
12
Samira despertó desorientada.
Le costaba fijar su vista en cualquier objeto y, sobre todo, le dolía la cabeza.
Pasados unos minutos consiguió adaptarse, encontrándose en una habitación de hospital, conectada a una vía, y Aisha dormida en una postura muy incómoda al final de la cama.
Entonces recordó que había reaccionado bastante mal ante aquellas palabras de la loba.
Ella regresaría a su manada, y al imaginárselo, una fuerte presión en el pecho comenzó a dejarla sin aire.
Respirar le dolía, por lo que difícilmente conseguía tomar un poco de aire, y eso, a su vez, le provocaba mayor malestar ante la sensación de ahogo.
-¿Aisha?- inquirió con timidez.
Sin embargo, no obtuvo respuesta.
La puerta fue abierta con suavidad, dejando ver a una enfermera. Ésta sonrió al verla despierta y entró.
-Sabía que no tardarías mucho más en despertar- comentó con felicidad, llegando hasta ella- ¿Cómo te encuentras, cielo?
-Bien- murmuró con timidez- Me duele un poco la cabeza.
La enfermera asintió, mientras continuaba revisando la pequeña bolsa con suero.
-Puede que sea un efecto secundario del calmante- comentó ésta con tranquiliad- Sucede en algunos casos.
-¿Puede contarme que ha pasado?- inquirió en tono bajo, intentando no despertar a la loba.
-Puedes hablar normal, cielo. No creo que consiga despertar hasta un par de horas más- le dedicó una sonrisa- Esa chica te trajo aquí con serios problemas para respirar a causa de un ataque de pánico, por lo que no nos quedó más opción que sedarte.
Samira asintió, no muy afectada por la revelación.
-Realmente la pasaste muy mal hasta que el calmante hizo su trabajo, y al final tuvimos que sedarla a ella también por petición de un chico- finalizó la enfermera- ¿Abel?- Samira asintió.
-¿Y por qué estoy así, entonces?- señaló su vía- ¿Cuánto tardará en despertar?
-Estás así porque no despertabas, cielo- respondió- Son las cuatro y media de la madrugada- Samira jadeó, sorprendida- Y no sé cuánto tardará en despertar, ya que necesitamos más de dos calmantes para hacerla dormir.
La pelirroja comenzó a llorar, sintiéndose mal por Aisha.
-Intenta descansar, ¿vale?- comentó la enfermera con dulzura- A primera hora vendrá un médico a hacerte una última revisión y podrás irte a casa.
En cuanto desapareció, Samira se quitó la vía con más fuerza de la necesaria, causándole daño.
Más no le importó.
Cogió la pequeña almohada que estaba utilizando y gateó hasta quedar al lado de la loba.
-Cuidaré de tí como tú haces conmigo- susurró besando su mejilla.
Colocó la almohada de tal forma que pudo ser compartida y, arrancando una pequeña sábana entallada bajo el cuerpo de Aisha, consiguió arroparlas.
-Mucho mejor- susurró Samira soltando un pequeño bostezo.
Al final, acabó dormida acurrucada junto a la loba.
-Buenos días, por segunda vez- la enfermera entró con tranquilidad en la habitación, encontrándose con Aisha despierta- Veo que ahora me toca conversar contigo- sonrió con amabilidad- ¿Cómo te encuentras, cielo?
Aisha ni siquiera la miró, no se sentía capaz de apartar la mirada de una pelirroja profundamente dormida a su lado.
-Me siento lenta- comentó Aisha con tranquilidad- Mi cuerpo ha reaccionado muy mal ante esa cosa.
-Calmante, cielo- le corrigió la enfermera- ¡Esta niña quiere matarme de un infarto!- gritó con horror al observar el brazo de Samira- ¡Se ha arrancado la vía!
Pese a los gritos, Samira no despertó.
-Cuando he despertado ya estábamos así- comentó la loba, mirando sus manos entrelazadas- ¿Cuándo podemos irnos?
-Necesito que la despiertes- Aisha asintió- El doctor pasará por aquí para hacerle unas preguntas y una pequeña revisión, y solo entonces seréis libres.
La enfermera se marchó de allí, intentando reprimir una sonrisa que, inevitablemente, acabó formándose en su rostro.
Estas jovencitas de hoy en día las locuras que hacen por amor... ¡Mira que arracarse la vía..!
Pensó mientras cerraba la puerta.
-Samira, despierta- comentó la loba, zarandeándola con suavidad - Samira tienes que despertar ya.
Menuda forma más romántica de despertarla después de la que he liado.
Pensó la loba, reprimiendo un gruñido.
Intentó remediarlo, más no pudo porque Samira ya estaba despierta.
-Lo siento- murmuró la pelirroja separando bruscamente sus manos entrelazadas- ¿Cómo te encuentras?
Samira no pudo contestar, ya que el doctor entró en la habitación, arrollándola con una pregunta tras otra.
