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52✧*|Conclusiones.

CAPÍTULO 53= CONCLUSIONES.

Sanden no me llamó llorando y pidiéndome que regrese corriendo a sus brazos.

Al principio sonreí esperando su llamada porque él no era el primero que me pedía que volviera y ya me conocía la rutina gracias a todas mis citas. Cinco minutos y el celular sonaría, tranquilamente podría convertirlo en un dicho, pero pasaron cinco minutos y nada. No me alteré, obviamente como el Daddy es testarudo tardaría unos minutos más, así que esperé otros cinco, aunque él no llamó.

De inmediato pensé en marcarle a Heyden para saber qué rayos pasaba, estaba más que claro que algún loco había matado al Daddy, por eso no me llamó, pero como se supone que huí de él y no al revés, no hice la llamada y solo esperé, despuésee todo soy su...agg...esposa y tarde o temprano me llamarían para darme la triste noticia y preguntarme qué debían hacer con el cuerpo.

Sin embargo esa llamada tampoco llegó y tuve que aceptar que Sanden no me quiso llamar, ni mandar un mensaje o siquiera un correo.

No me gustó, no podía permitirme perder mi toque, así que hice lo que cualquier chica de mi edad haría y marqué uno por uno a todos con los que una vez salí preguntándoles del uno al diez cuanto llegaron a extrañarme.

Veinte dijeron entre nueve y diez.

Cinco me preguntaron qué tenía que hacer en la noche y de inmediato colgué.

Otros tres no respondieron.

Y con el último me atendió su novia, fue incómodo. La desgraciada me colgó, pero aún así llamarlos uno por uno no me ayudó a sentirme mejor, fue al revés, no entendía cómo Sanden aún no me llamada y los otros veintinueve chicos sí lo habían hecho en su momento.

Eso me carcomió la cabeza, pero no tanto como verme a mí misma desesperada revisando la hora de mi celular cada pocos minutos.

Cuando me trajeron el almuerzo que encargué, el chico del delivery me miró de arriba a bajo y gracias a eso llegué a unas cuantas conclusiones.

Uno: Mamá debe conseguir una lavadora que funcione más rápido, no quiero que más chicos del delivery se me queden viendo la ropa interior.

Dos: Estoy igual de buena que siempre.

Tres: Sanden no me llamó porque así lo quiso, de lo contrario ya lo habría hecho.

Cuatro: Si tu esposo con el que te casaste de mala gana, no te da bola, entonces búscate a alguien más joven, más bueno y con una dotación más grande.

Y eso tengo pensado hacer en la noche. Voy a salir, voy a ir al mismo bar de ayer a la noche. Voy a beber menos para recordar todo y voy a encontrar alguien más joven, bueno y tan dotado que mañana mis piernas no funcionen y yo no pueda caminar.

Sonreí con mi hamburguesa en la mano y encendí la televisión. Aún faltaban horas para la noche, pero mi corazón latía con tanta fuerza por la espectativa de salir que apenas podía concentrarme en el tonto programa que estaba viendo.

.     .     .

Llegué al bar y aunque el lugar se encontraba lleno, mis ojos de inmediato se detuvieron en la espalda de un moreno que bebía con sus amigos. Su sexy trasero, su postura relajada y esos grandes hombros y espalda musculosa fueron la causa de mi atención.

No me importó que estuviera rodeado de otros dos chicos o que aún no le hubiese visto la cara, mis ojos estaban enfocados en ese sexy y probablemente pelliscable trasero que colgaba bajo su espalda y que volvía poco inportante ver si es atractivo de rostro o no.

Tomé asiento en la barra a unos dos metros de él, sonriendo por dentro al encontrar los últimos dos asientos vacíos, uno para mí y próximamente el otro para él.

Antes de entrar en acción me tomé un segundo para analizar mi atuendo, hoy no traje tacones, aprendí de la noche anterior que si no quería enterrarme dos metros abajo arena y ensuciarme los pies debía optar por unas zapatillas.

En mi caso yo no tenía zapatillas, pero encontré unas bonitas zapatillas rosas en la casa que eran de mi mamá y se encontraban en buen estado. Aprovechando el color rosita y que la lavadora después de mucho tiempo lavó y secó mi ropa, elegí un vestido del mismo color rosado solo que unas tonalidades más claro casi llegando al crema y dejé suelto mi cabello para poder coquetear fácilmente con él.

También me puse unos pendientes de oro y una pulsera del mismo material que Alonso había colado en mi maleta y que fueron la única joyería que se salvó de que Heyd no los sacara antes de colarse dentro.

