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𝐬𝐚𝐧𝐚'𝐬 𝐬𝐨 𝐡𝐨𝐭.

Reference Song: Becky's So Hot - FLETCHER.

Advertencia: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.

◉ Contenido +18.

◉ Lenguaje explícito.

◉ Threesome.

Con su acostumbrada chaqueta jean, que lucía desgastada, pero con estilo, y sus lentes negros que resaltaban su mirada, Mina llegó junto a Lalisa. La vibra siempre es mágica y especial cuando se trata de las fiestas que organiza Gahyeon cada vez que cierra un semestre en la universidad.

Suele alquilar una casa con piscina en la montaña para invitar a todos a pasar el rato una noche. El entorno natural añade un toque de encanto a la celebración, con el sonido de la brisa entre los árboles y las estrellas brillando en el cielo oscuro. Pero con el alcohol fluyendo libremente y otras sustancias circulando, la atmósfera se vuelve aún más cargada de energía. Y, por supuesto, donde hay juventud y desinhibición, el sexo no podía quedarse atrás, convirtiéndose en un elemento más de la noche, añadiendo una capa de excitación a la experiencia festiva.

Al entrar a la hermosa y lujosa casa, Mina se detuvo un momento para apreciar los bonitos detalles en cristal que adornaban la elegante escalera que conducía al segundo piso. La luz se filtraba a través de ellos, creando destellos que iluminaban el espacio con un brillo sutil pero impactante. Era como entrar en un escenario de ensueño, donde cada detalle estaba cuidadosamente seleccionado para crear una atmósfera de lujo y sofisticación.

La terraza junto a la piscina capturó su atención de inmediato. Desde allí, se extendía una vista amplia y hermosa hacia la ciudad, con las luces parpadeantes que pintaban el paisaje urbano en la distancia. La cocina, ubicada estratégicamente a un lado, emanaba los aromas tentadores de la comida que se estaba preparando para la ocasión.

En una esquina, una mesa de billar invitaba a los invitados a desafiar sus habilidades mientras disfrutaban de la música y las risas. Bajo un techado contiguo, otro espacio acogedor ofrecía refugio y comodidad, con muebles y sillones que prometían largas conversaciones y momentos de relax.

Así comenzó la fiesta que marcaría el comienzo de toda una serie de acontecimientos que llevarían a Mina a donde nunca se imaginó que terminaría.

La fiesta transcurrió con toda la naturalidad que la caracterizaba. La música llenaba el ambiente, envolviendo a los invitados en un ritmo contagioso que los incitaba a bailar y a dejarse llevar por la noche. La mayoría disfrutaba de la bebida y la música, mientras otros preferían conversar en grupos más íntimos, compartiendo risas y confidencias bajo la luz de las estrellas.

Mina se encontraba en su elemento, rodeada de amigos cercanos. Con Jihyo, Yuta, Rosé, Seulgi, Mingyu, y Lisa a su lado, la diversión estaba asegurada. Siempre fue bastante ameno para ella disfrutar de la compañía de sus amigos, compartiendo momentos de complicidad y risas que fortalecían sus lazos.

La atmósfera se llenaba de una energía vibrante mientras todos perdían la cordura momentáneamente, dejándose llevar por la euforia del momento, el alcohol y la buena música. Las risas resonaban en el aire, creando un ambiente de alegría y camaradería que era imposible ignorar.

Pero como todas las buenas cosas, la fiesta tenía que llegar a su fin para Mina. Ya pasadas las tres de la mañana, consciente de la hora y del cansancio que empezaba a hacerse sentir, decidió junto a Lisa aprovechar un aventón a casa de la mano de un amigo de Jihyo.

Entonces fue al llegar a casa que su corazón dio un vuelco al recibir un mensaje de Jihyo.

