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18

Venga, no pasa nada.
Respiremos hondo, y crucemos los dedos para que no vuelva a suceder.
Todo está solucionado, ¡o eso creo!

Disfrutad del capítulo y lo siento muchísimo, me he puesto de los nervios con el pequeño (gran) problema ♥

-¿Qué es ese olor tan desagra...- Cai se calló al comprenderlo- Oh.

-Sí, oh- gruñó Anibal- Ven aquí ahora mismo, omega.

Cai suspiró con dramatismo.

Odiaba la paranoia que podía llegar a presentar un alfa cuando estaba en contacto con el olor de otro alfa en celo.

-Mi olor le resulta tan repugnante como el suyo a mí, relájate- refunfuñó Cai- Y deja el dramatismo, por favor, somos hermanos.

Anibal comenzó una pelea con el omega, intentando convencerlo para que saliera de la casa cuanto antes.

Sin embargo, el omega, solo por llevarle la contraria, se negó a moverse de su sitio, sabiendo que si el lobo quería ir a por él para sacarlo de allí tendría que pasar por el lado de Aisha.

Y desde luego que él no era su hermano como para no prestarle atención.

-¿Qué te está pasando?- inquirió Samira con preocupación, ignorando la discusión entre aquel par.

-No me toq...- intentó objetar la loba, pero fue demasiado tarde.

Samira ya había colocado una de sus manos en su mejilla, acariciándola con suavidad.

Su otra mano se había entrelazado con la de Aisha, proporcionándole un pequeño apretón.

-¡Dejad de gritar...!- gritó Abel, histérico- ¡Acaba de tocarla, maldita sea!

Samira comenzó a preocuparse aún más, si eso era posible.

Intentó retirar sus manos, provocando que la loba saliera del pequeño trance en el que había quedado atrapado.

-No- gruñó, colocando su mano sobre la de ella para que no pudiera quitarla de su cara- Mía.

Samira jadeó al sentir su espalda golpeándose contra la puerta de la entrada, la cual había quedado cerrada.

Abel tuvo que tirar de Anibal hacia atrás justo antes de que la puerta se cerrara en sus narices.

-¡No!- gritó Anibal- ¡Maldita sea, mira que te lo dije, omega!

Intentó abrir la puerta, pero dejó de insistir cuando escuchó un fuerte golpe sobre ésta.

Se podría decir que Aisha había intentado depositar su mano sobre ella con suavidad, pero acabó estampándola con brusquedad para impedir que fuera abierta.

-¿Y ahora qué?- inquirió Anibal- ¡Se ha quedado atrapado!

-¡Deja de pensar por un maldito momento en el omega, él estará perfectamente!- gritó Abel- ¡Sean se quedó durmiendo en mi puta habitación, joder!

Ya está.
Se ha cansado de mí y va a matarme.
Pensó Samira.

-Aisha...- murmuró con suavidad- Amor, me estás asustando, ¿puedes apartarte un poco?

-No le digas eso- intervino Cai, retrocediendo lentamente- No te hará daño.

-Es fácil para tí, Cai- comentó Samira con nerviosismo- Ella tiene sus ojos mieles, y se está comportando de una forma muy...-

Aisha la interrumpió, obligándola a inclinar su cabeza hacia un lado, sin llegar a causarle el más mínimo daño.

Muy salvaje.
Pensó para sí misma.

-Tu olor mezclado con el mío es maravilloso- gruñó la loba- Me encargaré de que sea así por el resto de mi jodida vida- Samira se estremeció al sentir pequeñas cosquillas causadas por la nariz inquieta de la loba- Te lo juro.

-¿Qué está sucediendo, omega?- inquirió Anibal golpeando la puerta.

-Está a punto de tomarla contra la puerta, ¡eso sucede!- gritó el omega, horrorizado- ¿Cuánto más tardará Kasen?

-No mucho más, ve a mi habitación y quédate con Sean mientras arreglamos esto- comentó Abel, tirando con brusquedad de Anibal para apartarlo de la puerta- ¿Quieres quitarte de ahí?- inquirió con enfado- ¡Haz que se enfade un poco más, hombre, ya veo que no has tenido suficiente con el maldito nido!

Muy típico de ellos.

Pelear con quien sea en una situación estresante, justo como si eso fuera a solucionar las cosas.

¿Arreglar esto? ¿Qué van a hacerle?
Pensó Samira.

-Espera, Cai- comentó con suavidad- ¿Puedes decirme cómo ayudarla?

No es como si esos estúpidos lobos de allí fuera estén poniendo de su parte.
Pensó mordiendo su lengua.

-A menos que quieras tener sexo con ella, no puedes ayudarla- comentó él- Eso es el celo, Samira- refunfuñó- Pierdes el control sobre tí mismo y lo único en que piensas es conseguir que el dolor pare.

-¿Dolor?- inquirió con angustia- ¿Ella está...- se calló abruptamente- Acaba de lamer mi cuello- espetó, incrédula.

-Puedes ayudarme a mí, y a tu hermano- comentó, un tanto ansioso- Solo tienes que convencerla para que vayáis a su cuarto...- hizo una pausa- Nos ayudará a salir de aquí, y Kasen te ayudará a tí en cuanto venga, por favor.

Samira aceptó sin dudarlo.
No por el omega, ni siquiera por su hermano.

No podía parar de pensar en ayudarla, en intentar aliviar su dolor.

Quizás hasta se estaba volviendo loca, porque comenzaba a sentirlo en ella misma, como si estuvieran unidas.

-¿Has escuchado eso, Aisha?- inquirió la pelirroja con un deje de ternura- Vamos a tu habitación, allí estaremos más cómodas.

El omega corrió hacia las escaleras, sintiendo la adrenalina correr por sus venas.

Obedeceré a Anibal la próxima vez, Diosa. Te lo juro, sólo déjame salir de ésta con vida.
Pensó mientras se adentraba en la habitación de Abel.

-¿En serio?- inquirió, incrédulo- ¡Maldita sea, despiértate Sean, éste es un momento muy jodido como para estar durmiendo!

Sean saltó de la cama, asustado.

-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Ya es hora de cenar?- inquirió adormilado.

El omega contuvo un insulto, con mucho esfuerzo de su parte, todo sea dicho.

-Escúchame bien- gruñó- En cuanto escuches una puerta ser cerrada, echa a correr hacia la puta salida, maldito idiota.

Bien.
No consiguió no insultar, después de todo.

-Vamos, Aisha- refunfuñó Samira intentando apartarla- Tienes que moverte tú primero.

-No- gruñó la loba- Nos quedamos aquí.

-¡No!- chilló Samira- ¡Nos vamos a tu cuarto!

La loba volvió a negar, gruñendo.

-Esos malditos cabrones intentarán entrar en cuanto nos apartemos de la puerta- espetó con molestia- Tendría que pelear con ellos y eso me quitaría tiempo para hacerte el amor, ¿entiendes?

Bien, eso no me lo esperaba.
Pensó Samira, mordiendo su labio.

-El..ellos n..o lo ha..rán- tartamudeó la pelirroja, aferrándose más a la loba.

De pronto comenzó a sentir calor, acompañado de una sensación no muy agradable.

-¿Qu..qué me es..tá pa..san..d..o?- jadeó fuertemente al sentir un fuerte dolor- Alfa...- murmuró aferrándose a ella.

-Mierda- gruñó la loba, atrayéndola a sus brazos- Esto sí que no debería estar pasando.

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