Capítulo 2~La excepción que confirma la regla
La facultad de ciencias de la salud estaba relativamente cerca de la plaza central. Con las prisas no me había fijado en que habían reformado un poco el lugar. Años atrás no había tantos árboles ni mucho menos un bar en medio del mini campus.
Se trataba de una caseta aparentemente de madera, cubierta con pequeñas luces, que poseía una barra de metal sobre la que el señor Randolph se dedicaba a atender a los clientes mientras que otra persona ayudaba dentro.
— Anda, mira qué originales — comentó la pelirroja señalando el nombre del bar, iluminado en verde con luces de neón.
— Greenlane — leí en voz alta, asintiendo —. ¿Te has fijado en que el señor Randolph no estaba trabajando solo? — le pregunté, a lo que ella negó — Qué raro.
Al llegar a la facultad nos dirigimos al edificio de medicina rápidamente. No nos costó encontrarlo, pues el vestíbulo estaba abarrotado de gente.
Aquello era peor que el día de las rebajas a mitad de precio de Lane. Ese día todos los residentes de la ciudad se apretujaban entre sí para conseguir las mejores gangas del mercado, incluidos mi madre, Conrad y yo. El año anterior había acabado peleándome con una señora por un maletín de empresario que quería regalarle a mi padre por su cumpleaños. Por suerte, logré quedarme con él gracias a una pequeña distracción provocada por Conrad.
— ¿Cómo vamos a pasar entre toda esta gente? — me preguntó Nora, visiblemente agobiada mientras miraba un reloj colgado en una de las paredes. Marcaba las doce menos diez, y la presentación de la primera clase comenzaba a en punto.
— Hola, chicas — dijo una voz detrás de nosotras.
Ambas nos giramos para ver a nuestro mejor amigo, Demian Bell.
El verano no lo había tratado nada mal. Se había dejado crecer un poco aquel pelo rizado suyo y se había puesto más moreno, si es que eso era posible.
No hacía falta mirarlo mucho para darse cuenta de que se había puesto más fuerte, seguramente habría ido al gimnasio en Atlanta, donde había pasado casi todas las vacaciones. Su mandíbula también se había definido más, al igual que la mayoría de los rasgos de su cara. Al menos su nariz ancha y sus labios gruesos seguían igual. Llevaba una camisa hawaiana y unos vaqueros hasta la rodilla, que le daban un aspecto relajado y despreocupado. Y... se había puesto pendientes.
«Pues nada, tocará meterse en una maleta para ir a Atlanta».
Nora fue la primera en reaccionar y abrazarlo. Me quedé mirando cómo la elevaba ligeramente del suelo para ponerla a su altura, ya que él era mucho más alto que nosotras, y cómo la analizaba tras bajarla.
— Vaya Nora, ¿te han inyectado hormonas o qué? — le preguntó el chico riéndose, a lo que ella se sonrojó.
Ella también había cambiado bastante, solo que al haber pasado el verano en mi casa yo no lo había notado tanto. La línea de su mandíbula y sus pómulos se habían afilado más, haciéndola parecer un poco más mayor de lo que era, de no ser por su altura. Su piel seguía igual de blanca que siempre y su cuerpo... Bueno, digamos que había terminado de desarrollarse y que no tenía nada que envidiarles a las modelos de revista.
Lo cierto era que mi prima era preciosa, por dentro y por fuera. Aquel día había optado por un vestido blanco con florecitas rosas de hombros caídos que le llegaba un palmo por encima de la rodilla. Se había hecho un medio recogido y había aprovechado una de mis pinzas con flores para ponérsela en su coleta, además de llevar puestas unas converse rojas. Hasta la mochila iba a juego con su ropa.
— Blair tú... Tú sigues igual — dijo el chico sacándome la lengua antes de chocarme la mano, para después tirar de ella y obligarme a darle un abrazo —. Y en cuanto a lo de pasar, tengo una idea. Blair, Halloween en sexto.
Nora y yo nos miramos divertidas. Le di mi mochila mientras me apoyaba en Demian, pasando un brazo por sus hombros, lista para llevar a cabo nuestro plan.
— Disculpen, disculpen, llevo a una chica que se ha hecho un esguince. Hagan sitio para llevarla a la enfermería — empezó a decir el moreno. Eso nos dio vía libre y avanzamos entre la multitud hasta que conseguimos llegar a las escaleras, con Nora siguiéndonos.
En cuanto creímos que nadie nos veía, cogí mi mochila y fuimos caminando hasta el segundo piso, donde se encontraba nuestra clase. Al llegar al pasillo miramos los carteles de las aulas en los que claramente se leía: AL01 y AM01.
