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✧*Final.

FINAL:

No recuerdo haber firmado los papeles, tampoco elegir un nombre o darle mi apellido. Mi mente se quedaba en blanco cada vez que lo miraba y todo porque en los días que estuvimos en la clínica nadie vino a recoger al bebé.

Nadie apareció cuando fuimos dados de alta y se nos permitió ir a casa, nadie se molestó en recogerlo antes de que Sanden nos subiera al coche y tampoco nadie se apresuró a decir que era mentira cuando aquella misma tarde que conocí al bebé mi mamá entró a la habitación del hospital donde yo me encontraba y se enojó conmigo.

El único que nos defendió fue Sanden y aún así en los días siguientes repitió una y otra vez que ese bebé era mío, como si eso lo hiciera más real.

Y ahora estábamos yendo a casa, a vivir con ese bebé en nuestra casa...donde una vez más tendría que alimentarlo tantas horas al día que al final quedaba agotada. Donde probablemente dormiría con nosotros en la habitación. Donde compartiríamos cama hasta que la cuna que Sanden compró por internet llegara. Donde los niños lo verían y harían preguntas y Sanden seguramente diría que es mi hijo, mientras que yo seguía diciendo que no era así, aunque la prueba de ADN había dicho lo contrario.

El coche se estacionó sin que yo lo notara, Sanden se bajó primero y luego fue al baúl y sacó el enorme bolso para bebés que Reygi y Alonso (luego de desmayarse con la noticia), nos regalaron como bienvenida a un bebé que yo estaba segura de que no es mío.

Luego Sanden abrió mi puerta y me ayudó a bajar, dejó un beso en mi frente y luego le dio otro al bebé que yo acunaba en mis brazos negándome a hacer cualquier movimiento por miedo a que se me cayera y que cuando sus padres lo vinieran a recoger creyeran que le habíamos hecho daño.

Sentía tal miedo cuando lo cargaba, mis manos no dejaban de temblar, requería toda mi concentración sostenerlo y mucho más cuando se trataba de amamantarlo pues el monstruito solía moverse y daba grandes succiones que me hacían sentir realmente incómoda.

-¿Lista? - me preguntó Sanden rodeándome la cintura y asentí intentando decir algo, pero al igual que en días anteriores nada salió.

No hablaba mucho y las palabras directamente no salían si tenía al bebé en brazos, como ahora.

-Anoche le dije a los niños y prometieron no hacer preguntas, saben que necesitas descansar así que te dejarán tranquila- me prometió, pero yo me alegré con la idea de ver a los monstruitos.

Ellos me dirían la verdad, ellos no me engañarían ni seguirían con esta farsa...sí, ellos estarían de acuerdo conmigo.

Sanden me guió a la casa y abrió la puerta para mí, pero los escalones me dieron miedo ¿Qué tal si caía y nos lastimaba?

-No vas a caer- murmuró Sanden como si pudiera leerme el pensamiento y me dio un apretoncito en la cintura impulsándome a avanzar.

Subí un escalon y luego otro y otro hasta que llegué a la puerta y él me sonrió.

-¿Lo ves? - me dio otro beso y me guió dentro, pero no pude moverme ni un paso más.

¿Y si los niños siguen con esta farsa? Aún tengo tiempo de regresar al hospital ¿Verdad? Quizás si vuelvo encontraré a sus padres y...

-Respira, Babygirl - se cernió sobre mí y me sostuvo ambas mejillas acariciando mis labios con su pulgar.
-Haremos esto juntos, por eso le di mi apellido. No estás sola en esto.

Le dio su apellido.

¿Y si este era su hijo y lo quería hacer pasar por mío? ¿Se podía adoptar a un bebé tan rápido? O peor ¿Y si lo tuvo con otra mujer a la que contrató para que lo tuviera?

No.

Solo me estaba volviendo loca, Sanden no haría eso...y si lo pienso, suena estúpido.

