Capítulo 6~Demasiado personal
— Addie, yo...
— N-no te acerques a mí — dije retrocediendo hasta tocar una de las paredes del salón con mi espalda —. Mi hermano está viniendo. Te recomiendo dejar que me vaya.
Apretó la mandíbula y me miró claramente nervioso. Se pasó una mano por el pelo en claro gesto de frustración antes de tomar un vaso de la mesa y beberse todo su contenido.
Iba sin camiseta, solo vestido con unos vaqueros que se encontraban desabrochados, dejando ver la parte baja de su abdomen, que en aquel momento solo me provocaba repulsión. Todo él me provocaba asco, odio y... miedo.
Todo mi cuerpo temblaba solo de verle. No me podía creer lo que me había hecho y que encima siguiera negándolo. Me sequé las lágrimas que no dejaba de derramar con la manga de mi sudadera antes de poder volver a ponérmela.
— Addie por favor. Yo no quería. Tienes que comprender que no quería. Nunca te haría daño. Te quiero y lo sabes — dijo él recorriendo la distancia que nos separaba hasta cogerme la cabeza con las manos —. Y tú me quieres a mí. En el fondo sabes que nada de esto habría pasado si no...
— Esto no es culpa mía, Axel. Suéltame — le pedí con las pocas fuerzas que me quedaban a la vez que escuchábamos un pitido.
Suspiré al darme cuenta de que mi hermano no había venido solo. Era el sonido del coche de mi madre.
— Por favor, piensa en el futuro y en si de verdad vale la pena que lo jodas todo.
Nada más me soltó corrí a abrir la puerta y a salir de allí. Mi hermano me esperaba fuera del coche y nada más verme dirigió su mirada detrás de mí. No me fijé en si Axel me había seguido, solo corrí a abrazar a mi hermano.
— ¿Qué te ha hecho ese cabrón? — me preguntó, provocando que no pudiera reprimir un sollozo en su pecho — Juro que lo mato.
Me separó de él y avanzó hacia el rubio, pero lo detuve cogiéndole del brazo.
— Vámonos de aquí, por favor — le pedí.
Conrad pareció dudar un segundo. Miró a Axel con odio y luego a mí antes de volver a sentarse detrás del copiloto. Yo subí al asiento junto a mi madre, quien me abrazó con fuerza nada más entré.
— ¿Estás bien, mi niña?
Me desperté con la respiración agitada y sin poder dejar de llorar. No podía creer que hubiera vuelto a tener aquel sueño. Hacía tiempo que había dejado de tener aquella pesadilla y había asumido que estaba mejor, pero había vuelto.
Lo extraño de aquella vez era que había empezado muy pronto. Normalmente me encontraba abrazada a Conrad y no solía acordarme de mucho más. Pero en aquella ocasión había sido todo tan nítido, tan real...
Me tapé la boca en un intento de contener el sollozo que necesitaba soltar. El reloj de la pared marcaba las cuatro de la mañana y Mason y Conrad seguían durmiendo seguramente. No quería más problemas con Mason, quien probablemente se fuera el fin de semana de nuevo, y mi hermano necesitaba descansar.
Al ver que no podía frenar el llanto, salí por la ventana y me senté en el tejado.
La calle estaba desierta y todas las luces estaban apagadas.
Suspiré y disfruté momentáneamente de la soledad, mientras intentaba recordar todo lo que había soñado. No debía dejar que mi mente lo olvidara, para poder contárselo a la doctora Relish en nuestra próxima sesión.
Ya habían pasado dos semanas desde la fiesta pero mi mente lo sentía como si hubieran pasado meses. No descansaba bien, por lo que estaba siempre cansada y eso lo notaba en mi estado mental. Además, todo era un constante agobio.
En clase nos bombardeaban con información a cada segundo que pasaba. Daba igual cuánto me esforzara en llevarlo estudiado al día, luego iba a clase y me daba la sensación de que nunca llegaría con tiempo a los finales. Sí, era un poco dramática.
