Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Same Love

[Para celebrar el amor, la diversidad y la sexualidad. Porque, al fin y al cabo, nuestros personajes favoritos también quieren ser visibles.]

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

“No estudié para ser una lesbiana. Nadie te enseña esto, yo nací de esta manera y lo soy desde el momento en el que abrí los ojos”

 —Chavela Vargad

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

𝓛

 Si pudiera, Ginny pararía el tiempo en ese preciso momento. Se quedaría para siempre entre los brazos de su rubia, sintiendo su dulce aroma y cerrando los ojos, con la brisa de otoño golpeando su piel. Ella deseaba que nada nunca cambiase, que siguieran siendo siempre esas adolescentes sin ningún problema, esas adolescentes que se amaban sin condiciones. Porque, ellas eran magia. Hay gente que se pasa toda una vida buscando a alguien con quien compartir sus alegrías y sus penas, con quien compartir momentos y aventuras. Hay gente que mataría por encontrar el amor. Pero ellas, ellas habían sido muy afortunadas. Ellas se amaban, y ni tan siquiera habían tenido que ir muy lejos para encontrarse con la otra.

—¿En qué piensas? —le preguntó Luna a la pelirroja mientras le acariciaba el pelo.

La chica suspiró, negando lentamente con la cabeza. ¿En qué pensaba? Era una pregunta difícil de contestar, porque ni ella sabía la respuesta. A veces solo se quedaba soñando con los ojos abiertos, imaginando un mundo mejor, un mundo donde nada ni nadie, las detuviera. ¿Y si ese mundo existiera en alguna parte? ¿Ella lo podría encontrar?

—En nada,  solo en todo esto, lo nuestro.

Luna frunció el cejo ante las palabras de la pelirroja. No acostumbraba a tener ese tipo de conversaciones con ella, ni siquiera insinuaba el tema. Las dos pensaban que tenían que aprovechar al máximo el tiempo que estaban juntas, sin que nadie las viera, porque después, cuando salieran de su burbuja, volverían a ser esas mejores amigas, a los ojos de los demás.

—¿Lo nuestro? —preguntó la rubia—. ¿A qué te refieres?

Ginny suspiró y se incorporó para mirar directamente los bonitos ojos de su novia. ¿De verdad no lo sabía, o solo fingía para evitar esa incomodidad entre ellas?

—Ya lo sabes, ¿por qué tenemos que escondernos? ¿Por qué no podemos confesares a Harry, Hermione, Ron y los otros sobre nuestra relación? ¿Por qué no puedo decir que estoy enamorada? —La pelirroja miró al cielo enigmáticamente, sin acabar de entender la situación—. Me encantaría gritar por todo Hogwarts que estamos saliendo, Luna.

La rubia, no se atrevió a contestar de inmediato. Reflexionó sus palabras y, simplemente, se encogió de hombros. Ella tampoco lo entendía. Adoraba estar con Ginny, y la amaba más que nadie en el mundo, pero, simplemente, era complicado. ¿Qué podían hacer dos chicas enamoradas? La respuesta era sencilla, nada. Luna quería besar a Ginny delante de todos, y gritar a todos los chicos que la invitaban a salir, que ella, ya tenía novia. Pero no podía. Y se sentía tan impotente, porque cada vez que escuchaba a Ginny soltar alguna escusa para no asistir a una cita, la rompía un poco por dentro.

—Ya sabes que que si fuera por mí, todo el mundo mágico se habría enterado de nuestra relación, Ginny —dijo la rubia llevándose un mechón de pelo detrás de la oreja—. Mi corazón es tuyo, y de nadie más. Y dudo mucho que, algún día, alguien pueda sustituir tu lugar.

La pelirroja se sonrojó violentamente y sonrió con timidez. ¿Qué importaban los demás si se tenían la una a la otro? ¿Qué importaba que nadie iba a aceptarlas? ¡Merlín, que se pudrieran todos mientras ellas dos fueran felices! Ginny odiaba el miedo que le suponía a la sociedad ver a dos chica besándose, o simplemente de la mano. ¿Qué influya en ellos? Quería ser libre de amar a quin quisiera, quería poder bailar con su novia a plena luz del día y que nadie, absolutamente nadie, las mirara más de lo normal, ni las insultara, ni las criticara por, simplemente, ser ellas mismas. Porque la pelirroja estaba enamorada hasta la médula de esa chica tan excéntrica, loca e inteligente. Ella, estaba perdidamente enamorada de Luna Lovegood.

