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11✧*|20 minutos

CAPÍTULO 11= 20 MINUTOS

Veinte minutos.

En esos veinte minutos se podían hacer muchas cosas pero no lo que él quería y por supuesto no lo que yo quería. Él me miraba, sin decir nada y a la espera, por primera vez me dejaba decidir y yo no tenía idea de que hacer. Mi madre podría escucharnos, Alonso podría volver sin mí...

Son muchos riesgos los que correríamos si decidimos tener sexo con tan poco tiempo.

—Quince minutos— me apresuró y me mostró su reloj de oro con detalles blancos y negros.

Lo observé de arriba a bajo deteniéndome en cada ángulo de su cuerpo y descubrí que después de todo sí quiero tener sexo con él más de lo que yo creía pero también quiero una cita y poder quitármolo de encima y continuar con lo que mejor hago, bromear y salir con hombres y desecharlos, es rápido, seguro y sin estragos.

Aunque una última probada no le hace mal a nadie. La primera degustación no siempre capta todo el sabor y me queda mucho de Sanden por probar.

—Quiero probar eso que tanto me gusta Daddy— me acerqué a él, incliné y lo besé. —Otra probadita antes de la cita, la cual espero que estés planeando o te va a ir muy mal y hablo en serio, si no es original te juro que la pasarás muy mal. No eres el primero...

Él se encogió de hombros y sacó su miembro erecto a relucir, yo guardé silencio y ví a detalle lo que me esperaba. La punta brillaba por el líquido preseminal, el camino de sus venas se escondía dentro de sus pantalones y yo me moría por montarlo.

Cada vez me sentía más empapada y extraña en mi propia piel. Esto jamás me había pasado, usualmente necesito un insentivo para mojar mis bragas y ahora es todo lo contrario, parezco agua de lo empapada que estoy.

—Desnúdate— ordenó.

Enroscó sus dedos en mi cabello buscando atraerme hacia él, provocando una reacción automática sobre mi piel al tocar la suya. Un gemido salió de mi boca y él metió su mano libre en mi pantalón, seguí sus movimientos y ví a la tela estirarse y moviéndose en círculos conforme a su mano me tocaba

—Empapada— murmuró. Sacó su mano de mi pantalón y se llevó los dedos a la boca, los saboreó y chupó  —¿No te da vergüenza, querida?— «Claro que no, acabó de ver a un sexy hombre lamer y chupar mi humedad. Ya no me da vergüenza, me excita» Me ruboricé y desvíe la mirada, él no tiene porqué saber lo que pienso.

—Pues a mí no— volvió a meter su mano —Así me deslizaré más rápido y profundo dentro de esas estrechas paredes.

¿Entonces para que pregunta?

—¿Y si no quiero?— me relamí los labios atrayendo su atención a mi boca. Sí quiero pero el papel de ladrón rebelde era mejor que el de el policía bueno.

—Quieres y si no es así te haré querer babygirl— acarició mis bragas y jaló de mi jeans hacia abajo. Su rostro se transformó de excitación a enojo al ver mis bragas sexys y me nalgueó tres veces, una más fuerte y mejor que la anterior. Su mano es poderosa, ni siquiera las manos grandes de Hulk se le compara.

Gemí y lamí su mejilla insentivándolo a darme más.

—Me parece que te dije algo sobre usar estos hilos— apretó mis muslos, me alzó y bajó mi jean hasta las rodillas dónde se detuvo y observó lo empapada que estaba con apenas unas nalgueadas y unos toqueteos.

—Sanden— jalé de su cabello, me gusta hacer eso en los hombres y sé que a ellos les gusta —Me gustan mucho estos hilos pero si algún día tú usas unas bragas feas y para nada sexys de niña, consideraré la idea de cambiar de opciones y me pondré unas que digan cosas como "La nena de papi" pero mientras tanto...— llevé su mano a mi trasero
—Estas son las que usaré.

—Te vas a poner lo que yo diga babygirl— apretó la mandíbula y me acomodé con bragas y todo sobre su miembro. El poder de la vagina gana siempre contra los caprichos de los hombres, y estas braguitas le encantarán.

Me moví sobre su miembro y él jadeó y jaló de mi cabello hacia adelante con la intención de besarme pero no sé lo permití, dos pueden jugar a esto.

