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Extra I

Minju se caracterizaba por ser muy sincera desde que cumplió sus tres añitos de edad, diciendo todo aquello que pensaba, para muchos era una niña grosera al hablar y soltar sin filtro alguno algún defecto o algo que a ella le llamaba la atención al ser sola una niña. Por eso Sana no le regañaba, al fin y al cabo era solo una niña muy habladora y aunque algunas veces tuvo que disculparse con señoras mayores, no piensa recriminar a su cachorrita por algo que bueno, es normal.

Desde aquella vez que Sana se despidió de Tzuyu, no volvieron a encontrarse nunca más y la pequeña Minnie ahora ya más grande solo reconoce a Tzuyu por fotos de las que la Omega le muestra, fotos de hace muchos años, cuando Minju no estaba en sus planes.

La pequeña azabache es una copia mucho más detallada de sus madres ahora que está mayor, Momo siempre dijo que se parecía más a Sana por su particular y tierna sonrisa, además de sus lunares que es cosa de ambas.

Puede decir que cada vez que su pequeña tesorita llega a su lado es como si Tzuyu estuviera con ella, la pequeña cachorra siempre portaba el aroma de Tzuyu aún si la última vez que estuvo con ella fue hace más de dos años.

Cuando la azabache le hace preguntas aleatorias sobre su otra Madre, Sana no se corta al decirle la verdad, contesta a cada cuestión lo mejor que puede, pues tiene en cuenta la gran imaginación de su niña y sabe que con dos características se puede imaginar perfectamente a Tzuyu.

Porque desde que supo de su existencia, no ha parado de hacer preguntas sobre ella.

Y la pobre Sana tiene que pasar de ciertas preguntas como "¿dónde está?" "¿Cuándo volverá?" "¿Le quieres?"

Porque le duele.

Unas cuantas veces se ha hallado en la habitación de Momo llorando a moco tendida y diciéndole a la mayor una y otra vez que era la verdadera culpable de sus desgracias, culpando también a su Omega. La otra simplemente escucha sus lamentos sentada a un lado de la cama, tampoco es que tenga ánimos suficientes para reconfortar a su amiga, con su separación no tiene muchas razones por las cuales estar contenta.

Y cuando la pequeña Minju llegó a su lado gritando sorprendida que había visto a su mamá Tzuyu, Sana solo sonrió enternecida haciendo que la azabache se quedara a su lado porque se había ido muy lejos ya antes y no podía dejarle ir otra vez por la hora. La cachorra jugaba en el parque que estaba cerca de su casa, Sana le acompañaba y dejaba que jugara, luego le iba a buscar.

No había peligro en dejarle ya que muchas y muchos Omegas estaban al cuidado de sus cachorros y cuidaban también a Minnie cuando le veían llegar con su mamá.

Así que Minju estuvo el resto de la tarde tristón, reclamándole a la Omega que debían bajar y buscarle porque según ella, "mamá Tzuyu se iba a poner a llorar y el coco se la llevaría"

Era lo que le decían a ella así que no veía el porqué no se llevarían a su mamá.

Terminando de cenar, la cachorrita pelinegra se quedó viendo los restos de comida en su plato, jugando con el vaso y esperando a que su mamá retirara todo e hicieran su rutina de noche. Minju era muy lista para su edad, comprendía todo más rápido incluso que Sana, así que le vio con ojitos de cachorra regañada cuando la mayor aún comía, llamando su atención.

Apartó con sus manitas hechas puños el plato hasta donde sus pequeños bracitos pudieron, ganándose así la mirada atenta y confusa de su Madre, pero la azabache dejó caer su cabecita en la mesa, con sus brazos ahora por debajo de la mesa jugando con sus deditos.

Sana observó a su pequeña cachorra un par de segundos, buscando alguna respuesta en su hija, que al cabo de varios minutos alzó su cabecita, dejando ver sus rellenitas mejillas empapadas de gruesas lágrimas y un pequeño pucherito adornando sus labios.

Sana tardo menos en verle que en acudir a ella, poniéndose de cuclillas separó la silla infantil de la mesa, haciendo que la cachorra le dedicara una mirada lastimera, sin cesar sus lágrimas se lanzó a sus brazos sollozando en su cuello y Sana sintió a su lobo chillar al ver en ese estado a su niña, moviendo su cola y soltando sus feromonas para calmarle.

Funcionó gracias a las caricias en su espalda, y la voz de la mayor susurrándole cosas dulcemente en su oído.

Leves hipidos eran escuchados por Sana cuando se puso de pie con la azabache en brazos, se sentó dejándole a ella en su regazo.

—V-vamos a busca a mamá... tiene fillo... —Titubeó limpiando con mucha dificultad sus mejillas con sus manitas hechas puños.

—Minnie, mamá no está aún-

—Estaba en el paque —Interrumpió viendo fijamente a su mamá, la Omega dudó tanto en aquella petición que su niña había vuelto a sollozar sin perder las esperanzas— V-Vamos a buscale...

Y lo siguiente que los ojitos marrones de Sana observaron fue a su cachorrita salir de sus brazos, corriendo hasta el perchero y tirando del suyo hasta hacerle caer en el suelo, aún con su ceñito fruncido lo tomó con sus regordetas manitas y se lo acercó para que se lo pusiera. Un suspiro salió de Sana, podría ponerle en orden y continuar con su rutina, que sería bañarle, pero no podía con la carita de su bebé, llenita de lágrimas que humedecían sus bonitas mejillas.

Así que le colocó su prenda, subiendo la cremallera hasta su cuello, viéndole sonreír satisfecha, parecía una pequeña osita al tener un abrigo algo más grande que ella, causaba gracia verle andar y las veces que se ha caído Sana tiene que aguantar no reír ante lo tierno que se ve.

