NARUTO - SasuSaku / By: Diluvina Barcarba
---------------------------------------------------★Este One-shot pertenece a la autora Diluvina Barcarba, y es un Especial que forma parte de sus Drabbles SasuSaku(El cual puedes encontrar con la misma portada en su perfil)Los personajes son del Anime Naruto. Créditos a su creador Masashi Kishimoto. (mangaka japonés) ★--------------------------------------------------
Hoy es un día importante, o al menos eso fue lo que dijiste hace unos días.
—San Valentín es crucial para las parejas de enamorados. ¿Sabes? Yo estudié algo de filosofía en la universidad, y ahí dicen, ¿Qué pasa? No te rías.
—Lo siento. No hablemos de filosofía, siempre terminamos en desacuerdo.
—Pero es divertido estar en desacuerdo. Cuando las personas discuten sobre cualquier tema suceden cosas interesantes. Tú me enseñaste eso —te cruzas de brazos y me observas desde el umbral de la puerta—. Olvídalo, debo irme.
El amor es un sentimiento extraño. Me paso la mitad del día frente al reloj colgado en la pared de mi apartamento, la otra mitad alucino que estás entre mis brazos; me veo besando y mordiendo tus muslos.
—¡Demonios! —aprieto el volante, mientras sigo manejando.
Querías algo decente para San Valentín ¿Qué te puede ofrecer un hombre tan decadente como yo? No lo sé, tengo miedo de no cumplir tus expectativas. Han pasado alrededor de 10 meses desde que nos hicimos exclusivos pero, ¿Qué es ser exclusivos? Aun antes yo ya no podía mirar a otra mujer, desde que te vi cruzando la calle te colaste por los pasadizos secretos de mi cerebro. El pitido de un auto tras de mí me saca de mi ensueño. ¿Por qué esta fecha es tan especial? ¿Debo comprarte un ramo de flores? ¿Una sortija? Odio en demasía el cliché barato que venden las películas ¿Qué puedo obsequiarte que sea el reflejo de mi amor por ti? Podría sacarme el corazón y entregártelo en una linda caja de cartón decorado, «No, eso es demasiado repulsivo».
Si te compro un vestido ¿eso será suficiente? ¿Qué es suficiente para una mujer como tú?
Estoy estresado y sigo al volante. El tráfico de este horario consume mi buen humor, giro un poco la cabeza hacia la acera; veo a una chica en sus treinta, la cual pasea un diminuto perro.
—Podría regalarte un perro. Al fin y al cabo siempre dices que me extrañas en las noches que salgo a recitar poesía —pienso en voz alta.
Un perro, ¿eso sería demasiado? No lo sé, un perro implicaría un mayor compromiso, pero ¿qué es el compromiso? Presiento que es cada negación que doy a las chiquillas que desean meterse en mi bragueta.
—¿Qué clase de perro es bueno para ti? —Observo de nueva cuenta a la chica que ahora carga al can en sus brazos. Parece feliz, quizá tú también lo seas.
[...]
—Entonces ¿él es una raza pura? —«¿por qué importan ese tipo de cosas?»
—Así es señor. Tenemos todos los papeles que avalan que es de familia pedigree —dice el joven con cara de aburrimiento.
Yo le echo de nuevo una mirada al perro ¿Qué clase de criatura eres? Eres demasiado esponjoso, seguramente todo tu pelo quedará sobre su alfombra; no eso no, me gusta follar sobre esa alfombra, tenerte a ti paseando sobre ella no sería tan conveniente.
—¿Dices que mi novia lo amará? —vuelvo a preguntar porque no estoy tan seguro de llevarlo conmigo.
—Todas las mujeres aman a los cachorros. Además, este tipo de regalos implican un gran paso en la relación, al dar un ser vivo, por instinto las mujeres piensan que estás preparado para tener un hijo.
—¿Qué? ¡No me jodas! —hablo tan fuerte que el resto de los clientes nos miran con desdén— Lo siento.
—Puedes darle un oso de peluche —el chico se encoge de brazos—, te dejaré con él un momento para que lo pienses.
¿Un hijo? No puedo mantenerme estable más de dos semanas seguidas y ahora ¿debo prepararme para un hijo? Cargo el perro con ambas manos y lo pongo frente a mí, lo escruto. Sus ojos son como dos grandes canicas negras en donde el vacío reside plácidamente y su nariz es una frambuesa húmeda «repulsivo» pienso.
—Eres horrible —expreso mientras lo veo.
Por su parte el perro mueve su cola mientras me mira audazmente, también trata inútilmente de escapar de mi agarre.
—¡Oh por Dios! Eres súper lindo —Una chica se acerca a nosotros y empieza a acariciar su cabeza— ¿lo vas a comprar?
—No lo sé ¿Qué me recomiendas? —pregunto con el perro aún en ambas manos.
