente neutral mientras procesaba las palabras de Obanai. "Las remodelaciones están casi listas." Esa frase, tan mundana en apariencia, llevaba un peso que ninguno de los dos podía ignorar.

Sanemi, en su estilo característico, decidió no abordar directamente lo que realmente le preocupaba. En su lugar, optó por la acción:

-Si necesitas ayuda con algo, puedo acompañarte a elegir los detalles. Asegurarme de que todo quede perfecto.

Obanai levantó la mirada de su taza de té, claramente dudoso.

-No creo que sea necesario, ya tengo casi todo bajo control.

-¿"Casi"? -Sanemi arqueó una ceja, aferrándose a esa palabra.

El omega suspiró suavemente, un gesto que Sanemi ya reconocía como un intento de no discutir.

-Solo faltan unos muebles pequeños y algunos adornos. Nada que no pueda resolver yo mismo.

Sanemi dejó la taza en la mesa con un golpe suave, sus ojos fijos en los de Obanai.

-Déjame ayudarte. Es lo mínimo que puedo hacer después de... todo.

Obanai frunció el ceño, pero no discutió. Ambos sabían que el tiempo que habían compartido bajo el mismo techo había sido más que simplemente una solución temporal. Sanemi había sido más que un anfitrión, y Obanai, más que un huésped. Sin embargo, la realidad de que este arreglo tenía una fecha de caducidad comenzaba a asentarse entre ellos.

-Está bien -cedió finalmente Obanai, con un tono más suave-, pero nada demasiado extravagante.

Sanemi sonrió, una mueca apenas perceptible que denotaba cierto orgullo.

-No prometo nada.

El resto del desayuno transcurrió en una conversación más ligera, pero ambos sabían que las palabras no dichas pesaban en el aire. Kaito, ajeno a las tensiones de los adultos, disfrutaba de su desayuno mientras hablaba emocionado sobre un dibujo que quería terminar.

Sanemi no estaba listo para dejar ir la rutina que habían construido, pero también sabía que no podía forzar nada. Si Obanai realmente volvía a su departamento, tendría que encontrar una forma de mantenerse cerca. Y, más importante aún, demostrarle que su lugar no estaba definido por un edificio, sino por las personas que lo rodeaban.

Mientras acomodaban una estantería en la sala del departamento, Sanemi lanzó la pregunta de manera casi casual, pero con una curiosidad latente que no pudo disimular:

-¿Cómo fue para ti...? Ya sabes, estar solo durante el embarazo de Kaito.

Obanai se detuvo por un momento, ajustando un libro en su lugar antes de mirar de reojo al alfa. Había aprendido a distinguir las verdaderas intenciones en las palabras de Sanemi; no era solo curiosidad, era interés genuino.

-No fue fácil, como podrás imaginar -respondió finalmente, con un tono medido. Se dirigió hacia una caja llena de pequeños adornos, sacando uno que parecía ser un viejo recuerdo de algún viaje-. Mis padres ya no estaban, y aunque Mitsuri siempre estuvo ahí para apoyarme, yo quería demostrarme que podía salir adelante por mi cuenta.

Sanemi tomó una figura de cerámica que Obanai acababa de dejar en la mesa y la examinó con cuidado antes de hablar.

-¿Y el alfa? ¿Nunca intentó buscarte o...?

Obanai dejó el adorno que estaba acomodando y suspiró, cruzándose de brazos.

-No. Desde el principio dejó claro que no quería responsabilidades. Ni conmigo ni con Kaito. -Su voz sonaba tranquila, pero el eco de una vieja herida aún resonaba en sus palabras-. Fue un error que cometí en un momento de debilidad, y el precio lo he pagado yo... y Kaito.

Sanemi dejó la figura en su lugar y se acercó un poco, no lo suficiente para invadir su espacio, pero sí para que Obanai pudiera sentir su presencia reconfortante.

-No fue un error, Obanai. Puede que el alfa fuera un idiota, pero Kaito es lo mejor que te ha pasado. Y, honestamente, también lo mejor que me ha pasado a mí.

Obanai lo miró, visiblemente sorprendido por la sinceridad en la voz de Sanemi. Aunque había pasado tiempo junto al alfa, todavía le resultaba difícil acostumbrarse a su lado más amable, ese que había aprendido a conocer en los últimos meses.

-No todos habrían tenido tu fuerza -continuó Sanemi, inclinándose ligeramente contra la mesa-. Criar a Kaito, trabajar, estudiar... No cualquiera puede hacerlo.