No lo quería admitir, pero por supuesto que sintió una punzada en el pecho. Habían pasado siete largos meses desde que terminó con Nayeon, y al parecer, Nayeon había sido la única que había logrado seguir adelante. En cambio, ella aún mantenía el nombre de Nayeon en su mente como un martillo golpeando un clavo de manera incesante, recordándole constantemente lo que una vez tuvieron y lo que ahora se había perdido.

Una jodida nueva novia. La idea resonaba en su cabeza como un eco amargo de lo que solía ser. Ella ni siquiera había podido sanar por completo y entender por qué su relación con Nayeon había fracasado si se amaban tanto. Habían compartido risas, secretos y sueños, pero algo se quebró en el camino, algo que aún no podía comprender del todo. Se amaban con locura, eso no lo dudaba, pero ahora se encontraba allí, en su habitación solitaria, con los ojos aguados, cuestionando si alguna vez valió la pena. La herida seguía abierta, fresca, como si el tiempo no hubiera hecho más que avivar el dolor que sentía en lo más profundo de su ser.

Ella no podía pensar que Nayeon no la amó. Mucho menos cuando recordaba los momentos de tira y jala hasta la última vez que terminaron. Era un ciclo interminable de separaciones seguidas de reencuentros apasionados, como si el fuego que ardía entre ellas nunca pudiera extinguirse por completo. Terminaban una y otra vez, solo para encontrarse nuevamente y sumergirse en el éxtasis del deseo, compartiendo momentos de pasión desenfrenada que parecían saciar temporalmente el vacío que sentían cuando estaban separadas.

Podía quejarse de muchas cosas acerca de ella, pero tenía que admitir que Nayeon era lo más parecido a un paraíso cuando de sexo se trataba. Era como si cada caricia, cada beso, cada roce estuviera perfectamente diseñado para encender la llama de la pasión en su interior. Nayeon era salvaje, capaz de llevarla al borde del éxtasis con su intensidad, pero también podía ser suave, envolviéndola en un abrazo cálido y reconfortante que la hacía sentir segura y amada.

Pero fuera de eso, siempre la hizo sentir tan bien. Siempre la trató con ternura y cuidado, demostrándole con cada gesto y cada palabra que la amaba también. Era esa combinación de pasión y ternura lo que hacía que fuera tan difícil aceptar que ahora tenía a alguien más. El pensamiento de Nayeon con otra persona, de compartir su cuerpo y su corazón con alguien más, era tan jodidamente doloroso que ni siquiera podía imaginar pisar su casa de nuevo, mucho menos compartir su cama. El simple hecho de pensar en ello le hacía sentir como si un puñal le atravesara el pecho, dejándola vulnerable y desgarrada por dentro.

No pudo evitar la rabia que la embargaba, una furia ardiente que crecía dentro de ella como un fuego incontrolable. Estaba celosa, jodidamente celosa, pensando que ya había alguien más, alguien más que no era ella. Cada pensamiento de Nayeon con otra persona era como una cuchilla cortando a través de su corazón, llenándola de una envidia desgarradora y una sensación de pérdida que le hacía querer gritar y golpear algo.

Se sentía traicionada y abandonada, como si todo lo que habían compartido juntas hubiera sido en vano, como si ella no fuera suficiente para mantener a Nayeon a su lado. La idea de que Nayeon había encontrado consuelo en los brazos de otra persona la llenaba de una ira feroz, como si estuviera siendo reemplazada por alguien más, alguien que no podía igualar lo que ella tenía para ofrecer.

El mero pensamiento de Nayeon compartiendo intimidad con otra persona encendía una llama de celos dentro de ella que amenazaba con consumirla por completo. Se sentía como si estuviera perdiendo una parte de sí misma, como si su identidad estuviera siendo desgarrada por la cruel realidad de que Nayeon ya no era solo suya. La rabia y los celos se entrelazaban en un torbellino de emociones turbulentas, amenazando con ahogarla en un mar de amargura y desesperación.

