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💬 One-Shot

Título: Me encantas pero también te detesto.
Pareja: SaneGiyuu.
Universo: AU escolar.
Palabras: 3.117
Pedido: A pedido de YukkiteruTaisho . Espero que te guste bubú, realmente me costó llevar a cabo la idea, pero me agradó bastante el proceso de todo <3

Sanemi nunca sintió atracción por nadie, no había una sola persona que hubiera opacado su atención más que algunas chicas de por allí, pero todo era pasajero. No le llamaba la atención el rostro angelical de Kanae ni los pechos de Mitsuri y mucho menos el buen abdomen de Kyoujuro. Las cualidades físicas poco le podía importar, ni siquiera Shinobu le provocaba nada con sus roces que a otros volvían locos o las palabras atractivas que salían de sus labios. En esos tres años de secundaria superior no sintió nada por las grandes bellezas, chico o chica, poco le importaba el género. Pero ¿por qué se contradecían por completo sus palabras al ver a su compañero, Giyuu Tomioka?

Él no tenía ni el rostro aclamado de una belleza, su abdomen marcado no llamaba la atención porque era opacado por las burlas tontas de Shinobu y su trasero... Tenía un buen trasero aunque le costase admitirlo, pero no podía creer que incluso su personalidad le estaba comenzando a parecer bonita si es un estúpido desapasionado que tendía a creerse superior con sus contestaciones. Incluso cuando estaban en plena clase de matemáticas -su materia favorita- se distraía para ver su rostro confuso y lo imbécil que era para las ecuaciones con x.

¿Por qué le gustaba alguien que no sabía hacer ecuaciones con x? No, la verdadera pregunta era, ¿por qué sus orejas se tornan rojizas cuando toma su mano por accidente o le dice algún halago? Cada vez le era más difícil pensar que era un desalmado con esas actitudes estúpidas que tenía con él.

Era la primera vez que se sentía de esa forma, se podría decir que el sentimiento era nuevo para él, pero ni loco iba a recurrir a las palabras estúpidas de Mitsuri que le decía que estaba enamorado, menos de alguien a quien detestaba tanto. Prefería reventarse la cabeza contra el duro pizarrón en frente suyo antes de admitir tal estupidez. Incluso sería más coherente si fuera Kanae quien le gustaba siendo coronada como belleza y la mujer más dulce.

-Excelente Shinazugawa, en hora buena, has hecho las cinco ecuaciones en increíble estado -felicitó con entusiasmo su profesor para luego girarse hacia las ecuaciones que había hecho Giyuu-. Y Tomioka... Definitivamente necesitas ayuda, la ayuda de uno de tus compañeros no te vendría mal.

-¿Podría ser con Shinazugawa?

Su ceño se frunció, ¿acababa de nombrarlo? Definitivamente Giyuu era alguien especial, intentaba acercarse a él de las una y mil maneras. Seguro lo hacía para molestarlo, no le encontraba otro motivo más que ese, porque sino ¿por qué exactamente a él?

No era un maestro ni lo desearía ser, pero ¿qué opción le quedaba cuando él lo miraba de esa forma? Estaba claro que necesitaba nuevos méritos de parte de los profesores, solo por eso sería el tutor de ese chico. Aunque ya tuviera la atención de todos los directivos...

-A mí eso no me molesta. -Una verdad desinteresada salió de sus labios.

-Entonces intenta ayudarlo para los próximos exámenes, ¿puedes?

-Lo intentaré -comentó antes de girarse hacia los ojos brillantes de ese joven que incluso formaba una sonrisa lineal que había provocado en él latidos repugnantemente rápidos.

En cuanto el atardecer cayó sobre todos allí, la academia dio por finalizada juntos a los pasos acelerados de los alumnos emocionados por el fin de semana y alguna que otra charla de los profesores que reían risueños por algún chiste que solo ellos entenderían. Las Kocho salían agraciadas como siempre y saludando a Sanemi con dulzura, recibiendo solo un pequeño saludo de este con la mano para luego desviar la mirada. Pensaba que era horrible no tener ni siquiera nervios cuando ellas pasaban siendo tan hermosas pero ni sus personalidades le parecían atractivas.

Aunque no podía torturarse toda una vida solo por no tener gustos corrientes... Claro, tampoco admitiría ningún sentimiento que pudiera tener hacia ese azabache que salía con el celular en manos como el antisocial que era. Al menos sí era un poco más normal que él, de eso estaba seguro y lo comprobaría al acercarse para hablarle, después de todo necesitaban intercambiar números si querían llegar a algún lado con matemáticas.