—Solo iremos y volveremos, señorita Minju —Advirtió finalmente colocándose ella su abrigo, observó a su niña ignorarle olímpicamente, escuchó sus pasitos hasta la entrada, abriendo con dificultad la puerta. Una vez más, Sana suspiró, siguiendo a su osito por el pasillo.

Pero tuvo que alzarle al bajar las escaleras ya que correría la misma suerte que hace unos días y la menor caería cual pelota por las escaleras, sí, Sana no era experta en el cuidado de niños y esa vez casi se muere al ver a su pequeña rodar escaleras abajo.

Nada más dejarle en el suelo tomó la mano de su mamá, dejando que está le guiara al parque al que siempre acudían, además de no estar lejos, es su favorito porque tiene columpios con cinturones que le protegen ante una caída y Minju es demasiado torpe y muy miedosa a las alturas. Aunque no sea mucha la distancia del suelo al columpio, ella le tiene miedo.

Mientras que Sana ya se iba preparando para consolar a su bebé por no encontrar a mamá Tzuyu en el parque pues estaba cien por cien seguro de que su niña simplemente se había confundido de persona y que aquella cara conocida haya sido un error de su mente.

Unos cuantos metros más y ambas se encontraban en el parque, iluminado inútilmente por una lámpara que estaba a nada de dejar de hacer su función, todo se veía apenas y sintió la otra manita regordeta de su osito tomar su mano, con miedo.

—Minnie, aquí no hay nadie —Dijo suavemente bajando a la estatura de la menor, viéndole alzarse de puntitas para lograr ver algo en la oscuridad.

—Allí —Señaló ella a las bancas vacías del otro lado del parque, donde la luz era nula. Sana suspiró cansada, tomando a la azabache entre sus brazos, permitiéndole ver algo más.

Efectivamente, allí no había nadie.

Y la pequeña sintió sus luceritos llenarse de gruesas gotitas saladas, que a los segundos comenzaron a humedecer sus rositas mejillas.

—Minju... —Murmuró la castañita acercando a la cachorra a su pecho y sintió su corazón estrujarse por los sollozos de la menor.

—M-mamá Tzuyu... —Dijo entre sollozos restregando su naricita en el pecho de Sana, destrozando emocionalmente a su mamá en el acto.

—Mamá Tzuyu irá a verte cuando quieras, Minnie... —Sana saltó con la cachorrita en brazos al escuchar a alguien a sus espaldas, abrazando mucho más a su bebé contra su pecho, asustada sus feromonas comenzaron a emanar fuertemente, alertando a la Alfa que se quedó paralizada en su sitio— L-Lo siento...

—¡Mamá Tzuyu! —Chilló contenta la cachorrita asomando apenas sus ojitos por los brazos de su mamá, viendo a la azabache sonreírle con algo de tristeza, emocionada empezó a patalear para ir con ella, consiguiendo solo un gruñido de parte de Sana, que le obligó a quedarse quieta al ser una orden.

—S-Sana... —Murmuró la mayor buscando la mirada de la Omega, que con el ceño fruncido mantenía apresada a su cachorrita entre sus brazos, siendo incapaz de sostenerle la mirada a la Alfa.

No era que le odiara o tuviera rencor, realmente fue ella quien decidió dejar la relación y no continuar jugando en donde sabía que iba a perder, protegerse a sí misma fue más importante hace años, por la razón que sostiene en sus brazos. Minju puede querer mucho y anhelar demasiado el calor y aroma de su otra madre, pero aún así al que buscará para absolutamente todo será a Sana.

—Tzuyu... —Pronunció bajito, la cachorrita sonrió escondida en los brazos de la mayor, moviendo sus piecitos a los costado de la castaña.

—No vengo a exigir ver a Minnie —Empezó bajando la mirada al suelo— Realmente... quiero pedirte perdón antes... —Suspiró cansada viendo a la azabache menor, totalmente acurrucada entre los brazos de la Omega, una risita se escapó de su labios, un feo sentimiento se instaló en su pecho, llevaba tanto tiempo sin ver a su bebé que ahora le veía diferente, con unas facciones parecidas a las de Sana— Fallé, escapé de mis problemas y te dejé abandonada, además, te dejé solo con Minnie y-y pensé que pidiendo perdón volveríamos a estar juntas...

Sana fijó sus ojos en el suelo, intentado de esa forma retener las lágrimas en sus luceros, dejando que la pelinegra sacara su cabecita y viera mejor a su otra mamá, que estaba igual que Sana.

—Han pasado casi dos años... —Continuó dando dos pasos adelante, Minju alzó su cabecita viéndole desde abajo, sus dos dientes delanteros le recordaron a ella misma pero esos ojitos marrones eran idénticos a los de la Omega.

—S-Si... —El nudo en su garganta cortó por algunos segundos sus palabras, relamiendo sus labios al sentirse ahogada.

—Actualmente Minju y yo vivimos en un departamento más grande, a Minnie la cuida mi vecina y yo trabajo de camarera en el restaurante de un hotel, la mantengo con ese sueldo y le doy todo lo necesario -—Tzuyu parpadeó varias veces ante lo dicho, sin saber ahora qué decir o hacer, sus manos picaban por tomar en brazos a su cachorrita y su corazón anhelaba estrujar a la Omega en un fuerte abrazo— Pero le hace falta una Madre al fin y al cabo... —Musitó encendiendo una pequeña esperanza en Tzuyu.

—Mamá Tzuyu~

Una sonrisa se dibujó en la mayor, finalmente las lágrimas desbordaron sus ojos.

—E-Eres un llorón... —Se burló la castaña retirando suavemente las gotitas saladas de sus mejillas, alzando un poco a la azabache. 

—M-Minnie...

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