
10
Abel chilló apartando bruscamente el paño, el cual contenía hielo, que el omega estaba intentando colocar en su ojo.
-¿No puedes ser un poco más delicado?- gruñó éste, quitándole el paño- ¡Se nota que no es tu maldito ojo!
Cai lo ignoró, dedicándole una sonrisa.
-Si quieres puedo llamarla para que te golpee el otro- comentó con suavidad- ¿Deseas que lo haga, alfa maleducado?
Abel negó con rapidez.
-Entonces no vuelvas a gritarme- espetó con molestia- Te lo merecías.
-Sí, claro- refunfuñó Abel- Tú defiende a tu alfa, como siempre.
Cai se cruzó de brazos, dispuesto a soltarle un sermón sobre cuánto odia la loba que se metan con su privacidad.
Sin embargo, se detuvo al sentir como lo apartaban con suavidad hacia un lado.
-El otro corre por mi cuenta- gruñó Anibal, propinándole un fuerte golpe en el ojo que todavía se mantenía sano.
-¡Voy a matarte, Anibal!- gritó Abel, levantándose bruscamente del sofá.
-Y Aisha te matará a tí como no consiga arreglar las cosas con Samira- contraatacó Anibal- Supongo que así todos estamos en paz.
Shania caminaba unos cuantos pasos por delante de las chicas, intentando huir del incómodo ambiente que se había creado desde que abandonaron la vivienda.
Quiso reprocharle a su mejor amiga que no se encontrarían en esta situación si hubiera dejado que la loba tomara la llaves del coche.
Pero no.
Samira tuvo que salir de allí prácticamente corriendo, arrastrándola a ella también, y haciendo que Aisha casi perdiera la poca cordura que le quedaba mientras la seguía.
Ahora las tres caminaban hacia la casa de la pelirroja en un silencio que le ponía los pelos de punta, y que Samira intentó evitar por todos los medios.
Más la loba insistió en acompañarlas.
Shania detuvo sus pasos de forma brusca, mirando fíjamente hacia la persona que se encontraba al final de la calle.
-Creo que deberíamos dar media vuelta y buscar otra ruta- comentó con algo de nerviosismo, girándose hacia Samira- Llámame loca, pero creo que ese de allí es tu hermano.
-Lo que me faltaba- refunfuñó Samira, dirigiendo su mirada hacia donde su mejor amiga señalaba- Estás loca, pero ese es mi hermano, y está viniendo.
Sean no tardó mucho en abordarlas, quitando a Shania con cuidado del camino para poder abrazar a su hermana.
-Llego a nuestra maldita casa para hacerte una maldita broma y me encuentro con malditamente nada- comentó Sean con molestia- ¡Entonces comienza a sonar mi teléfono sin darme un poco de tregua y resulta que me están etiquetando en una maldita foto!
Desbloqueó su teléfono y se lo entregó, aunque a ninguna de las tres le hizo falta verla para saber a qué se refería.
-¡Maldita sea, Sami!- chilló indignado- ¡Se están burlando de mí, todos sabían que iba a hacerte una broma y resulta que he salido timado!
Shania comenzó a reír, agradecida por sacarla de aquel incómodo momento.
Samira le entregó el móvil con brusquedad, rodeándolo para continuar caminando.
-¿Por qué está enfadada?- inquirió con sorpresa- ¿Qué le has hecho, loba?
-Aisha o alfa para tí- gruñó ella con molestia- Vuelve a llamarme loba y te arranco la lengua.
Sean retrocedió varios pasos, disimuladamente.
-¿Es que acaso no es eso lo que eres?- insistió él- ¿Y qué le has hecho a mi hermana? ¿Sabes lo difícil que es hacerla enfadar?
Aisha lo ignoró, rodeándolo también para caminar tras Samira, quien había tomado bastante ventaja.
Sean miró a Shania, intentando encontrar una respuesta.
-Después te cuento- susurró tomándolo de la mano, arrastrándolo tras la loba.
Aisha gruñó con fuerza cuando Samira giró en la esquina, perdiéndola así de vista.
-¡Más te vale que regreses a mi maldita vista o te juro que no tardaré en salir a cazarte!- gritó la loba aumentando la velocidad de sus pasos.
Como si la amenaza hubiese surtido efecto, la pelirroja apareció corriendo en su dirección.
-¿Qué te pasa?- preguntó con preocupación, correspondiendo al abrazo que Samira le estaba proporcionando.
Aisha se dio por contestada cuando observó a tres chicos aparecer por la misma esquina que ella había tomado minutos atrás, vestidos de payasos.
Y un cuarto chico les grababa con el móvil.
-Payasos no, por favor- susurró Sean saliendo a correr hacia la loba, ocultándose tras su espalda- ¡¿Es qué no había más disfraces, malditos cabrones?!
Uno de ellos, el más terrorífico, intentó acercarse a la pelirroja.
-Ven a flotar con nosotros, pelirroja- comentó con burla- Y te daré un globito.
Menuda versión más cutre de It.
Pensó Shania, mirando la penosa escena.
-Realmente no entiendo a los humanos- gruñó Aisha, colocando a Samira tras su espalda, junto a su hermano.
