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03

Katashi era amigo de Sana hace tiempo, pero verle de nuevo con una cachorrita en los brazos fue una gran sorpresa para el mayor, después de unos de meses de ello, volvía a visitar a la castañita, que mostraba a su bebé como un tesoro, por mensajes le enviaba fotos de lo que su pelinegra lograba; descubrir sus piecitos por ejemplo.

Ahora la castaña estaba algo decaída al abrir la puerta, unos ojitos tristes y una expresión angustiada, ese no era la Sana que le recibía con una enorme sonrisa, saltando a sus brazos de alegria porque su felicidad se expandía en cuanto veía a amigos después de mucho tiempo, pues eran muchas cosas que contar pero está Sana era diferente y no le gustaba.

—Oh... hola Katashi... —Saludó fingiendo malamente una sonrisa que se quedó más como una mueca burlona cuando en realidad la castañita quería ser amable.

—Hola, Sana... —Murmuró algo preocupado tomando entre sus manitas las mejillas rojizas de la castaña, notando mejor las enormes ojeras que adornaban sus ojos, que también estaban algo rojos por lágrimas derramadas anteriormente y que ahora se estaban cristalizando— ¿Qué pasa, Sana? —Cuestionó retirando las gotitas saladas que bajaron por las mejillas de la menor, rápidamente se abrazó a él con fuerza, siendo uno de sus pocos apoyos emocionales, la Omega no podía soportar un día más cuidando de la menor enferma.

Tres días ya y su bebé seguía llorando en las madrugadas, despierta por horas sin intención alguna de dormir, sus mejillas rojizas por la fiebre y sus pesadillas eran cosa del día a día.

El dinero que Tzuyu le dejó una tarde le sirvió exclusivamente para llevar a su cachorrita al médico, donde le dieron unas recetas más caras que la misma consulta, dejándole sin otra opción que gastarlo en tres cajitas, dos jarabes y unas pastillas solubles.
No se arrepentía de haber comprado la medicina para su cachorra pero realmente ninguna de esas tres medicinas lograba hacer alguna mejora en su bebé.

Se separó un poco del más alto, sollozando una vez más al verse ahogado en sus problemas junto a su pequeño de cinco meses y medio, dejó pesar primero al mayor tomando asiento en el único sillón del salón.

Tomó valor dando cogiendo una bocanada de aire, su mirada se posó ahora en el suelo, totalmente incapaz de ver a Katashi a los ojos y contarle lo que le atormentaba.

—Minnie enfermó hace unos días... —Empezó despacito, viendo que todos los esfuerzos hechos hasta ahora se detenían rotundamente por un nudo en la garganta— H-he... cuidado de ella estos tres días, le he comprado su medicina y he estado siempre pendiente por cualquier cosa... —Sus ojitos tristes dejaron salir una vez más gruesas lágrimas —pero no mejora, Katashi...

—Sana...

—Fallé en algo... no tengo ni idea en qué pero si enfermó fue por mi culpa... Y-yo... he tenido cuidado, he seguido guías, me he informado para cuidarle bien pero... ahora está así... —Suspiró cansada y la mano del castaño se posó sobre las suyas temblorosas, acariciandolas para calmarle.

—¿Por qué no me llamaste? —Cuestionó preocupado tomando sutilmente su mentón para que le viera— Sana, quedamos en que nos diríamos todo, que me escribirías si estabas en algún apuro y déjame decirte que este es un gran problema... —Acarició suavemente la mejilla de la menor, soltando un corto suspiro— Tanto Yun como yo podríamos hacerte un favor y llevar a Minnie a una clínica privada, que le revisen bien e incluso comprar sus medicinas... Pero es imposible adivinar que estan así, Sana...

—No quiero darles gastos-

—Si en cualquier caso gastamos mucho dinero, estaría invertido en la salud de tu bebé y eso es suficiente para dejar ir el dinero, Sana... —Se puso de pie bajo la mirada confusa del castañito— ¿Dónde está Minnie? Es hora de llevarla al médico...