Justo dos días después, Mina se encontraba en su departamento, inmersa en la tarea de organizar una presentación para una clase. Siempre había sido bueno para ella mantener la mente ocupada en otras cosas para no dejar espacio a los pensamientos que la fatigaban. Sin embargo, llegó el momento en que el trabajo se terminó, dejándola vulnerable ante las emociones que había estado tratando de evitar.

Se recostó en su cama, sintiendo el peso de la soledad y la melancolía que la envolvía. Decidió tomar su teléfono y revisar sus redes sociales, buscando una distracción momentánea de sus propios pensamientos. Pero una vez más, el fantasma de Nayeon y su nueva relación la embargó, como una sombra que se cernía sobre su tranquilidad.

Sabía que no debía hacerlo, pero la tentación fue demasiado fuerte. No pudo resistirse a meterse en el Instagram de Nayeon. Y joder, por supuesto que había fotos con su nueva novia. De inmediato, el impulso de espiar a la nueva novia de Nayeon la llevó a husmear en el Instagram de ella, buscando cualquier detalle que pudiera alimentar su curiosidad enfermiza.

No se imaginó por ni por un mínimo segundo lo que estaba por sentir. La nueva novia de Nayeon, al parecer se llamaba Sana. Era una chica bajita, castaña, con una figura que dejaba a cualquiera mal. Sus fotos irradiaban una belleza y una confianza en sí misma que Mina no pudo evitar admirar, incluso a pesar de la mezcla de emociones contradictorias que la invadían.

Era jodidamente hermosa. La simple observación de Sana despertó una avalancha de envidia y deseo en el corazón de Mina, haciendo que se cuestionara su propia valía y su lugar en el mundo. La comparación era inevitable, y aunque sabía que no era justo para ella misma, no pudo evitar sentirse eclipsada por la presencia de esta nueva mujer en la vida de Nayeon.

La miró detenidamente. Sus curvas eran, como para perderse en ellas, un cabello hermoso y sedoso que parecía capturar la luz en cada mechón, y su cara... su cara parecía tallada por los mismos ángeles, con una perfección que dejaba sin aliento. En una foto, notó cómo se le marcaba la espalda, delineando cada músculo con una sensualidad irresistible. Su abdomen era delicioso, con una definición que invitaba a pasar la lengua por allí y saborear cada centímetro. Y su trasero... oh, su trasero la llamaba a cometer todo tipo de pecados, con una tentación que era difícil de resistir.

Se cuestionó. ¿Cómo era posible que se sintiera así? Tan de repente encima. ¿Deseaba a la nueva novia de su ex? La pregunta resonaba en su mente, provocando un torbellino de emociones confusas. Se sentía como si estuviera traicionando sus propios sentimientos, como si desear a Sana fuera una traición a la relación que una vez tuvo con Nayeon. Pero al mismo tiempo, no podía negar la atracción que sentía hacia esa mujer, esa mujer que ahora ocupaba el lugar que una vez fue suyo. Era una mezcla de envidia, deseo y confusión, una tormenta emocional que amenazaba con arrastrarla hacia lo desconocido.

Miró un poco más del perfil de la chica. Notó algo que la descolocó aún más. Sana tenía varias fotos usando las camisetas de Nayeon, sus sudaderas, sus gorras. Se sintió celosa nuevamente, una mezcla de furia y deseo que la invadió como una ola implacable. Pero no podía negar, joder, no podía negar lo caliente que era. Cada imagen, cada gesto, cada prenda de ropa que Sana llevaba puesta parecía aumentar su atractivo, y se veía aún mucho más sexy vistiendo las pertenencias de Nayeon.

Todo era tan raro, tan nuevo. Pasó de tener celos enfermizos a sentirse enferma, necesitada de probar a Sana. ¿Acaso se estaba volviendo loca? La pregunta resonaba en su mente como un eco insistente, pero no podía ignorar el deseo que ardía dentro de ella, una llama que parecía consumirla por completo. La idea de estar con Sana, de experimentar la pasión y el deseo que emanaba de cada poro de su piel, la dejaba sin aliento.