Cuando comenzó a caminar detrás de él, sin querer su mirada bajó hasta su celular y notó algo que por muy cruel que sonase nunca se hubiera esperado de su parte: Giyuu Tomioka tenía novia. Quizás la molestia que nacía en su interior era más porque lo envidiaba que por sentir algo por él... Sí, debía ser eso o de lo contrario debería darse la cabeza contra la pared para olvidar el hecho de que está en pareja.

-Con que "cielo" ¿eh? -mencionó sorprendiéndolo.

-Oh Shinazugawa, ¿por qué estabas mirando mi conversación con Cielo?

-Fue sin querer -recalcó tras avergonzarse por ser que la muchacha se llamaba Cielo.

-Estás detrás de mí desde hace unos cuantos segundos.

-Si sigues hablando te juro que no te voy a enseñar nada de matemáticas.

-Yo no quería saber matemáticas en primera instancia.

-¡¿Y entonces para qué me elegiste a mí?! -solo recibió una carcajada seca que lo hizo sentirse burlado-. ¿Me estabas tomando el pelo, imbécil?

Amenazó con golpearlo, como siempre hacía cuando se metían con él o su familia, pero a Giyuu se le hizo imposible tomarlo en serio, porque lo último que le tenía era miedo y de alguna forma sabía que ese hombre sería incapaz de golpearlo, ya lo había comprobado muchas veces y no estaba arrepentido de ninguna de ellas. Como se lo esperó, Sanemi se rindió por bajar el puño y excusarse con que los profesores estaban cerca... Estúpida excusa porque eran los últimos en salir y no habían más que alumnos, pero lo dejó de esa forma con un simple: lo que digas.

Ambos caminaron en un silencio incómodo hasta la puerta de la Academia, tenían demasiados temas que deseaban tocar pero entre un orgulloso y alguien que tiene problemas para socializar era difícil que algo saliera de sus labios. Aunque se sintió un poco mejor el ambiente cuando se observaron y optaron por pasarse el número del otro. Giyuu lo agendó con una ternura que no sabía que existía en él, pero Sanemi por lo contrario le puso "cara de culo" como si no fuera la gran cosa. Cada uno se dio un simple saludo para seguir con sus caminos yendo por direcciones diferentes.

Y por curiosidad se giraron al mismo tiempo para observar al otro de forma disimulada, pero al chocar sus miradas la sangre subió por sus mejillas. Qué casualidad.

-¡Estaba mirando a las Kocho! -se le escapó ante los nervios y las muchachas se giraron hacia él con pequeñas risas coquetas.

-Sí, las Kocho están un poco lejos de mi trasero... -musió Giyuu antes de ser el primero en seguir su camino.

Definitivamente ese día no había sido el mejor de todos, pero un avance hubo entre ambos, uno que ni Sanemi podía negar. Tiempo más tarde, Giyuu le mandó algunos mensajes como stickers, cosas que Sanemi no respondió por aún la molestia que sentía, pero aún así rió un buen rato con los stickers del muchacho y sin quererlo se quedó toda la noche viendo su chat hasta dormir.

"¿Sanemi?"

"¿Estás ahí?"

"Bueno, al menos estás leyéndome"

"Buenas noches"

"Te amo" [mensaje eliminado].

• • •

La tarde se tintaba de colores cálidos mientras un muchacho de cabello blanquecino se daba una ducha fría para despabilarse. Aquel había puesto una playlist de rock para no morirse del sueño. Desde el día de ayer que había estado un poco inquieto, al menos desde que se enteró que su compañero iría ese día para su lección de matemáticas... Una lección que sabía iba a resultar agotadora.

Al sentir las gotas recorrer cada parte de su cuerpo y pensar en aquel hombre se sentía algo extrañado de su propio cuerpo, realmente nunca había sentido atracción hacia alguien y si había sucedido su mente borró ese recuerdo como algunos otros. En cierto punto creía que era algo anormal siendo que habían muchas muchachas bonitas con quienes se había besado, pero no sentía nada al hacerlo o poco, no era lo suficiente como para sentirse excitado como ahora estaba por Giyuu Tomioka, el idiota de su clase. Incluso le daban ganas de golpearse la cabeza cada vez que recordaba que casi se acuesta con la mayor de las hermanas Kocho en una fiesta, esa noche fue la más humillante de su vida, solo la había seguido para quitarse un poco el estrés de las materias con las que debía que cargar pero en el momento en que ella comenzó a desnudarse en frente suyo le había pedido incluso que se vuelva a poner la ropa porque no quería tocarla estando ebria. Lo humillante es que ella estaba más sobria que él.

Cuando pudo dejar de lado la vergüenza y terminó su ducha, escuchó el timbre de su apartamento sonar.

