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21


Céntrate en lo que estás haciendo.
Se reprendió Samira.

-La hemos perdido para siempre, amigos- se burló Shania desde un rincón de la habitación, lejos de la cámara.

-Creo que la estamos aburriendo- continuó su amigo Nick- Déjame, yo sigo con esto.

Samira negó, riendo.

-Tú eres un desastre con esto- refunfuñó ella- Y debe parecer real.

Ella ya estaba lista para su cita, aunque aún faltaban cuatro horas para ello. Incluso le había dado tiempo a editar y subir el vídeo a la plataforma.

Para matar el tiempo, y los nervios, ahora estaba grabando un vídeo con sus amigos para gastarle una broma a su hermano.

Todo iba perfecto hasta que se percató de la pequeña luz parpadeante en su móvil y, lo peor de todo, es que era del color que le había asignado a Aisha.

En su mente solo rondaba el pensamiento de tomar el móvil y leer el mensaje para saciar su curiosidad.

-Échale un poco más de rojo, mujer- se quejó Nick como un niño pequeño- ¡Eso no es ser realista!

-¡No te metas con mi diseño!- le acusó la pelirroja- ¡Así está genial, si le pongo un poco más todo se irá a la mierda!

A Samira le encantaba todo lo relacionado con el maquillaje, y ahora encontraba la oportunidad de lucir su don con una herida falsa.

-Bueno, pues lo que os iba contando...- comentó Nick con entusiasmo- ¿Adivina quién ha sido ascendido?

-¡No puede ser!- gritó Samira, saltando sobre él para abrazarlo- ¿Y eso? ¿Cómo lo has conseguido?

-Ví a mi pobre e indefensa víctima- comentó intentando poner una voz siniestra- Y entonces le hice probar todas y cada una de las malditas muestras de perfumes que tenemos por allí.

Shania intentó reprimir una carcajada para no despertar al omega acurrucado en sus brazos.

-¡Pobrecito!- chilló Sydney- ¡Eso es muy cruel!

Nick se encogió de hombros, restándole importancia.

-Estaba compitiendo por ese puesto con la perra loca que tengo como compañera y la jefa nos estaba viendo...- refunfuñó él- ¡La situación lo requería!

-Al menos lo dejaste marchar sin comprar nada, ¿no?- le reprendió la pelirroja.

-Pues...- aclaró su garganta mientras se removía con inquietud- Quizás sí que se acabó llevando uno...- levantó las manos en señal de derrota- ¡Pero he dicho quizás!

Shania no pudo aguantar más, riendo escandalosamente.

-¡Pensé que eras mi amiga, traidora!- chilló Nick hacia Shania- ¡Se llevó el más barato, Sami, te lo juro!- Le hizo ojitos- Sabes que soy malo, pero hacer que se llevara el más caro sería terriblemente cruel.

Todos hiceron silencio al escuchar el gruñido que el omega emitió, molesto porque no lo dejaban dormir.

Shania lo abrazó con un poco más de fuerza, consiguiendo calmarlo.

Gracias a eso, todos pudieron escuchar con claridad el insistente ruido del timbre siendo tocado.

-Iré a abrir, termina la herida- refunfuñó Samira, mientras le entregaba el pincel a Nick- ¡Y no le eches más rojo, que te veo venir!

-Te prometo que no lo haré, Sami- comentó él con suavidad.

Pero en cuanto Samira abandonó la habitación, a Nick no le faltó tiempo para empapar el pincel en aquel polvo rojo.

-Confía en mi criterio, Syd- refunfuñó Nick- Diga lo que diga la pelirroja, a esta herida le falta más sangre.

Shania comenzó a reír otra vez, y Sydney se unió a ella.

-¡Que ya voy!- gritó Samira, bajando las escaleras todo lo rápido que podía- ¡Que mierda te dije sobre olvidar las llaves, Sean!

Abrió la puerta con brusquedad, lista para golpear a su hermano por olvidar sus llaves, otra vez.

Pero en vez de eso, se vio siendo atacada por los labios de la loba, quien no había dudado ni un segundo en lanzarse a besarla.

-¡Aisha!- chilló la pelirroja cuando ésta por fin la dejó libre- ¿Estás bien?

Aisha negó, emitiendo un bajo gruñido.

-Ven aquí- espetó intentando ser lo más suave posible- Anibal es un imbécil.

Samira asintió, correspondiendo al abrazo de la loba.

-Vale, está bien, Anibal es un imbécil- comentó la pelirroja con suavidad- ¿Puedes calmarte un poco ahora?

Aisha negó otra vez, comenzando a olfatearla sin siquiera disimular un poco.

-Tu olor- gruñó con enfado- ¿Por qué mierda está todo en mi contra hoy?

Samira soltó una pequeña risita, totalmente divertida por la situación.

-¿Qué le pasa hoy a mi olor?- inquirió con suavidad- ¿Por qué no pasas y así puedo cerrar la puerta?

La loba obedeció, entrando sin deshacerse del abrazo que le estaba proporcionando a la pelirroja, encargándose de cerrar la puerta también.

-¿Me contarás que te sucede ahora, cariño?- preguntó Samira con dulzura- ¿Por qué todo está en tu contra el día de hoy?

Antes de que la loba pudiera contestar, Nick y Sydney aparecieron, haciendo un concurso de quien grite más fuerte gana.

-¡Sean, Sydney se ha cortado y hay que llevarla al hospital!- chilló Nick con dramatismo- ¡Creo que tendrán que cortarle la mano!

Ambos se quedaron quietos en sus lugares. Nick frunció el ceño, echando un vistazo por toda la entrada para encontrar a la víctima de su broma.

-Tú no eres Sean- declaró con obviedad- ¿Dónde está ese maldito?

Samira resopló, conteniendo las ganas de golpear a su amigo.

Que leches, a éste no lo reconocerá ni su jefa mañana.
Pensó Samira, separándose de la loba.

-¡Te dije que no le echaras más rojo!- gritó con enfado, saliendo a correr tras él- ¡Has estropeado mi obra de arte!

-¡Solo ha sido un poco más de rojo, Sami!- gritó Nick, ocultándose tras Sydney- ¡Díselo tú, Syd!

-Casi me echa el bote entero en la mano, Sami- comentó ella con burla- Te ayudo a matarlo.

Aisha tiró de Samira para apresarla entre sus brazos nuevamente, cegada por los celos que la estaban consumiendo en ese momento.

-Creo que lo mejor es que os vayáis- comentó Samira con tranquilidad- Tengo que calmar a mi chica.

Nick asintió, saliendo con rapidez de la casa, aunque regresó un momento para dar por zanjado cierto tema.

-Tienes suerte de ser una loba, porque de lo contrario no estaría huyendo por el miedo que te tengo, y te habría echado a patadas de aquí, roba amiga.

Sin más, Nick desapareció de su vista.

Sydney, Shania y el omega no tardaron en copiarle, dejándolas a solas.

-¿Quieres hablar ahora, cariño?- inquirió Samira con ternura, besando castamente sus labios- Estás actuando de forma irracional, como aquél día.

Aisha gruñó ante aquellas palabras.

Como aquél día.
Repitió la loba en su mente.

-No quiero hablar, quiero hacerte el amor como aquel día- gruñó Aisha- No me gusta no tener tu olor en mí, y tú tienes el de ese chico...- suspiró con fuerza.

Samira le respondió con un beso, olvidándose de aquel mensaje que debió leer desde un principio.

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