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36✧*|Desayuno

CAPÍTULO 36=DESAYUNO.

Estaba inquieta, demasiado. A diferencia de otras veces no me sentía cómoda durmiendo sobre Sanden, así que comencé a girarme. Primero a la derecha recargando mi cabeza sobre su hombro y luego a la izquierda usando como almohada su frente, pero no ayudó a combatir el insomnio y en su lugar terminé despertando al daddy.

—¿Babygirl?— preguntó medio dormido y reí por lo bajito.

—No puedo dormir— murmuré volviendo a acomodarme sobre su pecho, abrí las piernas y metiendo la mano entre nuestros cuerpos acaricié y guié su pijacaliente hacia mi interior, quizás si lo rozo y finjo que tuve una noche alocada de sexo salvaje pueda dormir.

—¿Quieres que te acune en mis brazos?— preguntó dejándose tocar por mis habilidosas manos.

—No, sólo quiero dormir— hice puchero y dejé en paz a su miembro fallando en el intento.

—¿Qué te preocupa?— preguntó y me pasó las manos por la espalda aplastando mis pechos al apretarme a su torso.

—Nada— encogí los hombros y traté de frotarme contra él, pero aunque lo intentara, no tenía ganitas.

—Una babygirl le cuenta todo a su Daddy— me recordó.

—No me preocupa nada— repetí, pero como estaba aburrida dije: —Dime qué más tendré que hacer como tu babygirl— me senté sobre su regazo y coloqué mis manos en sus hombros como lo haría si estuviéramos teniendo sexo.

—Primero que nada debes dejar que te cuide— suena más fácil de lo que es. Soy alguien independiente y por lo general lo sacaría a patadas si me dijera "Hazte a un lado, yo te defiendo".

—¿Tendré que vestirme como niña?— le pregunté recordando las estúpidas bragas rosas que le encantaron y que yo odié.

—Sólo la ropa interior, recuerda que hay niños en la casa— se rió y me besó en la frente. —Debes llamarme Daddy, debes contarme tus sentimientos, también tus inseguridades, pero más importante debes confiar en mí.

.     .     .

—Bri.

—Bri.

—Britrany.

—Brittany.

—¡Briiiii!

Gruñí y estiré la mano, oí un quejido y reí volviéndome a tapar.

—¡PRIMO, NO QUIERE!— Gritaron en mi oído y di otro manotazo.

¡CÁLLENSE!

—Muy bien, salgan y déjenme a mí— oí a Sanden decir y me aferré a los postes de la cama.

Tengo sueño y ni los monstruos ni su primo me van a sacar de esta cama...es tan cómoda.

—¡Suerte!— se rieron los gemelos y salieron asotando la puerta.

Sentí los pasos de Sanden y cuando menos me lo esperé se me acostó a mi lado y me tomó por la barbilla.

—No me voy a levantar— le aclaré y me acomodé lejos de sus manos. Él se rió y me tomó por la barbilla exponiéndome a los horribles rayos de sol.

Pestañeé y frente a mis ojos tenía algo brillante.

—¿Qué es eso?— pregunté adormilada y él se inclinó sobre mí, puso una mano sobre mi trasero y sus labios en mi oído sin dejarme apartar la vista del brillante.

—Tu nuevo diamante— en cuanto lo dijo me alejé, lo empujé y caí de la cama.

—¡NI SE TE OCURRA!— Grité ahora viendo con claridad el gigantesco plug que tenía en su mano.

Él me observó y se rió a carcajadas.

—Aún no estás lista para él, solo quería que te levantaras— se rió mucho más y me estiró las manos para que me acerque, pero ni loca.

El plug aún está en la cama, por lo tanto mi culo peligra.

—¿Por qué me querían despierta?— pregunto y tratando de que no lo note me deslizo hacia la puerta del baño.

Lejos del plug = Estar a salvo.

—Porque vamos a desayunar juntos— explicó y por costumbre rodeé los ojos.

La última vez que participé de un desayuno familiar tenía quince años y eramos mi madre, Alonso presentando a Reygi como su novio y yo en medio de ellos sin saber dónde meterme para evitar la reacción de mamá.

No salió bien.

—Paso— dije y señalé la puerta. —Avísame cuando acaben— me levanté del piso y tomé mi celular que desde anoche cuando elegimos la habitación de invitados en la mansión se está cargando.

—Babygirl mis primos no han desayunado en familia desde hace dos años— me dijo y bufé.

Lo que una tiene que hacer por su Daddy.

—Bien, pero no aceptaré que me alimentes en la boca, tampoco me pondré un babero, chupete o usaré mamadera, Babygirl sí, pero no para tanto— le aclaré y tomé sus manos que aún estaban estiradas para que las tome.

Él me acercó y me regresó a la cama.

—No te pondré un chupete a menos que te portes mal o que tenga que hacer callar, pero para eso tengo algo que te encanta— me guiñó un ojo y yo le rodeé los míos.

—Es demasiado temprano para responderte— me quejé y me monté sobre sus piernas.
—Sabes, Daddy— dije coquetamente y comencé a jugar con su pantalón, él alzó ambas cejas y torció la sonrisa como diciendo "¿Y ahora qué?". —¿Qué tal si luego del desayuno me dejas regresar a la cama? No tienes idea de lo excitante que sería para ti verme dormir.— Metí mi mano dentro de su pantalón y cerró los ojos cuando acercó su boca.

Bésame, desayunamos y me regreso, anda, hazlo.

—No— se rió y presionó sus labios, pero yo corté el beso.

—Entonces no abrá más besos, espero que lo hayas disfrutado porque será el último— advertí y él me quitó el celular.

—Lo mismo digo— dijo y se bajó de la cama caminando hacia la puerta. —Te espero en la mesa, no me hagas venir por ti o usaré el plug.

Iba a protestar, pero entonces dijo: —Te amo— y me quedé en silencio viéndolo salir de la habitación llevándose un suspiro idiota de mi parte.

En los siguientes minutos me duché, vestí y cuando ya estuve lista fui a desayunar, pero al llegar al gran comedor no ví a nadie.

Miré por los pasillos y no se oía ni un solo ruido así que esperé y esperé y esperé, hasta que me aburrí y me senté frente a la mesa en una de las cinco sillas.
Apoyé mi cabeza en la mesa y cerré los ojos, pero entonces Sanden llegó y me sonrió.

—Muy bien— se acercó y beso mi cabeza. —Los niños desayunaron hace una hora babygirl— me contó y saqué la cabeza de la mesa para verlo.

—¿Y para qué me hiciste levantar tan temprano?— me quejé sintiendo molestia por mis horas de sueño perdidas.

—Porque para ser mi babygirl debes cumplir un horario— me recordó y me abstuve de rodar los ojos y de mandarlo a la mierda.

Es por los niños, es por los niños— me recordé.

—¿Qué más?— pregunté y me vio como si no entendiera, pero yo sé que sí, él solo se hace
—¿Qué más debo hacer...Daddy— gruñí esa última palabra.

—Ven— alzó su mano y la tomé, él me guió a la parte de la casa prohibida para los niños y caminamos por los pasillos hasta una habitación con puerta ¿Rosa? —Te presentó tu patio de juegos— la abrió y di un paso atrás.

Es la habitación de un bebé, solo que en vez de una cuna hay una cama con peluches y en lugar de cosas de sonajeros o ropita de bebé hay ropa para adulto muy aniñada y juguetes sexuales, muchos juguetes sexuales.

—¿Quieres entrar?— me preguntó y di un paso atrás —¿Le tienes miedo a tu Daddy?— me vio a la espera y dudé, pero finalmente entrelacé nuestros dedos y lo dejé guiarme al interior.

Él cerró detrás de mí y besó mi frente.

—Muy bien— me sonrió y me soltó la mano, fruncí el seño preguntándome qué quiere, pero entonces me señaló la habitación y lo entendí. —Aprende una lección y responderé una pregunta— me indicó y tomó asiento en la cama rosa con peluches.

—¿Por qué tus padres tenían está habitación?— quiste saber y él chasqueó la lengua.

—Una lección, una pregunta, no al revés— me retó y apreté mis puños.

Esto es molesto.

—Jamás desobedezcan al Daddy— recordé y lo ví, él asintió y señaló la pared, me giré y vi los juguetes.

—En esta casa todo está permitido. Si tienes una fantasía aquí podrás cumplirla, hay habitaciones de todo tipo— me explicó y me acerqué a la pared, específicamente a una Jeringa gigantesca.

—La babygirl debe amar el pene del Daddy— recordé, creo que era así. —¿Para qué es? Es enorme— dije sin atreverme a tocarla. Andá a saber quién la uso.

—En la punta de pone una manguerita muy chiquita— explicó —Y la manguita va en donde yo quiera, pero normalmente la pondría en tu trasero.— dijo pero no explicó para qué es, así que me giré.

—No respondiste— me quejé y él suspiró.

—No importa, jamás la usaré contigo— encogió los hombros y regresé a ver la jeringa preguntándome qué se mete dentro de la jeringa como para que él no se atreva a usarla conmigo.

—¿Duele?— pregunté y solo por esta vez respondió sin exigir una lección aprendida a cambio.

—No.

Asentí y caminé viendo dildos, latigos, orejitas como las de Ariana grande, plug con colita y muchas otras cosas hasta que me detuve a ver la ropa.

Él dijo que no me tendría que vestir como niña y tenía razón, ninguna niña se pondría esta ropa.

Faldas pequeñas de colegiala, camisas mucho más pequeñas, enterizos con cierres que dan acceso a partes muy privadas y lo que faltaba, vestidos diminutos con estampados florales.

—Gatea— me ordenó y lo ví de reojo, él seguía en la cama.

—¿Para qué?— pregunté.

—Cuando estemos aquí no vas a caminar, solo gatearás— dijo y yo le agregué:

—Como una bebé.— él asintió y de mala gana me agaché y puse mis manos y rodillas sobre el piso, la alfombra rosa acarició mi piel.

—Ven— ordenó y avancé primero con la mano y pierna derecha y luego con la otra mano y pierna izquierda hasta que llegué a él. —¿Confías en mí?— preguntó y temblé.

Yo...yo...

—Sí— susurré depositando mi confianza en él, después de todo yo dejé la universidad, fui a un internado...e hice mucho más por él.

—Entonces abrázame fuerte y nunca me sueltes, Babygirl.

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