—Algún día, al fin, podremos ser libres —susurró Ginny apoyándose en el hombro de su novia—. Algún día, nadie, absolutamente nadie, podrá juzgar nuestro amor. Y espero, que, algún día, todo mejore.

Luna, sin poder evitarlo, soltó un sollozo, llevaba por la emoción del momento. Juntas, observaron como el Sol se ponía y las estrellas iban alcanzando un nuevo color, uno más brillante. Y, por primera vez, desearon que su relación fuera como ellas, que, aunque no siempre fueran visibles, siempre, siempre, estábab allí.

—Te quiero, Luna, nunca lo olvides. —Ginny se tumbó en la hierba recién cortada, y la rubia hizo lo mismo.

—Yo también te quiero Ginny.

Y, las dos chicas, unieron sus labios en un beso lleno de promesas y esperanza. Deseaban que todo cambiase, que la gente, por fin, aceptaran que no siempre hay un solo modelo de pareja, y que la vida puede ser multicolor. De momento, mientras esperaban, se limitaban a esos pequeños encuentros, donde podían estar juntas sin miedo. Pero, ¿quién quiere vivir escondido toda una vida?

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

"¿Por qué es que, como cultura, estamos más cómodos viendo a dos hombres sosteniendo armas que sostienéndose de las manos?"

—Ernest Gaines

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

𝓖

A Seamus nunca le habían gustado las chicas. Le parecían infantiles e inmaduras. "Algún día, muchacho, cambiarás de opinión, y después querrás salir con ellas" acostumbraban a decir sus amigos y familiares cuando el chico expresaba su insatisfacción por el género femenino. ¿De verdad? ¿Le iban a gustar las chicas? Parecía que todos estaba muy convencidos de que, al final, Seamus iba a tener una novia, con quien se iba a casar y a formar una familia. ¿Era eso lo que quería Seamus? Tal vez sí, porque, al fin y al cabo, era lo normal, y Seamus quería ser normal.

A los nueve años, Seamus descubrió que no siempre ha todos los hombres les gustaban las mujeres. Y eso fue un asombro para él. Recordaba perfectamente el día en el que fue a jugar a un parque muggle. Sí, lo admitía, a veces se divertía demasiado bajando por esos toboganes gigantes y volando en los columpios. Y ese día, no fue distinto, o tal vez en un principio. Porque, ¿quién le iba a decir al niño que, en ese espacio tan divertido, encontraría un descubrimiento tan interesante? El pequeño pelirrojo que se le acercó, se llamaba Matt. Rápidamente, los dos niños se conocieron y empezaron a jugar juntos. Pero, unos minutos después, el niño, un poco triste, le informó al pequeño Seamus que tenía que irse, que sus padres lo estaban esperando. El moreno se despidió con alegría, pero al ver a los acompañantes de su amigo, la sonrisa se le borró del rostro. Eran dos hombres. No había ninguna mujer. Y entonces, Seamus comprendió que todo este tiempo, la gente había estado mintiendo, y que dos hombres, sí podían enamorarse.

A los once años, Seamus le preguntó a su madre sobre la homosexualidad. La señora Finnigan, se atragantó con el café que estaba bebiendo. "¿Qué has dicho, cariño?". El chico no entendió tanto escándalo, había sido una simple pregunta. Pero la mujer no opinaba la mismo. Sí, otros cinco minutos donde su madre no paraba de hablar sobre que, para procrear, era necesario un hombre y una mujer, y que lo que se saliese de esa norma, merecía un castigo. Seamus entró en pánico. ¿De verdad? ¿Tan malo era tener unos gustos diferentes a lo que la sociedad determinaba? Ese día, el chico se aterrorizó de pensar que, él, no era normal.