-¿De verdad es mío? - la pregunta sonó repetitiva entre mis labios, la había hecho cientos de veces durante los últimos días. A cada rato cuando estábamos solos se lo preguntaba con la esperanza de que en algún momento cambiara de respuesta.

-Sí.

Y ahí estaba de nuevo, esa misma horrible respuesta que rompía con todas mis creencias.

-Pero no tenía pancita.

-La doctora dijo que tuviste un embarazo criptico.

Sí.

Lo dijo y cuando pedí otra doctora ella dijo lo mismo y luego los enfermeros y otros doctores más y también Alonso y Reygi...y mamá.

Lo entendía, sabía de memoria lo que era, pero seguía desconcertándome no haberme enterado del embarazo hasta que ya era momento de dar a luz...o en mi caso después de la cesarea cuando ya había nacido.

Sonaba tan creíble, tan real y para mí aunque tenía al bebé en brazos no me parecí ni creíble ni real.

Aún seguía creyendo que cuando las enfermeras se lo llevaban para que durmiera o para cambiarle los pañales lo que realmente hacían era llevárselo a sus padres para que lo vieran y lo alimentaran.

-¿Cómo se llama?

¿Tenía un nombre acaso?

-Aún no lo hemos elegido. Acordamos que lo elegiríamos luego ¿Recuerdas?

No, pero no porque no lo hubiese escuchado, sino porque probablemente cuando lo hablamos tenía al bebé en mis brazos y evitar que se cayera se llevaba toda mi concentración.

-¿Por qué no entran? - dos caritas se asomaron por el pasillo y se acercaron a grandes pasos. -¿No quieren que lo veamos?

Heyd e Yden nos sonrieron y ambos estiraron los brazos como si quisieran agarrar algo.

-¿Podemos cargarlo? - preguntó Yden y yo miré a Sanden.

¿A los padres del bebé les gustaría que dos niños lo carguen?

-Aún no, niños. Pero pronto- prometió Sanden y me hizo entrar cerrando la puerta a mis espaldas.

A pesar del bebé se sintió bien volver a este lugar, odiaba el hospital, todo el tiempo llegaba personal nuevo que me felicitaba o me daba consejos y ni hablar de las otras mamás.

-¿No vas a saludarnos, Esposa del primo Sanden? - ambos monstruitos se pararon de puntitas y me besaron las mejillas, momento que aprovecharon para ver al bebé. -¿Por qué es tan feo? - preguntó Heyd y sonreí.

-¿Sí es feo, verdad? - murmuré y ambos asintieron.

-Mucho. - aportó Yden y sonreí viendo al bebé que por alguna razón me sonrió.

-No es feo- se molestó Sanden reprendiéndonos con la mirada, pero yo asentí.

-Su pelo y ojos no- aporté, aunque no dije que el resto de el sí era feo.

Aún estaba algo rosado y no tenía dientes lo cual en cierto modo era un alivio, pues ya suficiente tenía cada vez que me succionaba los pechos...me aterraba que pudiera mordermelos.

-Porque son como los tuyos- murmuró Heyd con una sonrisa y tomó un mechón de mi cabello y lo acercó a la cabeza del bebé -¿Lo ves? Es igual.

¿Era igual?

Miré mi pelo y luego la escasa pelusilla del bebé.

Su tono era...idéntico y tan suave como el mío.

Y sus ojos.

¿Me lo estaba imaginando o eran el calco de los míos? Excepto que quizás los suyos eran más brillosos.

-¿De verdad es mío? - pregunté a nadie en particular.

-Sí.

Y esta vez sí me lo creí...esta vez sí consideré que este podía ser mi hijo. Que lo feo seguramente le pertenecía a su padre...quien quiera que fuera...y el resto, esos hermosos ojos y su sedoso cabello me pertenecían.

-¿No me dejarás? - miré a Sanden y sentí miedo. Había aceptado que estaríamos juntos simplemente porque creía que en cualquier momento los padres vendrían por el bebé, pero ahora, ahora creía en esa posibilidad que era mío.