Se sentía como si estuviera al borde de un precipicio, a punto de lanzarse al vacío sin saber lo que le esperaba al otro lado. Pero algo en el fondo de su ser le decía que necesitaba explorar esta nueva faceta de su sexualidad, que necesitaba perderse en los brazos de Sana para descubrir quién era realmente y qué quería en la vida. Era un territorio desconocido y peligroso, pero también excitante y liberador. Y aunque sabía que podía salir lastimada, no pudo evitar sentir que valía la pena correr el riesgo.

Le texteó. En su propio Instagram. Nunca había dejado de seguir a Nayeon, y el descaro que la caracterizaba en ese preciso momento la hizo retorcerse. Estaba en top, con un pantalón de dormir de algodón, recostada en su cama, cuando decidió enviarle un mensaje a Sana. No lo pudo evitar.

El proceso fue una mezcla de nerviosismo y excitación. Escribir esas palabras, deslizar su dedo sobre la pantalla mientras formulaba la invitación, fue como adentrarse en un territorio desconocido pero tentador. ¿Qué diría Sana? ¿Cómo reaccionaría ante su propuesta?

Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Mina envió el mensaje, observando cómo desaparecía en el éter digital, llevando consigo sus esperanzas y temores. No podía creer lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentir una punzada de emoción ante la posibilidad de lo que podría suceder a continuación.

Claro que era una maldita descarada por hacer eso y probablemente iba a tener consecuencias más tarde, pero ya estaba hecho. No podía negar de ninguna forma lo jodidamente sexy que era Sana. Se atrevería a fracasar, al menos por intentar llevársela a la cama. No por venganza hacia Nayeon, porque en el fondo sabía que aún deseaba estar con ella, volver a perderse en sus brazos y revivir la pasión que una vez compartieron. Pero también deseaba a Sana, de una manera que no podía ignorar, de una manera que la consumía hasta lo más profundo de su ser. Las deseaba a las dos. Desesperadamente.

Mientras se iba a dormir, no podía parar de pensar en qué sabor tendría Sana, en cómo sería tocar su piel suave y sedosa, en explorar cada centímetro de su cuerpo con sus manos ansiosas. Al mismo tiempo, no podía evitar recordar el sabor de Nayeon, sus manos posesivas y lo ruda que era en la cama. La mera idea de estar con ambas mujeres enredadas entre las sábanas la llenaba de una excitación que era casi abrumadora, una anticipación que la mantenía despierta hasta altas horas de la noche, anhelando lo que el futuro podría traer.

Al día siguiente, Mina se encaminaba hacia la facultad de artes con sus Converse gastadas, una camiseta azul marino y un suéter blanco. Era una combinación casual pero cómoda, perfecta para un día de clases y paseos por el campus. Siempre le gustaba recorrer esos terrenos por las tardes, cuando la atmósfera se tornaba particularmente pacífica. El clima templado y la brisa suave acariciaban su rostro mientras avanzaba entre los edificios de la universidad.

El entorno de la facultad de artes era especialmente agradable, con numerosos árboles que proporcionaban sombra y frescura. El verdor de la naturaleza contrastaba con la arquitectura moderna de los edificios, creando un ambiente relajado y acogedor. Era un lugar donde podía respirar profundamente y dejar que las preocupaciones se desvanecieran, al menos por un momento.

Mina aprovechaba esos momentos para descansar antes de su próxima clase, recostándose en el césped o en algún banco cercano, disfrutando del sereno ambiente y la belleza que la rodeaba. Aunque su departamento estaba un poco alejado del campus, valía la pena el paseo para sumergirse en esta atmósfera tan reconfortante y revitalizante.