A los trece años, Seamus comprendió que no le gustaban las chicas. Besó a Lavender Brown, y, definitivamente, no le gustó. ¿Por qué sus labios eran amargos, cuando deberían saber dulces como la miel? ¿Por qué, por más que lo intentaba, no conseguía sentir nada? Y tuvo miedo, mucho miedo. Ella era una chica, y él, tenía que amar a las chicas. Y sí, por miedo, por vergüenza o quizá, por arrepentimiento, Seamus fingió que se había enamorado de la rubia. Pero no, claro que no. El chico solo tenía ojos para las personas de su mismo género, y eso, eso no estaba bien. Su madre, le había aclarado que nada bueno podía ser de un hombre a quien le gustaran los hombres. Y él mismo, se consideró un monstruo por sentir lo que sentía.

A los quince, Seamus besó a un chico. Fue un error, un gran error, pero el punto es, que lo besó. ¡Y, Merlín lo perdone, como de bien se sentía! Porque, Colin era muy bueno besando, y Seamus quería ser besado, al menos, para aclarar sus sentimientos. Y, todo tuvo sentido, ya no podía negar lo que era. Y, era irónico, el muchacho tenía razón cuando, de pequeño, aseguraba que nunca saldría con una chica. Pero, claro, eso, debía ser su secreto, nadie, absolutamente nadie, podía enterarse de la verdad.

A los dieciséis, Seamus se enamoró de su mejor amigo. Dean Thomas era el chico más atractivo y genial que había tendio el placer de conocer. ¿Qué habría sido de Seamus sin él? El moreno, lo ayudaba en todo lo que necesitaba, y, era un buen amigo. El chico no pudo resistirse a aquel encanto. ¿Quién en su sano juicio podría? A veces, lo observaba mientras comía o hablaba. Le encantaba conversar con él a oscuras, y estar solos, los dos. Pero, había un problema: Dean tenía novia. Y eso destrozaba el pequeño corazón del chico. Él merecía ser amado, él merecía a alguien mejor que esa chica. Era oficial, Seamus Finnigan, estaba loco por su amigo. Y se odiaba por eso.

A los diecisiete, Seamus confesó sus sentimientos. Sí, al fin, el chico lo pudo admitir en voz alta. Ciertamente, fue un accidente. Estaban en una pelea, Dean gritaba, Seamus gritaba aún más. Y entonces, la confesión salió de su boca sin tan siquiera pensarlo. "¡Todo es culpa tuya, porque me he enamorado de ti!". Y el mundo se paró. Nada, absolutamente nada, podía reparar el error que acababa de cometer.  Entonces, Seamus salió corriendo. El chico no soportó la cara de su mejor amigo. No soportó la decepción que reflejaba.

A los veinte, Seamus presentó su novio a su familia. No fue el mejor día de su vida. Dean, fue muy valiente al aceptar ir a conocer a su madre, pero el moreno no se esperaba lo que se encontraría. Porque, ¿quién iba a pensar que la señora Finnigan odiaría a su hijo de por vida? Nadie, ni el propio Seamus lo intuía. Sí, él era una deshonra, o eso al menos es lo que le había gritado su madre, pero, al fin y al cabo, era su hijo, ¿no? Todo fueron lágrimas, sollozos y gritos. Ya estaba, todo se había roto desde el mismo momento en el que su novio entró por la puerta de la casa. Se había quedado sin familia, sin nadie que lo apoyase, además de Dean. Y esa fue la primera vez en muchos años que, Seamus, deseó no ser él.

A los veinticinco, Seamus se casó. ¡Qué día más feliz! El chico sentía como tenía un sonrisa en el rostro incapaz de ser borrada, a pesar de todo. Habían pocos invitados, pero eso, no les importó a la pareja. Porque, nadie ni nada, podría arruinar su día. Los dos se casaron, los dos se amaron, y, delante de la luna, su amor se juraron. "Sí quiero". Desde ese momento, ellos sintieron que, nunca más iban a estar solos, se tenían el uno al otro, y eso era lo que realmente importaba.

Y por siempre, Seamus amó. Amó a su manera, siguió sus sentimientos, aprendió de su corazón. Y. a pesar de todo, él era feliz. Estaba con un hombre, ¿y qué? Ya no iba a esconderse, ya no iba a tener miedo. ¿Para qué tenerlo? Si sujetaba fuertemente la mano de Dean, nada importaba. 