-¿Quieres verme en pelotas? -mencionó con molestia para luego ponerse un bóxer y secarse un poco el cabello. No se iba a poder arreglar tanto como quería.

Al abrir la puerta de su hogar se encontró con aquel hombre vestido de forma casual y rascando su cabello con desgano. Estaba casi seguro de que ni siquiera se había lavado la cara según la expresión que mostraba y eso le molestaba muchísimo, ¿tan difícil se le hacía solo ponerse un poco mejor? Una mueca se le escapó ante su saludo que fue en medio de un bostezo. Qué horror, no podía estar enamorado de alguien tan desastroso. Y porque no podía atraerle alguien así haría lo que cualquiera en su situación:

Mandarlo a la mierda.

Bueno, quizás no exactamente eso.

-Estás horrible y de forma desastrosa.

-¿Esto acaso era una cita? Porque recibirme en bóxer no es muy organizado que digamos.

-Somos hombros, no tendría por qué molestarte.

-Pues lo hace, deberías ponerte un pantalón o algo -aclaró recibiendo un gruñido. Se sentía bien que él le hiciera caso-. Solo lo digo porque no te gustaría que te mire ahí todo el tiempo.

-¿Por qué mierdas dices eso? -preguntó malinterpretando una vez más sus palabras y recibiendo una simple desviada de mirada del muchacho-. Mierda, siempre dices cosas asquerosas.

Las mejillas de Giyuu se tintaron ligeramente de un tono rojizo mientras seguía a su compañero hasta su cuarto, creyó que había sido muy claro con lo que se refería, incluso se esforzó en llegar a decir esas palabras como Cielo -su amiga- le estaba aconsejando. Resignado tuvo que dejarse peinar por Sanemi, quien le resaltaba lo suave que estaba su cabello, incluso en momentos podía sentir sus dedos pasando a través de sus cabellos como si disfrutara del roce y debía de admitir que le encantaba eso, lo hacía sentir más cercano a él y le provocaba calma los mimos. Pero no sabía por qué no se esperó que de forma seca hubiera terminado esa acción para luego exigirle que se siente en una de las sillas cercana a su escritorio. Como si ese hombre fuera alguien tierno...

Releía algunas páginas de su carpeta de matemáticas mientras esperaba a que volviera. No entendía un pomo de lo que había allí escrito, pero cuando volteaba a ver el de Sanemi sus ojos destellaban de la admiración, su letra era bonita y todas las ecuaciones parecían bien niveladas. Era en simples palabras perfecto, sin contar que incluso si revisaba su habitación todo parecía encontrarse en un buen estado y olía increiblemente bien. Tenía todas las cualidades que más le encantaba de alguien, aunque reciba a la gente en calzones.

¿Cómo no podría enamorarse de él? Si hasta era un cerebrito que fingía como terrible idiota ser alguien malo. Sí, definitivamente los idiotas bonitos eran su tipo.

-Traje el desayuno -comentó de forma desinteresada con una bandeja en manos.

Incluso sabía cocinar... Era realmente fantástico.

-Parece como los desayunos americanos.

-Si no lo quieres, no lo comas.

-No... No quise decir eso.

Pero era un completo inapto en cuanto a halagos, porque estaba de esa forma con él desde hace unos meses y solo recibía contestaciones furiosas. ¿Cómo podría decirle que le gusta si lo intenta matar cada vez que intenta tratarlo de manera dulce? Si iban a seguir de esa forma debería optar por la última de las opciones, aquella a la cual no se va a poder negar... Aunque se le hiciera difícil cada vez que lo veía abriendo la boca con miles de palabras más compresibles e incluso arrebatándole el lapiz de entre la manos para escribir. Se deseaba quedar en esa situación, cuando toda su atención se posaba en él y le pedía que repitiera no solo lo que había dicho sino que también lo que había hecho. Pensaba que era un estúpido, lo sabía, pero la verdad es que resultaba todo lo contrario.

Giyuu no era malo en matemáticas, era malo prestando atención pero si no viviera en las nubes incluso superaría las notas de sus compañeros; y él lo sabía hasta cuando pidió que Sanemi fuera su tutor.

Mientras el azabache completaba los ejercicios en silencio, Sanemi observaba lo poco que había comido del desayuno que le hizo y se sintió ligeramente preocupado. Sabía que cocinaba de una forma increíble, así que no temía que no le haya gustado lo que le hizo pero sí su salud, no solo comía muy poco en la academia sino que también desayunaba pésimo. Rascó su cabeza, quizás lo estaba pensando de más pero ¿y si quería algo más? Entendía que no todos tenían los mismos gustos.

-Tomioka... ¿Qué quieres comer?