Luego de un momento, su majestuosa paz se vio interrumpida por una figura que, si bien deseaba, no dejaba de provocarle estragos en su estado de ánimo. Im Nayeon estaba parada frente a ella, cruzada de brazos. Mina estaba sentada en uno de los bancos disponibles, tomándose un café. La pelinegra la miró con detenimiento. Traía una camiseta negra, unos jeans holgados y su acostumbrada gorra.

"¿Qué? ¿Te comió la lengua tu nueva novia?", desafió Mina mientras tomaba de su café.

Finalmente, Nayeon se recompuso y bajó los brazos. Miraba a la pelinegra con desdén, pero había algo en su mirada que ella no pudo descifrar. La tensión entre ellas era palpable, como una corriente eléctrica cargada de emociones reprimidas.

"Si se puede saber, ¿por qué carajos le estás coqueteando a mi novia?", empezó molesta.

Mina rio levemente y bajó la cabeza. Nayeon seguía allí parada, expectante.

"No tienes ningún maldito derecho de estar metiéndote en mi vida, Mina", volvió a desafiar.

Mina levantó la mirada con una media sonrisa. "Creo que ya llevo bastante tiempo metiéndome en tu vida, no me pidas que pare ahora".

"Lo de nosotras acabó. ¡Entiende!", dijo aún más molesta.

Pero Mina ya conocía esa expresión. Se molestaba, pero en el fondo, estaba maravillada con la actitud de perra que estaba adoptando.

"Lo de nosotras acabó, pero lo de Sana conmigo en su cama puede empezar", la castaña frunció el ceño.

"No te atrevas a acercarte a ella, no le hables, no le escribas y no te atrevas a acercarte a mi casa", dijo aún más furiosa mientras se acercaba a Myoui de manera desafiante.

Mina se puso de pie, nivelando su cara con la de Nayeon, también de forma desafiante.

"Prometo no escribirle, prometo no hablarle, pero lo que no prometo es no meterme en tu cama con ella", dijo de manera venenosa y concreta en toda la cara de Nayeon. "Ya tú sabrás si te nos unes o no, bebé", acentuó la última palabra en un chasquido de lengua.

Im apretó la mandíbula al escuchar eso, parecía que quería golpearla, pero se contuvo. En vez de eso, sus ojos fueron a parar en los regordetes labios de Mina. La pelinegra lo notó de inmediato. Lo sabía. Todavía la deseaba, por supuesto que lo hacía.

No sabía qué pasaba por la cabeza de Nayeon mientras la miraba a los labios, pero no se dio la oportunidad de pensar en ello. Se abalanzó hacia los labios de Nayeon de inmediato. Un beso mojado se desencadenó entre ellas. Mina sabía cómo devorar esos labios siempre que podía. Para sorpresa de nadie, Nayeon correspondió el beso, incluso metió su lengua.

Disfrutaron de sus labios hasta que la pelinegra buscó aire y se separó. Nuevamente, no iba a darse la oportunidad de que Nayeon pensara mucho en ello y de inmediato recogió sus cosas. Le dio un último beso acompañado de un: "Nos vemos luego, tal vez", dejando a la coreana confundida y perpleja ahí parada.

Pero, su maldita suerte ese día fue tanta que no se imaginó el combo maravilloso que se estaba desenvolviendo. A la salida de una de sus clases por el pasillo se encontró con algunos amigos, con algunos compañeros, pero lo verdaderamente interesante fue cuando se encontró con nadie más que la mismísima Minatozaki Sana apoyada de una pared.

La miró por algunos segundos. Vestía una falda negra a juego con un suéter. Era aún muchísimo más hermosa en persona, parecía una jodida diosa.

Iba a seguir su camino, pero Sana, vacilante, bajó la mirada y le agarró el brazo para que se detuviera.

"¿Eres Mina, cierto?", la pelinegra la miró de arriba abajo, comiéndosela con la mirada, por cierto. Asintió.