—¿No haz pensado en que sólo te provoco para que me folles?— puse carita inocente. Su paciencia no dio para tanto y me arrancó las bragas como hizo con las anteriores.

—¿No haz pensado en que dejo que lo hagas?— sonrió y me penetró lento y suave hasta la mitad, luego se convirtió en algo brusco y muy placentero.

Apoyé mi cabeza en su hombro, su miembro se deslizaba por mis paredes y me llenaba hasta el último centímetro. Mi trasero subía y bajaba sobre sus piernas y para más comodidad le rodeé la cintura con mis pies provocando una descarga que empezó en mi columna y fue subiendo, Sanden también la sintió, lo pude notar en sus ojos pero estaba tan absorto en el placer que nos estábamos dando mutuamente que no le prestó la atención debida.

—Sanden— lo llamé. Acarició mi espalda, besó con cariño mis hombros y pasó su caliente y sensual lengua por mis labios.
—mmm...Sanden!— comencé a moverme yo también, ya no podía quedarme quieta, yo también quería montarlo, sentirlo entrar y salir con más facilidad y si se podía encontrar mi punto g juntos.

—Daddy, dime Daddy o no te escucharé— comenzó a embestirme con más brusquedad. Quité mi remera por sobre mi cabeza, desabroché mi sostén con manos torpes y le permití llegar a mis pechos para  magrearlos, besarlos y dejarlo jugar todo lo que quisiera con ellos hasta que yo no pude más del placer y comencé a gemir su nombre olvidándome de lo que le iba a decir y mordiéndome con fuerza los labios para no llamar mucho la atención de lo vecinos.

—Condón— susurré en su oído luego mucho al recordarlo.

—No te escucho— jadeó y le clavé las uñas, talvez de esta forma si me escuche.

—Ah... sí, más!— cabalgué sobre su tronco abriendo aún más las piernas y dejando que entre todo en mí —¡Joder Sanden!— tomé su mano y la llevé a mi trasero, quería y necesitaba que me nalgueara y besara la boca, lo necesitaba ahora y el resto de la vida también.

—No te escucho— quitó su mano de mi trasero y jadeé frustrada.
Maldita sea, se supone que debe darme lo que quiero ¿Por qué no me da lo que quiero? Soy su babygirl...debería...darme...todo.

—Daddy— en cuanto lo llamé así, sus embestidas se detuvieron un poco. Ya no sentía que me iba a romper o a lastimar, el placer estaba y era lo mejor que había sentido nunca, él y su amigo saben lo que hacen, de eso no cabe duda.

—Te escucho— metió tres de sus dedos en mi boca y los saboreé, cerrando mis ojos y gimiendo por sus lentas y torturadoras embestidas.

—Daddy— respiré hondo.

Necesitaba concentrarme, el palo duro y delicioso que entraba y salía no me ayudaba pero debía afrontarlo y pensar con la cabeza.

—Condón, no usaste condón—Las palabras salieron en un grito ahogado por sus dedos los cuales quitó empapados de mi saliva y los llevó a mi entrepierna donde comenzó a acariciarme y a jugar con mis labios y clítoris, trazando círculos y provocando el retorcimiento y tensión de huesos más satisfactorio de mi vida.

Caí recargándome en su pecho y tomé la tela de su remera para quitársela y poder acariciar esos duros y suaves músculos.

—No me correré dentro— acarició mi boca con su nariz y me besó. Se quitó la remera, se salió para quitarse el pantalón y los bóxers y volví a la posición de antes con ambas rodillas a cada lado de sus piernas, mis manos en sus hombros sujetándome para no caer y todo su cuerpo soportando el mío para tener la follada de mi vida.

—¿Duro o suave?— no bromeaba igual yo reí.

—Sorprendeme Daddy.

.     .     .

—Deja de temblar— continué mirando la puerta y él siguió limpiando el sillón acercándose cada tanto para darme uno que otro beso en los labios.

—Ella vendrá en cualquier momento y me va a castigar— lo escuché respirar pesadamente y lo miré. Seguía desnudo y su amigo había vuelto a despertar, no se cansa esa cosa ¿Tendrá vida propia? Tal vez es como los castores de los juegos, por más que les golpees la cabeza se vuelve a salir del escondite.

—Ella no te puede castigar, si hubieras leído el contrato sabrías que técnicamente yo soy el responsable de tí— no supe que decir.

