"Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!"
Santiago 3:5

Porque la lengua es como espada de dos filo... A veces la utilizamos para bendecir pero otras la desatamos tanto que puede causar grandes catástrofes.

Por eso cuida tus palabras, lo que expresas, lo que le dices al otro sin pensar en el efecto que le causaras. A veces las opiniones sobre el otro son tan dañinas como la punta de un cuchillo en la yugular.

Procura meditar en lo que dirás. No tomes decisiones apresuradas, o cuando estés molesto. Piensa primero en tus palabras y cuál será el efecto que ellas puedan tener en un momento determinado. Piensa en el corazón de Dios y como actuaría él en tu lugar.

No humilles a tu prójimo para satisfacer tu ego. No creas saber más que los demás aún teniendo toda la inteligencia se más más bien sabio en palabras y entendimiento.

Bendice y serás bendito porque cada bendición que hagas llegara primero a ti y luego al otro. Bendice con el corazón y con tus palabras. Decreta con ellas lo que guardas en tu corazón pues no son las palabras las que tienen el poder es la fuerza, la creencia y el corazón que pongas al decirlas.

Así también las maldiciones...

Bendice: a tus hijos, a tus padres, a tus amigos, a todo el que te rodea...
Decreta las verdades así el mundo se ría en ocasiones de tu ideología. Ahora estamos en tiempos de Noé donde cada quien cree tener la verdad en sus manos pero pocos se atreven a expresar la verdad de Dios quizás por temor a ser humillados.

Procura tener un corazón conforme al de Dios.