
30
Samira llevaba cerca de veinte minutos despierta, pero estaba tan cómoda en aquel lugar que no quiso salir de allí.
Además, tampoco quería enfrentarse a lo que sea que estuviera sucediendo fuera de aquella habitación.
Por no mencionar la llegada de Aisha. ¿Qué si solo había regresado para advertirle a los demás que debían marcharse a la manada?
¿Qué si había cambiado de opinión e incluso había marcado a su alma gemela?
Definitivamente estaba mucho más cómoda donde se encontraba en ese momento, distinguiendo únicamente los murmullos de las personas fuera de ésta.
Emitió un pequeño gimoteo, girándose para quedar echa una bolita, y emitió otro más cuando le pareció la posición más cómoda del mundo.
-Mírala...- se burló Abel, observando la reacción de la loba, quien se había tensado al escuchar aquellos pequeños sonidos- Jamás pensé que te vería de esta forma, señorita no me gusta nadie y me quedaré soltera toda la vida.
-Dí que sí- concordó Alissa- Y justo ahora estoy esperando un nieto, eh.
Resulta que Jared quedó tan emocionado con la noticia que prácticamente obligó a Alissa a abandonar la manada por unos días para conocer a la omega de su hija.
Por no mencionar que echaba de menos a su bebé Cai.
-No te metas con mi bebé- refunfuñó Jared, acusando a su alfa- Termina de poner la nueva puerta que es lo que tienes que hacer.
-Sí, eso- se quejó la alfa- Vengo de visita y termino poniendo una puta puerta, ¿no es genial, Anibal?
Anibal asintió, dándole la razón.
Alissa intentó contener una carcajada y lo habría conseguido de no ser por Abel, quien también acabó riendo.
La alfa se había dado cuenta de que estaba intentando hacer su mejor esfuerzo por caerle bien, probablemente para pedirle permiso para estar con su hijo Cai, y ella se estaba aprovechando un poco, bastante, de la situación.
-Ven aquí, madre- comentó Aisha con burla, estrechando a Jared entre sus brazos- Ahora me toca a mí reír un rato.
Alissa gruñó fuertemente, dejando a Anibal solo con la reparación de la puerta.
-No abraces a mi omega, maldita- se quejó mientras los separaba- Seguro ahora huele a tí, estúpida.
Fue el turno de Aisha para reírse de su padre, al ver la mueca que realizó al olfatear a su omega.
-Echaba de menos estos momentos- comentó Abel mientras limpiaba las lágrimas que le había causado la risa.
Sean pateó disimuladamente su pierna, regalándole una mirada que gritaba compórtate o te la verás conmigo.
-No te enfades, bebito- comentó Abel mientras le ponía una carita de cachorrito herido- No es mi culpa que estos alfas sean unos idiotas, empezando por Anibal.
-Que te jod...- un carraspeo tras el lobo lo hizo detenerse- Oh, pero si es el omega secuestrado, ¿qué tal te trata Shania?
-Muy bien, gracias- comentó Liam con gracia- Venimos a ver a Sami, pero...- se calló al ver a Jared y Alissa allí- ¡Oh, hola!- chilló con emoción.
Aisha rápidamente siseó un shhh, mirando con rapidez hacia la puerta de su habitación.
-Sí, eso- comentó Alissa con burla- No quieras despertar a la bestia por despertar a su niña.
Aisha gruñó, estirando su pie para patear a su padre.
-Baja la voz, estúpida- refunfuñó la loba- Madre, díle algo.
-Alfa...- refunfuñó Jared- Termina de arreglar la puerta que es para hoy.
-Eres una maldita tramposa al utilizar a tu madre- se quejó Alissa, obedeciendo a su omega- Esta me la pagarás, que lo sepas.
-Sí, sí pero baja la voz- gruñó Aisha- No es mi culpa si mi madre prefiere defenderme a mí.
Alissa se encogió de hombros.
-Yo tengo a Anibal, ¿verdad?- éste asintió- Por cierto, Cai...- le guiñó un ojo de forma disimulada a Abel- ¿Algún chico o chica?
El omega se encogió de hombros, murmurando un quizás.
-Pues ya me puedes ir presentando a ese quizás, omega- comentó Alissa con fingida seriedad- Que debo ponerle unos cuantos puntos claros- levantó sus puños.
Más de uno tuvo que tapar su boca para evitar reír. Anibal se había puesto pálido, y sus manos comenzaron a temblar, por lo que tuvo que soltar las herramientas que sostenía antes de que alguien se diera cuenta.
-¿Estás bien, muchacho?- inquirió Alissa- Te has puesto un poco pálido.
La puerta de la habitación de Aisha siendo abierta lo salvó de inventar una excusa.
-¿Aisha?- inquirió Samira con timidez, asomando brevemente su cabeza por entre la puerta.
Las burlas hacia la loba no tardaron en aparecer, ya que ésta no tardó nada en levantarse de su asiento para ir hacia ella.
-Hola, mi amor- murmuró Aisha con una gran sonrisa, cerrando la puerta tras ellas para darles un poco de privacidad- ¿Cómo te encuentras?
-Bien- murmuró la pelirroja- ¿Qué haces aquí?
Oh, así que por ahí va la cosa.
Pensó la loba con diversión.
-Pues...- hizo una pausa, pensativa- Es mi casa, bebé.
Samira refunfuñó algo entre dientes, pensando que la loba no podría escucharla.
-¿Y qué ha sucedido con...el tema?- inquirió fingiendo desinterés por su respuesta.
-Se acabó ese asunto, bebé. Ya no volverá a molestarnos, te lo juro- respondió la loba, jugando con el amado cabello de su pelirroja- Te dije que sólo te quiero a tí.
Samira emitió un pequeño chillido, lanzándose a los brazos de la loba, la cual correspondió el abrazo con una risa.
La alegría de la pelirroja desapareció casi instantes después, insistiéndole a la loba para que la bajara.
-No quiero estar contigo- espetó con molestia- Eres una mentirosa, Aisha.
Ésta la miró, incrédula.
-¿Qué? ¿De qué hablas, mi amor?- inquirió con preocupación- No te estoy mintiendo.
-Tú hueles como Cai y como Liam- insistió Samira- ¡Ya sé identificar el olor de un omega, Aisha!- chilló con rabia- ¿Estabas intentando aprovechar que mi olfato no es tan bueno para llevar una doble vida o algo?
Aisha intentó contener la risa para no alterar aún más su, ya de por sí alterado, estado hormonal.
-¡No te rías de mí, no sé que tan gracioso puede ser ment...-
-Amor, ese olor de omega que detectas en mí pertenece a mi madre- comentó Aisha con suavidad- Ellos han venido a conocerte.
-¡Sí, sí eso también!- gritó Alissa- ¡Yo he venido a reparar las puertas que rompe mi hija!- ignoró el golpe que le propinó Jared- Esta noche cena para conocer a la pareja de mis hijos, ¿entendido, Cai? Ya puedes ir invitando a ese quizás.
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