Esto es muy incierto, Sanden no puede ser mi tutor o cualquier cosa, yo soy una adulta.

—No...no te creo— subí las piernas a la silla y él siguió mis movimientos con hambre y lujuria completa cargada en sus ojos. Se acercó y se sentó delante de mí dándome un buen espectáculo de lo que hace minutos atrás pude disfrutar.

—Pues creelo— arrojó las servilletas a la basura, buscó algo en la mesita junto al sillón en el que follamos esta y la otra vez y una vez que encontró lo que buscaba se acercó a la mesa y se sentó frente a mí con el contrato y otros papeles en su mano.

—¿Qué es eso?— señalé los otros papeles y leí el título «Para Babygirl» —No, mejor no me digas, no quiero saber— aparté la vista.

—Son tus comidas, tus horarios y las horas que pasarás conmigo. Las horas de estudio, de baño y los lugares donde puedes encontrarme si necesitas acudir a mí— ¿Qué.parte de no me digas no entendió? —Debes confiar en mí, no me importa si es vergonzoso o qué, debes decirme todo lo que te pasa y no trates de ocultarme nada porque lo sabré y eso solo te anotará más castigos a la lista.

No contesté, no dije nada, no voy a respetar ese contrato y jamás volveré a acudir a él.

—Babygirl— estiré mi mano y le acaricié los labios con mi pulgar.
Se veía preocupado, sus ojitos verdes me abrazaban con la calidez de su mirada. Sus labios estaban curvados en una mini sonrisa mientras su lengua se asomaba y lamía las caricias de mis dedos. Sus cejas estaban arqueadas y sus largas pestañas lo obligaban a cerrar sus ojos cada veinte segundos. Es tan guapo y tan idiota al creer que con un contrato me podrá tener, tal vez una cita hubiera sido mejor y yo no sentiría este nudo horrible en el estómago.

Subí mi mano a su mejilla y la golpeé sin mucha fuerza pero tampoco suave —Daddy no dejaré que me obligues ¿Lo sabes,cierto?— me levanté de la silla y junté mi ropa del piso.

—Babygirl No estoy jugando, si me conocieras bien sabrías que...

—Pero no te conozco— hablé con calma, no quería gritar ni hacer un espectáculo —No sé  tu nombre completo— tomé aire
—Entiéndeme, apenas soy una adulta y lo poco de libertad que me da mi mamá tú me la estás quitando. —Seguí juntando mis cosas y salí de ese lugar.

—Te amo— es la primera vez que un chico me lo dice.

—No es cierto— me vestí y salí de su casa. Sanden no me lo impidió y cuando atravesé la puerta de mi casa, Alonso estaba solo y miraba la TV.

—¿Y mamá?— El no haber gritado y contenido todo mi enojo para mí me estaba tomando cabida ahora mismo, mis ojos se humedecían con cada pensamiento y recuerdo que pasaba por mi cabeza. Soy una bipolar lo sé pero igual quiero llorar.

—Hubo un problema y tuvo que irse— se llevó una porción de pizza a la boca y la dejó caer cuando me vio llorando y cubriéndome la boca para no hacer ruido y que él no escuchara.

—Estoy bien— aclaré antes de que llegara hasta mí pero eso no importó. Mi mejor amigo y hermano en envolvió en sus brazos, me cargó y me llevó hasta el sillón.

—Debes dejar de enojarte pastelito, no me gusta verte llorar— besó mi mejilla y lo abracé.

Tomó una porción de pizza y me la acercó a la boca. Reí y le dí un mordiscón, él también le dió uno y nos quedamos abrazos mirando las aventuras de Simón y Pumba.

—Algún día seré ese cerdo— murmuró Alonso y le dí un codazo porque lo dijo mal.

—No es un cerdo, es un puerco decente, respeta el sentimiento de Pumba— reímos y continuamos abrazados.

—¿Quieres hablar?— meneé la cabeza. Ya habían pasado varios minutos y se me hacía raro que él no me hubiera preguntado nada.

—No es necesario, tengo todo controlado.— le dí otro mordisco a la pizza y se la pasé para que él también comiera.

—Bri siempre dices lo mismo, en algún momento debes hablar— acarició mi rostro y besó mi mejilla —Soy tu hermano y tu mejor amigo, deberías decirme que te pasa— suspiré, no me gusta hablar de mis sentimientos y él es todo lo contrario a mí.