Cuando llegaba a casa debía encerrarme en mi habitación para no ver a Mason o sino debía aguantar sus críticas a todas horas. Con la doctora no avanzaba absolutamente nada. Le había contado lo ocurrido en la fiesta, obviando lo del trato con Nathan, y parecía no haberle gustado nada. Decía que mi estrés post traumático se estaba alargando demasiado y que debíamos ser más agresivas con el tratamiento.
Di un vistazo por detrás de mi hombro hacia el interior de mi habitación. Encima de la mesa estaba el bote, sin estrenar, de pastillas que ella y un psiquiatra me habían recomendado tomar. Había revisado los efectos secundarios y no me habían gustado nada, sobre todo el de falta de concentración, por lo que decidí no tomarlo.
Conrad, por supuesto, no sabía nada de esto. Estaba demasiado ocupado como para prestarme algo de atención y lo entendía. No era su culpa haber pasado página y tener una vida propia que atender.
Cuando me hube calmado un poco volví a entrar y miré el reloj. Eran las cinco, lo que significaba que de un momento a otro una de las habitaciones de los Reed se iluminaría y me dejaría ver a su inquilino a través de sus cortinas.
Me asomé a la ventana y... Efectivamente, Nathan acababa de despertarse y empezaba a prepararse para el trabajo con su abuelo y una jornada universitaria.
Suspiré mientras lo veía realizar su rutina. No habíamos hablado casi nada desde la comida. Habíamos comido en la misma mesa todos los días, pero nada más allá de eso. Solo era cuestión de tiempo que Axel descubriera que le había mentido.
Estaba decidido. Aquel día hablaría con Nathan Reed.
◦ ⋆ ◦ ☯ ◦ ⋆ ◦
— ¿Has escuchado algo de lo que he dicho?
— ¿Qué? — le pregunté a mi prima, que me miraba indignada.
Nos dirigíamos a la facultad como cada mañana. Estaba muy cansada. No había conseguido dormir mucho más, por lo que me costaba prestarle atención a mi prima.
— Te estaba diciendo que Demian está muy raro — insistió captando mi atención —. No contesta mis mensajes ni habla conmigo desde...
— ¿Pasó algo cuando te llevó a casa?
— No, pero...
— Pues entonces solo estará ocupado. Conrad está igual con los entrenamientos y esas cosas, no te preocupes — la tranquilicé —. ¿Y cómo te fue con Jade?
— Emm... Esto... Ella... y-yo... — empezó a balbucear, poniéndose colorada.
— Osea que pasó algo — inquirí, parando nuestra marcha frente a Greenlane.
Decidimos sentarnos en una de las mesitas. Habíamos llegado con tiempo, quedaban aún veinte minutos para la clase más cercana y mis ganas de chisme no se podían soportar. Le pedí que me diera un segundo mientras se tranquilizaba y me acerqué a la barra.
— Buenos días, señor Randolph — saludé con una sonrisa.
— Oh, buenas, Blair. Cuánto tiempo. ¿Qué necesitas?
— Una botella de agua, por favor — dije sacando algo de dinero de mi bolsillo.
El señor se metió dentro y su nieto salió a por las monedas. Llevaba puesto un delantal blanco y una redecilla en el pelo que, al contrario de lo que había imaginado, no le quitaba el atractivo.
— Oye, quería hablar contigo — comenté pagándole, a lo que él asintió —. Acabo las clases a la hora de comer y no vengo por la tarde. ¿Hablamos luego o trabajas?
— Toma, Nathan — dijo el señor Randolph pasándole la botella para que me la diera.
— Aquí tienes. Esta tarde la tengo libre, ¿no, abuelo? — le preguntó al señor, quien asintió — Luego hablamos — se despidió con un guiño antes de meterse de nuevo en su puesto.