-Nada, estoy bien así.

-No puedes hacer nada bien con el estómago vacío.

-Yo sí puedo.

-¡Mírame cuando te hablo! -exigió al verlo concentrado en las ecuaciones-. Comes muy poco...

-Arruinaste mi ecuación.

Si Sanemi fuera un robot en ese momento hubiera tenido un cortocicuito por esas contestaciones que lo provocaban, pero gracias a los dioses no lo era y solo se atrevía a golpear con fuerza la cabeza de Giyuu contra su mano, mostrando una clara expresión de seriedad que el muchacho captó en el momento.

-Hablo en serio, no deberías desperdiciar la comida, en tu casa has lo que quieras en la mía respeta lo que se te ofrece -exigió provocando en el contrario una expresión de sorpresa-. ¿Qué sucede ahora?

-Estás un poco sonrojado, ¿no será fiebre? -inquirió acariciando las mejillas de su compañero mientras acercaba su cabeza.

Mentira. No estaba sonrojado, él lo hacía apropósito para acercarse a sus labios de una forma disimulada que desconocía, incluso no entendía cuando le había comenzado a preocupar tanto a Sanemi. Se sentía bien pensar que al menos una parte de sus sentimientos eran correspondidos de esa manera cuando sus ojos violaceos se instalaban sobre él de una forma delicada, ¿descubrió su tonta mentira? Era un poco obvia, no era normal que solo por tener fiebre alguien se te acercase de esa forma y con su dedo pulgar comenzara a bajar hasta tus labios jugando con ellos.

Definitivamente Sanemi no se negó nunca sus roces o palabras, quizás por eso pudo descubrir que siendo alguien tan poco sumiso podría sentir algo hacia él, porque ni siquiera dejaba que las mujeres le dieran ordenes. Ahora se sentía poderoso siendo quien se acercaba a sus labios con completa calma... Y de pronto su poder le es arrebatado como si nada, aunque no planeaba quejarse.

Los labios en tomar la rienda del beso fueron los de Sanemi, quien se dejó ganar por sus impulsos y siguió a su propio ritmo. Nunca creyó que podría sentir una sensación tan eléctrica solo por un simple beso, pero entre menos aire le quedaba y el roce de sus lenguas se volviera más lento pensaba que quizás había llegado al sitio donde más cómodo se sentía. Ese sitio era Giyuu, para bien o para mal, aquel hombre que ahora lo observaba con esa lujuria en sus ojos, siempre con sus expresiones que poco expresaban pero que ahora que lo pensaba eran igual de bonitas.

-Gran mentiroso que eres.

-Valió la pena... Supongo.

-Bien que lo hizo.

-¿Y sabes qué significó eso?

-Que estás caliente, eso está claro.

Y ese rostro de porcelana podía mostrar molestia, no quería creer que ese hombre dijera algo como eso luego de ese momento en el que claramente el único excitado resultó él. Por lo que Giyuu, como contradicción a sus palabras, se levantó de su silla y se sentó sobre el regazo de Sanemi, a quien pudo verlo sorprendido por esa acción. Lo iba a tomar en serio o al menos acabarían cogiendo, ninguna de las dos opciones le desagradaba.

-Tomioka...

-Me gustas... En serio me gustas, me encantas -aclaró con un tono de voz elevado para luego tomar entre sus manos el rostro de aquel-. Y estoy caliente, sí, pero es tu culpa.

-¿Y por qué es mi culpa?

-Porque todo este tiempo me ignoraste como si no sintieras lo mismo por mí.

-Es sorprendente el ego que debes tener para decir algo así.

-Aprendí de ti -musitó para luego observar hacia otro sitio-. Sanemi, no me digas que eso te calienta...

-Lamento no poder controlarlo -respondió irónico para luego bajar sus manos hacia la cintura de su acompañante-. ¿Eso te molesta?

-Soy vírgen.

-¡No digas eso con tal cara! De todas formas, a mí no me molesta que lo seas.

-Honestamente tampoco me iba a importar si te molestaba.

-Por Dios, me encantas pero también te detesto.

Ambos siguieron concentrados en el otro, besándose y provocándose, pero al fin y al cabo pudiendo expresar todo lo que llevaban dentro. A las semanas, el último exámen de matemáticas fue increíble para todos a excepción de Sanemi, quien terminó sacándose un tres dejando confusos a todos los profesores e incluso a quien comenzó a ser su pareja que entre risas ligeras se burlaba de él. Pero por primera vez Sanemi se sintió como alguien normal cuando se trataba del aspecto romántico e incluso agradecido por tener un novio como Giyuu, ya que no era en absoluto lo que se imaginó.






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