
26
-Mmm...- ronroneó la loba- Repítelo otra vez, bebé.
Samira emitió una risita, alejándose un poco de ella.
-He dicho que te quiero, alfa sorda- refunfuñó fingiendo indignación, aunque sus ojos la delataban- ¿Has escuchado ahora o tengo que gritarlo?
Aisha mordió su labio, fingiendo pensar una respuesta.
-Creo que no te escuché, ¿qué decías?- Samira apretó sus labios, intentando continuar con su papel- Oh, venga bebé.
Anibal entró en el salón, con su dedo índice señalando a Abel de forma acusadora.
La disputa sobre quién sería el mejor cuñado para la loba continuaba en pleno apogeo y Anibal, cansado de gritarle a la pared de la cocina, decidió enfrentar al causante de dicha pelea.
-¡He dicho que te quiero mucho, mi alfa!- chilló, pegándole suavemente en el hombro de forma juguetona.
Gritó aún más fuerte al sentir un empujón para nada suave, el cual la habría hecho caer al suelo si no hubiera sido porque Aisha la cogió a tiempo.
-¡Lobo insensible!- chilló la pelirroja hacia el causante.
Anibal la había arrollado a su paso, en un intento desesperado por darle alcance a su enemigo.
Éste ni siquiera se había dado cuenta de a quien se había llevado por delante.
-Acabas de perder el puesto...- se burló Abel mientras ocultaba a Sean tras él- No puedes tratar así a tu futura cuñada, eso te resta puntos, lobo insensible.
Anibal se giró lentamente para confirmar que no se trataba de una broma cruel.
-Lo siento muchísimo, Sami- comentó con rapidez, retrocediendo lentamente- ¡No me he dado cuenta que era ella, Aisha!
-Iré preparando el botiquín...- comentó Kasen haciendo el amago de abandonar el salón- No, mejor me quedo a ver esto.
Anibal tragó saliva, acercándose lentamente a ellas, como Aisha le estaba ordenando en ese momento.
-Lo justo es que Samira te golpee, ¿no crees?- Anibal suspiró, aliviado.
Asintió enérgicamente, feliz por la decisión de la loba.
Por un momento pensó que Aisha se lo tomaría peor, pero sin duda dejarse golpear por una humana no era un mal castigo para él.
-Pero Aisha yo no...-
-Debes practicar si quieres golpear a Abel, bebé- la interrumpió la loba- No te sientas mal por él, podrá soportarlo.
Samira miró al lobo con duda, pero acabó cediendo cuando Anibal la apremió con una gran sonrisa.
-Tranquila, una humana adorable como tú no puede hacerme daño- comentó Anibal, instándola a golpearlo.
-¡Oye, te vas a enterar!- gritó ella, indignada.
Si había algo que podía hacerla enfadar, que cuestionaran sus habilidades físicas, entre ellas golpear, lo conseguía de sobremanera.
La propia Samira sabía que golpeaba de pena, pero el comentario del lobo la incentivó para darlo todo.
Cerró el puño como Shania le había enseñado tiempo atrás, llevando el brazo hacia atrás y después hacia delante, canalizando toda la fuerza que pudo.
Golpeó el pecho del lobo, quien sintió una leve molestia en el sitio donde había recibido el golpe.
Entonces Aisha le propinó una fuerte patada en sus piernas, lo que le hizo perder el equilibrio y acabó cayendo de espaldas al suelo.
-¡Sí, lo he tumbado!- chilló Samira como una niña pequeña, lanzándose a los brazos de la loba, presa de la emoción.
Estaba tan concentrada en su golpe que no se había percatado de la ayuda de su chica.
-Ya sabía yo que no se estaría quieta- comentó Abel estallando en risas- Lo siento, Anibal, si lo hubiese sabido hago de tu príncipe azul para evitar tu caída.
Aisha correspondió a su abrazo, felicitándola por tan excelente trabajo, sin apartar la mirada de la escena frente a ella, esperando su momento.
Abel avanzó hacia el herido, posicionándose de espaldas a la loba para poder ayudar a Anibal a levantarse, quien no paraba de gruñir por el repentino dolor de cabeza que le había causado el golpe.
Entonces la loba repitió la acción, golpeando esta vez las piernas del lobo frente a ella, haciéndolo caer encima de Anibal.
Abel ni siquiera pudo evitar caer de una forma en la que no se provocara tanto daño, por lo que acabó chocando su frente con la de Anibal.
-¡Maldita sea, Abel!- gritó Anibal intentando tomar un poco de aire- ¡Quítate, no eres un maldito peso pluma!
Éste se apartó, rodando como una pequeña y feliz croqueta.
-Todavía no he terminado con vosotros dos...- gruñó Aisha- Y a tí te cortaré la lengua, pequeño lobo adorable- miró a Anibal.
