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Se viene lo bueno, mis amores ♥

Kasen.

Paranoico.
Pensaba para sí mismo una y otra vez.

-¿Cómo conociste a Cai?- inquirió Jared con entusiasmo- ¿Estáis saliendo formalmente?

Kasen observó como Anibal tensaba su mandíbula y, de haber sido en otra circunstancia, se habría echado a reír.

-A través de Sami, por supuesto- comentó Nick con una gran sonrisa, ahora mucho más relajado- Y sí, no estaría sentado frente a mis suegros si no fuera así, ¿verdad, bebito?

Anibal emitió un pequeño gruñido, mirando fíjamente el cuchillo colocado perfectamente en la mesa frente a él.

Comenzaba a amar la idea de clavarlo en la garganta de aquel pobre chico.

Kasen se permitió dejar de observar la divertida escena frente a él para dedicarse a mirar a su alfa.

Aisha mantenía una enorme sonrisa, con su brazo todavía sobre los hombros de la pelirroja, mientras ambas discutían sobre qué pedirían.

Samira estaba pasando por una pequeña crisis existencial a medida que pasaba las hojas de la carta.

Todo le parecía apetitoso y, por ende, se le hacía difícil escoger.

Estás siendo paranoico.
Ella está perfectamente, ¡incluso está sonriendo!
Pensó Kasen, reprochándose a sí mismo.

-No lo sé, Aisha...- refunfuñó Samira, volviendo a la primera página de la carta- ¿Qué tal si tú te pides lo que sé que me gusta y yo me pido esto?

Hizo un puchero, señalando algo en el menú, lo que provocó la risa de la loba.

-¿Y eso por qué, bebé?-

-Pues porque lo que yo me quiero pedir no sé si me va a gustar, nunca lo he probado...- hizo otro puchero- Pero sí sé que me gusta lo que tú te pedirías y, en caso de que no me guste mi plato, pues te lo cambio- comentó avergonzada.

Chica lista.
Pensó Kasen, emitiendo una pequeña risita.

-Pide lo que quieras, mi amor- comentó Aisha con dulzura- Estará bien para mí.

Samira negó rápidamente.

-Es que después me voy a sentir culpable por hacerte comer algo que no querías- refunfuñó- Mejor...-

-Pide lo que quieras, mi amor- insistió Aisha- No me importa.

Samira asintió, bastante feliz por haber resuelto aquella pequeña crisis.
Se estiró para besar brevemente los labios de la loba.

-Gracias, alfa- comentó con suavidad- Últimamente mi apetito ha aumentado un poco.

Todavía no habían tenido la conversación, aquella que incluía un pequeño bebé formándose en el interior de la pelirroja.

Samira no sabía que Aisha ya lo sabía. Pero tampoco quería quitarle la ilusión de que ella se lo dijera, por lo que se dedicó a asentir.

-Me lo creo, mi amor- comentó riendo.

Un camarero, justo aquel que Aisha había señalado por azar para su pequeña broma con su padre, llegó a su mesa para tomar orden.

El chico no se atrevió a levantar la mirada de la libreta después de que, intentando comenzar a tomar la orden por Jared, lo miró y Alissa no se lo tomó nada bien.

-Incluye un filete de carne, por favor- intervino Aisha cuando el chico estaba a punto de irse- Poco hecho.

El chico asintió, anotándolo también.

-¿De qué sería?- preguntó con amabilidad.

-De lo mejor que tengas, solo deseo que esté poco hecho- respondió la loba.

-Entendido, ¿eso es todo?- todos asintieron- Perfecto.

El chico desapareció de allí con la comanda, por lo que los demás retomaron sus respectivas conversaciones.

Esta es mi oportunidad.
Pensó Kasen.

-¿Aisha?- la llamó con calma.

-¿Si, Kasen?-

-¿Puedes venir un momento conmigo, por favor?- señaló la salida del restaurante que daba a un pequeño patio para fumadores.

-Ahora mismo vengo, bebé- comentó la loba justo antes de depositar un beso sobre sus labios- Que ese gilipollas no intente acercarse a ella, ¿entendido?- señaló al chico sentado a  unas mesas más alejadas de ellos, quien disimuladamente no le quitaba la vista de encima a Samira.

Abel hizo un gesto militar, acompañado de un entendido, alfa.

-En cuanto desaparezcas le pediré que se siente en tu sitio- la picó Alissa- Lárgate, yo me encargo.

-Bien, tú dirás- comentó Aisha cuando salieron al lugar que Kasen le había indicado- ¿Qué sucede?

-Eso me gustaría saber, alfa- se quejó él- ¿Te sientes bien?

-Sí, ¿por qué lo dices?- inquirió ella con el ceño fruncido- ¿A qué te refieres?

-Me siento extraño...- murmuró más para sí mismo que para ella- Mi lobo está un poco inquieto y pensé que tenía que ver con tus emociones.

Aisha y Kasen estaban, por decirlo de una forma directa, conectados como Alfa-Beta.

-Pues creo que te equivocas, Kasen-  comentó Aisha con amabilidad- ¿Necesitas...- Kasen negó.

-Serán tonterías mías, no te preocupes- comentó él con diversión- Mejor volvamos al espectáculo.

Cuando el enorme filete de carne fue puesto en la mesa, Samira no fue capaz de quitarle la vista de encima.

Ella comía poca carne y, si lo hacía, entonces debía estar completamente hecha.

No soportaba ver un trocito mínimente crudo y, mucho menos, toleraba la sangre.

Justo como se encontraba ese filete.

-¿Es para tí, alfa?- inquirió reprochándose a sí misma por estar pensando en probarlo.

Todos los que entendían del tema sabían perfectamente que Aisha no lo había pedido para ella, sino para Samira.

A partir de ahora, aunque anteriormente tuviera otra preferencia, la carne poco hecha sería su forma favorita de consumirla.

-Sí, bebe- puso el plato frente a ella, cortando un pedazo- ¿Quieres probarla?

Aunque Samira se negó en un primer momento, al final acabó con el filete ella solita.

-Menudo asco, Sami- refunfuñó Nick, acompañado de una arcada- ¿Cómo has conseguido comerte eso?

Ésta se encogió de hombros, sobándose disimuladamente su vientre.

-Estaba muy bueno- se quejó ella- Siento haberte dejado sin nada, alfa.

Ésta negó, completamente divertida, inclinándose hacia ella para besarla.

-La próxima vez será, amor- le guiñó un ojo.

Kasen se levantó abruptamente, provocando que toda la atención que estaba previamente en Samira, ahora fuera para él.

-Disculpadme pero me marcho al departamento ya- comentó con un intento de sonrisa- Mi lobo no se encuentra muy tranquilo que digamos.

En un primer momento pensó en ir a dar una vuelta por ahí, pero su lobo se negó a tomar el control.

Así que acabó yendo directamente al departamento, pensando en tomar una larga ducha y dormir por varios días enteros si puediera.

Probablemente lo que lo tenía muy inquieto sería el ajetreo constante durante las últimas tres semanas.

Cuando llegó al rellano de su piso se encontró con sus vecinos imitando un pequeño círculo frente a su puerta.

En el centro se encontraba una omega que conocía bastante bien, sujetando a un pequeño niño de un año y medio rojo por la falta de aire debido al llanto.

Y ella...no estaba mejor que se diga.

La omega estaba al borde del colapso, aferrándose al niño pequeño como si su vida dependiera de ello, mientras emitía pequeños gimoteos.

Mierda, mierda y más mierda
Pensó Kasen.

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