Nunca me había gustado aquella distribución pero ya nos habían preparado para ello en el instituto. Nuestros profesores nos contaron que en la universidad, si nos quedábamos en Lane, tendríamos que sufrir las consecuencias de la rivalidad con Meira. En todas las carreras nos separaban en dos grupos: los que llevábamos en Lane toda la vida y los que llegaban desde Meira. En el caso de que alguna familia se hubiera mudado hacía poco o fueran de otro lugar les dejaban elegir, pero todos, sin excepción, elegían las aulas de Meira. Todo el mundo prefería a los de la capital frente a los de "pueblo".
— Nunca entenderé el porqué de esta discriminación. Ni que tuviéramos la peste — se quejó Nora, a lo que Demian y yo nos encogimos de hombros.
Entramos en la clase y Nora fue literalmente asaltada. Jade Allen, una de sus mejores amigas, se abalanzó sobre ella nada más poner un pie en la sala. Sonreí al verlas abrazarse, aún más al notar la vergüenza momentánea que sintió Nora. Ella no era muy fan del contacto físico, ni de mostrar afecto en público, ya que solo lo hacía con Demian, Conrad y conmigo. Tener así de cerca a otra persona debió incomodarla.
— Hola Blair, hola Demian — dijo Jade cuando se separaron —. Me alegro mucho de veros. No sabía que también habíais escogido medicina. Nora me dijo que te lo estabas pensando, Blair.
Suspiré, había estado a punto de retrasar un año mi entrada a la universidad, pero Conrad me hizo entender que distraerme y centrar mi atención en otras cosas me haría bien.
— Sí, pero ya ves, no os desharéis de mí tan fácilmente — contesté con una sonrisa —. Nora no me dijo que ibas a estudiar medicina. Pensé que seguirías tu vena artística.
— Iba a hacerlo, pero tras mucho pensar decidí que esta era la mejor opción. Tu prima me ayudó a elegir.
Miré instintivamente a Nora. No fallaba, siempre que Jade la nombraba la chica se sonrojaba y bajaba la mirada, muerta de vergüenza. Sonreí y dejé que Jade hablara con Demian mientras yo iba a buscar sitio en la última fila.
Siempre había sido una chica aplicada, pero el primer día no creí que fuera buena opción ponerme delante. Conociendo a los profesores, empezarían la ronda de presentaciones con los del principio de la clase. Sinceramente me parecía absurdo, ya que todos nos habíamos criado prácticamente juntos.
Escogí un asiento y miré a mi alrededor. No debía haber más de veinte personas en la sala, demasiadas teniendo en cuenta que no todo el mundo estaba hecho para aquella carrera y que el resto estarían en la otra clase.
Me alegró no ver a Melanie, supuse que había escogido otra carrera, ¿pero cuál? Las únicas que se podían elegir si se quería quedar en Lane como casi todos nosotros eran medicina, arquitectura, contabilidad y finanzas, psicología, fisioterapia, economía, diseño gráfico e informática. Definitivamente ella no encajaba en ninguna. Solo esperaba no verla en aquella facultad, por el bien de los pacientes.
— ¿En qué piensas? — me preguntó Demian al sentarse a mi lado.
— Me pregunto cómo será este curso.
— Más tranquilo que el anterior, espero — contestó con una sonrisa claramente falsa.
Lo miré extrañada mientras se rascaba un brazo con incomodidad antes de mirar hacia Nora y Jade, que hablaban animadamente en la entrada. Estaba bien, tampoco iba a presionarlo si no quería hablar, pero algo me decía que me había perdido algo importante el mes que falté a clase.
Unos segundos después, la pelirroja subió rápidamente los escalones que daban a nuestra fila y se sentó al lado de Demian, tras sonreírle fugazmente. Me miró levantando las cejas y dirigió una mirada a la puerta.
— El profesor Brown no viene solo — anunció con una voz un poco más aguda de lo normal, como una niña emocionada con un juguete nuevo. Y es que así era Nora con el chisme, se moría y vivía por ello.
El profesor Brown, quien sería nuestro tutor aquel año, también lo había sido en los últimos dos años de instituto. Nos daba biología entonces, y ahora nos enseñaría anatomía y bioética. Era el profesor favorito de todos en el instituto, así que en la universidad no cambiaría mucho la situación.
Cuando entró por la puerta se hizo un silencio profundo en la clase. No por su presencia, sino porque iba acompañado de un chico nuevo, que por regla general debería haberse quedado en la clase de Meira.
El chico era bastante blanco de piel, tenía gran cantidad de pecas en la cara, pero sobre todo encima de aquella nariz tan estrecha, que quedaba perfecta en su rostro. Su mandíbula era afilada, pero el resto de los rasgos de su cara estaban suavizados. Lo que más destacaban eran sus ojos azules, muy brillantes, en contraste con su pelo castaño.
