07
—¿Te sientes mejor? —Preguntó tímida buscando a la menor por la habitación, su bebé se removió entre sueños, sin soltarse de la camiseta que portaba su mamá. Mientras que la mayor intentaba ver en la oscura habitación a su Omega, encontrando únicamente una bola de mantas sobre la cama, así que suspiró pasando despacito, encendiendo la luz de la lámpara y dejando a la bebé a un lado, algo alejada de ellas por cualquier cosa.
Buscó el inicio de ese laberinto de sábanas para ver a la triste Omega que descansaba entre ellas, únicamente vio sus ojitos marrones, éstos tristes desde hace dos días. Suspiró algo cansada, abriéndose paso entre la barrera de mantas para abrazar a la menor y llenarla de su aroma, sintiendo un fuerte dolor en el pecho cuando éste comenzó a llorar nuevamente.
—Sana... —Murmuró restregando su mejilla contra la cabecita castaña del Omega, buscando calmarle— Minju ya está bien, ya verás que dentro de nada la tendremos gordita y sana... —Sana negó rápidamente, acurrucándose contra su pecho, importándole poco que eso luego no lo tendría, ahora mismo le daba igual si después lloraba sola y no contaba con ningún apoyo, si podía, aprovecharía esta relación que estableció Tzuyu, permitiéndole a ella estar cerca, abrazarla y desahogarse.
Después de varios minutos en donde Sana se asemejaba más a una bebé consentida y a Tzuyu a un pañuelo para lo mocos de la bebé, un tercero y verdadero bebé comenzó a sollozar a su lado, llamando la atención de sus madres. Tzuyu tuvo que dejar un poco a Sana de lado para tomar a la pelinegra y dejarla entre ambas, sus ojitos curiosos viajaban de uno a otro, sintiéndose extraña al estar entre ellas juntas. Es decir, solo tenía un mes y medio cuando durmió por última vez con las dos así que ahora era raro pero no se sentía mal, la mezcla de aromas que proporcionaban exclusivamente para ella era lo mejor, además de que le daban calor y le acariciaban, podía decir que el servicio era bueno.
Pero Sana no podía quitarse de encima esa culpabilidad. Tzuyu ya le había dicho y recalcado que daría dinero, que cambiaría de guardería a Min o que incluso podrían contratar a una niñera para el cuidado de la pequeña, también podía aportar mensualmente en lo que la castaña quisiera pero la menor no respondía a ello, simplemente se soltaba a llorar.
Y sabía que llorando no arreglaría nada y que realmente estaría estancado en el mismo lugar pero necesitaba de alguna manera sentirse libre.
No era de ayuda tampoco hablar con su mejor amiga y que ésta le contara sus problemas, no se quejaba de ello pues era su mejor amiga y estaría para escucharle pero no tuvo coraje para decirle sus propios problemas, cuando Momo le preguntó por la pequeña pelinegra ella le contestó con mentiras, cuando le preguntó por su propia salud la castaña contestó más mentiras. No era por ocultar, lo hacía para que la otra Omega no se preocupara, ya suficiente tenía con pensar en lo que haría más adelante sola con sus cachorros.
Resopló abrazando a su bebé, sonriendo suave cuando sus pequeña manitas le tomaron del cabello, soltando balbuceos en su idioma.
—Minnie no quiere que estés triste, no es tu culpa, Sanake... —Escuchó a Tzuyu hablar mientras su mano acariciaba suavemente sus castaños cabellos, manteniendo cuidado con la bebe.
Solo esperaba que eso no volviera a ocurrir.
A Sana le fascinaba ver a Katashi con su cachorrita, iban de un lado a otro mostrándole a la pelinegra cosas que decoraban su hogar o que simplemente podían ser llamativas para la bebé de siete meses y medio, la misma balbuceaba cosas en su idioma hablando alegremente con la Omega que le hablaba como si fuera a entenderle bien.
Conocía a Katashi desde hacía unos tres años y fue en una sesión de fotos de primavera, donde el castaño se ofreció a ayudar a la menor pues era de los nuevos en la empresa y Katashi ofreció sus enseñanzas. Es verdad que en cuanto el trabajo Katashi llevaba unos cuantos años y era más famoso que Sana, saliendo en portadas de grandes marcas pero aún así la menor le cayó bien y siguieron en contacto.
La duda de Sana siempre ha sido la misma, si Katashi se retiró hace unos meses del trabajo diario y ahora únicamente trabaja por temporadas cortas, no tiene cachorros.
La castaña no quiere meter prisa en algo que no le incumbe pero el mayor se muestra demasiado contento, entusiasmado y muy cariñoso con el suyo.
Pero el mayor tiene sus crueles razones.
No es porque no quiera o no pueda.
Solo que Yun no quiere cachorros.
Es algo de lo que la pareja había hablado ya muchas veces, llegando incluso a discutir horas y pelearse por días, el Omega alguna vez se molestó tanto que se marchó unos días a la casa de su madre, donde la mayor habló con él y bueno él sigue queriendo solo que ha aceptado no tenerlos.