Era mío, pero no suyo.

-No. Nunca te dejaré- se acercó a mí, una de sus manos fue a la cabecita del bebé y la otra a mi mejilla. -Pero haremos un nuevo contrato, esa es mi condición.

Un nuevo contrato. No se me ocurría que podría decir un nuevo contrato ¿Ya no sería su Babygirl? ¿Tendría nuevas tareas? ¿Algo así como dejar que use juguetes en mí?

-De acuerdo- murmuré y vi que los niños nos estaban mirando...o más bien al bebé, así que extendí los brazos y tal y como una y otra vez me enseñaron en el hospital, les mostré como sostenerlo.

-Tienes suerte de tener su pelo- murmuró Yden soltando una risita mientras se alejaba al sofá con su gemelo siguiéndolo.

Estuve a punto de ir con ellos, pero Sanden me sujetó por el brazo y me atrajo al calor de su pecho.

-Te amo.

Lo dijo viéndome a los ojos, con esa intensidad que me hace temblar las piernas, con esa voz que no deja lugar a la duda. De verdad me amaba, pero yo aún no estaba lista.

-Y yo me siento amada por ti, Daddy.

Esperé, sentí un doloroso cosquilleo en el estómago, impaciente, temiendo que me odiara, pero sus ojos se ablandaron cuando creí que no lo harían y me alzó la barbilla acercándome tanto que nuestros labios se tocaron, pero no dejamos de mirarmos.

Me miraba tan intensamente...

-Me basta, por ahora.

Y me besó, aunque nuestro beso prometía que aún había más, que algún día tendría que decírselo. Pero no sabía como haría para verlo a los ojos y mientras lo sentía con mi corazón decir:

Te amo, Daddy.

Te amo, Sanden.

O...Te amo...Esposo.

Pero no quise resolverlo ahora, en su lugar enrollé los brazos alrededor de su cuello y me paré de puntitas.

-Sanden- susurré apenas despegando mis labios de los suyos. -Sé lo que hiciste aquella noche.

Sentí como se ponía rígido, sentí su mirada sobre mí y sonreí, estuve a punto de decirle que en el diccionario su nombre ya no aparecía como "Sanden: Una noche olvidable", sino "Sanden: Una noche recordable", pero el timbre sonó a mis espaldas y todos nos miramos.

—Debe ser Heyden— murmuró Sanden dándome un beso y acercándose a la puerta.

—No, Heyden está en su habitación siendo golpeado por una chica— murmuró unos de los gemelos y tanto Sanden como yo miramos la puerta.

¿Y si había sucedido lo que siempre pensé? ¿Y si eran los padres del monstruito que venían por él?

—¡Abre rápido, vamos Daddy!— di un saltito de alegría.

¡Yo sabía!¡Lo sabía!

Él sonrió al ver mis saltitos y abrió la puerta, pero había un chico allí y aunque Sanden tapaba la mitad de su rostro con su figura, sí lo reconocí.

—¿Sí? — murmuró Sanden viendo al chico de arriba a bajo y quise reír pues él es unos veinte centímetros más alto.

—Eh, hola. Vine a ver a Brittany.

Sanden miró hacia mí y aún escondida tras la protección de su cuerpo y la puerta me encogí los hombros pues no tenía idea de qué hacía aquí.

—¿De parte de quién? — preguntó Sanden volviendo a mirar al chico esta vez escudriñándolo más detenidamente.

—De su padre...eh, no el de ella, por supuesto. Soy demasiado joven para ser el padre de ella...aunque actualmente los bebés tienen padres muy jóvenes y...

—Ve al punto— lo cortó Sanden con impaciencia y quise reír.

—Eh, sí, lo siento. Soy el padre del bebé de Brittany...me llamo Joseph ¿Y tu eres?

Todo mi cuerpo se tensó, por un segundo pensé que Sanden lo iba a golpear, pero entonces estiró la mano y Joseph se la extrechó.

—Soy Sanden, el padre del futuro bebé de Brittany.

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