El barman por fin se acercó a tomar mi orden y pedí un margarita, ya que como no recordaba nada de ayer, no me iba a arriesgar a que hoy sucediera lo mismo y me olvidara de todo lo que haré esta noche.

En poco tiempo tuve mi bebida en la mano y mi plan atrapa hombres se puso en marcha.

Miré en dirección a los chicos, aquel moreno seguía conversando de espaldas a mí, así que enfoqué mis ojos en uno de sus amigos que ante el calor de mi mirada no tardó en alzar la cabeza y verme.

Sus ojos me recorrieron de arriba a bajo, era lindo y joven, probablemente solo un año mayor que yo, su pelo rubio estaba recortado al raz, tenía labios pequeños y una mandíbula firme, lo recorrí de arriba a bajo y entonces noté sus pantalones extra ajustados y lo descarté, aunque tiene dos de las cosas que necesito, la tercera es la más importante y dudo que la tenga.

Aún así le sonreí y moví apenas mis ojos hacia su amigo enseñándole de quién quiero la atención y regresé a mi bebida viendo como el barman seguía preparando tragos.

De reojo capté movimiento y girando sutilmente la cabeza noté que ahora los tres chicos me veían. Aún coqueteando moví todo mi cabello para un solo lado dejando al descubierto mi hombro y bebi un largo trago directo de la bombilla de mi margarita.

La emoción se sintió en mi estómago, hacía tanto que no jugaba a coquetear que había olvidado lo que se sentía atraer a las personas a mi red. Me sentí estimulada y poderosa, también algo ansiosa, mis líneas sobre "Solo algo de una noche" a este punto estaban algo gastadas y no las recordaba del todo, así que solo me quedaría improvisar, pero sería igual de divertido.

Giré sutilmente la cabeza y vi al moreno acercándose a mí.

Mis pulmones se vaciaron de alivio, lo último que quería era que su amigo hubiese entendido que quería con él y con el moreno. Ya me había pasado,  al parecer sonreírle a alguien e indicar con la cabeza a otra persona, puede tener doble sentido y formar un momento incómodo.

Sorbí las últimas gotas de mi margarita vaciándolo por completo y sonreí para mis adentros cuando el asiento a mi lado fue ocupado y el moreno se inclinó hacia mí.

—¿Lleno tu vaso? — casi me atraganto con el doble sentido, pero mantuve la compostura y asentí levemente fingiendo quedarme hipnotizada por sus bonitas y largas pestañas. Ahora que lo tenía de frente podía verlo y no era un diez, pero sí un ocho y con eso me bastaba. Lo quería, solo esperaba que él lograra cumplir con los puntos dos y tres de mis requisitos.

Él alzó su mano llamando al barman y logrando distraerme con sus largos dedos.

Santo cielo.

—¿Estás sola? — preguntó y como siempre estuve a punto de mentir y decir que estaba bien acompañada de mis amigos. Era más por mi seguridad que por coquetear, no obstante, no llegué a abrir la boca.

—No, ella está conmigo— dijo una voz a mis espaldas y unas grandes manos me rodearon la cintura.

Sanden.

Reconocería esa voz en cualquier parte.

Mi cuerpo vibró y mi estómago se retorció, me mordí el labio y me quedé quieta viéndolo con enojo pues después de todo nadie lo había matado.

¿Cómo se atreve a no llamarme para suplicarme y convencerme de que regrese a sus brazos?

—No, no es cierto.

En cuanto lo dije, el moreno se levantó de su asiento a mi lado y se metió entre Sanden y yo.

—Oye, amigo búscate a otra, no está bien mentir frente a una dama. — le dijo el moreno a Sanden y casi me derrito, pero teniendo al Daddy junto a mí era imposible derretirme ante alguien más.

—Ella es mi esposa y no soy tu amigo. — El tono de Sanden no dejó lugar para discusión, vi al moreno dudar como si considerara la opción de irse y tuve que intervenir, aquí solo se irá una persona y no es él.

—Dijiste que tendríamos una relación abierta, Sanden— le recordé y su mano se apretó a mi cintura al mismo tiempo que sus ojos claritos, pero fulminantes me quemaban e indicaban que me callara o me iba a castigar.

—No esta noche, babygirl— me dijo y giró su cabeza al moreno que veía de Sanden a mí. —Aléjate de mi esposa en este mismo instante.

La crueldad de su voz solo me hizo excitarme, aunque el enojo por que hubiera echado al número treinta y uno, no desapareció.

El moreno me miró y se marchó ofendiéndome al no querer pelearse con Sanden por mí.

En cuanto el banco estuvo vacío Sanden lo ocupó y me tomó por la barbilla.

—¿Ibas a revolcarte con él? — el enojo en sus ojos me dio coraje para sonreír y asentir.