Sana se apoyó de la pared nuevamente. "¿Podemos hablar en privado?".

Tenía que aprovechar la oportunidad. "Para serte completamente honesta, Sana... Lo último que quiero hacer contigo es hablar", la peligris rio levemente.

"Hablo en serio, necesito hablar algunas cosas contigo y me gustaría que fuera en privado", pidió.

"Siempre y cuando sea rápido, necesito llegar a casa para coquetear con la nueva novia de mi ex por mensaje de texto".

"¿Por qué no lo haces en persona? ¿Tienes miedo?", desafió. ¿Estaba coqueteándole?

"Ya que lo dices, no me parece una mala idea, de hecho, es maravillosa".

"Vamos a la cancha de fútbol a platicar, está vacía a esta hora", la pelinegra asintió.

La tensión entre ellas era palpable mientras se dirigían hacia la cancha de fútbol. Ambas mujeres llevaban consigo un bagaje emocional y una atracción latente que complicaba cualquier interacción. Sin embargo, ninguna estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad de explorar lo que podía surgir entre ellas.

Al llegar a la cancha, el ambiente estaba impregnado de un silencio tenso que se rompía solo con el sonido de sus pasos sobre el césped. Se sentaron en uno de los bancos cercanos, manteniendo una distancia prudencial entre ellas.

Sana rompió el silencio primero, su voz suave resonó en el espacio abierto. "Mira, Mina. Sé que tú y Nayeon tenían la costumbre de encontrarse de vez en cuando para follar y que dejaron de hacerlo cuando ella y yo empezamos a salir, pero...", hizo una pausa. "Lo que has estado proponiendo, yo...", se vio interrumpida por la risa de la pelinegra.

La conversación entre Mina y Sana estaba cargada de gestos y expresiones que reflejaban la intensidad de sus emociones y deseos.

"Probablemente, estoy siendo irracional, Sana, pero no puedo dejar de ser de las personas que van por lo que quieren sin pensar si es justo o no", explicó Mina, sus manos jugueteaban nerviosamente con el borde de su camisa. Sana asintió con comprensión, su rostro mostraba una mezcla de curiosidad y cautela.

"No fue hasta que te vi, vi lo jodidamente caliente que eres que me decidí a probarte", continuó Mina, acomodándose en el banco y manteniendo su mirada fija en Sana. Sus gestos eran decididos, aunque un atisbo de inseguridad se vislumbraba en su expresión.

"¿No te importa Nayeon? Por cierto, esta tarde llegó echando humo por los oídos. Estaba furiosa porque la besaste".

"No es que no me importe Nayeon, al contrario, si tuviera la oportunidad de revolcarme con ella nuevamente, lo haría sin pensarlo".

"¿A pesar de que tiene novia?".

Mina tomó la gallardía que le hacía falta y se acercó a Sana justo como lo hizo con Nayeon. "No pareces entender", su aliento chocaba con el de la peligris, quien estaba bastante consternada. "Quiero acostarme contigo, quiero tener sexo contigo, Sana. Eres demasiado caliente, desde que te vi deseé meterme en tus bragas, joderte hasta que te desmayes, pero si tu querida novia quiere participar, es bienvenida. Ella me encanta, Sana. Nunca lo ha dejado de hacer", finalizó.

La reacción de Sana fue muy variada. Sus labios se entreabrieron en asombro mientras absorbía las palabras de Mina. La incertidumbre y el desconcierto se reflejaban en su rostro, pero también una curiosa fascinación por la audacia de la pelinegra.

Sus gestos y expresiones revelaban la complejidad de sus emociones, dejando claro que estaban en medio de una encrucijada emocional donde los deseos y la moralidad se entrelazaban en un juego peligroso de seducción y conflicto interno.

"Sabes, Mina... Aquí tenemos una situación cuanto más, rara", levantó la mirada a la de la pelinegra, mirándose de frente de nuevo. "No puedo describir la forma tan deliciosa en la que Nayeon me cogió esta tarde luego de llegar enojada", rio.