No debía medir más de un metro ochenta y no parecía estar muy musculoso. Era ancho de espalda, eso sí, pero debía ser natural. Llevaba una camiseta blanca sencilla de manga corta y un pantalón vaquero. Simple, pero genial. Todo en él gritaba "niño bueno", lo que se confirmó con la sonrisa que le dedicó a la clase cuando el profesor lo presentó.
— Él es Camden Reed y será vuestro nuevo compañero. Viene de Meira pero ha decidido darnos una oportunidad a nosotros, así que espero que le deis una calurosa bienvenida, chicos — explicó el profesor Brown —. Ahora él se presentará y cuando tome asiento lo hará el resto, empezando por ti, Jade — le dijo a la rubia antes de cederle el turno de palabra al nuevo.
— Esto... S-sí, me llamo Camden Reed y mi familia y yo nos acabamos de mudar. Me gusta la medicina, obviamente, y soy amante de la literatura. Solo espero que nos llevemos bien aunque no sea de aquí — dijo rascándose la nuca en un gesto nervioso antes de subir a sentarse en la fila frente a la nuestra.
La clase se quedó en silencio, pero podría haber jurado que había escuchado a más de una persona suspirar.
El resto se fue presentando, pero nadie prestó la misma atención. Todos se giraban con curiosidad a dirigir miradas furtivas al nuevo, como si fuera un mono de feria.
— Yo soy Blair Colby — dije presentándome cuando llegó mi turno —. También me gusta la literatura y la música — comenté escuetamente.
Odiaba ser el centro de atención, más aún cuando la mitad de la clase se había sorprendido al verme. Debieron pensar, como Jade, que tomaría un descanso después de todo lo que había pasado el curso pasado.
— Bien. ¿Quién me hará el favor de enseñarle después de clase todo esto a Camden? — preguntó el profesor Brown.
Toda la clase levantó la mano, incluso Nora y Demian. Me sorprendió, pensaba que Demian iba a apuntarse al equipo de fútbol con Conrad después, pero se le veía realmente entusiasmado por ayudar.
Yo prefería tener una tarde tranquila, así que me puse a dibujar en mi libretas distraídamente. Y así habría seguido, de no ser porque Demian me dio un codazo y me señaló con la mirada al profesor.
— Blair, lo harás tú, y espero que le pongas la misma atención a Camden que a tu libreta — dijo el señor Brown, sacándome de mis pensamientos y provocando que todos se volvieran a mirarme. También escuché un par de risas.
Miré al chico, quien me dedicó una sonrisa inocente para después articular una disculpa.
«Genial, hacer de niñera, mi pasatiempo favorito».
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— ¿No puede hacerlo otra persona?
— Haber sido más lista. Todo el mundo estaba levantando la mano menos tú. ¿En quién pensabas que me iba a fijar? — me preguntó el señor Brown retóricamente.
— Sinceramente, no he pensado.
— Está claro.
Resoplé con resignación y me di la vuelta para buscar a Camden.
No me costó encontrarlo. Todas las chicas se encontraban haciendo un corro alrededor de él. Definitivamente era un mono de feria. Solo les faltaba lanzar plátanos para que diera volteretas.
Cuando se dio cuenta de que lo estaba esperando se disculpó con su pequeño club de fans y vino hasta mí. Le hice una seña para que me siguiera y caminamos en dirección a la cafetería, siguiendo a Demian y a Nora.
— Lo siento mucho. Ya le dije al profesor que no hacía falta que me enseñaran esto. Vine ayer y...
— Hunter te lo enseñó, lo sabemos — comenté terminando su frase —. Déjame adivinar, el señor Brown te dijo que así te integrarías — dije, a lo que él asintió —. Es un buen hombre, pero a veces se le olvida que podemos hacer las cosas por nosotros mismos. Ya no tenemos doce años.
Cuando llegamos a la cafetería, nos colocamos en la fila a esperar nuestro turno para coger la comida. No me fijé en lo que hablaban Camden y Demian, tampoco me interesaba.
Miré la sala en busca de Conrad y lo vi sentado con Hunter en una mesa, acompañados de otro chico. Supuse que era uno de los hermanos de Camden, por lo que había dicho Hunter antes y el obvio parecido que se podía apreciar desde la distancia.
— Este minion es mi hermana, Blair. Ella es Nora, nuestra prima, y él Demian — dijo Conrad cuando llegamos a la mesa, presentándonos al desconocido —. Tú debes de ser Camden, soy Conrad — le dijo al chico, estrechando su mano.
Todos sonrieron y se sentaron, mientras yo me limité a asentir.
El nuevo amigo de Conrad tenía un estilo totalmente distinto al de Camden. Llevaba una camiseta negra con mangas sobre las que sobresalían las líneas de un tatuaje en cada brazo. Su pelo estaba peinado hacia arriba y su cuerpo estaba mucho más tonificado que el de su hermano. No tenía pecas, pero sí los mismos ojos y rasgos que Camden, solo que más marcados.
