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63✧*|Bebé.

CAPÍTULO 63= Bebé.

Abrí los ojos, me costó una eternidad pues me sentía cansada como si no hubiese dormido en años, aunque acababa de despertar. Pestañé intentando aclarar lo que estaba viendo,  sin embargo la sala de un hospital y aquella noche se entremezclaban frente a mis ojos como si ambos estuviesen sucediendo al mismo tiempo.

Por instantes veía a Sanden, su cuerpo sobre mío, desnudos, haciendo el amor en mi cama como me prometió. Y de repente lo veía a él con un bebé en brazos, tan concentrado en el monstruito al que sostenía que ni siquiera notaba que yo estaba despierta.

Sabía que uno de los dos era un sueño, no podía estar en una sala de hospital y al mismo tiempo en mi habitación, pero hasta ahora no sabía cuál era cuál.

Recordaba llegar al hospital, recordaba estar retorciéndome, sufriendo las consecuencias del dolor más agonizante de mi vida, pero a la vez recordaba cada detalle de esa noche olvidable.

Sé que ambos nos hicimos el tatuaje, sé que él esperó hasta que estuvimos en mi departamento y que luego de preguntarme si estaba segura comenzó a besarme. Sé que me ató a la cama y que acordamos que me dejaría así para que yo sintiera curiosidad por buscarlo y sé que él planeaba volver solo una hora más tarde en caso de que Alonso no llegara.

Sé que arrojó un condón sin usar a la ducha y otro en el cesto de la cocina solo para que yo me preguntara en cuantos lugares del departamento lo habíamos hecho y así al menos sentir curiosidad por encontrar al misterioso hombre que me complació en cada rincón de mi departamento.

Sé que dejó una tarjeta con la dirección de la tienda de tatuajes para que yo tuviera una pista y sé que aunque él tuvo la idea del contrato, yo fui la que lo buscó como una loca en su departamento.

Pero no sé porqué ahora esos recuerdos se entremezclan con la imagen ante mis ojos de Sanden cargando un bebé.

No tiene sentido, aunque su ropa tampoco lo tiene. No recuerdo que era lo que llevaba puesto antes de llevarme al hospital, pero dudo que el uniforme de quirófano y un gorro en la cabeza que le tapa todo el pelo sean su outfit elegido.

—Sanden— lo llamé, pero ni siquiera yo me escuché ¿Acaso no podía hablar?
—Daddy— intenté nuevamente y tras un pestañeo, Sanden volvió a estar conmigo en mi cama... sus caderas moviéndose contra las mías, su respiración agitada igualando la mía, el sudor brotando de nuestros poros mientras nos dábamos placer desenfrenadamente...

Pestañé una y dos veces, luego otras tres veces más, pero no pude aclarar mis ideas.

Sanden se movía tan deliciosamente contra mí...y de repente allí estaba una vez más con ese monstruito en sus brazos en la sala del hospital.

—Sanden— intenté nuevamente, pero él siguió viendo al bebé y luego lo entregó a alguien más.

Miré a mis lados siguiendo con la vista al bebé y descubrí que no estábamos solos. Había una gran cantidad de personas a mi alrededor, todas vestidas con uniformes de quirófano.

—¿Qué está pasando? — pregunté, pero no fui escuchada. Sanden regresó a mi lado, esta vez más cerca que cuando tenía al bebé, aunque nuestras miradas nunca se encontraron. —¿Daddy? — llamé por última vez sintiéndome cansada y ahora sí me miró.

Fue como si siglos nos hubiesen separado, excepto que la felicidad por volver a verme no estaba en sus ojos. Estaba triste y quizás hasta molesto, pero no sabía porqué.

—¿Qué pasa? — me sentí aún más cansada, pero debía preguntar.

Él sacudió la cabeza y me sonrió.

—Te veré más tarde, Brittany.

Y como si él lo hubiese hecho, mis ojos se cerraron.

.     .     .

Desperté por un llanto, al principio creí que era mi grito de placer, había estado soñando con esa noche repitiendo todas las posiciones en las que Sanden y yo lo habíamos hecho, excepto que aunque mis ojos se abrieron y vi un extraño techo blanco los gemidos no pararon y tras escucharlos por algunos segundos supe que no eran gemidos sino un llanto, el peor de todos. El que sabía que le pertenecía a un bebé.

Hice una mueca y me removí en la cama, excepto que cuando intenté girarme y ponerme la almohada en la cabeza para amortiguar el horrible ruido sentí un dolor en el estómago, no fue tan fuerte como el dolor de los días anteriores, pero sí me hizo retorcer.

Miré hacia abajo y noté que tenía sábanas que no eran mías cubriéndome hasta los hombros. Saqué un brazo sintiéndolo retenido por alguna especie de cuerda o cable y cuando lo vi casi me desmayo al ver la intravenosa.

¿Qué había pasado?

Saqué mi otra mano de debajo de las sábanas con toda la intención de quitarme la intravenosa y de inmediato descubrí que mi brazo derecho no era el único pinchado, el izquierdo también estaba conectado a algo.

—Ya despertó— murmuró una voz y una extraña se coló dentro de la habitación, la mujer traía bata, supuse que era alguna especie de doctora y me apresuré a meter de nuevo las manos bajo las sábanas en un torpe intento de evitar que me pincharan aún más.
—Hola, Brittany. Soy la doctora Margaret, encargada de la guardia de esta noche ¿Cómo te sientes? — ella me sonrió con amabilidad y se sentó en el borde de la cama. Traía una lapicera y una carpeta en la mano, pero no la abrió.

—Bien ¿Qué...qué sucedió? — mi garganta se sentía seca y por primera vez noté que me sentía sedienta. Miré a ambos lado y entonces vi los sueros conectados en cada uno de mis brazos.

¿Me deshidraté? ¿Por eso los dolores?

Debí suponer que estar en la playa sin comer ni beber y con el sol dándome en la cara todo el día traería consecuencias...

—Tu esposo te trajo anoche ¿Lo recuerdas?

Mi esposo...sí lo recordaba, aunque aún no me sentía cómoda con esa palabra.

—Sí— susurré tratando de que mi voz saliera lo menos ronca posible y fallé.

—¿Qué más recuerdas?

Sexo...mucho sexo entre el Daddy y yo.

—Nada más— murmuré, no pensaba decirle nada acerca de mis recuerdos. Luego le preguntaría al Daddy si eran reales.

—Bien— ¿Bien? En mis recuerdos no se veía ni sentía nada bien. Ella abrió la carpeta y miró en su interior.
—Según tu espediente llegaste a la clínica a las tres de la madrugada con fuertes dolores en la zona abdominal ¿Es correcto?

—Sí.

—¿Sabías lo que te estaba sucediendo?

¿Es una broma?

—No.

Ella asintió y volvió a revisar la carpeta.

—¿Entonces desconcías que estabas en trabajo de parto?

¿Trabajo de parto?

Me reí y volví a reírme.

—Ese no es mi expediente — dije entre risitas, mientras pensaba en llamar a Sanden y contarle la graciosa broma de la doctora. Aunque ella no se rió.

—¿Eres Brittany Lasquez nacida un 3 de febrero del 2004...

Mi sonrisa se fue.

—Sí, pero...

—¿Número de documento 21.345.876?

—Sí, pero...

—Estás casada con Sanden Maxwell, nacido el 18 de diciembre de...

—Eso sí es verdad, pero el resto no— la interrumpí. —No pude estar embarazada. Primero porque uso condones y tomo la pastilla. Segundo porque siempre tuve mi periodo y...y tercero porque sé que las embarazadas tienen cosas raras y yo no me sentí como una. Ni siquiera engordé...Y...y...Mis pechos no tienen leche.

Por si acaso subí mis manos y los apreté, pero nada salió.

—¿Lo ve?

