
29
Kasen le hizo un gesto a Cai y Sean para que estos guardaran silencio.
Éste último quiso gritarle que tenía pensado hacer eso, sobre todo, después de lo que acababa de escuchar, pero se contuvo.
En su lugar, agarró la mano de Cai en un vano intento por sentirse acompañado en su desdicha.
Aisha entró en su casa mirando hacia todos lados, inspeccionando el lugar en busca de cualquier otra persona a la que quebrarle el cuello.
Para la desgracia de esa cualquier otra persona, la loba no se había saciado con eliminar a aquella odiosa omega.
Y sabía, muy en el fondo de su alma, que a pesar de ser la primera causante del llamado de su pelirroja, alguien más había desencadenado aquella acción.
Por supuesto, estaba más que dispuesta a hacer pagar a ese alguien por ello.
-Ya estoy aquí, mi amor- comentó la loba con suavidad, estrechándola entre sus brazos- Estoy aquí, no pasa nada.
Samira se acurrucó, dócil.
Intentó detener los pequeños gimoteos que abondanaban su boca, más no lo conseguía.
-Nadie os hará daño, mi amor- continuó con dulzura- Ven, déjame...-
Aisha no tuvo que terminar la oración cuando Samira ya había inclinado su cabeza hacia un lado.
Seguía sin comprender qué estaba haciendo, simplemente se dejaba llevar por lo que su propio cuerpo le pedía que hiciera.
Aisha aprovechó para olfatearla.
No necesariamente lo hacía para comprobar lo que ya sabía desde un primer momento.
Su olor se había tornado mucho más dulce, si eso era posible. Eso, junto al hecho de que ella hubiera sido capaz de llamar a su alfa, dejaba en claro que su cuerpo se estaba trasformando poco a poco, como si de una pequeña omega se tratara, debido al embarazo.
-Déjame esto, amor- murmuró con dulzura, quitándole la camiseta que Cai le había dado, la cual todavía mantenía entre sus manos.
Hasta ahora se había mantenido desnuda, sin importarle nada más que el bienestar de su chica.
Por otro lado, Sean no sabía como reaccionar ante aquello. Quería alegrarse por la bonita escena que esas dos debían estar montando, pero también quería llorar de puro miedo.
¿Cómo su hermana podía estar tan tranquila con la voz tan aterradora que Aisha estaba utilizando?
¡Él quería hacerse pipí en los pantalones!
Mierda.
Pensó el chico cuando su móvil sonó, anunciando un mensaje de Abel.
Se le había olvidado ponerlo en silencio.
Anibal y Kasen se tensaron, mirándose el uno al otro.
Y no fueron los únicos.
Aisha también había escuchado la notificación. Se levantó del suelo lentamente, aferrando a la pelirroja a su cuerpo.
Caminó hacia su habitación y, estirando las sábanas de su cama hacia atrás, tumbó a Samira en ella, arropándola posteriormente.
Sería lo más cerca que podría hacer pasar por un nido en ese preciso momento.
-Vendrá- susurró Kasen hacia Anibal, quien asintió estando de acuerdo con él- Tenemos que escondernos.
Mientras Anibal se colocaba una camiseta de Kasen para tratar de ocultar su olor, el beta se encargó de meter a Cai y Sean en el incómodo armario.
Más ninguno se quejó.
Tratándose de esa delicada situación, ambos se transformarían en profesianles del yoga con tal de salvar sus vidas.
Aisha tomó un pantalón del armario, colocándoselo con rapidez para evitar perder más tiempo.
Cuando intentó abrir la puerta de la habitación de Kasen, no lo consiguió a la primera.
-Salís de ahí por las buenas o entro yo por las malas- gruñó, golpeando la puerta.
Mamita, ¿por qué me tengo que meter en todos los líos habidos y por haber?
Pensó Sean.
-Por las malas, entonces- murmuró la loba para sí misma, pegándole una patada a la puerta.
Con la tercera patada, no sólo la puerta cedió, sino que la cómoda que Kasen había puesto para evitar que ésta pasara también lo hizo.
-Déjalo ya, Aisha- intervino Abel desde la entrada de la casa- Acabo de escaparme en tus narices.