"¿Qué?", Mina estaba horrorizada por un segundo.

"Se quedó caliente luego de que la besaste".

La pelinegra se horrorizó por un segundo. "No, Sana, espera. No quiero que creas que quiero separarlas, no quiero entrometerme en su relación".

"Eso dicta mucho de lo que describiste que querías hacer hace un momento".

"Solo quiero acostarme contigo, ya te lo dije, eres jodidamente caliente", reiteró Mina con determinación, su voz resonando con un tono de urgencia y deseo palpable.

Sana la observó en silencio por un momento, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de intriga y cautela. "¿Y con Nayeon?", preguntó, su voz apenas un susurro cargado de curiosidad.

Mina asintió con seguridad. "Por supuesto, ya te lo dije", respondió sin vacilar, su mirada fija en la de Sana, sin titubear en lo más mínimo.

La castaña asintió lentamente y se puso de pie, su postura radiante de confianza. "Estees un juego que me encanta jugar, pero me temo que lamentablemente está llegando a su fin", declaró con calma, sus palabras resonando con una sensación de finalidad.

"¿De qué hablas?", preguntó MIna, su ceño fruncido en confusión mientras intentaba descifrar las palabras de Sana.

"Nos pusiste a Nayeon y a mí en una situación difícil, Mina", explicó Sana con serenidad, su tono de voz calmado pero firme. "El problema ahora es que Nayeon y yo también queremos algo, entonces ya no habrá más juego del gato y el ratón", agregó, su mirada penetrante clavada en la de Mina.

"¿Lo hubo siquiera?", cuestionó Mina con escepticismo, una sonrisa juguetona curvando sus labios mientras miraba a Sana con complicidad.

Sana rio suavemente, una risa melodiosa que llenó el aire con un aura de complicidad compartida. "Discutimos por nada, porque al final resulta que las dos te queremos en nuestra cama, aunque Nayeon no lo quiera admitir abiertamente", confesó con una sonrisa pícara, sus ojos brillando con diversión.

Mina se sintió sorprendida por la revelación, una mezcla de incredulidad y satisfacción inundando sus sentimientos. Optó por la segunda opción, dejando que una sonrisa juguetona se extendiera por su rostro. "Ustedes dicen cuándo y dónde y ahí estaré", declaró con un destello travieso en sus ojos, su emoción apenas contenida.

!

Se había superado a sí misma. De lamentar el hecho de que su ex haya conseguido a alguien más a estar a punto de acostarse con ambas. Nada podía salir mal. Mina se sentía poderosa, como si hubiera conquistado un territorio emocional que antes le parecía inalcanzable. Había pasado de sentirse consumida por los celos y la tristeza a convertirse en la protagonista de un triángulo amoroso cargado de pasión y deseo. La sensación de control sobre su vida amorosa era intoxicante, y Mina se deleitaba en cada momento de esta nueva experiencia.

Se detuvo por un instante a reflexionar sobre cómo había llegado a este punto. Recordó los días de angustia y dolor que había experimentado tras la ruptura con Nayeon, la sensación de vacío y desesperación que la acompañaba constantemente. Pero ahora, todo eso parecía un recuerdo lejano, eclipsado por la emoción y la anticipación de lo que estaba por venir.

Pero fue un proceso llegar a lo que ella quería. Pasaron cuatro lamentables días para recibir respuestas, indicaciones. Mina se impacientaba, preguntándose constantemente si su propuesta había sido rechazada o si simplemente estaban tomando su tiempo para planificar todo. Pensó que sería Sana la que gestionara todo, pero se equivocó. Fue un mensaje de Nayeon el que finalmente llegó.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda y esa típica sensación de mariposas revoloteando en su estómago cuando vio la notificación en su teléfono. Era un viernes en la madrugada, un momento poco común para recibir un mensaje. Nunca habían pactado nada específico luego de la conversación con Sana, pero Mina estaba segura de que ya lo habían planeado entre ellas.

