Capítulo [1]
Sanemi Shinazugawa, el alfa más codiciado de la ciudad, era la definición de poder y arrogancia. Propietario de Shinazugawa Enterprises, su nombre estaba en boca de todos: unos lo admiraban, otros lo temían, pero todos reconocían su influencia. Sus días eran una mezcla de reuniones intensas, decisiones multimillonarias y noches de desenfreno. Rodeado de omegas dispuestos a complacerlo, nunca se detenía a mirar más allá de la primera impresión. Su lema era claro: "Sin ataduras, sin problemas".
En su mundo, las relaciones no eran más que un juego, y él siempre ganaba. Sanemi no buscaba amor, ni estabilidad, y mucho menos compromiso. El simple pensamiento de asentarse lo hacía fruncir el ceño. Todo eso estaba bajo control... hasta que un cambio inesperado llegó a su vida.
—Señor Shinazugawa, su nuevo secretario personal está aquí —anunció su asistente, Kanae, con un tono amable pero firme.
Sanemi levantó la vista de los papeles que tenía en el escritorio, algo irritado por la interrupción.
—Espero que este sea mejor que el último. Ya sabes que no tolero incompetencia.
Kanae solo sonrió con calma, acostumbrada a los cambios de humor de su jefe.
—Estoy segura de que cumplirá con sus expectativas.
La puerta se abrió, y Sanemi se encontró cara a cara con un omega que no se parecía a ningún otro que hubiera visto antes. De estatura media, con una postura rígida y mirada aguda que parecía analizar cada detalle de la habitación, Obanai Iguro no encajaba en el molde que Sanemi solía preferir. Su cabello oscuro caía en mechones desordenados, y una venda cubría la parte inferior de su rostro, dejando solo sus ojos bicolor al descubierto: uno dorado y otro verdoso, ambos llenos de una intensidad que parecía desafiarlo.
Sanemi arqueó una ceja, intrigado y ligeramente molesto por el descaro del recién llegado.
—¿Tú eres el nuevo? —preguntó con desdén, dejando su bolígrafo sobre el escritorio.
—Obanai Iguro, a su servicio —respondió el omega con una voz baja pero firme, ignorando deliberadamente el tono cortante del alfa. Dio un paso adelante y extendió la mano, sin titubear ni bajar la mirada.
Sanemi no estaba acostumbrado a ese tipo de actitud. Los omegas solían titubear, evitar contacto visual o tratar de complacerlo desde el primer momento. Pero este no. Este omega no mostraba ni una pizca de sumisión.
—Espero que cumpla con su trabajo —gruñó Sanemi, estrechando la mano de Obanai con un apretón más firme de lo necesario.
Obanai, sin inmutarse, sostuvo la mirada del alfa mientras respondía con un tono seco:
—Espero lo mismo de usted, señor Shinazugawa.
Sanemi se quedó momentáneamente en silencio, sorprendido. Por primera vez en mucho tiempo, no tenía una respuesta lista. Ese omega... definitivamente sería un problema. Y, de alguna forma, eso lo hacía más interesante.
Sanemi Shinazugawa tenía una teoría clara y comprobada: nadie soportaba trabajar a su lado. No era un jefe fácil; su carácter explosivo, su constante insatisfacción con el desempeño ajeno y su incapacidad para tolerar errores habían hecho que su oficina se convirtiera en un lugar de altas expectativas y bajas probabilidades de sobrevivir.
Su último asistente, un beta cuyo nombre no recordaba (ni le interesaba recordar), había salido de la oficina hecho un mar de lágrimas en su tercer día. Sanemi no se había molestado en detenerlo; de todos modos, alguien que no podía manejar la presión no tenía cabida en su empresa.
Cuando contrató a Obanai Iguro, estaba seguro de que la historia se repetiría. Era cuestión de tiempo antes de que ese omega rebelde y enigmático diera un paso en falso. Sanemi había detectado algo extraño en él desde el principio: esa mirada desafiante, esa manera de ignorar las jerarquías no declaradas entre alfas y omegas. Aun así, no le preocupaba. Por mucho que pretendiera ser fuerte, sabía que los omegas tarde o temprano quebraban.
El primer día de trabajo de Obanai fue tan meticuloso como un reloj suizo. Antes de que Sanemi pudiera siquiera gruñir una orden, el omega ya estaba organizando los archivos, filtrando las llamadas y manejando la abrumadora carga de correos electrónicos como si llevara años haciéndolo. Sanemi observó desde su escritorio, con una mezcla de sorpresa y suspicacia, cómo su nuevo asistente parecía dominar cada tarea con una eficiencia insultante.