—Sí, ese era mi plan.

Sanden liberó mi barbilla y regresó sus ojos a donde el moreno había vuelto con sus amigos y se mostraba furioso caminando de un lado a otro.

—Es una lástima que no llegaras antes, Babygirl, de lo contrario lo hubieras visto intercambiando lengua con sus amigos.

—¡¿Qué?! — esto no es posible, no detecté nada gay en él —¿Y tú cómo lo sabes? — gruñí.

—Porque llevo esperándote desde hace una hora— explicó y me llevé las manos a la cara reprimiendo un grito de frustración.

—¡Esto es tu culpa! — le grité y me giré a verlo. Su sensual aspecto me dejó boquiabierta por un segundo y tuve que pestañear aclarando mis pensamientos, pero al segundo siguiente el enojo volvió. —¡Las habilidades de tu pollito obstruyeron mis sensores caza hombres!— volví a gritar y él me cubrió la boca, aunque ya todos nos habían oído y ahora nos veían.

Me removí para decirles a todos que se metan en sus asuntos, pero Sanden no me dejó.

—No grites esas cosas— me retó y lamí su mano para que la quite de mi boca. —¿Sabes que estoy imaginando esa lengüita en mi polla, cierto?

Rodé los ojos y dejé de hacerlo. Él también quitó su mano.

—Vine aquí para alejarme de ti, Sanden. — comencé a levantarme, pero él no me dejó y me volvió a rodear la cintura con sus manos. —¿No entiendes que no quiero hablar contigo?

—Entonces no hablemos, juguemos, dime cuál era tu objetivo.

—¿Mi objetivo?

—Sí ¿Qué tipo de hombre buscabas?

Sonreí y sacudí la cabeza.

—No buscaba a un hombre Sanden, no quiero a alguien mayor.

Supe que eso le dolió, así que seguí.

—Joven, bueno y superdotado. Esos son mis objetivos.

Él se me quedó viendo, estuvimos en silencio por largos segundos, hasta que decidió que ya era insoportable.

—Te propongo algo.

—No vine a hacer tratos. — me apresuré a decirle. —Ya viví varias experiencias muy malas por hacer tratos contigo.

¡Hola! Estoy casada, la historia no se repetirá tres veces.

—No es un trato, dijiste que no querías hablar y yo te dije que juguemos, asi que...— miró a su alrededor y sonrió con alarde. —Si consigues a alguien joven, bueno y con una dotación más grande que la mía no me interpondré en tu camino y podrás hacer lo que quieras con él.

—¿Cómo se supone que...

—Pero si no lo encuentras, pasaremos la noche juntos y harás lo que yo quiera ¿Aceptas?

Nos quedamos viendo y tuve que hechar varios vistazos a mi alrededor para asegurarme de ver a muchos chicos jóvenes y buenos.

—¿Cómo sabré qué tan grande la tienen? — le pregunté —¿Planeas que desnude a cada uno?

Él sacudió la cabeza viéndome con horror, se inclinó, me robó un beso que no llegué a rechazar y llevó mi mano a su entrepierna.

Mierda, mi pollito, ahí estás.

—Hay muchos secretos de los hombres que no conoces, babygirl. Yo te diré si son competencia o no ¿Aceptas o te acobardas?

Me alejé y crucé los brazos sobre mi pecho enseñándole que estoy enojada y que no confío en él.

—Yo nunca me acobardo, Sanden.

—Tengo mis dudas, me abandonaste ¿Recuerdas?

No respondí, solo me encogí de hombros y él suspiró.

—¿Jugamos? — preguntó finalmente y de mala gana asentí con la cabeza. De inmediato él me levantó de mi asiento y me subió a sus piernas pegando mi espalda a su pecho y encajando su cabeza en la curvatura de mi hombro.

—De esta forma puedes ver mejor— susurró en mi oído y plantó besos en mi cuello. —¿Qué esperas? Empieza, quiero conocer los gustos de mi esposa.

Apreté los dientes y fingí no escuchar eso último, realmente odio la palabra.

Cerré mis ojos tomándome un segundo para disfrutar como se sentía su pollito encajado debajo mío y luego me concentré en el juego observando a mi alrededor y encontrando a un castaño que bebía cerveza del otro lado de la barra.

—Ese— lo señalé con disimulo para que Sanden lo pudiera ver y por un segundo dejó de besarme, luego se rió y volvió a llenar de besos mi cuello.

—Brittany, él tiene novia.

Miré a la mujer a su lado que tenía su mano entrelazada y encogí los hombros.

—Ese— repetí y él suspiró volviendo a parar sus besos para ver al chico.

