─SAMY─
Silencio. Un furtivo e infernal silencio inundaba la casa. En una habitación, detrás de las puertas de un armario, se encontraba una mujer aterrada, con la mano en su boca obligándose a no llorar o jadear demasiado fuerte. Sabía que debía huir de ahí, pero todo su cuerpo se encontraba paralizado por el terror.
Lara maldecía la hora en la que el médico le dijo que no podía concebir un bebé. Todo su mundo se derrumbó en ese entonces, su deseo de formar una familia se vino abajo. Pero su esposo sugirió una solución: adoptar a un pequeño.
Ahora se arrepentía profundamente de aceptar esa propuesta.
Después de la decisión vino todo el proceso de papeleo, consultas con expertos y visitas al orfanato local. Y en cada una de esas visitas, la pareja no dejaba de observar a un niño en particular. Tenía 5 años, era pequeño, delgado, con un hermoso cabello rubio y ojos hipnotizantes color aqua. Su nombre era Kyle. Lara y Jacob cayeron de inmediato con ese pequeño; era tan dulce, travieso y cariñoso, que no pudieron evitar que despertara su sentimiento paternal. Luego de unas pocas semanas comenzaron los trámites para su adopción. Estaban completamente decididos a darle un hogar a quien sería su hijo.
Qué gigantesca equivocación.
Aún así, no podía culparse por no sospechar de un infante de 5 años que tenía un amigo imaginario, ni siquiera cuando Kyle le dijo que no se trataba de un amigo, sino de su hermano Samy. El psicólogo les había dicho que sólo era una forma de enfrentar la soledad, y la pareja había confiado en las palabras del especialista.
Pero aquella vez... Aquella vez que se encontraron tres pequeños fallecidos en la nueva escuela de Kyle, terriblemente estrangulados y con sus huesos aplastados, sabía que algo iba mal, pero no podía precisar el qué. Aún recordaba lo que dijo el niño ese mismo día antes de dormir:
"A Samy no le gustan los niños. Dice que su sabor es raro y desagradable. Por eso no los comió. Samy quería protegerme."
Ese comentario resonó una y otra vez en la mente de la joven madre, siendo víctima del insomnio durante toda la noche.
Ruidos. Lara escuchó sonidos fuera de la habitación, probablemente provenientes de la planta baja. "Esos dos monstruos deben estar buscándome", pensó.
Jamás podrá olvidar la primera vez que vio con sus propios ojos a Samy. Unas milésimas de segundo bastaron para marcarla de por vida: una figura humanoide de alrededor de tres metros, de color oscuro y ojos desmesuradamente abiertos. Diablos, esa visión le perseguirá por el resto de sus días.
Una sola vez no le bastó, sino que siguió mostrándose ante ella. "Ya puedes ver a Samy, ¿verdad mamá?"... "A Samy le caes bien, por eso deja que lo veas"... Eran las palabras de Kyle. Lara le comentó a Jacob lo que veía, pero cuando este no creyó la veracidad de sus visiones, la mujer recurrió al testimonio del pequeño.
─ Dile cariño, dile lo que viste.
─ ¿De qué hablas, mamá?
─ Ya sabes, ese monstruo feo y alto que vemos aquí en casa. Díselo a papá, cariño.
─ Yo no he visto nada.
Ese mocoso del infierno negaba todo lo referente a las apariciones de Samy y se dedicó a manipular su cordura, como si de un juguete se tratase.
Pero el verdadero horror había estallado justo hoy. Kyle y esa aberración que trajo consigo estaban más que dispuestos a asesinarlos. Jacob... había intentado protegerla... Su estómago se revolvió agresivamente al recordar cómo esa... cosa abría a su amado esposo y comenzaba a devorarlo. La sangre... fluyendo a borbotones, roja y espesa, de la grotesca boca de Samy... el sonido que producía al masticar la carne y los huesos...
¿Qué son? ¿De qué parte del inframundo salieron esos demonios?
─ ¡Mami! ¿Dónde estás?
Cada vello del cuerpo de la fémina se erizó al escuchar esa conocida voz infantil.
─ Quiero jugar contigo. Samy también quiere jugar.
Lágrimas de auténtico terror comenzaron a escurrirse por sus mejillas.
Unos pequeños pasos acompañados de fuertes ruidos era lo que conseguía distinguir. Cada vez se acercaban más a ella. "Este es mi fin. Por favor, Dios, ayúdame. POR FAVOR, NO PERMITAS QUE ME ATRAPEN", exclamó para sus adentros.
─ Te encontré, Lara.
Un espantoso grito se escuchó, interrumpiendo la quietud nocturna del vecindario. Y luego... sólo hubo silencio.
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