Abandonó el salón con Samira todavía en sus brazos, escuchando la risa de Kasen, Cai y Sean.
-También te quiero mucho, hermosa- comentó Aisha, besando sus labios- Has estado increíble, mi niña boxeadora.
Samira emitió otra risita, mientras intentaba marcar los inexistentes músculos de sus brazos.
Cuando llegaron a la habitación de la loba, ésta la dejó en el suelo y se dirigió a la cómoda, comenzando así a revolver los cajones para encontrar las pastillas que buscaba.
Gruñó de pura frustración cuando solo encontró unas cuantas que servían para antes, no para después del acto.
-Espera un segundo, amor- refunfuñó, dirigiéndose a la salida- Iré a preguntarle a Cai.
Samira aceptó, rezando mentalmente para que la loba fuera discreta con el tema.
-Cai- llamó a su hermano- ¿Puedes venir un momento, por favor?
Su hermano asintió, logrando sacarlo de allí de forma desapercibida, ya que los dos lobos heridos habían decidido comenzar otra pelea, esta vez por quien tuvo la culpa de haber acabado siendo golpeados por su cuñada.
-¿Tienes supresores por aquí?- preguntó directa al grano- Pero no los normales sino de los otros.
El rostro del omega se tornó pálido.
-¿Qué?- inquirió con algo de nerviosismo- ¿Por qué lo preguntas?
La loba frunció el ceño.
-Samira se olvidó tomar los normales- respondió mirando al omega de forma acusadora- ¿Por qué te pones así?
Cai suspiró, aliviado.
-Pues no, no tengo de esos aquí, alfa- comentó con suavidad, ignorando la pregunta de su hermana.
Entonces Aisha lo comprendió.
-La madre que lo parió- gruñó haciendo que éste volviera a palidecer- ¿Cuándo?
-Alfa...-
-¿Cuándo, omega?- insistió ella.
Éste suspiró, dándose por vencido.
-La misma noche en la que tú pasabas tu celo con Sami- respondió en un bajo murmullo.
Aisha asintió con brusquedad.
-¿Formaste un lazo con él?- el omega negó- ¿Te lastimó?- volvió a negar- ¿Lo intentarás otra vez?- el omega asintió.
-El me gusta mucho, alfa- se quejó, haciendo una adorable mueca- ¿Te has enfadado conmigo?-
-Claro que no, dulce omega- respondió la loba con dulzura- Tendré que ir a la manada a por los supresores, iré a decírselo a Samira.
Samira se levantó con rapidez de la cama cuando observó a la loba entrar en la habitación nuevamente.
-¿Tiene?- Aisha negó- ¿Y entonces? ¿No sirve una pastilla del día después?- la loba volvió a negar.
-Mis genes son diferentes, bebé- respondió la loba con suavidad- Serviría si fuera el esperma de un humano.
Samira enrojeció.
-Tendré que ir a la manada, pero no tardaré- finalizó mientras la estrechaba entre sus brazos- ¿Estás bien con eso?
A Samira no le convencía mucho la idea, pero tampoco es como si tuviera otra opción.
-¿Estarás bien?- inquirió la pelirroja con preocupación- Se te hará muy tarde y...-
Aisha la acalló con un beso.
-Estaré perfectamente, mi amor- murmuró sobre sus labios- Iré, tomaré la pastilla y regresaré a tu lado, ¿si?
Samira asintió, haciendo un pequeño puchero.
Sin embargo, la loba no cumplió con su palabra. Esa noche Samira tuvo que dormir en su cama, rindiéndose a altas horas de la madrugada ante el sueño, no siendo capaz de continuar esperándola despierta.
Por la mañana Kasen le avisó que había tenido un imprevisto, pero que regresaría esa misma mañana.
No obstante, Aisha no apareció por el departamento hasta bien entrada la tarde.
Se la veía agitada y, nada más observar a la pelirroja, la abrazó con fuerza, depositando sobre su mano la dichosa pastilla.
-¿Qué sucede, Aisha?- inquirió Samira con preocupación.
-He encontrado a mi mate, Samira- respondió la loba en un bajo murmullo.
Para mí los supresores funcionan casi de la misma forma que una pastilla anticonceptiva, sólo que con un supresor no haría falta tomarla todos los días, ni a la misma hora ni ninguna otra indicación como ocurre con una anticonceptiva.
La razón por la cual lo veo así es que se supone que los genes de los lobos son mucho más potentes que los de un humano, por lo que haría falta una pastilla tan potente para evitar un embarazo que no haría falta nada de lo anterior.
No sé si me explico :)
Sin embargo, con un supresor/ píldora del día después sí que sería conveniente tomarla cuanto antes mejor, porque al igual que en la vida real, cuanto más tiempo pasa entre el acto sexual y la ingestión de ésta, menos eficacia posee y más probabilidades de embarazo.
Cualquier duda déjamelo en comentarios ♥
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