Obanai apartó la mirada, incómodo con los halagos.

-No tenía otra opción -murmuró, volviendo a concentrarse en la caja de adornos-. No iba a dejar que Kaito creciera sintiendo que no era suficiente, como yo lo hice.

Sanemi apretó los labios, comprendiendo más de lo que Obanai decía con esas palabras. Sin pensarlo mucho, se acercó y le colocó una mano firme pero cálida en el hombro.

-No lo haces solo, Obanai. No ahora.

El omega levantó la vista, encontrando los ojos de Sanemi llenos de determinación. Fue un momento breve, pero cargado de significado, una promesa tácita entre ambos.

-Gracias -dijo Obanai en voz baja, antes de regresar a su tarea, aunque con una ligera curva en los labios que podría considerarse una sonrisa.

Sanemi lo dejó trabajar, pero en su mente ya estaba maquinando formas de asegurarse de que Obanai no volviera a sentirse solo nunca más.

La noche avanzaba tranquila en el renovado departamento. Aunque aún quedaban cajas por desempacar y algunos detalles por ajustar, el espacio ya comenzaba a sentirse como un hogar nuevamente. Sanemi se ofreció a preparar algo simple para cenar, mientras Obanai organizaba los juguetes de Kaito en un rincón de la sala.

La mesa, ahora restaurada, se llenó de una calidez que reflejaba más que las lámparas recién instaladas. Kaito, como era de esperarse, se mostró entusiasmado por la pequeña celebración hasta que el sueño lo venció. Una vez dormido, Obanai lo llevó a la habitación, dejando la sala en un silencio apacible.

Cuando regresó, encontró a Sanemi sentado en el sofá, sosteniendo un par de tazas de té humeante.

-¿Para mí? -preguntó Obanai, aceptando una de las tazas y sentándose a su lado.

-¿Ves a alguien más aquí? -respondió Sanemi con una sonrisa de lado.

Encendieron la televisión y eligieron una película al azar. Sin embargo, ninguno de los dos prestó demasiada atención a la trama. El ambiente se sentía cómodo, como si todo en el mundo hubiera hecho una pausa para ellos.

Cuando la película terminó, Obanai se apoyó contra el respaldo del sofá, mirando de reojo al alfa.

-Esto... se siente extraño.

-¿Qué cosa? -preguntó Sanemi, girándose hacia él con curiosidad.

-La normalidad. La tranquilidad. -Obanai hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas-. No he tenido mucho de eso en los últimos años.

Sanemi lo observó en silencio por un momento antes de responder.

-Creo que a veces uno se acostumbra tanto al caos que la calma se siente fuera de lugar.

Obanai asintió, su mirada perdida en el espacio frente a ellos.

-No sé si podré acostumbrarme otra vez.

Sanemi dejó su taza sobre la mesa, inclinándose ligeramente hacia él.

-Entonces no lo hagas solo.

El omega lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones que Sanemi no intentó interpretar; simplemente esperó.

-Sanemi, no quiero sonar ingrato, pero... sabes que no puedo depender de nadie más que de mí mismo.

-No se trata de depender. -Sanemi sostuvo su mirada, su tono firme pero cálido-. Se trata de compartir. Si decides seguir adelante, lo harás a tu manera, pero eso no significa que no pueda caminar contigo.

Obanai soltó un suspiro pesado, dejando su taza en la mesa.

-A veces olvido que eres capaz de decir cosas tan... significativas.

Sanemi dejó escapar una carcajada breve.

-Sorprenderte es parte de mi encanto.

El comentario relajó la tensión en el aire, y Obanai permitió que una pequeña sonrisa asomara en sus labios.

El reloj marcaba la medianoche cuando decidieron que era hora de regresar al penthouse. Antes de salir, Obanai se detuvo junto a la puerta y miró a Sanemi con algo de incertidumbre.

-Gracias. Por todo esto. Por Kaito, por mí...

Sanemi se acercó, inclinándose lo suficiente para que su voz fuera un susurro.

-Siempre será por ustedes.

Sin más palabras, salieron juntos, dejando atrás un departamento lleno de recuerdos y nuevos comienzos, y regresando al hogar temporal que, sin darse cuenta, había comenzado a sentirse más permanente de lo que esperaban.

Continuará...

TNoel: Subo el siguiente cap para que no se me amarguen con medio capítulo. Gracias por leer 🍃🐍

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro