55✧*|Esposa.
CAPÍTULO 55=ESPOSA.
Duró menos de un minuto y no sé si reírme o llenar de besos al Daddy. También pensé en premiarlo, aunque al mismo tiempo maldecirlo.
Él no ha dicho nada, desde entonces está recostado a mi lado con su cabeza enterrada en mi hombro y una de sus manos en mi entrepierna trazando formas en mi muslo. No sé qué piensa ni se me ocurre qué decirle. Nuestras respiraciones siguen agitadas, mi cuerpo está saciado y no para un día, siento que podría vivir el resto de mi vida sin sexo y aún así estaría feliz por el reciente placer.
Mi cabeza no paraba de dar vueltas con diferentes pensamientos, pero mi cuerpo se sentía relajado, estaba ciento por ciento segura de que si tenía algún nudo de tensión antes de esto, este se había ido.
Los minutos pasaban, Sanden seguía quieto, sabía que no estaba dormido pues su dedo pulgar seguía formando lo que distinguí como corazoncitos, en mi muslo, pero mientras más pasaba el tiempo, más deseaba yo que dijera algo. Pero no lo hizo y nuestras respiraciones se calmaron, mi corazón volvió a doler y me encontraba tan relajada que por un instante consideré la teoría de Sanden.
Esa sobre que el dolor en mí no es realmente dolor, sino mis sentimientos por él.
Analicé esa opción y recordé la forma en que llevé nuestras manos juntas a mi pecho, el modo en que le dije que no podía alcanzar mi dolor, pero que se encontraba allí, en mi pecho, dentro de mí y que se trasladaba a todos los lugares de mi cuerpo, como mi estómago y a veces hormigueo en mis pies.
También me pregunté porqué le conté sobre eso, porqué dejé que viera una parte de mí que es extraña incluso para mí y mucho más para el mundo. Fue como si una capa se hubiese caído y ahora me encontraba expuesta ante él.
-Sanden- lo llamé, quise decirle que de nuevo me duele el pecho, antes no pude prestarle toda mi atención, estaba desnuda esperando a que me complazca. Ahora sentía cada uno de mis acelerados latidos.
Él alzó la cabeza, me sonrió y me besó en los labios.
-¿Fue tu mejor orgasmo, Babygirl?
Le regresé la sonrisa y quitándome su mano me bajé de la cama.
-Voy al baño- le avisé, dándome cuenta al mismo tiempo de que él tenía algo de razón, que quizás sí soy una cobarde por no decirle lo que tenía planeado, aunque en mi defensa, el hielo dejó agüita dentro de mí y sumado a los peces de Sanden, debo deshacerme de esta laguna rápido antes de que un pez cresca dentro de mí y sea una mini monstruosita copia de él.
Abandoné la habitación a toda prisa y me adentré al pequeño baño que no es rosa ni de ningún color que me guste, es beige, un aburrido y vacío beige.
Oí pasos a mi espalda y justo cuando me estaba sentando en el inodoro la puerta se abrió y Sanden se recargó en el marco.
-¡Fuera! - le grité apresurándome a cubrirme con los brazos mas por costumbre que por modestia puesto que acabamos de hacerlo y yo aún seguía desnuda, pero aún así me resultaba raro estar en el inodoro con él frente a mí, viéndome.
-No respondiste- explicó y sé que ya me decidí.
No iba reírme, ni a besarlo, tampoco a premiarlo, ahora quería maldecirlo y quizás hasta golpearlo por corromper mi privacidad.
-Estoy orinando, luego te digo- mentí y de repente, sin poder evitarlo ni aguantarme por un segundo más, comencé a orinar.
Sanden soltó una risita ante el sonido y se me quedó viendo.
-Esto es raro- comenté y aparté la mirada, deseando que de una vez mi cuerpo acabe, pero hoy no es mi noche.
-Responde y te dejaré sola, Babygirl- me sonrió, totalmente inmutable al hecho de que estoy a menos de un metro de él totalmente desnuda y orinando.
Refunfuñé y asentí con la cabeza.
-Con palabras- me corrijió.
-Sí, Sanden. Duró un minuto, pero fue mi mejor orgasmo ¿Eso querías escuchar? - le gruñí y él me lanzó un beso y salió dejándome continuar haciendo mis necesidades.
Dos minutos después estuve de regreso en la habitación, Sanden estaba tocando sin parar la pantalla de su celular y sin poder evitarlo me metí a la cama y me recosté sobre su pecho solo para ver qué estaba haciendo.
Su conversación con Heyden hizo que toda mi curiosidad desapareciera, el Daddy les estaba diciendo a los monstruitos que no iría a dormir esta noche, aunque ninguno le respondió, a esta hora deberían estar más que dormidos.
-Reservaré los vuelos para mañana, ya es tiempo de que volvamos- me dijo de repente y lo observé ir a la página del aeropuerto de la isla. No hice comentario alguno, aunque mi estómago gruñió al ver que abjuntaba la información para los monstruitos, para Heyden y para él mismo, pero en ningún momento apareció mi nombre en su pantalla ni intentó comprar un último boleto para que yo viajara con ellos.
-¿Dónde se están quedando? - le pregunté, intentando sonar neutra de emociones, aunque sintiendo un nudo formándose poco a poco en mi garganta.
-A unos minutos de aquí- dijo sin dar más detalles y apagó el teléfono tras ver que eran las cinco de la mañana.
-¿Cuándo vinieron? - intenté preguntarle para alejar los malos pensamientos de mi cabeza y a la vez tratar de convencerme de que no había nada por lo que ofenderme, después de todo ellos vinieron por su cuenta, es normal que quieran irse juntos.
-Llegamos el mismo día que tú, Babygirl - me atrajo a su pecho y me subió arriba suyo sacándome una sonrisa pues amo dormir sobre las personas.
-¿Vinieron solo por mí? - pregunté y oculté mi sonrisa cuando besó mi frente.
-Sabes la respuesta, Querida.
No, no la sé. Una parte de mí quiere creerlo, pero la otra parte no deja de repetirme que Heyd se escondió en mi maleta y luego Heyden tuvo que venir por él y que solo por eso está aquí.
-¿Cómo supiste que iba a ir a ese bar? - le pregunté intentando cambiar la dirección de la conversación y él se encojió de hombros.
-La última vez fuiste ahí- explicó y asentí teniendo vagos recuerdos de Sanden dejándome en mi cama.
-Pero no sabías que iba a salir esta noche...
-Brittany, horas antes me llamaste y te corté, te conozco tan bien como para saber que no te ibas a quedar quieta y sola en la casa.
Le rodé los ojos, fue imposible para mí no hacerlo, pero a la vez le robé un pico y oculté mi cabeza en su pecho sintiendo sus brazos fuertes rodearme la espalda.
-Sé que mentiste con aquel chico- murmuré pensando en el momento en que estuvimos jugando a encontrarme una cita para la noche y que a pesar de que el chico estaba bueno, era guapo y seguramente tenía una gran dotación, Sanden dijo que no y continuamos jugando buscando a cualquier otro candidato que fuera apto pata meterse en mi cama, aunque nunca lo encontramos.
-Y yo sé que dejaste que mintiera- me acarició el cabello con una mano y bajó la otra a mi trasero dándole un suave apretón a mis nalgas. -Lo que no entiendo es porqué lo hiciste, tenías muchas ganas de follar con alguien y vengarte de mí ¿Será porque me amas?
-Duérmete, Sanden- lo corté y cerré mis ojos invitándolo a que me imite y espere junto conmigo a que el sueño lo alcance.
-¿Alguna vez me dirás que me amas?
-¿Alguna vez sacarás cinco y no cuatro boletos de avión? - ataqué antes de tener que responder.
-Lo haré pronto- dijo y abrí mis ojos encontrándome con sus largas pestañas y sus ojos claros cerrados y preparándose para dormir.
¿Lo hará pronto? ¿Qué significa eso? ¿Cuándo es pronto para él? ¿Una hora antes de que salga su vuelo? Probablemente para entonces ya no haya más boletos ¿Planea dejarme aquí?
-¿Entonces no volveremos juntos? - le pregunté intentando mantenerlo despierto y de ocultar mi tono indignado, pero él se tardó mucho en hablar, así que le pellizqué el brazo y él gruñó demostrándome que seguía despierto, aunque al parecer quería tomarse su tiempo para decir algo.
-No, tú te quedarás aquí y los niños y yo regresaremos mañana.
De repente mi estómago dolió más que nunca, pero lo ignoré, pues tenía dos pensamientos totalmente contradictorios jugando en mi cabeza.
Por primera vez quise suplicar.
Suplicarle a Sanden que me lleve con él, que saque otro boleto y nos vayamos juntos, pero por supuesto mi orgullo le gruñía a esa idea y la rechazaba sin siquiera considerarla, a pesar de lo mucho que dolía.
-¿Y si quiero regresar contigo? - pregunté finalmente haciéndolo sonar como un reto, como si yo aún tuviera el control y no porque quería comprender porqué él había cambiado de opinión y ahora pensaba dejarme. Después de todo, me había llamado, dijo que quería que regrese, cumplió con mis condiciones, logró darme un orgasmo increíble y yo había aceptado regresar.
No había razones para que estuviéramos separados por más tiempo, al menos yo no las veía.
-Te quedas- declaró con firmeza y me volví a sentar sin importarme estar sobre su cuerpo y que probablemente mañana aparecerían algunos hematomas desperdigados por todo su torso. Él ni siquiera se inmutó, el pija caliente permaneció con su mirada serena y los ojos cerrados.
-No, voy contigo- declaré igual de firme que él y me volví a acomodar para dormir, dándole fin a la discusión.
-Dije que no, Brittany.
-¡Dime porqué! - exclamé incapaz de aguantarme. Debía saber qué rayos lo hizo cambiar de opinión. -¡No puedes simplemente follarme y luego irte!¡No está bien!
En cuanto lo dije supe que había caído en la misma trampa que yo misma le había puesto a él.
Yo lo había follado y abandonado en un principio.
-Solo estás devolviendo el golpe- murmuré para mí, pero él lo escuchó y se rió.
-No te estoy devolviendo ningún golpe, no sería capaz de follarte y luego abandonarte ¿Recuerdas lo de arrinconarte contra la mesa y no contra la puerta? Bueno, papá también me enseñó que simplemente no puedes abandonar a una mujer hermosa luego de estar entre sus piernas y tú eres muy hermosa, especialmente hermosa- hizo una pausa para alzar la cabeza y aún con los ojos cerrados encontró mi mejilla y la besó. -Además, Querida, dijiste que volverías en tres días. Solo te estoy dando tiempo para que te acostumbres a la idea de que en cuanto regreses serás mi esposa.
Ignoré eso último y me concentré en lo de hermosa.
-Ya abandonaste a esta chica hermosa ¿Recuerdas cómo comenzó esto? Incluso me dejaste atada y desnuda- le recordé.
-Y fue un error lamentable, pero no volverá a ocurrir. En tres días nos veremos en la graduación de Alonso ¿De acuerdo?
La graduación de Alonso. Cierto.
-De acuerdo. - acepté.
-Y Brittany...
-¿Sí, Sanden?
-Daddy no puede aguantar más que eso, realmente te necesito, no faltes- soltó haciéndome reír.
-Me di cuenta- me burlé sin necesitar darle una mirada a su entrepierna que por ahora dormía, mi tono burlón se lo decía todo, su cuerpo había extrañado con ansias al mío y luego agregué: -Solo un loco que extraña mucho a su novia la vería orinar y le sonreiría.
-Entonces soy un loco porque te extraño y a diferencia de lo que creas no me resultó raro, parecías muy relajada deshaciéndote de mis pecesitos.
No sé si se estaba burlando o hablaba con la verdad, pero elijo la primera, la segunda opción sería muy extraña, incluso para mí.
-Hablando de pecesitos, necesito una pastilla, Sanden.
Él abrió los ojos y me miró, había dolor oculto tras ese brillo con el que me miraba, pero no había nada que yo pudiera hacer por él. Yo no quiero hijos.
-Iré por la mañana- me dijo y presionó mi mano en su pecho.
-Sanden...
-Lo prometo, Babygirl. - me dijo viéndome a los ojos, pero no supe si creerle o si podía confiarle esto, me aterra entregarle el control total de mi cuerpo y que al final se aproveche.
Él me observó, esperando a que asienta, a que le diga "Está bien, Daddy", pero no lo hice y esa es la razón por la que me bajó delicadamente de su pecho y empezó a vestirse.
-¿A dónde vas? - interrogué cubriéndome con las sábanas y abrazándolas a mi pecho.
-Por tus pastillas- oí el enojo en su voz. Él ahora sabía que no confío lo suficiente.
-Sanden, no es nada personal- le aclaré y estiré mi mano tomando la suya, evitando que se vaya. -No es por ti ¿Sí?
Él me frunció el ceño y dejó que lo meta de regreso a la cama, ahora tenía el pantalón puesto, pero no me importó, volví a colocarme sobre él y regresé una de sus manos a mi espalda y la otra la acomodé en mi trasero para que me abrace. Él me dio un apretoncito a cambio y dejando un beso en su hombro comencé a susurrarle al oído.
-Si fuera otra mujer, si estuviera en otra situación, te aseguro que estaría encantada de tener a tus bebés. Me embarazaría hasta que mi cuerpo ya no aguantara otro embarazo y aún entonces soñaría con verte besar mi gigantesca panza- le conté y besé su mejilla. Él sonrió. -Pero no soy esa mujer. No soy el tipo de mujer que sería feliz teniendo hijos, no me gusta la idea y no me imagino siendo madre. Simplemente hay un grupo de nosotras que no quiere ni desea convertirse en mamá y cuando lo hacen, Sanden, no sale bien. Ella, su pareja, los niños y todos a su alrededor terminan siendo infelices ¿No crees que sería injusto traer al mundo a un niño que no voy a querer?
-Te agradan los gemelos- murmuró, su voz oyéndose algo floja.
-Sí, pero eso no significa que los quiera como míos. Mírame, soy el perfecto ejemplo de la tía millonaria que conciente a sus sobrinos, pero que no tiene hijos ¿Y sabes por qué? Porque puedo estar con ellos, puedo jugar e incluso entregarles mi dinero cuando metan sus manos en mis bolsillos o retarlos solo lo mínimo cuando destruyan mi maquillaje o se metan en mi maleta, pero siempre que lo hago, siempre que estoy con ellos no los imagino como mis hijos, tengo en claro que le pertenecen a alguien más, que al final del día no serán mi responsabilidad y podré hacer mi vida a mi manera. Lo siento Sanden, pero no lo siento, no quiero ser mamá.
Hubo silencio, el tiempo comenzó a pasar y yo apenas podía respirar, necesitaba que me dijera algo, lo que fuera, incluso si ese algo suponía darle más ejemplos de porqué no sería una buena madre.
Tendría una lista en menos de diez segundos si lo requería y le explicaría cada una de mis razones con sumo de detalles.
-¿Al menos podemos tener un perrito? - preguntó y alcé la cabeza encontrándome con el brillo de sus ojos.
-¿Un perrito? - fruncí el ceño y él me acercó para besarme.
-No voy a obligarte a un embarazo, Bri, aunque no me gusta y sigo deseando ser padre de tus bebés, sé que tienes razón, cariño. No quiero traer niños al mundo y que sean infelices, así que ¿Vamos a tener un perro? ¿O un gato? Siempre quise un elefante...
Solté una risita y pasé mi lengua por toda su mejilla.
-¿Un elefante, Sanden?¿En serio?
Él se encogió de hombros bajo mi cuerpo.
-Cada uno con sus sueños, babygirl.
-Cierto, yo quería un Pumba, pero mamá no me dejó.
Sanden soltó una gran carcajada.
-¿Sera porque es un puerco demasiado decente como para tenerlo en un apartamento?
-Eso y que comen mugre y yo no pensaba limpiar- me reí. -¿Entonces un perrito? - pregunté.
-¿Mejor tres o cuatro? - sugirió.
-¿Tantos? - pregunté, definitivamente íbamos a tener que contrar a alguien para que limpie pues está más que claro que la popó no combina conmigo.
-O podría embarazarte...
-Cuatro suenan bien, cinco si quieres- me apresuré a decir y él se rió.
-¿Sabes por qué quiero tantos?
Sacudí la cabeza, realmente no lo entiendo, yo nunca tuve una mascota, la única vez que mentí diciendo eso fue en la veterinaria y aún así no me dieron al hurón que quería.
-¿Por qué? - pregunté y boztecé, el sueño me estaba alcanzando, ya pronto comenzaría a amanecer.
-Me excitaba mucho la idea de tenerte embarazada y grandota completamente llena de mí, así que cuatro perros o cinco deben ser suficientes para tapar con su cariño y amistad eterna ni excitación ¿Entonces sí a los perritos?
Hice una mueca y me esforcé por dormirme.
-Sí- murmuré, pero solo me quedé pensando en sus palabras ¿Por qué rayos se excitaría por tenerme embarazada?
Traté de dormir, de verdad que lo intenté, pero mierda, la tentación era tanta que no pude evitar preguntar.
-¿Tienes algún fetiche con las mujeres embarazadas?
Él se incorporó y casi me tira fuerq de la cama, caí justo al borde y golpeé la cabeza contra el colchón quedándo algo despatarrada.
-Lo siento- me tomó de la cintura y me llevó de regreso a su pecho. -No tengo ningún fetiche de esos- aclaró como si fuera algo raro -Pero solo imagínalo, un día te hago el amor amándote con locura y luego a los nueve meses nace nuestro bebé, sé que a ti no te gusta, pero mierda, si fueras yo pensarías ¡Qué rayos! ¡Solo tuve que tener sexo con la mujer más increíble del mundo y ahora nacerá una mini copia de mí!¡Soy un campeón!
Me reí y él se me unió.
-Eso es una locura- dejé que me besara y me acurruqué escondiendo la cabeza en el hueco de su cuello. -Pero Daddy- bajé la voz y rocé mis labios en su oreja. -Siempre puedes jugar a llenarme.
Él gimió y sus manos se apretaron alrededor de mi trasero.
-¿Vamos a dormir? - me apresuré a decir, ya es malo una sola vez, no quiero hacerlo más veces y que otros millones de pecesitos se sumen a mi piscina.
Él asintió y nos cubrió con la sábana.
-Daddy. - boztecé.
-¿Sí, Babygirl? - repitió contagiándose mi bostezo.
-Ve a buscar las pastillas cuando despiertes, pero no te las olvides, por favor- le pedí y cerré mis pesados parpados.
-¿Babygirl?
-Hmm- gemí intentando acomodarme mejor para que mis pechos no se aplasten.
—¿Volverás a casa en tres días?
—Hmm.
—Dilo ¿Sí o no?
–Sí, ya duérmete — refunfuñé.
—Bien, sueña bonito, esposa.
Le di un suave golpesito en el hombro y me quedé quieta, el sueño ya me estaba alcanzando.
-Esposa, esposa, esposa. Me gusta como suena cuando digo: Te amo tanto esposa- se burló y para que se calle le atrapé el pollito entre mis piernas.
-Duérmete o lo ahorco.
Y no mentía.
-Bien, te amo...esposa.
-¡Sanden!
Él se volvió a reír.
-Iré por las pastillas- prometió, y se acomodó rodeándome por completo con sus brazos.
-Descansa, Daddy.
-Tú igual...esposa.
Idiota.
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