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

"No soy homosexual. No soy heterosexual. Soy simplemente sexual"

 —Michael Stipe

 ◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

 𝓑

Todo se había descontrolado. La gente bailaba sin ni siquiera inmutarse, algunos hasta se habían quitado gran parte de la ropa. ¿En qué momento había pasado todo eso? Harry no podía llegar a recordar la manera en la que había empezado todo. "¡Una fiesta, celebremos una fiesta!". Ginny, como siempre, haciendo de las suyas. "Sí, claro, pero, ¿dónde?". Ron, contribuyendo en la operación. "No estoy de acuerdo con esto, pero la Casa de los Gritos sería un buen lugar". Y, por último, Hermione dando la idea.

—¡Harry, te he estado buscando por todas partes! ¿Dónde estabas? —Ginny apareció de repente con dos bebidas, una en cada mano, y le ofreció una al azabache, que negó lentamente.

Sí, aún no sabía como había aceptado montar una extraña fiesta la noche antes de acabar su sexto año en Hogwarts. ¿Fue un impulso idiota del Elegido? Probablemente, pero ahora no podía arreglarlo. Todos parecían dementes, menos Harry y algunos alumnos que estaban igual de confundidos que él. ¿La gente se había vuelto loca? La pelirroja, al ver que su amigo no respondía, sonrió.

—Todos quieren saludarte, están ansiosos por hablar con el organizador —le dijo, agarrándole la mano.

"¿El organizador? ¡Pero si Ron y tú os habéis encargado de todo!". Harry no tuvo tiempo de decir nada, porque Ginny ya lo estaba arrastrando hasta la multitud. El azabache no quería ver a nadie, solo quería ir a dormir, pero parecía que la chica no lo escuchaba. Pasaban entre gente con bebidas, y parejas besándose. Harry vislumbró a Neville hablando muy cómodamente con una Hufflepuff y Lavender muy entretenida con un chico de séptimo. Finalmente, llegaron hacia donde se encontraban Ron y Hermione, que, a pesar de todo, parecían contentos de estar allí.

—Hasta que nos has encontrado, amigo. Pensábamos que ya te habías ido con alguna chica. —Ron lo miró con una sonrisa ladeada y Hermione soltó una carcajada.

La morena se apoyó en el hombro de su amiga.

—¡Y sería muy posible! —exclamó, y después, acercándose más a Harry susurró—; Hay un montón de chicas en esta sala que se cortarían un brazo por besarte.

El azabache la miró sorprendido. No sabía determinar si eso le gustaba o no. Por suerte, Ginny lo sacó del apuro de tener que responder cuando ahogó un grito y señaló a un grupo de personas que estaban sentadas en el suelo.

—Están jugando a "Verdad o Reto", no sé vosotros, pero yo me apunto. —La pelirroja se dirigió hacia ellos y se sentó al lado de Blaise Zabini, que, animado, le ofreció una copa.

Ron abrió la boca con indignación.

—¿Qué hace mi hermana con esas serpientes, más concretamente, con Zabini? —preguntó enojado.

Hermione negó lentamente con al cabeza mientras sonreía y Harry soltó una carcajada. Él nunca cambiaría.

—Ron, por favor, es nuestra última noche en Hogwarts, y seguramente, no vamos a volver —dijo Hermione con tristeza—. Dejémonos de enemistades y vamos a disfrutad. —Luego, se giró hacía el azabache—. Harry, ¿vienes?

Él asintió y, junto a la castaña y seguido por el pelirrojo, se acercaron al sitio donde jugaban. A primera vista, Harry pudo reconocer a algunos de los jugadores. Estaba Ginny, obviamente, Seamus, Dean, Parvati, Blaise, Daphne Greengrass, Theo Nott, algunos alunos de Ravenclaw, Pansy Parkinson y... Draco Malfoy. El maldito Malfoy estaba jugando, y eso no podía ser nada bueno.

—¿Os unís? —preguntó Parkinson, mirándolos con una sonrisa de suficiencia, y ellos asintieron—. Genial, cuantos más, mejor.

Los nuevos participantes se sentaron junto al grupo y Blaise giró la botella. Si te apuntaba la parte superior, era tu turno. Harry rezó a Merlín, a Morgana y a sus padres que no le tocara a él. Y pareció que habían escuchado sus oraciones, porque la botella no paró en el azabache.

—Vaya, Granger, parece que has tenido suerte —dijo Draco soltando una carcajada.

La castaña se sonrojó violentamente.