—Es muy hermoso, me dan muchas ganas de besarlo y dormir con él.
—Eso es algo que harías con tu novio ¿no crees? —digo mientras lo pongo en el suelo.
—Ay no... los hombres son reemplazables, un perro jamás lo es.
Enseguida mi mente se pone a la defensiva. «Yo no deseo ser reemplazado por una bola de pelos» gruño mientras pienso en eso.
—Los hombres engañan y te hacen miserable, esta pequeña cosita no le haría daño a nadie —la mujer se pone en cuclillas para acariciar al Pomerania.
Yo ya estoy chocado del olor a orina y de los pelos en mis pantalones negros.
—Me voy —declaro mientras me alejo del cachorro y de aquella chica.
Salgo de la tienda de mascotas y miro de reojo como el tendero me ve un tanto desilusionado. Me llevo la mano al cuello, ¿Por qué un perro me quitaría el lugar en tu cómoda cama? No lo acepto.
—Además —guardo silencio un momento—... él dijo que implicaba un gran paso. ¿Hijos? Oh no... eso sí que no. Le regalaré un peluche, se aburrirá de él y volverá a mis brazos.
Una vez más me percato de que la gente me mira de forma extraña por hablar solo. No importa, nunca lo hizo. Termino entrando a una tienda llena de un color vomitivo, ¿por qué el amor debe estar representado por el color rosa o por el rojo? Es nefasta la combinación, los daltónicos deben pasarla muy mal en San Valentín. Todo el tiempo viendo el color a mierda en forma de corazones y ositos tiernos de peluche.
—¡Qué asco!
[...]
Entonces, estoy demasiado insatisfecho viendo el enorme oso de felpa que te compré. Parece una persona, es tan grande que solo uno de nosotros cabría en la cama contigo y ¿si lo eliges a él? Él se ve más cómodo, yo solo soy una pila de huesos con un poco de carne. Espero, desde el fondo de mi alma que no lo elijas a él.
Enciendo el auto pero aún me siento descontento, más de lo normal.
—Lo sé, lo sé... Debí comprarlo. Sé que ella se pondría feliz.
Acelero antes de arrepentirme de mi compra. Un peluche es lo mejor para ella, para mí. Ella no me abandonará por un oso. Pero, los malditos peluches son aburridos, miro de nuevo al sujeto inanimado de felpa junto a mí.
—¡Maldita sea! —exclamo mientras estaciono el auto de nuevo.
[...]
—¡Oh por Dios! ¿Qué es esto? —dices apenas abres la puerta— Es más grande que yo ¿dónde lo pondré?
—¿Lo odias? Ya deberías saber que soy muy malo cuando se habla de obsequios.
—¿Solo dando obsequios? —Te ríes de mí y yo lo permito. A ti te permito cualquier cosa.
—Eres mala. Yo solo deseaba hacer algo lindo para ti. —Tomo asiento en tu sillón de cuero color avellana y la caja donde espera un tanto impaciente el Pomerania la pongo en el suelo.
—¿Qué hay ahí? —La señalas y yo niego con la cabeza para restarle importancia.
—Nunca antes he celebrado este día. El amor no debería de tener un día especial para celebrarse, todos los días siento esto quemando en mi pecho por ti.
Te alejas un poco para poder servirnos una copa de vino, yo continuo:
—El amor pasional que siento cada vez que te veo es un veneno, un espeso veneno que se dispersa por mis venas. Si lo piensas bien, podría darme un ataque cardíaco en cualquier momento; podría morir en este mismo instante de amor por ti.
—Y sin embargo, no lo haces —Tomas asiento en la mesita frente a mí y me ofreces la copa.
La tomo y asiento con la cabeza como signo de agradecimiento. Te observo y veo lo mucho que has cambiado en este tiempo junto a mí, ahora eres más audaz, eres mucho más cínica y debo admitir que es sumamente excitante.
—¿Qué miras? —Te pones de pie y caminas hacia el comedor, tomas una pequeña caja y regresas— Yo también te tengo un regalo.
Estás de pie frente a mí y solo con verte de ese modo siento como mi pene se despierta de su letárgico sueño, cosquilleo en las mejillas y en mi glande también, para que mentir.
—Ese vestido es nuevo. ¿Lo compraste exclusivamente para mí? —Me acomodo sobre el respaldo del sillón.
—Tal vez —Me guiñes el ojo—. Ahora, cierra los ojos.
—No, me da miedo.
—Pensé que Sasuke Uchiha no le temía a nada.
—¿Qué te hizo pensar eso? Soy el tipo más temeroso del planeta, un crío pequeño en el cuerpo de un adulto joven.
—¡Ya! No estoy jugando, cierra los ojos —Vuelves a ordenar, y con tu hermosa mano derecha cierras mis párpados.