Habían dejado la ventana abierta, como si Abel realmente hubiese saltado por ella hacia la ventana contigua y hubiese salido disparado a la entrada de la casa, donde se suponía, era territorio neutro.
Aisha no tenía porqué saber que había dos chicos encerrados en el armario, otro bajo la cama y otro tras la puerta del baño.
-¿Qué le habéis hecho?- inquirió la loba con fingida tranquilidad, mientras caminaba hacia donde se encontraba Abel.
-Nada- refunfuñó el lobo- Tú la has abandonado por tres semanas completas, y sabes perfectamente que con el embarazo acabaría estallando en cualquier momento.
-Has conseguido salir, ahora no seas estúpido y no intentes volver a entrar porque te mataré- comentó la loba con una falsa sonrisa- Avisa a los demás.
-Me quedaré aquí hasta que Aisha regrese...- comentó Abel con tranquilidad- Anibal compró hace un par de días todo lo necesario para un nido, y lo guardó en el cuarto que nos queda libre para evitar que tomara el olor de cualquiera de nosotros...- la loba asintió- Puedes tomarlos para hacerle uno a tu chica.
Intentó dirigirse al interior de la casa nuevamente para recoger el material que estaba más que dispuesta a utilizar.
Sin embargo, Abel la detuvo.
-Amy...-
La loba murmuró algo por lo bajó, girándose nuevamente para encararlo.
-¿Qué mierda quieres?- inquirió con molestia.
-¿Qué ha sucedido con tu...bueno ya sabes...alma gemela?- Amy arrugó la nariz, expresando así su desagrado.
-Está muerta- comentó la loba con simpleza.
(Sí, todo este tiempo que creías que era Aisha, pero nop, era su loba Amy)
...
Varias horas atrás.
Alissa, padre de Aisha (una alfa)
Jared, madre de Aisha (un omega)
-Buenos días, Aisha- saludó su madre con una gran sonrisa- No sabía que te encontrabas despierta.
Ignoró deliberadamente a la omega que se encontraba frente a su hija, desayunando al igual que su alfa.
En otra ocasión estaría más que encantado, pero dadas las circunstancias, no podía sentirse cómodo con aquella omega si le estaba causando tanto daño a su hija.
-Sí, madre- respondió la alfa, distraída- Hoy iré a dar una vuelta por ahí.
Dar una vuelta por ahí significaba intentar escaparse de la manada para poder visitar a su pelirroja.
Todos los días se levantaba temprano, y siempre con los mismos planes, los cuales quedaban en el olvido cuando la puerta frente a la suya era abierta casi a la misma par, revelando a una omega no muy dispuesta a separarse de su lado por el resto del día.
Estaba comenzando a colmar la paciencia de la loba. Incluso, comenzaba a ocurrir en su madre y su padre.
Al principio, su padre no tomó muy bien el hecho de que quisiera rechazar a aquella omega.
Pero, con el paso de los días, se dio cuenta de que su hija no era para nada feliz a su lado.
-¿Iremos al lago?- inquirió la omega, uniéndose a los planes de su alfa.
Aisha gruñó, levantándose bruscamente de su asiento.
-Deberías estar intentando formar un maldito lazo con otra persona- espetó con molestia- Entiende que voy a rechazarte, mi loba y yo ya escogimos a nuestra pareja.
La omega imitó la acción de la alfa, levantándose también bruscamente de su asiento.
Aquí vamos de nuevo.
Pensó el omega, madre de Aisha.
-Tú no vas a rechazarme, somos almas gemelas, y debemos estar juntas- comentó la omega con molestia.
Ella, junto a un par de omegas y alfas más, regresaron aquí justo el día que Aisha se topó con su desgracia.
Habían venido, justo como la vez anterior a ésta, exigiendo pasar su celo en esta manada.
Y fue por ella y otro alfa que Cai tuvo que dejar la manada para acabar en el departamento de Aisha.
Le había tocado el premio gordo, vaya.
-Iré a por tu padre...- comentó el omega con preocupación- No vayas a hacer algo de lo que después te arrepientas, por favor.
Aisha caminó hacia la salida de su casa, dispuesta a marcharse de la manada en ese mismo momento.