—Bien, empecemos de nuevo ¿En los últimos meses notaste algún cambio en tu alimentación?

—No.

—¿Hiciste una vida normal?

—Por supuesto.

—¿No sufriste de mareos o nauseas?

—No y no.

—¿Aumento de peso?

—No — estaba más que claro, solo debía mirarme ¿Por qué no me miraba? ¿Por qué no acababa con esto e iba a buscar mi verdadero expediente?

—Hola— alguien se asomó por la puerta, era un chico vestido con el uniforme de enfermero. —¿Estamos listas? — sonrió y vi que traía una especie de carrito con una caja de vidrio encima.

—Aún no— dijo la doctora y el chico se me quedó viendo, luego miró a la doctora y tras intercambiar miradas con ella salió.

—¿Dónde está mi esposo? — pregunté.

—En el pasillo, él y tu madre esperan para entrar.

Ay, no.

—Quiero verlo.

—Está bien, volveré en unos minutos para que sigamos hablando.

—¿Y traerá el espediente correcto, Doc? — quise saber, de lo contrario no estaba interesada en seguir con esta charla. La posibilidad de que todo este tiempo estuviera embarazada era inexistente, yo lo sabía y ella debería saberlo.

Las personas simplemente no dan a luz de un día para el otro, se trata de un proceso de nueve meses...uno que no quería vivir.

—Nos vemos en unos minutos Brittany — dijo mientras se alejaba, pero no se me pasó por alto que no respondiera mi muy necesaria pregunta.

¿Acaso iba a volver con el mismo expediente e iba a intentar convencerme de que estuve embarazada?

—Hola, Babygirl — Sanden entró y cerró la puerta tras él. Ya no traía el uniforme de quirófano que le recordaba, vestía una camiseta negra y unos pantalones cortos de color rojo que estaba más que segura se los puso a las apuradas antes de llegar aquí.

—Hola, Daddy— le sonreí e incliné un poco la cabeza —¿A que no adivinas lo que dijo la doctora? — me reí.

—Dijo que estabas embarazada — se sentó al borde de la cama donde antes estaba la doctora.

—¡Sí! ¿Esta loca, no crees? Le dije que traiga el expediente correcto, aunque no estoy segura de que lo haga, tal vez tengamos que esperar a que cambien de turno para saber qué me pasó y...— miré entre él y yo, no solo el hecho de que no estaba sonriendo sino que cuando entró no hizo algo importante —¿Por qué no me besaste?

—Tenemos que hablar.

La forma en que lo dijo, como si estuviera enojado, pero a la vez no...no me gustó.

—¿Sobre qué?

—¿Quién es el padre?

¿El qué?

—¿De quién? — ¿Será que él también leyó el expediente? ¿Por qué se lo creyó? —Vamos, Daddy, eres más listo que eso ¿Sabes que no estuve embarazada, verdad?

Él no dijo nada.

—Tú no te lo crees ¿Verdad?

Él bajó la mirada y se puso a jugar con los hilos de la manta que me cubría.

—Estuve ahí Brittany, tuviste un varón, uno en perfecto estado, uno que nació completo y tenía casi nueve meses dentro de ti. —Alzó la vista, sus palabras fueron bruscas, pero sus ojos solo enseñaban tristeza.

—Eso no puede ser— me estiré y traté de tomar su mano, pero no llegué,  estaba demasiado lejos y por culpa de los sueros no lograba alcanzarlo.

—¿Entonces no sabías nada? —Estiró la mano y dejó que entrelazara nuestros dedos.

—¿De qué?

No terminaba de comprender lo que me decía, yo sabía que no estaba embarazada, pero no entendía porqué me hacía esas preguntas. Él también debía saberlo, me vio tomar las pastillas y tener mi periodo y usamos condones.

Él suspiró.

—Escúchame, Babygirl. Durante los últimos casi nueve meses haz...

—No— lo interrumpí. —No estuve embarazada ¿Por qué no me escuchas? — estaba comenzando a sentirme frustrada y encima el bebé fuera de la habitación no dejaba de llorar. —¿Por qué no lo callan? — me quejé llevándome las manos a los oídos.

—Tiene hambre, Brittany.

—¿Y por qué no se lo dan a sus padres?

Él refunfuñó.

—Porque no sabemos quién es el padre y la madre se niega a aceptar que estuvo embarazada. — clavó su mirada en mí y yo lo miré mal.

—Si hablas de mí...te aseguro que ese bebé no es mío, pero digamos que tuve un bebé, si fuera así mi bebé no lloraría, no se haría encima, sería bonito como su mami y estaría todo el tiempo en silencio para no molestarme y ¿Ese bebé? Claramente no es mío.

Sanden se llevó ambas manos al rostro.

—Brittany los bebés lloran y todo el tiempo se hacen encima.

—El mío no sería así— me crucé de brazos.

Él volvió a refunfuñar y se bajó de la cama.

—¿A dónde vas? Aún no me haz besado— le recordé.

—Voy por la doctora.

—Si es para decirme que ese bebé es mío entonces pierdes tu tiempo— le aclaré. Él alzó las cejas.

—¿Y qué se supone que haga?

—En primer lugar, besarme. En segundo preguntarme como me siento y en tercero pedirle a los enfermeros que lleven a ese bebé con su madre para que yo pueda descansar. Y en cuarto lugar quiero un expediente real que diga lo que en verdad me pasó, no quiero levantar la sábana y ver que me falta algún órgano ¿Okey?

—Eres la mujer más testaruda que he conocido— murmuró y salió de la habitación solo para entrar dos minutos más tarde con el enfermero de antes y aquel carrito con caja de vidrio donde ahora sabía que estaba el bebé llorón.

—¿Por qué me traes un bebé? Ya hablamos de esto, Sanden— hice una mueca, el monstruito no dejaba de llorar. —¿Alguien podría llevarlo con su mamá? — me quejé y por si fuera poco el enfermero tomó al bebé y lo sacó de la caja —¡No hagas eso, tiene gérmenes!

—Pues es tu germen— me gruñó Sanden y le hizo señas al enfermero para que me lo de.

—Coloca los brazos así— me indicó el chico con amabilidad enseñándome como sujetaba al monstruito llorón.

—No, gracias— señalé la puerta
—Llévalo con su mami.

—Estoy en eso— me sonrió con la misma dulzura de sus palabras y acercó a un más al bebé —Los brazitos así por favor, no queremos que se caiga— volvió a indicarme y sin que yo se lo permitiera colocó al bebé en mis brazos obligándome a hacer lo que me dijo para que no se me cayera. —¿Te sacamos una foto?

—¿Te doy una patada en el culo?

—¡Brittany!— Sanden me miró mal, pero yo lo vi peor.

—Este no es mi hijo, Daddy. Si por lo menos me escucharas un minuto.

—Míralo.

—No voy a hacer tal cosa.

—Míralo o azotaré tu trasero cuando llegemos a casa.

Me reí.

—¿De verdad? ¡Eres tan lindo!

Él rodó los ojos.

—Hazme caso.

—¡Bien, pero luego te lo llevas! — le aclaré y miré al monstruito en mis brazos. Ay, no...aiuu—¡Listo!¡Ahora llévatelo!

—Míralo bien.

Rodé los ojos y volví a mirarlo.

Es chiquito y está rojo y es demasiado feo. No entiendo porqué alguien querría tenerlo. Lo único lindo son sus ojos casi negros y su cabello marrón oscuro.

—¿Y bien? — Sanden me miró con impaciencia.

—No estoy segura de lo que esperas que pase, Sanden— no lo comprendía ¿Estábamos en una especie de programa de TV o le había pedido prestado el bebé a una pareja que recién lo tuvo para decirme de esta forma que quiere que tengamos un hijo?

—Babygirl — él miró al enfermero como si le molestara su presencia, pero a pesar de eso continuó —Sé que es difícil, pero sabes que yo nunca te mentiría. Este es tu bebé, está llorando porque quiere que lo alimentes. Te necesita, amor.

—Quiero una prueba de ADN Sanden, hagámosla y así te quedas tranquilo cuando se lo lleven ¿Te parece?

—Levanta la sábana, no necesitas una prueba de ADN, todo lo que necesitas está en tu piel.

¿En mi piel?

Sanden se acercó y tomó al bebé, el enfermero le ayudó a sostenerlo correctamente y yo levanté las sábanas y miré mi estómago solo para descubrir que ya no tenía una piel suave.

—¿Sanden...qué...qué me pasó? ¿Dónde está mi piel perfecta? ¿Y mi suavidad? ¿Por qué estoy hinchada? Yo...no soy así, este...este no es mi cuerpo, yo no...

—Respira, Babygirl — se sentó a mi lado y haciendo malabares para sostener al bebé, me acarició la mejilla, pero su caricia solo hizo que quisiera llorar.
—Estás igual de hermosa que siempre, incluso más.

—Pero...mi...mi estómago— él bajó la sábana impidiendo que siga viendo.

—Ya se va a curar ¿Ahora me crees?

Miré al bebé en sus brazos y no fui capaz de creerle.

—Eso no es mío, Daddy.

—¿Por qué no? Tiene tu pelo y tus ojos...

—Porque está muy grande. Si fuera nuestro sería una cosita así— hice un circulito con mis dedos y se lo mostré.

No sabía mucho de bebés, pero sí sabía que durante los primeros meses el bebé era apenas un frijol.

Él hizo una mueca.

—Es porque no es mío, Brittany. Yo no soy su padre.

Y volví a reír.

—Entonces tampoco es mío porque solo contigo no uso protección, yo jamás dejaría que alguien más no use, lo sabes, no es algo que yo haría.

—De hecho hay muchas cosas que pueden pasar aunque se use protección — aportó el enfermero volviendo a acomodar correctamente los brazos de Sanden en torno al bebé y yo lo miré mal, así que retrocedió dejándonos nuestro espacio.

—¿Quieres que intentemos amamantarlo, Babygirl? — Sanden acercó lentamente al bebé y lo tomé en mi regazo, esta vez no se vio tan feo, aunque sí seguía algo rojo.

—¿Es una nena?

—Un niño.

—¿Esa es tu forma para decir que es una nena? — él se rió y me ayudó a levantar las sábanas donde mis pechos desnudos se encontraban.

—Es un niño.

—¿No lo puedo...ya sabes...cambiar? — levanté ambas cejas, el enfermero se rió y se acercó a la puerta.

—Estaré afuera por si me necesitan— murmuró y salió.

—Brittany este es tu bebé y no lo puedes cambiar— me sonrió Sanden y acercó la boquita del monstruito a uno de mis pechos.

—¿Estás seguro? Una mini yo sería cool, no es que quiera una...pero si me das a elegir entre comprar vestidos y pantalones, definitivamente elijo los vestidos...las faldas, los bolsos, los collares de diamantes ¿Y si mejor me llevas de compras y olvidamos todo esto?

Sanden hizo otra mueca y luego suspiró como si necesitara paciencia.

—Sí, yo tampoco me lo creí al principio, debe ser más difícil para ti, pues no parecías embarazada, pero estuve allí cuando nació y creeme, es tuyo.

Iba a objetar, pero el siguió.

—Y no podemos abandonarlo ¿Lo entiendes?

No estoy diciendo que lo abandonemos, abandonarlo implicaría que antes fue nuestro, pero yo no estuve embarazada.

—De verdad, Sanden ¿Por qué estoy aquí? Te aseguro que darme el bebé de alguien más para convencerme de que te de un hijo no va a funcio...

Me sobresalté y miré hacia abajo.

El monstruito se había prendido con la boca a mi pecho y estaba succionando.

—¿Lo ves? Es tuyo.




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