— Son nuestros vecinos, Blair — informó Conrad, sacándome de mi mente. Me había quedado empanada detallando los rasgos del desconocido, pero no di señales de avergonzarme —. Nathan estudia contabilidad y finanzas con Hunter.
«Nathan, como el actor de Castle».
Nuestras miradas se volvieron a encontrar y me dedicó una sonrisa de lado, mas no habló. Aparté la mirada y me concentré en mi plato. No me sentía cómoda y no sabía muy bien por qué. Me sonaba mucho su cara, estaba convencida de que lo había visto en alguna parte, pero no logré recordarlo.
— Nuestros padres nos dijeron que os invitáramos a comer un día de estos, a vosotros y vuestros padres — dijo Camden, provocando que me atragantara con la comida —. No conocen a nadie aquí y a mi madre no le iría mal un poco de compañía — explicó.
De repente mi boca se quedó seca y se me quitó el apetito. Un calor bastante incómodo me subió a la cara provocado por el rápido latido de mi corazón y mis ojos empezaron a picar.
«Ahora no, ahora no, ahora no».
— En seguida vuelvo — anuncié, antes de empezar a caminar con rapidez hacia los baños con la cabeza baja. Me negaba a que nadie me viera así, en un momento de debilidad.
— ¿Dije algo malo? — escuché preguntar a Camden.
Concentrada en ralentizar el latido de mi corazón, no me di cuenta de que había alguien delante de mí en uno de los pasillos y mi cabeza acabó impactando contra su pecho.
— ¿Te gusta chocarte o solo eres idiota?
— ¿Eres estúpido o bebiste leche paterna de bebé? — respondí instintivamente.
Al separarme y levantar la cabeza vi a un desconocido, por lo que me avergoncé internamente. Me di la vuelta para seguir mi camino, pero volvió a hablar.
— A mí me enseñaron a disculparme de pequeño. ¿Es que acaso tus padres no te enseñaron modales, niña?
— Meteré tus palabras en una cuenta bancaria, a ver si en unos años me generan interés.
Aquel idiota hizo que se me pasara el disgusto. Yo no era una persona muy habladora, pero no me quedaba callada ante una ofensa como aquella, jamás. Me sostuvo la mirada, sin decir nada. Supuse que quería intimidarme, pero no me pudo parecer más patético. En fin, un idiota.
«Vaya vaya. A alguien le ha comido la lengua el gato».
— Veo que has conocido a Theon — dijo la voz de mi mellizo, que al parecer me había seguido —. Es hermano de Camden y Nathan, y mi compañero de carrera.
Miré al tal Theon y lo analicé. Sí, desde luego eran familia. Mismos ojos, mismo pelo y básicamente misma constitución que Nathan, solo que con una cara más parecida a Camden, incluidas las pecas.
«¿Hermanos o fotocopias?»
— ¿Blair? — preguntó el chico a Conrad, a lo que él asintió — El placer es mío.
— Desde luego que lo es — dije a regañadientes —. Debes empezar a ser más selectivo con tus amistades, Conrad.
— Lástima que con la familia no se pueda — me vaciló, antes de dirigirse al vecino —. Están en una mesa, al lado de las ventanas.
El chico asintió mientras le daba unas palmaditas en el hombro a mi hermano como si fueran amigos de toda la vida. A mí simplemente me guiñó un ojo, el muy confianzudo. Lo observé marcharse, antes de ser sorprendida por un abrazo de parte de Conrad.
— Cecé, ¿estás bien?
— No, la verdad. Recordar a mamá cada vez que la mencionan es difícil y no hay nada de malo en reconocerlo.
No tardé en captar lo que quería decir, pero yo no era él. Siempre me había costado más expresar mis sentimientos. Era una de las cosas que trabajaba con la doctora Relish y él lo sabía, por lo que intentaba ayudarme también. Pero no era ni el momento ni el lugar.
— Estoy bien — lo tranquilicé sin alejarme de él —. Pero deberíamos volver o Nora se preocupará. Cuando volvamos a casa llamaré a Mason y le informaré de la invitación. Después podemos ir al cementerio para que te sientas mejor.
Conrad asintió, me rodeó los hombros y me dio un beso en la frente antes de conducirnos de vuelta a la cafetería. Sonreí. Al menos uno de los dos no estaba completamente roto.
◦ ⋆ ◦ ☯ ◦ ⋆ ◦
Hola otra vez gente :)))
Sé que este capítulo es largo, perdón. ¿Os molesta?
¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Os cae bien/ mal ya alguien?
Gracias por leer esta historia, de verdad. Sé que el tiempo vale oro y que hay muchas mejores (os podría hacer una larga lista de recomendaciones), así que de verdad agradezco los comentarios y los votos. Os adoro.
Un besico <3
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