Ya no le importaba si le deban la espalda cuando tomara el cargo.
Solo deseaba volver con su pelirroja y olvidarse de aquel dolor de cabeza.
-Aisha, espera- su padre intentó detenerla- ¡Aisha!
Muchos de los integrantes de la manada ya se encontraban listos para el espectáculo, como cada día.
-Alissa, déjala- intervino un alfa- ¿Quieres que tu hija pase el resto de su vida sufriendo al lado de esa omega caprichosa y...-
-Más respeto- gruñó la propia omega- Mi padre no estará nada contento con el trato que me estáis dando.
-¡Una omega como tú no merece ninguna clase de respeto!- gritó un omega en defensa de Aisha- ¡Intentó drogar a tu hija para que acabara marcándola, yo lo ví, Alissa!
Alissa se tensó, emitiendo un gruñido que hizo retroceder a la omega de su hija.
-¿Eso es cierto, Aisha?- inquirió la alfa con molestia.
-Lo es, padre- respondió ella sin titubear- De verdad, no quiero más drama...- hizo una pausa- Solo quiero regresar con mi...-
Aisha se detuvo cuando un escalofrío recorrió su cuerpo.
-¿Qué sucede, mi niña?- intervino Jared con preocupación- ¿Aisha?
Ésta emitió un bajo gruñido.
-Mi omega me está llamando- gruñó aún más fuerte cuando los gimoteos que resonaban en su mente no paraban de torturarla- Tengo que...-
-¡No!- intervino la omega, intentando retenerla, sujetándola del brazo.
Aisha, para nada racional en ese momento, se dejó llevar por sus instintos.
Su alfa prácticamente le estaba susurrando al oído que no merecía la pena rechazarla, que eso solo complicaría las cosas en un futuro con su verdadera pareja.
Entonces, y en un fino movimiento, rompió el cuello de aquella insensata omega, acabando con su vida.
Había intentando darle tiempo para que formara un vínculo con otra persona para que no sufriera tanto por su rechazo.
Había sido paciente cuando ésta montaba escenas porque no quería separarse de ella ni un segundo.
¿Y qué recibía a cambio?
Que una noche, en un descuido, bebiera de un vaso que contenía una droga, y que casi terminara marcando a la omega si no llega a ser por aquel omega que la había delatado minutos atrás.
Podría haber seguido siendo paciente si su pelirroja no estuviera llamándola en ese momento.
Sin más tiempo que perder, se convirtió en loba y salió a correr hacia ella como alma que lleva el diablo.
-Ha dicho su omega...- comentó Jared con emoción, abrazándose a su alfa- ¡¿Sabes qué significa eso, alfa?!
Alissa refunfuñó algo por lo bajo, sabiendo perfectamente a lo que su hija se refería.
-¡Vamos a ser abuelos!- exclamó soltando un pequeño aullido de felicidad, el cual fue acompañado por los demás integrantes de la manada, incluida su alfa.
...
Tomó todo lo que había en aquella habitación de invitados y, justo ahora, estaba saqueando su propio armario.
Después de aquello debía comprar más camisetas, ya que la mayoría ahora pasaría a formar parte del nido de su chica.
Echó la cama hacia un lado con cuidado de no desperar a la chica que dormía plácidamente sobre ella.
Satisfecha con el espacio que disponía para su nido, comenzó trabajar en él.
Comenzó por una base de almohadones que cubrió con dos mantas para evitar que estos se movieran de su sitio.
Continuó colocando más almohadones, intercalando mantas y sus propias prendas para garantizar su olor en él.
Para ser su primer nido, no había quedado nada mal. Satisfecha con el resultado, caminó hacia la cama.
Samira se quejó cuando sintió que la tomaban en brazos, perturbando brevemente su sueño.
Sin embargo, sintió que mereció la pena cuando la loba la depositó en un lugar muchísimo más agradable.
-Pronto serás completamente mía, mi amor- murmuró con una gran sonrisa, mientras veía como Samira desaparecía de su vista, acomodándose mejor entre aquella combinación extraña.
Cómoda, calentita y, sobre todo, protegida.
¿Alguna duda sobre qué es un nido?
Si es así déjamelo en comentarios ♥
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