Sean reprimió un sollozo, abrazándose a su hermana.
-¡Marchaos!- le gritó a los chicos- ¡No me puedo creer que de todos los malditos disfraces tengáis que elegir uno de payaso terrorífico!
-¡Maldito idiota!- gritó Samira comprendiendo la situación- ¡Esta puta broma no tiene gracia!
Lo empujó hasta quedar fuera de la protección de Aisha, y los tres payasos le miraron a él.
-Tú también flotarás, Sean- comentó otro con una gran sonrisa- Ven conmigo.
Samira, y Shania, sabían del terror que los payasos le provocaban a Sean desde pequeño.
Así que ambas supieron al instante que su pequeña broma había acabado convirtiéndose en su propia pesadilla.
Merecido te lo tienes.
Pensó Samira.
Sean gritó, completamente histérico, cuando aquél que le había dicho ven conmigo, había avanzado hasta él y había colocado su mano en el brazo de éste, atrayéndolo hacía sí mismo.
Aisha actuó con rapidez, agarrando la mano del chico, partiéndole la muñeca.
El chico soltó a Sean, gritando de puro dolor, y ella pudo volver a ocultarlo tras su espalda.
-¡Maldita loca!- gritó otro, acudiendo rápidamente hacia su amigo para ayudarlo- ¡Llama a la policía!- gritó mirando al chico que continuaba grabando la escena.
Las personas que pasaban por allí comenzaron a detenerse para ver que estaba ocurriendo, quedándose allí al ver que había una loba entre ellos.
-¿Qué está pasando aquí?- inquirió un policía, mientras bajaba con tranquilidad del coche- ¿Por qué estáis vestidos así?
-¡Esa maldita loca le ha partido la muñeca a mi amigo!- gritó uno de ellos, sosteniendo al chico que no paraba de llorar.
-Esos chicos nos estaban molestando, señor- comentó Samira, colocándose frente a la loba- Ella sólo nos está defendiendo.
-¡Tú cállate!- gritó otro chico- ¡Nosotros no estábamos molestando!
-A ella no le hables así porque te juro que te parto más que una muñeca como a tu amigo- gruñó Aisha intentando acercarse al chico.
-¡Míralo, es una agresiva!- chilló el chico hacia el policía- ¡Deben arrestarla!
El policía suspiró, mirándolos a todos.
-Estáis todos detenidos, y los espectadores pueden continuar su camino si no quieren acabar igual- comentó con aburrimiento- Chad, ayúdame a ponerle las esposas a todos.
El otro policía hizo una mueca.
-Señor, no sé si tendremos esposas suficientes para todos- Shania tuvo que tapar su boca, evitando soltar una fuerte carcajada.
-¡Entonces pónsela a la loba!- gritó el policía histérico- ¡Y a éste!
Las dos amenazas fueron neutralizadas con las esposas, y Samira acabó con ellas también al intentar detener al policía de colocarle las esposas a Aisha.
La loba se dejó, dócil, hasta que intentaron colocárselas a la pelirroja.
Tras mucho esfuerzo, y tras dos viajes por parte de los policías, consiguieron encerrarlos a todos en dos celdas separadas.
-Mira la que has liado, genio- espetó un payaso con molestia hacia Sean, quien todavía seguía llorando.
El silencio volvió a reinar, aunque el llanto de Sean y del chico con la muñeca rota, todavía podía escucharse.
-Siento muchísimo en el lío en el que nos ha metido mi hermano- susurró Samira con tristeza- Gracias por defenderlo.
-¡Silencio!- gritó el policía con molestia- Uno de vosotros tendrá que hacer una maldita llamada para que vengan a pagar la fianza y librarme de vosotros, así que...-
-Yo haré la llamada- comentó Aisha con molestia.
La sacaron de la celda, y la hiceron abandonar el calabozo.
-Solo una, loba- comentó el policía pasándole un teléfono.
Aisha lo ignoró, tecleando con rapidez un número de teléfono, rezando para que atendieran a la primera.
-¿Si?-
-Abel- gruñó Aisha con molestia- Mi chica, su mejor amiga y yo hemos acabado en una maldita celda porque a tu chico se le ha ocurrido una estúpida broma y he acabado defendiéndolo.
-¿Le ha pasado algo?- gruñó Abel, apretando con fuerza el teléfono.
-El que ha intentado hacerle algo ha terminado con la muñeca fracturada- comentó Aisha- Pero está en la celda con nosotras, llorando a moco tendido y me está dando dolor de cabeza- gruñó- Un policía muy amable te dará la dirección, y trae dinero, maldita sea date prisa si no quieres que acabe fracturando otro hueso, pero esta vez a tu chico.
-Estaré allí en diez minutos, te lo juro- comentó Abel con rapidez- Gracias, te debo una.
Aisha le entregó el teléfono al policía, pero antes de que éste pudiera hablarle a Abel, la loba lo agarró del uniforme.
-Te estaré esperando en la maldita celda, y más te vale aparecer cuando hayas terminado de hablar con mi amigo para quitarle las esposas a mi chica- gruñó Aisha, mostrándole sus afilados colmillos- O te voy a meter toda tu puta autoridad inexistente por el culo, señor policía.
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