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Tzuyu bajó de su coche metiendo las manos en sus bolsillos, alzando su cabeza para observar el edifico frente a ella y luego soltar un corto suspiro sin estar segura de entrar para ver a Sana y a su cachorrita.

Estaba a punto de entrar cuando sus ojos se dirigieron a un chico más alto que ella, y al reconocerlo solo pudo bufar molesta, haciendo que el moreno le viera de reojo, encarándole finalmente con una sonrisa pícara en los labios.

—¿Qué haces aquí? —Masculló divertido, metiendo las manos en sus bolsillos para verle mejor.

La azabache bufó una vez más apartando rápidamente la mirada a otro lado, haciéndose la desinteresada se alzó de hombros sin decir una palabra, mientras que el mayor soltó un corto suspiro adelantando unos cuantos pasos para tomar la puerta y volver a girarse para ver a la menor.

—Es mejor que te vayas, ya he venido yo a hacer lo que tú no haces —Dijo dejando a la menor con un mal sabor de boca por las palabras del Alfa, pero aún así en vez de irse nuevamente tomó la puerta y entró igualmente.

—Puedes perfectamente hacer todo lo que quieras, pero Minnie es y siempre será mi hija, de igual manera Sana puede rehacer su vida, me alegraría mucho por ella pero tienes que saber que esa Omega me pertenece —Terminó diciendo para luego subir las escaleras ella primero, dejando ahora al mayor algo asombrado por su respuesta.

Y él ni siquiera sabía que el nombre completo del cachorro era Minju...

Pero por el momento él no quiere aclarar que Sana es una amiga cercana, nada más, porque sencillamente quiere que Tzuyu se aleje de su lado de una vez por todas. Ha estado al tanto de lo que pasó en el embarazo de Sana y estuvo más presente en la más reciente pelea y separación, solo que la azabache no se ha dado cuenta de su presencia y ahora piensa que es el nuevo alfa de Sana.

Dejó que subiera primero, siguiéndole tranquilamente por detrás.

Pero definitivamente Tzuyu no esperaba encontrarse a Katashi con su bebé en brazos, cubierto con muchas mantas y siendo apenas reconocible por su estado. Antes de poder decir nada su Alfa buscó a su cachorra, envolviendo al pequeño y notando al mismo muy desanimado y decaído.

—¿Minnie? —Iba a acercarse a su niña, cargarla y consentirla entre sus brazos, tenía la necesidad de protegerle pero tan pronto lo pensó, Katashi la alejó, sintió una punzada atravesarle el corazón cuando la pequeña comenzó a llorar.

—¿Qué haces aquí? Lárgate, no tienes porqué venir a molestar a Sana —Masculló molesto con su ceño fruncido, casi gruñendo para que se alejara.

—Déjame hablar con Sana, dame a mi bebé —Exigió de la mejor manera posible y de la única que le salía en esos momentos pues su Alfa estaba preocupada y no iba a poner una pelea por delante del cuidado de su cachorra.

—Vamos a llevar a Minnie a una clínica, ya te puedes ir tranquila, ella ya tiene a un padre que la cuide —Bufó y Tzuyu suspiró intentando y haciendo todo lo posible por no arrebatarle a la niña y únicamente se controlaba porque podía dañar a su criatura.

—Katashi —Murmuró mordiendo antes su lengua para tomar valor— Por favor...

El mayor se lo pensó por largos segundos, torturando de esa manera a la azabache que perdía la paciencia con el tiempo. Un largo suspiro salió de los labios abultados del castaño, extendiendo suavemente al bebé y dejándolo en los brazos de su Madre.

Tzuyu inmediatamente empezó a buscar el cuello de la bebé quitando las mantas que le cubrían, allí se quedó algunos segundos, olfateando la zona para reconocer los aromas. Solo portaba el de Sana y uno a leche muy sutil ahora, dejando su aroma fuera, para un mejor pronóstico, su lazo no estaba.

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