— Ten — le dije a mi prima cuando llegué, pasándole el agua, quien se la tomó de un sorbo.
— Ella m-me besó — comentó aclarándose la garganta.
— ¿Qué? — grité, sin poder creerme lo que escuchaba — Pero, ¿no era hetero?
— Baja el volumen, Addie — me riñó ella —. Y sí, yo también lo creía, pero ya ves que no.
— ¿Pero fue en plan beso de amigas o de otra cosa?
— No lo sé, no hemos hablado de ello. Nos estábamos besando cuando apareció Demian y pues claro, ella se separó del susto e hizo como si nada hubiera pasado. No la vi la semana pasada porque no coincidimos en las prácticas y llegué tarde a clase todos los días. Creo que me está evitando — dijo agachando la cabeza.
— Eh, cielo, no te pongas así — le dije acariciando su hombro —. Mira, vamos ahora a clase y así llegamos pronto. Y si viene intentas hablar con ella.
Nora asintió, así que emprendimos nuestra marcha de nuevo hacia la facultad. Por el camino la pelirroja no pudo evitar desviar la atención hacia el chisme de nuevo.
— Melanie va diciendo que intentaste robarle al novio, otra vez.
— ¿Es en serio? ¿No puede madurar? No fue eso lo que pasó. Axel fue quien se me acercó a mí, no al revés — me quejé —. Pero no quiero hablar de ello.
— ¿Hablar de qué? — preguntó una voz.
Ambas nos giramos con una sonrisa al escuchar a Camden, que nos había alcanzado al llegar a clase. Sin embargo, la mía se borró al ver quién era. Hasta en la voz se parecían.
— Estábamos hablando de la fiesta — aclaró Nora.
— ¿Aún? Pasad página, chicas. Seguro que hay cosas más interesantes de las que hablar — comentó Theon.
— Sí, pero contigo no — susurré.
— ¿Has dicho algo? — preguntó, a lo que yo negué.
— ¿Y tú qué haces aquí?
— Sé que estás tan emocionada de verme como yo a ti. Tranquila, por el bien de tu corazón, lo repetiré más veces — dijo guiñándome un ojo, que provocó que yo me llevara una mano al corazón y soltara un suspiro dramático —. Bueno, a lo que iba, nuestros padres se van este sábado con Emma y nos dejan la casa a nosotros. No, Nora, no vamos a dar una fiesta — comentó ante la mirada de interés que había puesto la pelirroja —, pero sí algo parecido. Es el cumpleaños de Camden, y por ende el de Nathan. Nathan no quiere una fiesta, Camden sí, así que quedaron hace tiempo en una pequeña reunión con amigos. Creen que no se va a hacer, así que es sorpresa. ¿Vendréis?
— Claro, cuenta con nosotras — respondió Nora por ambas.
— Genial, gracias. Pues que vayan bien las clases y por supuesto no le digáis nada a Camden. Va por ti, bocazas — me señaló, antes de despedirse.
— ¿Qué pasa entre vosotros? — preguntó Nora mientras lo veíamos marchar.
— Es odioso, Nora. El primer día que lo conocí me llamó niñata solo por chocar con él — me quejé —. Además, es arrogante, narcisista, borde, egoísta, se cree súper inteligente y superior cuando Conrad dice que no da una en clase... Simplemente me frustra.
— Parece que lo has analizado bien — me acusó mientras entrábamos a clase.
— No hagas eso. Jamás gastaría un segundo de mi tiempo pensando en Theon Reed.
— Si tú lo dices — contestó con una sonrisa, antes de empezar a prestar atención al profesor Brown y los músculos flexores del antebrazo.
Nora estaba loca. Igual la que necesitaba ir a terapia era ella, ¿no?
◦ ⋆ ◦ ☯ ◦ ⋆ ◦
— ¡Qué hambre! — exclamó Camden.
Él y Demian habían llegado tarde, pero justo en el momento en el que el profesor Brown había salido a por tizas, por lo que no les había dicho nada.
