Capitulo 3
Narra Violet.
A penas terminaba de lavar los trastes que ensuciamos en la cena. Sin embargo, mi madre esperaba que el té que tenía en la estufa hirviera, mientras estaba sentada en la silla del comedor.
-No me vas a decir que hablaron tú y el señor Collado? - le pregunté intrigada.
Me pareció que ella había durado mucho tiempo en el consultorio, y que algo de interés debió haberle comentado.
-Ya te dije que nada que tu no sepas. Me realizó varias preguntas en base a tu comportamiento. Creo que quiso evaluarme como madre tuya al fin- me dijo sin darme muchas explicaciones.
Aquel hombre me había parecido todo un caballero. No sabía que todavía existían personas buenas, como él y mi antiguo psicólogo Patrick. Personas que ofrecen ayuda a cambio de nada.
Simplemente no le insistí más. Ella había cambiado mucho desde que metí la pata y caí en boca de todo el mundo.
-Solo te digo que te comportes con ese hombre. Yo vi como lo mirabas cuando llegó a la sala de espera. Por eso andas en boca de todo mundo, porque eres demasiado atrevida y te le lanzas a los hombres. Te los comes con la mirada sin disimulo alguno y eso dice mucho de ti. No sé a quién saliste de esa manera- la escuché reprenderme.
Negué con la cabeza y cerré mis ojos con fuerza queriendo que todo fuese una pesadilla.
Yo ni siquiera había podido mirar bien a los ojos al doctor. Me daba mucha pena con él porque yo sé el alto prestigio que tiene en el pueblo.
Es hijo de dos grandes señores fundadores de la agricultura en el pueblo. Estos viven en la gran hacienda, son personas muy humildes pero exitosas. Alejandro a pesar de ser psicólogo también se dedicaba a la siembra de manzanas y fresas. De sus tierras salían las mayores producciones.
-Deja de querer encontrar la mínima cosa que se relacione con lo qué pasó solo para hacerme sentir peor. ¿Acaso nunca me vas a perdonar? Soy tu hija, entiende que cometí un error- le dije mirándola fijamente a los ojos.
Me dolía mucho que nunca me dejara tranquila con aquel error que cometí y que cada segundo de mi vida me estuviera juzgando sin piedad alguna.
-Te diré algo Violet, los errores se pagan con dinero, con la cárcel o con la vida. En tu caso no sé con qué lo estas pagando, o bueno, sí sé. Con el desprecio de todos- me dijo poniéndose de pie entrando a la cocina por su té.
-Claro, pero más con el desprecio tuyo. ¿Verdad? - le cuestioné
-Perdí todo lo que tenía en este pueblo por tu mala cabeza. Mi empleo, mi respeto, mi dignidad. Yo también estoy pagando por un error tuyo, Violet- me respondió con aquel tono que odiaba.
-No se cuentas veces te he pedido perdón- le dije sintiendo ese nudo en mi garganta, porque sufría mucho. Una cosa era el desprecio de la gente que no conoces y quienes no te importan, pero cuando es tu madre, con la que vives en la misma casa, las cosas son tan duras de asimilar.
-Es que tu perdón no me devolverá mi empleo! ¡No nos devolverá el respeto de los demás hacia nosotras! ¡Tampoco me devolverá mi paz interior! ¡No sé qué fue lo que parí! - dijo azotando con su mano la meseta de la cocina.
Con aquellas palabras me marché de allí hacia mi habitación, cerrando la puerta con pestillo, echándome a la cama boca bajo.
Sollocé despacio sintiendo ese dolor de cabeza apoderarse de mi otra vez.
Había arruinado mi juventud de la peor manera que puede existir. Se preguntarán porque no decidí marcharme o mudarme de este lugar, pero es que Constanza es en donde siento a mi papá y aunque mi madre me diga que aún muerto también se avergüenza de mí, yo sé que no es cierto.
Sé que él me hubiera regañado, pero también hubiese entendido que me engañaron y que como una tonta caí en los sueños que me vendió un patán. Yo sé que él hubiese seguido andando conmigo de la mano por el mercado y por el parque, todo lo contrario, a mi madre, que por todo se ahoga en un vaso de agua.
Y que se sepa que no estoy diciendo que lo que hice no fue nada, claro que fue algo horrible, me denigré yo misma, pero no por eso dejo de ser menos persona que nadie.
Yo sigo sintiendo de igual forma, y mis sueños continúan intactos, pero ¿cómo salgo allá fuera como que no ha pasado nada?
Lo he intentado tantas veces y siempre termino corriendo a casa por los comentarios de la gente.
Dios sabe que yo no había mirado con codicia aquel doctor, simplemente he quedado clavada en aquel ser humano que sin conocerme a fondo ya apuesta a mí con sus ojos cerrados, me ha brindado su mano, me ha mirado como otro hombre nunca antes lo había hecho.
Narra Alejandro.
-Estas consiente de lo que has hecho? - me preguntó mi amigo Patrick con el que me había reunido en mi casa.
-Lo estoy- dije pensando en aquellos ojos azules llenos de lágrimas, los cuales me habían hecho sentir un montón de sensaciones extrañas.
-Eres Alejandro Collado. ¿Como pudiste ofrecerle dinero a la madre de esa muchacha para que la dejara libre? Violet no tiene a nadie más en este pueblo. ¿Como piensas que se va a sentir? - me cuestionó después de contarle lo que había hecho.
-Ella nunca se va a sanar con su madre al lado. Esa señora de la forma en que se expresó me convenció de que Violet estará mejor sin ella. Su madre no la ayuda a mejorar y eso fue lo que no viste en ella, por eso ves que no avanza. ¿Como va a mejorar si lo que se habla y se practica en la consulta su madre lo destruye en casa? Violet necesita de alguien que la apoyé y que este encima de ella repitiéndole que puede salir adelante, no que le vivan recalcando el error que cometió- le contesté
-La acabas de conocer. ¿Como puedes arriesgar tu reputación por ella así tan fácil? - me preguntó haciéndome perder la cabeza por aquellas palabras dichas.
-Pero acaso estás loco? ¿No que supuestamente eres psicólogo, Patrick? ¿¡No ves que ella necesita la ayuda!? No me importa mi reputación en estos momentos, ¿acaso es lo que vale en este pueblo? ¿Lo que diga de ti el otro? Si, la conocí hoy y ya estoy enganchado a un punto del que me quiero hacer cargo de ella- le comenté alzando mi tono de voz.
Me miró como si estuviera loco.
-De donde te ha salido esa idea? Dime la verdad, Alejandro. Nos conocemos desde niños y nunca te había visto como ahora. Sé que te gusta mucho ayudar, por eso eres psicólogo, pero hay algo más detrás de todo esto, dime que es- me cuestionó
-El deseo de enseñarles a todos el valor de una mujer. ¿No te sientes impotente Patrick? Tú tienes hermanas, ¿como te sentirías tu si fuera una de ellas la que estuviera pasando por algo similar? ¿No crees que alguien ya debe ponerle un Stop a todo esto? Cuando me contó lo que le había pasado, me conmovió el alma. Sus ojos piden a gritos que quiere vivir sin que la señalen. Todos cometemos errores cuando adolescentes, ella no ha sido la única. Ya fue suficiente- le dije sintiendo mi sangre hervir sabiendo que el machismo siempre ha predominado en la sociedad.
Violet es a la única a la que se le juzga, pero no he escuchado a nadie hablarles a los chicos de lo importante que es respetar la intimidad de una mujer. Y para no irnos tan lejos, incluso las palabras de una dama.
Es tanto así que el verdadero hombre, no habla de la conversación que tuvo con una dama, la guarda para él. Es a lo que yo llamo respeto.
-Me hubiese gustado haber estado en el pueblo cuando pasó todo esto- me dije a mi mismo.
Tengo entendido que todo esto sucedió hace un año, cuando yo hacia una maestría fuera en los estados unidos. Al regresar había escuchado hablar un poco sobre el escándalo, el murmullo y la gente hablar, pero no le había prestado atención hasta hoy cuando la tuve al frente.
Además, lo peor de todo es que esta gente no olvidaba, la seguían juzgando como si el error ella lo hubiera cometido ayer.
- ¿Tu porque le ofreciste tu ayuda, Patrick? - le pregunté al verlo tan pensativo.
No me contestó, pero su mirada me lo dijo todo.
-Solo querías ganar fama, ¿verdad? Querías que la gente te viera como el más humanitario. Me aborrece tenerte como colega- le dije enfrentándolo cara a cara.
-Yo también quise ayudarla, no solo por quedar bien ante el pueblo, porque la ayuda que le ofrecí no lo sabe nadie, solo la gente que asiste a mis consultas y se rozan con ella, pero yo también me sentí mal con su caso y me puse en su lugar- me dijo mirándome a los ojos.
-Entonces por qué tanta algarabía? Deja que la gente diga lo que quiera de mí. Te juro que voy a levantarla, y todos se van a sorprender de lo mucho que crecerá - le dije convencido de lo que haría.
-Y que si ella no quiere tu ayuda? No me quiero imaginar cómo se va a sentir cuando su madre desaparezca, ella se pondrá peor Alejandro. Se va a culpar de que su madre se ha ido por su culpa, porque no ha aguantado las humillaciones y señalizaciones de la gente. Tú crees que eso...- no lo dejé terminar
-Yo voy a estar ahí Patrick. Le voy a dar todo mi apoyo, y sé que le va a doler. Pero no hay otra forma de ayudarla, sé que no tenía derecho alguno de influir en esto, pero mira que esa señora no ama como madre a Violet- emití
-Pues sí, de eso no cabe duda. ¿Qué madre acepta dinero por alejarse de su hija? - se preguntó el mismo.
-A ella le importa más lo que diga la gente que la misma Violet. Está desesperada por huir, quiere marcharse de Constanza para jamás volver porque dice que siente mucha vergüenza y que no puede mirar a nadie a la cara. Va a dejar a su hija, prefirió eso- dije no sabiendo como aquella señora no estaba de acuerdo en apoyar a su hija.
-Cuenta conmigo para lo que sea, Alejandro- me dijo Patrick colocando su mano en mi hombro.
Le asentí agradecido.
Yo no estaba muy contento con él. Era mi amigo de hace muchos años y nos conocíamos a la perfección, compartíamos todo incluso hasta los mismos gustos, pero siento que esta vez no me entiende a la perfección como quisiera.
Solamente yo sé lo que siento. Solo yo puedo describir la impotencia que me carcome por dentro. Me molesta que la sociedad sea capaz de hacer nada a un ser humano.
Aborrezco la idea de que entre mujeres no exista el respeto y el apoyo mutuo, como el que se le es negado a Violet después de lo que sucedió.
No tiene ni una sola amiga que se haya quedado con ella.
Y, sobre todo, me avergüenza a veces ser hombre. Porque las cosas que se escuchan cada vez son peor.
Que me caiga encima el pueblo entero, que publiquen en el periódico que soy su psicólogo o que me vieron con ella. Que digan lo que quieran, no me dará vergüenza ni tampoco la juzgaré. Yo seré el hombre que enseñará a otros a respetar y que estuvieron rechazando oro, creyendo que era cobre.
Pondré este pueblo en su lugar, y voy a demostrar que todavía existen caballeros.
Ya no me van a reconocer por el joven rico de la familia Collado, ahora se va a hablar de mi por qué voy a hacer lo que nadie con los pantalones bien puestos, ha hecho.
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