—No, ella no se ve complacida, mira sus ojeras, te aseguro que no tiene una superdotación para disfrutar, de lo contrario ella tendría una sonrisa en su rostro y un cutis perfecto.

Refunfuñé y volví a mirar la barra, pero los besos de Sanden comenzaron a distraerme.

—¿Podrías parar?

—¿Por qué? ¿Extrañas mis besos?

Gruñí y lo ignoré, no voy a responder a eso.

Alcé mi dedo y señalé a un colorado que estaba solo y se inclinaba sobre la barra intentando llamar la atención del barman.

—Ese.

Sanden maldijo y de mala gana volvió a dejar de besarme para ver al chico.

—No es tan joven, probablemente tiene mi edad ¿Y tú no quieres alguien cinco años mayor, cierto?

Contuve un quejido y continué con mi búsqueda, él volvió a besar mi cuello.

Miré más allá de la barra esta vez, regresando mis ojos al grupo de tres chicos de hoy.

—¿Es una broma? — gruñó el Daddy y me encogí de hombros. —Santos cielos, Brittany.

Reí y los señalé insistiendo a que me diga porqué no debería acostarme con alguno de ellos.

—Bien— refunfuñó —El moreno ya no se te va a acercar, sabe que estás casada, el rubio la tiene pequeña, de lo contrario esos pantalones lo ahorcarían y el otro...Brittany no puedes considerar a ese como "Bueno" hasta a mí que no me gustan los hombres sé que es un No.

Rodé los ojos y continué con mi búsqueda.

—Ese— Sanden siguió mi dedito señalador y sus besos se detuvieron definitivamente.

—No.

—Tenemos un trato— le recordé y me bajé y giré a verlo. Nuestros ojos se encontraron. —¿Encaja o no?

Miró al chico, a la altura de casi dos metros que superaba la suya, a las manos grandes con las que sostenía su bebida, al pantalón que se aferraba dulcemente a sus caderas y a la camisa que se ajustaba a su musculoso cuerpo, luego me miró a mí y una vez más a él.

—No, no encaja.

Supe que estaba mintiendo y por alguna razón eso no me molestó, el juego había hecho que ya no deseara tener sexo con un extraño y estaba disfrutando de jugar a esto mientras el daddy me besaba.

Asentí fingiendo mi mal humor, oculté mi sonrisa y regresé a sus brazos, haciendo a un lado mi cabello para que volviera a besarme el cuello.

—Continúa— me instó y lo hice, por el resto de la noche yo señalaba a todo tipo de hombres, algunas veces señalaba a señores mucho más mayores solo para ver qué me decía y para mi sorpresa sí me dejó acostarme con esos vejetes alegando que tendrían que tomar cierta pastillita para que algo se pusiera duro allí abajo.

En algún momento comenzamos a reír y a beber pasándola bien. El juego continuó, Sanden no volvió a mentir y luego de señalarle a treinta chicos llegué a una nueva conclusión que ningún científico iba a poder negar y es que, cada treinta hombres, solo uno tiene una gran dotación.

¿Las pruebas? Mis ex, tengo veintinueve y Sanden es el número treinta y también es ese uno afortunado.

¿La segunda prueba? Ese chico por el que Sanden mintió, fue el único que quizás pudo igualar a mi pollito.

El juego acabó cuando ya no quedaron más chicos. Sanden quedó como único ganador y luego de pagar todos nuestros tragos me llevó caminando por la playa a la casa de mamá.

—¿Cómo sabes dónde me estoy quedando?

O mejor ¿Qué hace él aquí? Se supone que debería estar en Diagonal Mar con los monstruitos y Heyden.

Una imágen borrosa de Sanden bajándome en sus brazos de un taxi y metiéndome a la casa de mi madre se coló en mi cabeza tan rápido como se fue.

—Te traje aquí, anoche— explicó lo que yo estaba apunto de preguntar y dejé de caminar.

—¿Usaste condón, cierto?

No recordaba haberme acostado con él, ni hoy por la mañana me sentí como si hubiese tenido sexo, pero no quería arriesgarme, aún había tiempo para tomar la pastilla ¿Verdad?

—Brittany, no tuvimos sexo.

Lo miré con desconfianza y él suspiró.

—Lo juro, solo dormimos.

Asentí y volví a caminar, él entrelazó nuestras manos y lo dejé, pero tuve que hacer un gran esfuerzo para impedir que la cagadera volviera, de repente con la llegada de Sanden sentía como si todo mi cuerpo se revelara en mi contra.

Mis manos sudaban, mi estómago dolía y mi boca suspiraba ante su visión. Tres signos obvios de que debía alejarme de él.

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