— Va, démonos prisa o la cafetería se llenará — se quejó Nora, que ya había recogido todas sus cosas y se dirigía a la salida de la clase. Sin embargo, en lugar de seguir adelante, se quedó parada en la puerta, haciendo que me chocara con su espalda.
— ¡Oye!
— ¿Qué os ha dado ahora a los Reed por aparecer por aquí? — preguntó Nora, por lo que levanté la vista para mirar a la persona con la que hablaba, Nathan.
— Hola a ti también, Nora — dijo él con una sonrisa, antes de mirarme a mí —. He acabado antes así que he pensado en ir a comer, ya que no tenemos clases ninguno de los dos. ¿Para qué quedarnos aquí? — preguntó, ante la atónita mirada de mi prima, que la intercalaba entre ambos.
— Increíble. Me equivoqué de hermano pero no de apellido — me susurró mi prima.
— Vamos — le contesté a Nathan, aguantando la risa por el comentario de mi prima.
Nos despedimos del resto y nos dirigimos al parking. Al parecer Nathan también conducía, solo que el coche era de Theon y no tenía mucha confianza en él.
— ¿Por qué has venido hasta la facultad? Nos habríamos encontrado en la cafetería cinco minutos después — le pregunté al acercarnos al coche.
— Bueno, pensé que si Bianca me veía por allí, correría a decírselo a Melanie y en algún momento ella se lo diría a Axel. Vamos, siéntate — me animó, subiéndose al coche.
Suspiré y me animé a mi misma a subirme. No iba a hacer un drama de aquello. Solo era un pequeño trauma que debía superar. Arrancar la tirita de golpe y ya.
— Vale pues, si te parece bien le he pedido a mi abuelo las llaves del bar del pueblo — me informó, a lo que yo asentí.
El viaje fue en silencio, pero no en uno incómodo, sino agradable. Puso la música de la radio y tarareó las canciones mientras conducía. Cuando llegamos al bar me dijo que esperara en una de las mesas y dos minutos más tarde salió de la cocina con dos platos de pescado con patatas, que le agradecí.
— ¿Por qué querías hablar? — me preguntó al sentarse.
— No hemos hablado en dos semanas.
— Lo sé. ¿Y? No somos pareja, ni de verdad ni oficialmente. No te preocupes, no tienes ninguna obligación conmigo si es eso lo que quieres tratar — comentó.
— No, no es eso, pero gracias porque los términos habrá que dejarlos claros también. Me refiero a que si queremos que sea convincente esto de no hablarnos por dos semanas no ayuda. Bianca me preguntó indirectamente que si estabas libre. Vale que yo tengo más interés en esto pero agradecería un poco de ayuda — le dije soltando un suspiro.
— Está bien, me esforzaré más. Pero Blair, si vamos a hacer esto tenemos que confiar el uno en el otro. Lo digo porque si pasa algo y hay rumores que desmentir no me pueden pillar desprevenido y viceversa.
— Estoy de acuerdo. Seremos amigos entonces.
— Sí, amigos — repitió, más para sí mismo que otra cosa —. Pero entonces tendremos que conocernos mejor porque no sabemos nada el uno del otro.
— ¿Qué es lo que quieres saber de mí? — le pregunté con curiosidad.
— Quiero saberlo todo de ti —respondió dándome un rápido vistazo. Luego devolvió la mirada a su plato y carraspeó —. Las parejas normales se conocen muy bien. Pero creo que de momento solo deberíamos decir que nos estamos conociendo.
— Vale — respondí secamente, mientras fingía pensar.
La verdad era que mi mente se había quedado en blanco por la forma en la que había pronunciado aquellas palabras. ¿De verdad quería saberlo todo o solo era por fingir?