—No quiero hablar pero cuando llegue el momento lo haré ¿Sí?— le devolví el beso y me acurruqué más a su pecho —¿Y Reygi?— sonrió y señaló mi habitación.

—Se está dando una ducha, lo dejé agotado— no supe si reír o sentirme ofendida porque no me dijo que su novio estaba aquí.

—Vale, no des detalles por favor— sonrió y fingió cerrarse la boca con un cierre y arrojarlo al vacío. «Ojalá pudiera arrojar a Sanden al mismo lugar, me ahorraría infinidades de problemas».

—¿Y tú? ¿No me darás detalles?— me ruboricé y desvíe la mirada.

¡Reygi, si vas aparecer hazlo ahora!

Esperé unos segundos a qué mi hada madrina aparezca pero no lo hizo, hoy no es mi día de suerte.

—Lo hace bien pero no vale la pena, el sexo es dolor si estás siendo obligada por un contrato, aunque está vez yo también quise y ahora heme aquí llorando como quico— nos miramos y reímos —Creo que las cosas hubieran sido diferentes si él me hubiera invitado a salir como una persona normal haría— me encogí de hombros y levanté la pizza que Alonso había dejado caer al piso.

—¿Te la vas a comer?— hizo una mueca.

La soplé y me la llevé a la boca pero no la mordí, la corté a la mitad y le dí su parte.

—Esa es mi pastelito— reímos y comimos la pizza del piso que casualmente estaba más rica que las otras porciones.

—¿No me guardaron pizza?— Reygi salió de mi habitación sin remera, con unos pantalones sueltos y cómodos y nos miró haciendo puchero. Alonso y yo intercambiamos miradas y nos quedamos con la boca abierta.

Mierda, si Reygi oculta ese físico debajo de esa remera no me quiero imaginar lo que oculta debajo de...

—Yo lo ví primero— dijo el celoso de mi amigo y me quitó de encima —Ven aquí bombón— le dijo a Reygi.

—Traidor, menos mal que era tu hermana— me senté en el otro sillón y Reygi ocupó el que era mi lugar entre los brazos de Alonso.

—Lo eres cariño pero él es mi sexy novio y a tu lado, prefiero su culo. Lo miré ofendida, él se carcajeó y Reygi se ruborizó y clavó sus ojos en la pantalla por el resto de la noche.

—Alonso— susurré.

—¿mm..Qué?— No quise interrumpir su ronda de besos pero me sentía incómoda y además Sanden me había enviado un mensaje de texto.

—Sanden me habló— le pasé mi teléfono celular y él y Reygi leyeron el mensaje antes que yo.
—¿Qué dice?— le pregunté.

Reygi y él intercambiaron miradas.

—Quiere hablar contigo y dijo algo sobre que no lleves hilos— ambos me miraron sin entender nada. Abracé mis piernas, cerré mis ojos recargando mí cabeza entre ellas y suspiré.

Si no paro esto ahora nunca más lo haré. Me levanté del sillón con el humor por el piso y tomé el contrato que tuve que haber leído desde un principio.

—¿Quiere que le cosas algo?— Preguntó Reygi inocente como siempre.

Me levanté del sillón, bebí un poco de refresco y caminé hacia mi habitación.

—Bri— Alonso vino detrás de mí.

—Bloquealo, no iré y si llama no le contestes. Reygi tú tampoco abras la puerta no tengo ganas de verlo— Me encerré en mi habitación y me dispuse a leer todo el contrato, para cuando llegué al final ya me sentía mareada. No podía ser sarcástica, ni enojarme o decir malas palabras, tampoco podía gritar, guardarme mis cosas y todo debía decírselo a Sanden.

Por cada cláusula que rompa, él debería darme un castigo. Yo estaba obligada a amarlo solo a él, no tenía permitido mirar a alguien más y ni se me ocurra hablar con otros.

Mi boca según este papel le pertenece y debo tratar a su pene con mucho amor, esto es una estupidez. También recibiría recompensas si hacía cosas bien o si "El daddy" estaba de buen humor y quería premiarme como a un perro que mueve la cola y da la mano por su premio.

También estaban los horarios, las reglas, las cosas que podía y no hacer junto a las que él podía y no hacerme. Él también está obligado a darme todo lo que yo quiera siempre y cuando me lo merezca.

Es un idiota y voy a explotar al máximo esa última cláusula.

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