Con manos temblorosas, Myoui abrió el mensaje y leyó las palabras de Nayeon con atención.

Cada palabra parecía cargar con un significado oculto, y Mina se preguntaba qué podía estar pasando en la mente de su ex.

El mensaje era breve pero directo, indicando un lugar y una hora para encontrarse. Mina sintió una mezcla de nerviosismo y emoción al leer las instrucciones. Estaba a punto de sumergirse en un encuentro que cambiaría por completo el curso de su vida amorosa, y no podía evitar sentir un cosquilleo de anticipación en cada fibra de su ser.

Con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, Mina se preparó mentalmente para lo que estaba por venir. Estaba lista para enfrentar lo desconocido y abrazar esta nueva oportunidad con todas sus fuerzas.

Su cuerpo vibró de emoción, aunque no podía evitar sentirse nerviosa. Dejó cualquier cosa que estuviera haciendo a esas horas y se dirigió directamente al baño. Se desnudó lentamente, cada prenda que caía al suelo aumentaba su emoción. Una vez desnuda, entró en la ducha, dejando que el agua caliente le acariciara la piel y le ayudara a relajarse.

Con manos temblorosas, tomó la cuchilla de afeitar y se aseguró de rasurar cada centímetro de su cuerpo. Quería estar impecable para este encuentro, quería sentirse segura y deseada. Después de terminar, salió de la ducha y se envolvió en una toalla, admirando su reflejo en el espejo con una sonrisa nerviosa.

Se dirigió a su armario y buscó entre sus prendas hasta encontrar la única camiseta que quedaba de Nayeon en su departamento. La tomó con cuidado y se la puso, sintiendo el roce de la tela contra su piel. Luego, abrió el frasco de colonia que Nayeon le había regalado en su último cumpleaños juntas y se aplicó un poco en los puntos clave de su cuerpo, dejando que el aroma embriagador la envolviera.

Escogió una tanga de encaje sutil, pero, efectiva, quería estar irresistible para este encuentro. Finalmente, tomó algunas cosas esenciales y su llave antes de dirigirse a su auto. Cada paso que daba la acercaba más a este momento que había estado esperando con ansias, y su corazón latía con fuerza en su pecho, llenándola de emoción y antelación.

Finalmente llegó. Se agradeció no vivir tan lejos de Nayeon. Estacionó y se bajó, caminando hacia la puerta de la casa. Era la típica TownHouse. No lo suficientemente grande como una casa convencional, pero no tan pequeño como un departamento. Tocó la puerta dos veces antes de ser atendida por la mismísima Nayeon.

Estaba en top, con unos pantalones cortos y despeinada. Sus labios estaban teñidos de rojo, un indicio de que quizás ya habían empezado sin ella. Un nerviosismo excitante recorrió su cuerpo mientras se preparaba para enfrentar lo que estaba por venir.

"Mina", dijo Nayeon en tono de bienvenida mientras abría la puerta para dejarla pasar.

"Buenas noches", respondió Mina, tratando de mantener la compostura a pesar de la oleada de emociones que la invadían. Caminar nuevamente por los pasillos de la casa de Nayeon le trajo una oleada de recuerdos, algunos dulces, otros amargos, pero todos ellos intensos y vívidos.

Siguió a la coreana hacia la sala de estar, donde se encontraba Sana en iguales condiciones.

La visión de ambas mujeres, desaliñadas y semi-desnudas, hizo que el corazón de Mina latiera con más fuerza. Sana llevaba una falda similar a la que había usado el otro día, y solo llevaba puesto un brasier. La tensión en el aire era palpable, cargada de anticipación y deseo. Mina sabía que esta noche sería inolvidable, y estaba lista para sumergirse en el torbellino de pasión y placer que le esperaba.


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