— A ver, mi color favorito es el rojo, adoro las naranjas y soy más de perros que de gatos. Soy de las que madruga pero no tengo problemas en acostarme tarde. Adoro leer, la lluvia y estudio medicina porque supongo que me he pasado la vida cuidando de Conrad y ahora quiero cuidar del resto. Se ponía muy enfermo cuando éramos pequeños — aclaré, ante su mirada de confusión —. Tengo varias cicatrices en el cuerpo: una de cuando me creía escaladora y me dedicaba a subir a los árboles — dije entre — y las demás del accidente de coche del año pasado en el que falleció mi madre. Nora es la hija del hermano de mi madre y lleva el nombre de nuestra abuela. Mi familia paterna son los Colby y la materna, los Ward. Siempre hemos vivido en Lane, desde hace generaciones. ¿Qué hay de ti?
— Bueno, nosotros en realidad somos de aquí y de allá, nunca hemos estado en un sitio fijo. Yo estudio contabilidad y finanzas para seguir con la empresa de mi padre, que era de su padre y así. Theon y Camden no querían porque tenían otros sueños más realistas que los míos así que... me tocó a mí — comentó con una sonrisa triste —. También soy más de perros que de gatos, de hecho tuve un golden de pequeño, se llamaba Neo, y mi fruta favorita es la manzana. Mi color favorito es el rosa.
— ¿Qué? — salté de la sorpresa
— Nah, me estoy quedando contigo, es el negro. Soy más nocturno que otra cosa pero me toca trabajar así que me levanto a las cinco de la mañana.
— No, ¿en serio? Qué mal — dije, fingiendo que no lo observaba cuando me desvelaba.
— Tengo varias cicatrices también. Antes era un gran deportista y vaya, son gajes del oficio. Pero mis tatuajes las disimulan bastante bien.
Fruncí el ceño ante aquella revelación. Camden había dicho que a Nathan no le gustaba nada el deporte, pero igual eso era solo ahora. Lo dejé pasar, mi curiosidad se había centrado en otra cosa en aquel momento.
— ¿Qué son los tatuajes? — le pregunté — Es que con la camiseta no se ven.
— Bueno, esa es la intención. Tengo varios de las fases de la luna, un símbolo, un animal, una palabra...
— Y supongo que tendrán significados importantes para ti — comenté, intentando indagar.
— Sí, personales — apuntó, mirándome fijamente.
«Que no me meta, lo pillo»
— Lo siento, a veces puedo ser muy insistente con las cosas que me interesan.
— ¿Significa que te intereso? — preguntó, provocando que me sonrojara y que él se riera de mí — Bueno, no me molesta siempre que respetes mis límites.
— Claro. Puedes estar tranquilo. Solo soy chismosa, no detective —dije entre risas —. Pero no puedes evitar que tenga preguntas. La verdad es que me intrigas. Sois nuevos y... hay ciertas cosas que no entiendo.
— Adelante, pregunta, pero no responderé si es demasiado personal — comentó, terminándose su plato.
— ¿Por qué parecía que Axel te conocía de antes?
El silencio se instauró entre nosotros. Yo terminé mi plato ante su atenta mirada y nos quedamos mirándonos fijamente durante algo más de un minuto.
— Demasiado personal. ¿Por qué le tienes miedo? — me preguntó él.
Ahora quien estaba sin respuesta era yo. No podía decirle que no lo sabía y que iba a terapia para, entre otras cosas, averiguarlo. Pensaría que estaba loca y probablemente se lo contaría a Conrad o a Nora. Y no quería que nadie se preocupara de más por mí.
— Demasiado personal
◦ ⋆ ◦ ☯ ◦ ⋆ ◦
Hola holaa
Siento muchísimo haber tardado tanto en actualizar. He estado enferma y estoy de exámenes así que me ha sido muy difícil escribir lo que me faltaba de este capítulo y cumplir con las lecturas que tenía pendientes (que aún me quedan).
Aunque no estoy del todo satisfecha con este capítulo espero que a vosotros os guste.
¿Opiniones?
Un besicooo <3
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