Tengo miedo, ya no puedo verte. Sé que aún estás aquí porque percibo tu olor a vainilla de Madagascar, todavía recuerdo lo mucho que reímos por ese tema tonto y es que contigo es tan fácil reír de cualquier cosa.
—Una vez conocí a un hombre —Comienzas a hablar y yo freno mi pensamiento para prestarte toda mi atención—. Este hombre parecía abatido por la intemperancia de sus demonios, era todo muy confuso; estar con este hombre era como habitar dentro de un torbellino de fuego. Sé que hablas de mí y eso me hace sentir extrañamente triste.
»Estuve escondiendo mis sentimientos por este hombre algún tiempo, ¿sabes? Tenía miedo de amar a alguien que lucía tan herido, me decía ¿Qué me puede ofrecer una persona que parece tan destruida? Fui cobarde, lo acepto.
Trago un poco de saliva y evito con todas mis fuerzas pensar en esa época, donde la fragilidad de mi alma era tanta que dolía solo el respirar.
—Pero, aprendí que un alma resquebrajada es sumamente hermosa. Es como esos platillos de cerámica rotos, los cuales han sido unidos nuevamente con oro; las marcas de todas esas cicatrices enaltecen y embellecen a la persona. Puedo decir sin dudar que eso sucede contigo.
Eres exquisito, eres tan hermoso que es aterrador, yo lo único que deseo es quedarme a vivir en tu pensamiento todo el tiempo que sea posible. No, no hables —Tu respiración se torna más inconsistente ¿quieres llorar? Yo también lo deseo—. Te mandé hacer algo, creo que eres una persona difícil de complacer, así que me esmeré en esto; ojalá te guste y lo disfrutes, ya puedes abrir los ojos.
Abro mis párpados y lo primero que observo es tu rostro sumamente sonrojado, tus fanales cristalinos y tus labios húmedos e hinchados me dan a entender que estás nerviosa, justo como la primera vez que me armé de valor para hablarte. Ahora, veo que tu brazo está extendido y en tu mano yace una pequeña caja color azul metálico «muy hermoso» pienso mientras tomo la pieza y la observo por un largo tiempo.
—¿No la vas a abrir? —preguntas muy apenada.
—¿Tiene algo adentro? Pensé que la caja era el regalo. —Juego contigo porque sé que lo odias y lo amas al mismo tiempo.
Reviras la mirada y me golpeas con tu pie descalzo, yo ardo en placer.
—Está bien.
Suspiro muy profundo, las manos me tiemblan. Tengo miedo. Al abrir la caja un hermoso anillo de lo que parece ser titanio está frente a mí. Su color mate platinado —algo extraño— y las motas en ámbar que decoran toda su superficie lo hacen lucir tan varonil, tan elegante.
—Es hermoso. —digo mientras me lo estoy poniendo.
Tu cuerpo parece descansar, te llevas las manos a tu rostro y comienzas a reír como una niña.
—Pensé que no te gustaría —hablas con tu rostro aun escondido entre tus extremidades.
—¿Por qué pensaste eso? Todo lo que tú me des me va a gustar. Ven aquí, siéntate en mis piernas —Te ayudo a ponerte de pie y también a sentarte sobre mi regazo—. Todo lo que dijiste sobre mí, fue perfecto. Te amo Sakura.
Me sonríes y me besas. Tus besos son como las aguas turbias del mar abierto, profundo, voraz. Tus besos son el océano más salvaje por donde ha pasado el hombre.
Cuando me doy cuenta estás encima de mí, estoy tan excitado, aprieto tu trasero y tú te estremeces. Subo un poco tu vestido para frotar tu piel desnuda con la palma de mis manos. Gimes a cada caricia mía, pienso en que te haré el amor de manera salvaje; mi falo será como un león indómito sediento de tu carne, tan solo con pensar eso siento como mis pupilas se dilatan y profundizo el beso. Te estás entregando a mí, con enorme placer.
Un ruido extraño. La caja se ha volteado y de ella ha salido el cachorro, empieza a llorar. En el momento en que lo ves te levantas vertiginosamente de encima de mí y lo tomas.
—¡No puede ser! ¿Este es mi regalo? —Te giras para preguntarme y yo asiento con la mirada— Eres una cosita muy hermosa. —Le dices al perro.
Te levantas del sillón con el perro entre tus manos, lo abrazas y él parece amarte porque ya te está lamiendo toda la cara.
—No puedo creerlo Sasuke, es tan hermoso. ¡Ay no! Dormirás conmigo, te bañarás conmigo, comerás conmigo; haremos todo juntos pequeñín.
—¿Es enserio? —cuestiono mientras intento ponerme de pie. El dolor en mi parte baja no lo permite.
—Por su puesto. Ven vayamos a conocer tu nueva casa. —Le hablas al canino mientras desapareces por el pasillo.
—¡Maldita sea! ¿Qué demonios he hecho? —Cierro los ojos y golpeo mi frente algunas veces.
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