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23


-Podrías terminar de sacarlo de quicio...- comentó el beta, pensativo- Cuanto antes entre en celo, menos dolerá la transición.

Sean sonrió ampliamente, quitándose la chaqueta.

-Dalo por hecho- comentó con alegría, pasándole la chaqueta al beta- Si hay algo que se me da mejor que el deporte, es sacar de quicio a cierto lobo.

Kasen le advirtió que podría llegar a ser un poco agresivo, pero él lo ignoró por completo.

-¡Abre la maldita puerta, tú y yo todavía tenemos cuentas pendientes!- citó las palabras del lobo el día que se conocieron, mientras aporreaba la puerta.

Escuchó un gruñido tras la puerta, pero no el sonido del cerrojo que le impedía entrar.

-¡Es en serio, Abel!- gritó golpeando con más fuerza- ¡No me he perdido el resto de clases para nada!

Kasen intentó llegar hasta el chico, pensando que había sido muy mala idea pedirle aquello.

Pero la puerta fue abierta bruscamente, y el chico fue obligado a entrar en la habitación.

Mierda.
Pensó el beta, escuchando el sonido del cerrojo nuevamente.

-¡Bruto!- gritó Sean- ¿Eso es helado?- inquirió con alegría observando los labios del chico- Yo también quiero, maldito acaparador.

Sonrió aún más al escuchar otro gruñido por parte del lobo, quien lo mantenía acorralado contra la puerta.

-¿Qué estás haciendo aquí?- inquirió Abel con advertencia- ¿No que íbamos a ignorarnos?

Sean asintió, agachándose rápidamente para pasar por debajo de los brazos del lobo, consiguiendo salir así del agarre de éste.

-Y es lo que haré, pero mientras como helado- murmuró, dirigiéndose a la mesilla para tomar el helado de vainilla que había en ésta- ¿Del uno al diez cuanto la has baboseado?- señaló la cuchara que había dentro del bote.

-Sean...- gruñó el lobo.

-Da igual, si me muero intentaré decirle a mi Sami antes de que eso suceda que fueron tus gérmenes los que me mataron- comentó éste, ignorándolo.

Tomó una cucharada y se lo llevó a la boca.

-Está delicioso- comentó, tomando otra cucharada- Mi favorito es de limón, tenlo en cuenta para lo próxima vez, por favor- le guiñó un ojo- Por cierto, ¿qué haces tomando helado en este tiempo? ¿Quieres enfermarte?

Abel se puso frente a él, arrebatándole el helado.

-¡Oye, consigue tu propio helado, maldito ladrón!- gritó Sean con indignación- ¡Devuélvemelo, es mío!

-Nos ayuda a calmar el calor de nuestro celo...- comentó el lobo, tomando otro poco de helado- Veremos si sigues así de valiente cuando llegue por completo.

Sean refunfuñó, pasando por su lado para intentar llegar a la puerta.

-Espero que Kasen tenga otro maldito helado...- le acusó, señalando con su dedo el bote de helado- Porque de lo contrario te arrancaré ese de las manos a base de fuerza, ladrón.

Había conseguido quitar el pequeño cerrojo que los mantenía encerrados, y abrir un poco la puerta, cuando fue bruscamente cerrada de nuevo.

Tragó saliva, mirando un poco hacia arriba para encontrar el perfecto y musculoso brazo del lobo impidiendo su salida.

-Una vez que entras ya no sales- susurró Abel en su oído- Así son las normas.

Un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de Sean, provocándole una sonrisa al lobo.

-¿Te..ndré qu..e...- respiró profundamente, intentando controlar sus nervios- acusarte de secuestrador además de ladrón?

Se felicitó por no tartamudear, pero se reprendió a sí mismo cuando no supo continuar con su toque divertido.

-Estuve investigando...- continuó el lobo en un bajo murmuro...- Y resulta que no es secuestro si tú quieres estar aquí conmigo.

-Yo no te he dicho que quiera estar aquí contigo- objetó Sean, girándose para encararlo.

Mala idea.
Pensó al instante.

-Deberías limpiarte, tie...en..es...- señaló sus propios labios- helado.

El lobo sonrió, pasando su lengua sobre sus labios.

-¿Ya?- preguntó con burla.

Sean quiso negar, porque realmente no había conseguido hacer desaparecer el helado, pero no quería que volviera a hacer ese gesto.

-Sí y no vuelvas a hacer eso, por favor- refunfuñó con fastidio- Ahora quítate, hace un poco de calor.

Abel le tendió el helado, y éste lo aceptó de buen agrado.

-¿Por qué me lo das?- inquirió el chico con intriga- Pensé que tendría que luchar por él o algo así.

-Supongo que tú estás más caliente que yo- respondió el lobo, causando que Sean se atragantara con la cucharada que estaba tomando en ese momento- Cuidado, no vaya a ser que te mates tú mismo antes de que mis gérmenes lo hagan.

El lobo se tiró sobre la cama, bajo la atenta mirada de Sean.

-Creo que tus gérmenes ya están actuando- refunfuñó él- Me queda muy poco tiempo, lo presiento.

Abel emitió una pequeña risita, ocultando su cara bajo la almohada.

-Lárgate, anda- espetó el lobo- A mí sí que me queda poco tiempo para entrar en celo por completo.

Sean frunció el ceño, girándose nuevamente para encerrarlos.

Una vez conseguido su objetivo, caminó hacia la cama y se tumbó a un lado de Abel, continuando con su festín.

Cuando se aburrió de ser ignorado, decidió intervenir.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-

El lobo resopló, quitando la almohada de su rostro.

-No tengo más helado aquí, y te recuerdo que debes irte- Sean negó rotundamente.

-Esa no era la pregunta que quería hacerte, estúpido chucho- refunfuñó.

-¿Entonces qué quieres preguntar?- inquirió el lobo con molestia- ¿Responderás tú a una mía?

Sean asintió, pasándole el helado.

-Termínalo tú porque si sigo comiendo más después me dolerá la tripa- el lobo asintió, tomándolo- Te responderé si tú me respondes con sinceridad.

Abel asintió, esperando pacientemente.

-¿Soy tu alma gemela?- inquirió con fingido desinterés.

-No- respondió el lobo sin titubear- No lo eres.

Sean intentó ocultar su decepción, pero acabó fracansando. Intentó levantarse de la cama, pero Abel se lo impidió.

-¿Por qué mi alma gemela sería heterosexual?- le preguntó el lobo con seriedad- No tiene mucho sentido que yo tuviera como alma gemela a una chica si ni siquiera me gusta...- hizo una pausa- O al menos todavía no conozco ningún caso.

Golpe bajo.
Pensó Sean.

-¿Y por qué me dijiste que soy tuyo, entonces?- inquirió con amargura.

-Supongo que confundí tu olor, a veces pasa- respondió el lobo con tranquilidad.

No, eso no pasa.
Pensó el lobo.

-¿Y qué harás, entonces?- insistió Sean- Joder, parece que soy masoquista.

-Lo buscaré-

Inevitablemente, Sean se echó a llorar.

Abel lo atrajo a sus brazos rápidamente, dejando que llorara acurrucado en él.

-En realidad no lo buscaré porque ya lo he encontrado- comentó el lobo con suavidad- Simplemente dejaré que deje de jugar a la pareja perfecta con su amiga para evitar aceptar lo que es y decida estar conmigo.

-¿Y eso no sucede?-

-Tengo toda una eternidad para esperarlo y, mientras tanto, para no aburrirme, joderé a Aisha y Anibal...- hizo una mueca- Y a Kasen si encuentra a su pareja...- lo apretó con más fuerza- Será una eternidad divertida.

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