—¿En serio tienes que irte ya? Podrías quedarte a dormir, hay dos habitaciones disponibles —Propuso el mayor negándose a entregar la bebé a Sana, que algo preocupada por la hora extendía sus manos para tomar a su hijo, este mismo siendo apresado por el pelinegro Omega— Un ratito más, Sanake...
—Katashi, debo irme ya, es muy tarde y mañana tengo que ir al trabajo... —Murmuró buscando la mirada de su bebé para motivarlo a irse con ella pero la gordita bebé no se dignaba a buscar a su padre en esos momentos— Minju, cariño, vamos...
El pelinegro giró su rostro, casi acordándose que debía comer y esa castaña era la que le da de comer, así que empezó a removerse.
—Kata —Se quejó la Omega menor y Katashi alzó su labio inferior en un puchero, dando la bebé a su madre y cruzándose de brazos después— Si quieres un trasto de estos podrías decirle a Yun... —Comentó colocándole la chaqueta azul a su pequeña, que ahora le veía fijamente.
Minju no molestaba, pero desde que Sana comenzó a aumentar su menú y añadiendo muchas cosas nuevas, la menor está más encantado que nunca. Puede asegurar que su fruta favorita es la sandía, la Omega se la da en grandes trozos quitando todas las semillas y dejándole a ella solita comer, recordando a cuando estaba embarazada y podía pasar perfectamente horas frente a la tele con una sandía.
—Entonces... —Katashi le vio frunciendo el ceño— ¿Me harás tía? —Cuestionó divertido acomodando a Min en sus brazos, ignorando su pucherito y sus ojitos de cachorro mimoso.
—Tal vez más adelante —Dijo sonriendo, ocultando en esa sonrisa muchísimas ganas de llorar y contarle lo que le pasaba, tal vez comentarle que deseaba un bebé y que su Omega estaba más que preparado para uno pero que su Alfa se negaba a la idea.
La castañita asintió saliendo finalmente de la casa, recordando el camino por el cual había llegado y siguiendo por donde se le hacía conocido. Minju era de un sueño fácil, podía estar jugando o comiendo y el bebé se dormía en un segundo, así que Sana no se extrañó en nada cuando el azabache recargó su rostro en su hombro, cogiendo como siempre su chaqueta entre su pequeño puñito.
Eran alrededor de las once cuando llegó a su casa, algo cansada por caminar tanto con Min en brazos, subió las escaleras con las pocas fuerzas que guardaba y abrió la puerta dispuesto a acostar a su niña.
Le dejó en su habitación, quitando cuidadosamente su ropa y colocando un pijama azul enterizo, la menor ni se inmutó, quedó más cómoda y se relajó mucho más cuando fue arropado por las mantas de su cuna, acurrucándose entre ellas. Aunque Sana sabía que dentro de unas tres horas la azabache estaría gritándole por comida.
Cansada y siendo consciente de que mañana debía levantarse temprano, se dirigió a la cocina, metiendo al microondas un café de esa misma mañana mientras revisaba y cerraba las ventanas y cortinas, apagando también todas las luces del departamento.
Somnolienta se dirigió a su habitación, teniendo cuidado con su bella durmiente en la cuna.
Tomó su café sabiendo que eso no le haría perder el sueño, más bien le ayudaba a dormir.
Escuchó su teléfono vibrar en la mesita de noche, lo tomó sin interés alguno, estando muy cansado como para entusiasmarse por un mensaje de Tzuyu en la barra de notificaciones.
—"¿Estás en casa? Quiero hablar contigo ahora..."
La castaña solo analizó la frase llevando una vez más la taza a sus labios, suspirando escribió en respuesta.
—Sí pero Min ya está dormido, ven otro día —Podía perfectamente aceptar y dejar que Tzuyu viniera a su casa a hablar de lo que sea que la mayor quisiera pero no tenía ánimos de ilusionarse siquiera.
Los anteriores meses desde que Min enfermó Tzuyu estuvo viniendo muy seguido a su casa, trayendo ropa, comida y juguetes para el azabache, siendo con ella muy amable sin segundas intenciones.
Eso no era malo, lo malo era que la menor se estaba haciendo ilusiones, pensando que la mayor volvería a pedirle ser su novia, que volverían a vivir juntas y a ella le daba igual el pasado doloroso por el que Tzuyu le obligó estar, podía hacerse la tonta porque seguía siendo una tonta enamorada.
Después de hablar con Katashi, el menor pudo abrir un poco los ojos, caer de forma dolorosa en que eso no sucedería y si pasaba, terminaría peor. El embarazo de Min fue un completo caos, fue una de las peores experiencias y pensó que eso era lo peor por lo que había pasado, siendo su separación algo más profundo.
—"Es urgente"
—Mañana trabajo, Tzuyu.
Suspiró rezando por que la mayor se cansara y le dejara en paz, dejando la taza en la mesita de noche y acurrucándose entre sus mantas como el bebé en su cuna.
—"Esta bien, descansa"
Bloqueó su teléfono sin ganas de vagar por internet como las anteriores noches, suspirando nuevamente.
—"Te amo"
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro