
35
-Aisha va a matarme...- murmuró Abel con angustia, tirando bruscamente de su pelo.
No podía parar de pensar que el dolor que le estaba provocando ese gesto sería, en definitiva, menor que el que le proporcionaría la loba.
Un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo solo con pensarlo.
-Tienes suerte...- comentó Kasen, golpeando suavemente su hombro- No puede matarte porque Sean moriría...- continuó con una gran sonrisa- Pero de una paliza no te libra nadie.
Abel le regaló una mirada cargada de furia, lo cual provocó que Alaia comenzara a refunfuñar sobre otra posible pelea.
-¡Es que no me está ayudando!- gritó Abel señalando a Kasen de forma acusadora- ¡Díle algo!
Kasen se encogió de hombros, soltando una pequeña risita.
-¿Quién dice que estoy intentando consolarte?- inquirió con burla- Eso os pasa por andar de calientes, Aisha la primera.
-¡Te mataré antes de que me maten a mí!- gritó el lobo con histeria- ¡Ya verás!
-Entonces deberías darte prisa...- se burló Kasen, señalando el inexistente reloj en su muñeca- Debe estar por llegar.
Abel emitió un pequeño quejido, sabiendo que Kasen estaba en lo cierto.
Él fue el primero en llegar con Sean todavía desmayado en sus brazos.
Corrió desesperadamente hacia la casa principal donde, eventualmente, se quedarían.
Al menos hasta que el celo de Jaden se presentase y tuvieran que marcharse a la secundaria.
Cuando llegó, el único dispuesto a echarle una mano fue el omega.
Alissa no desaprovechó el tiempo para meterse con él, argumentando que sería la última vez que podría hacerlo.
Por supuesto, antes de que Aisha lo matara.
Los segundos en llegar fueron Cai y Anibal, quiénes fueron a avisar al médico de la manada.
Y hacía media hora que aparecieron Alaia y Kasen, lo cual era terriblemente sospechoso, pero no era momento para preguntas.
-Está despierto- comentó Jared con suavidad, saliendo de la habitación- Y no quiere quedarse en la cama, así que te recomiendo que...-
Antes de que el omega pudiese finalizar la oración, Abel pasó por su lado y se encerró en su habitación.
-¿Estás bien?- inquirió Sean con preocupación, revisándolo- Estás pálido.
Antes de que el lobo pudiera emitir una respuesta, un estruendoso golpe en la puerta le interrumpió.
-¡Vuelve a hacerle eso a mi omega y seré yo quien te mate!- gritó Alissa con furia- ¡Maldito insolente!
El lobo suspiró, acercándose al chico tumbado en la cama con pasos temerosos.
-¿No debería preguntarte eso a tí?- preguntó él- ¿Cómo te sientes?
-Estoy bien- respondió Sean con una sonrisa- Seguro el chocolate que me había comido durante el viaje me sentó mal.
Sí, seguro fue eso.
Pensó el lobo.
-Escúchame muy pero que muy bien, bebito- comentó Abel- Quiero que sepas que te amo mucho y, pase lo que pase, solo dejaré que me golpee...- emitió un pequeño gruñido- No puedo dejar que me mate, eso implicaría que vosotros...-
-¿Se puede saber que te pasa, Abel?- inquirió Sean con preocupación- ¡Me estás asustando, lobito estúpido!
Abel escuchó el estrepitoso ruido causado por la puerta principal siendo abierta bruscamente.
Ya está aquí.
Pensó el lobo con histeria.
-¡Suegriiiiiiiiiiiiiiiiiiis!- Abel hizo una mueca al escuchar esa voz- ¡¿Creías que te ibas a librar de mí?! ¡Pues no, y traigo los perfumes que me pediste!
Esa no es Aisha.
Bien, tendré un poco más de tiempo.
Pensó Abel con alivio.
Escuchó también como Anibal comenzaba a gritarle al pobre Nick, exigiendo saber qué estaba haciendo allí y cómo había conseguido llegar a su manada.
Sin embargo, Abel no necesitó más respuesta que escuchar la voz de Liam, el cual estaba intentando explicarle que Shania y él se habían atrasado porque tuvieron que pasar a por el chico.
-¡Cai, tu novio ha llegado!- gritó Alissa con diversión- ¡Date prisa o te quedas sin él, parece que Anibal quiere matarlo!
-¡Esta es una puta casa de locos!- gritó Abel- ¡Joder, callaos un poco, estoy intentando pasar los últimos momentos de mi vida con mi chico!
Fue completamente ignorado, cosa que el lobo comprendió cuando escuchó gritar a Cai un ¡no dejes que Anibal le haga daño, papá! y sus pequeños pasos resonando por el pasillo.
-No te levantes de esa maldita cama- gruñó el lobo con molestia- Iré a poner orden y regreso.
No le dejó contestar, pues salió de allí, dando un fuerte portazo para terminar de dejar claro que no estaba feliz.
-No te preocupes, Abel...- comentó Jared apenado- Yo me encargo de poner orden, tú quédate con él.
Abel asintió, regresando nuevamente a la habitación.
-No me encuentro muy bien- susurró Sean, soltando pequeños quejidos- No me gusta que estés así...abrázame.
Sean podía sentir el enojo de su alfa a través de su marca, y su propio cuerpo estaba respondiendo ante ese hecho.
-Lo siento, bebito- comentó Abel con angustia- Ven aquí, amor.
Se tumbó al lado de Sean, dejando que éste se acomodara entre sus brazos y acabara acurrucado sobre él.
Sin embargo, a ninguno de los dos pareció molestarle.
-Tengo hambre- refunfuñó Sean- ¿Crees que puedas...-
-No- le interrumpió el lobo- Hace relativamente poco has vomitado, no vas a comer más hasta que no sea la hora adecuada.
Esa afirmación sí que pareció molestarle al hambriento.
-Pero yo...- susurró con angustia- ¡Tengo hambre, Abel!
-Lo sé, amor- refunfuñó el lobo con dulzura- Solo faltan dos horas para comer, puedes aguantar un poco y te prepararé lo que necesitas.
Abel se tensó al escuchar como la puerta era abierta nuevamente, y lo hizo aún más cuando escuchó los gritos de Aisha intentando poner un poco de orden.
Kasen no tardó en irse de la lengua, contándole a Samira lo que le había pasado a su hermano.
No tardó ni un segundo en rogarle a su alfa para que le dijera dónde quedaba la habitación de Abel, y Aisha tardó aún menos en acompañarla.
-Te amo, bebito- murmuró Abel, un tanto dramático- Mucho, mucho.
¿Qué estaba exagerando un poco?
Puede que sí, puede que no.
Samira se había tomado bastante bien la noticia de su hermano resultando ser homosexual, ya lo sabía.
Pero no sabía lo que estaba sucediendo en ese mismo momento con él y, para ambos humanos, no sería nada normal.
Puede que Samira no se lo tomara tan bien. Eso supondría el enfado de Aisha y, claramente, su señal para patear el culo de Abel hasta el cansancio.
-¡Sean, Kasen me ha dicho que te desmayaste!- chilló Samira con preocupación, avanzando hacia él.
Sean se separó del lobo que lo tenía apresado entre sus brazos para poder abrazar a su hermana.
-No pasa nada, Sami- comentó con tranquilidad- Estoy muy bien.
Abel miró a Aisha cuando comenzó a sentirse acosado por su mirada, regalándole una pequeña sonrisa que bien podría traducirse en un no me mates, por favor.
Aisha confirmó sus sospechas.
Emitió un gruñido y estampó su frente contra la puerta con mayor fuerza de la prevista en un principio.
Acabó gruñendo aún más fuerte.
-¡Amor!- chilló Samira, separándose de su hermano para ir hacia ella- ¿Estás loca? ¿Estás bien?
Sean tuvo que levantarse rápidamente de la cama para salir a correr hacia el baño.
Por lo visto, el chocolate no había sido eliminado por completo.
-¡Oh dios mío!- chilló Samira, intentando ir con su hermano, pero Aisha se lo impidió.
-¡Estoy bien, estoy bien!- gritó Sean desde el baño- ¡No pasa nada!
-¿Qué le pasa?- inquirió Samira con preocupación hacia Abel.
-Sí, venga...Díle que le pasa a su hermano- comentó Aisha con burla.
Abel asintió.
-Quizás tu hermano está un poquito embarazado...- murmuró Abel con temor...- ¡Pero solo un poco, eh!
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