
25
-¿Bebé?- inquirió Aisha con preocupación- ¿Qué te pasa?
Samira dirigió su mirada hacia la loba, mirándola con confusión.
-¿Qué?- preguntó- No te he escuchado.
Mierda, ¿y si ha escuchado a Anibal?
Pensó la loba.
-¿Te duele?- inquirió con suavidad, mientras acariciaba las mejillas de la chica distraída- ¿El nudo te está causando dolor?- insistió cuando ella se resistía a contestarle.
Samira negó, mordiendo su labio.
La probabilidad es muy baja, Sami.
No pasa nada, sólo ha sido una vez y...muchas personas necesitan hacerlo muchas veces para...
Pensó Samira.
-Cariño, ¿puedes contarme qué sucede?- inquirió la loba con fingida tranquilidad- Me estás preocupando, Samira.
-Aisha...yo...olvidé...- se calló, sintiéndose incapaz de continuar.
-¿Olvidaste qué, bebé?-
-Olvidé entregarle una cosa a Shania, y es muy importante que lo haga- murmuró, tratando de quitársela de encima- Debo...-
-Está bien, bebé- la cortó la loba con rapidez- Te llevaré, no te preocupes- besó castamente su frente- Pero primero tienes que esperar un poco más a que esto baje.
Samira asintió.
-Pero...mientras eso sucede...¿me puedes abrazar?- inquirió con la voz quebrada.
Aisha no lo dudó ni un segundo, estrechándola con rapidez entre sus brazos.
-Entiendo que desees pedirle ayuda a tu mejor amiga, Samira. Kasen me advirtió que éstas cosas sucederían y tendría que darte espacio- comentó con suvidad, acariciando su cabello con cariño- Y lo haré, pero quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea, bebé.
Samira se echó a llorar, acurrucándose aún más contra la loba.
-Estoy asustada- admitió en un bajo murmullo- Olvidé tomarme mi pastilla, Aisha.
Cerró sus ojos con fuerza, encogiéndose en un vano intento por protegerse de los futuros gritos.
Gritos que nunca llegaron, por cierto.
-¿No leíste mi mensaje?- inquirió la loba con suavidad.
Samira negó, esperando ansiosa los gritos por parte de ésta.
-¿Qué decía tu mensaje?-
-Te lo recordaba- comentó Aisha con suavidad- No pasa nada, Samira, conseguiré una pastilla para casos como éste.
-¿No vas a enfadarte?- inquirió Samira con timidez.
Aisha frunció el ceño, negando rotundamente.
-¿Por qué debería enfadarme, bebé?- refunfuñó ella- Estas cosas suceden, no pasa nada.
Besó sus labios, acallando las palabras que la pelirroja tenía preparadas para soltar.
En ese momento, Aisha notó como la hinchazón de su nudo bajaba, permitiéndole así salir de ella.
-Dúchate, mi amor- comentó la loba con dulzura- Mientras tanto intentaré solventar otro pequeño imprevisto.
Samira asintió, besando rápidamente sus labios por última vez para levantarse de la cama.
-Gracias por no enfadarte, cariño- murmuró Samira- Pensé que te enfadarías, al fin y al cabo eres una alfa y... técnicamente fallé en una de tus órdenes...- suspiró- Tú sueles enfadarte mucho con Anibal y Abel cuando te desobedecen.
Sí...hablando de desobedecer...
Pensó Aisha con amargura.
-Nunca vuelvas a pensar que te voy a gritar, o incluso golpear como suelo hacer con ese par de idiotas- refunfuñó la loba con indignación- Ellos no son tú, ¿quedó claro, Samira?
Ésta asintió con una pequeña sonrisa.
-Entonces ve a por esa ducha, mi amor- palmeó las nalgas de la pelirroja, provocando que ésta emitiera un pequeño chillido.
-¡Bruta!- chilló saliendo a correr hacia el baño.
La sonrisa de Aisha desapareció al instante en el que escuchó el agua correr.
Agarró su móvil para llamar a Anibal, quien no dudó en contestar al segundo toque.
-¿Ya vienes para acá?- preguntó el lobo con fingida tranquilidad.
-Samira se está duchando- gruñó la loba en respuesta- ¿Habéis conseguido sacar a Sean de esa maldita habitación?
-Pues...verás...-comentó con inquietud- Define sacar.
-Anibal...- gruñó Aisha en advertencia.
Anibal suspiró.
-No hemos tenido que sacarlo, él ha salido junto a Abel de la habitación- comentó el lobo- Lo ha marcado, Aisha, y está esperándote en el salón. Creo que sabe que vas a enfrentarlo.
-Pásamelo-
-Aisha...-
-Aisha nada, Anibal- lo cortó- Pásamelo ahora mismo, maldita sea.
Anibal le pasó con rapidez el teléfono a Abel, en un vano intento de no enfadarla más.
Éste lo tomó, aprovechando para besar la mordida que había dejado en Sean justo antes de hablar.
-¿Lo has obligado?- preguntó Aisha, directa al grano.
-No- respondió el lobo con tranquilidad- Sean inclinó la cabeza en un descuido y no pude evitarlo.
-Espero por tu jodido bien que Samira no quiera alejarse de mí después de esto, Abel- gruñó con enfado- Te juro que no responderé si eso sucede.
-Él estará perfectamente conmigo y lo sabes...- gruñó Abel de igual forma.
-Ella no sabe nada, cree que su hermano es feliz con su novia, y ahora se encontrará a su hermano con una marca de pertenencia del lobo que no paraba de molestarlo, ¿qué crees que pensará?-
-Aisha...-
La loba finalizó la llamada con rapidez cuando sintió sus lágrimas descender por sus mejillas.
Odiaba mostrar cualquier signo de debilidad ante nadie, mucho más si se trataba de su propio grupo.
Y odiaba, en cierto modo, a su padre por inculcarle esos valores. Estaba asustada, muy asustada, al imaginar la reacción de su pelirroja, y no se atrevía a pedir consejo a nadie porque sabía que se echaría a llorar como una niña pequeña.
Justo como estaba haciendo en ese momento.
-Creo que ya estoy lis...- Samira se detuvo- ¿Estás llorando?- inquirió con preocupación.
Aisha limpió sus lágrimas, levantándose de la cama con rapidez. Buscó sus prendas, colocándoselas en tiempo record.
-¿Ya podemos irnos?- inquirió la loba, evitando mirarla.
-¿Qué te pasa, Aisha?- insistió Samira, avanzando hacia ella.
Se colocó frente a la loba, obligándola a mirarla cuando presionó sus manos con suavidad sobre sus mejillas.
-No llores- susurró con angustia- ¿Por qué estás llorando?
Aisha negó, apartando con suavidad las manos de ésta de su cara.
-Vamos a mi casa, Samira- comentó con dulzura- Tengo que darte tu pastilla y tú tienes que ver una cosa.
Samira frunció el ceño, pero acabó cediendo.
Durante el trayecto, mantuvo una mano sobre la pierna de la loba, apretándola con suavidad en algunas ocasiones y haciendo pequeños dibujos imaginarios sobre ésta en otras.
Intentó en un primer momento mantener sus manos unidas, pero eso le dificultaba la conducción a la loba.
Aún así, Aisha agradecía la persistencia de su pelirroja para hacerla sentir mejor.
-¡Hola, Cai!- chilló Samira soltando sus manos entrelazadas para poder abrazar al chico.
-Hola, Sami- comentó el omega con cariño- Todos están en el salón- murmuró hacia la loba.
-¿Qué os pasa hoy a todos?- refunfuñó la pelirroja, entrelazando nuevamente su mano con la de la loba- Vamos, cariño.
Su contagiosa sonrisa se desvaneció al observar a su hermano encima del lobo, acurrucado de tal foma que no había ni un poquito de espacio entre ambos.
Abel se tensó al sentir la presencia de ambas y, en realidad, los tres lobos lo hicieron.
-¿Sean?- inquirió Samira en bajo murmuro- ¿Qué haces?
Éste se giró hacia su hermana, dejándole ver la herida recién hecha en su cuello.
-¡Oh dios mío!- chilló con histeria- ¿Qué te ha pasado?
Intentó acercarse a él, pero Aisha la detuvo.
-Hola, Sami- comentó su hermano con una gran sonrisa- Puedo explicártelo, ¿si?
Samira asintió, deseosa de una explicación.
Aisha le dedicó una mirada de advertencia a Anibal y Kasen, quienes no dudaron en abandonar el salón para dejarles privacidad.
Sin embargo, tampoco fueron muy lejos para poder evitar una posible pelea.
-Pues verás...hace un tiempo que yo...descubrí que...- gruñó con frustración- descubrí que...- Abel lo abrazó con más fuerza- Me gustan los...chicos.
Samira lo miró con impaciencia.
-¿Y?- insistió- ¡Eso ya lo sabía, Sean!
Sean miró a su hermana, incrédulo.
-¿Qué?-
-Una vez olvidaste borrar el historial de tu ordenador, y no soy tonta- refunfuñó ella- Ví cómo mirabas a Nick hace unos años y ahora...- el gruñido de Abel la hizo callar.
-¿Quién mierda es ese Nick?- preguntó con enfado.
-Esa no es la cuestión, y no vuelvas a gruñirme, cuñado- refunfuñó la pelirroja- Ahora quiero saber porqué tienes esa cosa en tu cuello.
-¿Porque soy suyo?- inquirió Sean con una pequeña risita- ¿No estás enfadada por no decírtelo?
Samira negó con una gran sonrisa.
-Sé que se siente, hermanito- comentó con dulzura- Sólo quería darte tiempo para que tú me lo dijeras, y ya hasta tenía más que repasada mi cara de fingida sorpresa- se encogió de hombros, girándose para encarar a la loba- ¿Sabías que además de novias somos algo así como cuñadas?
Samira pasó sus brazos por los hombros de ésta, poniéndose de puntillas para poder besarla.
-¿Así que somos novias?- inquirió Aisha emitiendo un pequeño gruñido juguetón.
-Bueno, todavía no, pero pronto- refunfuñó ella- Tienes que conformarte con ser mi cuñada, por ahora- la besó nuevamente- Pero puedo pegarle un poco a Abel, ¿verdad?
-¡Oye!- gritó el lobo.
-Todo lo que quieras, bebé- comentó Aisha de forma juguetona- Te ayudaré si así lo deseas.
Abel murmuró una maldición, haciendo a Sean reír.
-Si así me tratas de cuñado no me quiero ni imaginar como tratarás al pobre Anibal- se quejó el lobo.
-¡Pues de puta madre porque soy su favorito!- gritó el mencionado desde la cocina.
Aisha aprovechó la pequeña discusión a voces que se formó entre los dos lobos.
-¿Entonces no te irás de mi lado?- inquirió en su oído.
Samira negó rápidamente, acercándose lentamente al oído de la loba.
-Te quiero mucho, mi alfa- susurró con completa sinceridad.
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