-¿Cómo te encuentras?- preguntó, llegando hasta ella- La enfermera me ha comentado que te dolía la cabeza, ¿aún continúa?- ni siquiera la dejó contestar- ¿En alguna otra ocasión has pasado por alguna situación parecida o ha sido tu primera vez?- sacó una pequeño boli/linterna para reconocer sus ojos- Todo parece perfecto.
Que eficiente.
Pensó la loba, mordiendo su lengua.
-Estoy perfectamente, ¿puedo marcharme a casa ya?- el doctor la miró por unos instantes, dudando, pero acabó cediendo- Perfecto, gracias por todo.
-Gracias a vosotras por dejarme poner en práctica conocimientos que jamás pensé utilizar- comentó el doctor con felicidad- Ya sabía yo que interesarme por la medicina de los hombres lobo serviría para algo.
Entonces Aisha comprendió a qué se debía su comportamiento.
-¿Puedo preguntarte a qué se debió?- inquirió el doctor con una gran sonrisa- Tengo un par de teorías, sin embargo.
Ay, la va a liar.
Pensó Aisha entrando en pánico.
-¿Tu alfa ha estado separada de tí por mucho tiempo?- insistió él- Esa es mi principal teoría.
Samira, completamente sonrojada, miró a Aisha, pidiendo ayuda.
-¿Mi...alfa?- inquirió con timidez- Yo no...no...bueno es que...soy humana, no tengo alfa- murmuró en un susurro.
La expresión del hombre cambió por completo, como si le hubieran proporcionado un gran golpe en la entrepierna.
-Pero...- murmuró él- Tú presentabas todas las señales para...-
-Suficiente- gruñó Aisha, colocándose de pie- Nos vamos, Samira.
-Sí, claro. Pero antes, Samira, déjame decirte que aunque seas humana puedes enlazarte- finalizó el doctor, marchándose de allí con toda la alegría del mundo, deseando contarle a sus compañeros sobre lo ocurrido, aquellos que tanto se habían burlado de él por interesarse en los lobos.
-Maldito cabrón, bocazas...- gruñó Aisha sin poder contenerse- ¡Imbécil, ven aquí que te voy a enseñar a no meterte donde no te llaman!
Puedes enlazarte.
No importa que seas humana.
¿Tu alfa ha estado separada de tí por mucho tiempo?
Samira no podía sacar de su mente aquellas palabras, y tampoco podía evitar sentirse feliz por ello.
Quizás sí tenga una oportunidad con ella, aunque... Ella se marchará.
Pensó Samira, haciendo una mueca.
-¿Puedes dejarme en paz de una puta vez?- Aisha se soltó del agarre de Abel- Estamos lejos de ese maldito imbécil, no es como si pudiera partirle la cara.
Abel la ignoró, agarrando nuevamente su brazo.
-Nadie me garantiza que te conviertas y salgas a correr para darle caza- espetó Abel con molestia- No me hagas más difícil mi trabajo y camina- gruñó tirando de ella.
Aisha y Abel encabezaban la marcha, ella intentando golpear a Abel para que la dejase, y éste haciendo su trabajo de niñera.
Había evitado que Aisha se le tirase encima al doctor por los pelos, y le costó aún más sacarla del hospital.
Tras ellos se encontraban Sean, Sania y Samira, los dos primeros observando con diversión la escena frente a ellos, y la última... La última pensando en sus cosas.
-Hemos llegado- anunció Abel- Ha sido todo un milagro evitar una muerte trágica, necesito un jodido descanso.
-Te daré un vaso de agua como mucho- refunfuñó Sean, sacando sus llaves del bolsillo- Es mi casa, así que cuidadito con lo que haces.
-Mearé por todos los rincones de tu jodida casa para marcar territorio- espetó Abel siguiéndolo- Excepto la de tu hermana, no quiero que Aisha me mate.
-¡Shania, no se te ocurra perderlo de vista, déjame que vaya a por un cuchillo por si se le ocurre sacar su cosa!- chilló Sean mientras corría hacia la cocina.
Nadie podía culpar al pobre Sean.
Nunca se sabe cuando un lobo está bromeando, y hombre precavido vale por dos.
-No hará tal cosa, ¿verdad?- inquirió Samira un tanto nerviosa.
Ellas se habían quedado fuera, y estar a solas con la loba todavía no lo llevaba del todo bien.
Sus nervios podían traicionarla con facilidad.
-Tu hermano lo tiene todo bajo control, no te preocupes- comentó la loba con algo de burla- Seré directa, Samira, ¿tienes algo planeado para estos días? ¿Puedes faltar a tus clases en la universidad?
-No tengo nada planeado, y supongo, depende del motivo- respondió ella, algo confusa por el cambio de conversación- ¿Por qué lo preguntas?
-¿Quieres venir conmigo a mi manada?- inquirió Aisha, rezando para que su respuesta fuera afirmativa.
De lo contrario, ella se quedaría, aún a riesgo de perder a su loba. Ahora más que nunca podía alejarse de ella.
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