—¿Qué haces con esos documentos? —preguntó Sanemi, al ver cómo Obanai revisaba un contrato sin siquiera pestañear.
Obanai levantó la vista, tranquilo.
—Corrigiendo un error en las cláusulas de confidencialidad. Este borrador podría haber puesto en riesgo una de sus cuentas principales. —Levantó el contrato y lo dejó frente a Sanemi, señalando las correcciones con una precisión que no admitía discusión.
Sanemi tomó el papel, frunciendo el ceño. Se tomó unos segundos para revisar las anotaciones, esperando encontrar alguna falla en la lógica del omega. Pero no había ninguna. De hecho, la corrección de Obanai era impecable.
—Tsk. Para eso te pago. No esperes que te felicite por hacer tu trabajo. —Dejó el contrato sobre su escritorio, tratando de ocultar la leve impresión que le había dejado la respuesta de su asistente.
—No espero felicitaciones, señor Shinazugawa. Espero instrucciones claras para que no tenga que corregir su trabajo otra vez.
Sanemi lo miró con incredulidad. Era raro que alguien se atreviera a contestarle de esa manera, y mucho menos un omega. La mayoría de los empleados evitaban cualquier comentario que pudiera parecer una crítica, pero Obanai no parecía tener ese filtro.
El resto del día transcurrió con la misma dinámica: Sanemi gruñía órdenes, y Obanai las cumplía sin titubear, muchas veces superando las expectativas del alfa. Cuando llegó la hora de irse, Sanemi se quedó en su oficina, viendo cómo el omega recogía su escritorio con la misma calma con la que había trabajado todo el día.
—¿Por qué aceptaste este trabajo? —preguntó de repente, incapaz de contener su curiosidad.
Obanai se detuvo por un momento, sin mirarlo.
—Porque soy bueno en lo que hago, y este puesto requiere a alguien como yo.
Sanemi se rió entre dientes, una risa corta y llena de incredulidad.
—¿Seguro que no estás aquí para algo más? Los omegas suelen tener otras intenciones cuando se acercan a mí.
Obanai giró la cabeza, y aunque la venda cubría gran parte de su rostro, Sanemi pudo sentir la frialdad de su mirada.
—¿De verdad cree que alguien querría acercarse a usted por otra razón que no sea trabajo?
El silencio que siguió fue tan intenso que casi se podía palpar. Por primera vez en mucho tiempo, Sanemi no supo qué responder.
Obanai, sin esperar una réplica, se dio la vuelta y salió de la oficina. Sanemi se quedó allí, con el ceño fruncido y los dientes apretados, preguntándose qué diablos acababa de pasar.
Ese omega... iba a ser un problema. Pero esta vez, no estaba tan seguro de querer deshacerse de él.
Continuará...
¡Gracias por leer el primer capítulo! 🖤✨
Estoy muy emocionado de que hayan comenzado este viaje conmigo en "Bajo la mirada del jefe". Sus lecturas y comentarios significan el mundo para mí, y estoy infinitamente agradecido por su apoyo. 💕
📅 Aviso importante: Los capítulos se publicarán diariamente, así que estén atentos para seguir descubriendo más sobre esta historia llena de drama, emoción y SaneOba. 🙌 Gracias por su paciencia y entusiasmo, ¡me motiva a dar lo mejor de mí!
Mientras esperan los próximos capítulos, los invito a explorar mis otras obras SaneOba:
"Herencia de la Noche""Kimetsu Akademy"
¡Gracias por estar aquí y ser parte de esta aventura! Sus comentarios son mi mayor alegría, así que no duden en compartir lo que piensan. 🖤✨
Descargo de responsabilidad:
Los personajes de Kimetsu no Yaiba pertenecen a Koyoharu Gotouge, así como todos los derechos relacionados con la franquicia. Este es un trabajo de fanfiction creado con fines de entretenimiento y sin ánimo de lucro.
La trama, los diálogos y las situaciones presentadas son invenciones propias del autor y no representan la intención original de la obra oficial. Este fanfic es una celebración de la creatividad y del cariño hacia los personajes, reinterpretándolos en un contexto completamente diferente.
Gracias por leer y apoyar esta historia. ¡Espero que disfruten esta versión alternativa de nuestros queridos personajes! 🖤✨
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