—Elijo verdad.

Daphne sonrió maliciosamente delante de la idea que se le acababa de ocurrir.

—Hermione, ¿de quién estás enamorada? Creo que todos en esta sala quieren saber si ya te has decidido por Weasley o por Potter.

La chica, miró a sus dos amigos asombrada. ¿Qué estaba insinuando aquella serpiente? A ella nunca, nunca le había gustado Harry. Jamás.

—Ehh, no estoy enamorada, ninguno de los dos me gusta.

Pansy soltó una carcajada.

—Cariño, si no dices la verdad, este juego no sirve de nada —La morena negó con la cabeza con superioridad—. Así que, ahora, confiesa si no quieres que vayamos a buscar el Veritaserum de Snape, y después sí que lo soltarás todo.

Hermione miró con odio a la chica, pero Pansy solo se encogió de hombros. La castaña suspiró, y, sin tan siquiera atreverse a mirar a los ojos del pelirrojo, dijo:

—Me gusta Ron.

Y, entonces, todos la miraron sorprendida. Su amigo también la miró, y le sonrió. Parecía que estaba a punto de decir algo, cuando, Blaise resopló.

—Sí, sí, todo muy bonito, pero, ¿podemos seguir? Si queréis hacer cosas prohibidas, podéis ir a una habitación.

La pareja se sonrojó y apartaron la mirada del otro. Blaise, finalmente, volvió a girar la botella. Y Harry volvió a suplicar para que no fuera él.

—¡Fantástico! —exclamó Pansy—. ¡Me ha tocado! Quiero un reto, si puede ser, que sea caliente.

Draco le sonrió y empezó a pensar. Dean estuvo a punto de decir algo, pero prefirió guardárselo, tal vez porque pensaba que no era suficiente bueno. Malfoy, al fin, la miró triunfante.

—Muy bien, Pansy, tengo el reto perfecto para ti —dijo con orgullo, y ella lo miró curiosa—. Tienes que besar al chico más guapo del grupo.

Pansy soltó una carcajada, coqueta, y miró a todos los chicos presentes. Se acercó hacia Blaise, y fingió que iba a presionar sus labios con los de él, pero rápidamente se apartó. El moreno la miró molesto y ella solo se encogió de hombros. Al final, se acercó a Harry, que la miraba aterrado, y lo besó. Fue intenso, no había otra palabra para describirlo. Era el mejor beso que había dado en su vida el azabache, aunque claro, viniendo de Pansy, y su eminente reputación, todo era posible. Finalmente se separaron.

—¿Qué? ¿De verdad has elegido a Potter? —preguntó Draco ofendido—. ¡Yo soy más guapo!

Ella soltó una carcajada.

—Lo siento, rubio, pero el Elegido ha sido el ganador. —Y le guiñó un ojo.

Blaise suspiró y volvió a girar la botella. Harry cerró los ojos, escuchó murmullos, gritos de sorpresa y, cuando los abrió..., efectivamente, la botella lo apuntaba a él.

—¿Reto? —preguntó Harry sin estar muy seguro

Una pelirroja asintió con aprobación.

—Genial, llevo esperando esto durante años —dijo Ginny con un tono de malicia en la voz—. Harry, besa a Malfoy.

Los dos nombrados abrieron mucho los ojos.

—¡¿Qué?! —exclamaron a la vez, sin creer lo que había propuesto la chica.

Pansy los miró con una sonrisa ladeada.

—Claro, es una buena idea, Weasley, quiero verlo.

—No, no, no lo haré —dijo Harry molesto.

Draco negó con la cabeza.

—Como si yo quisiera besarte a ti, Potter.

—¡Pero tenéis que hacerlo! —exclamaron emocionadas Pansy y Ginny.

Los dos se miraron durante un segundo y después, muy lentamente, acercaron sus labios a os del otro. Cualquiera pudiera haber pensado que, ellos, se apartarían de inmediato, pero, para su sorpresa, no fue así. De repente, los chicos se encontraron besándose con una pasión que nadie intuya que pudieran poseer. Pasaron unos diez segundos, por falta de aire, se separaron, respirando agitadamente.

—Wow, eso ha sido mejor de lo que me esperaba —asintió Ginny aún mirándolos sorprendida.

Los demás participantes no podían apartar la mirada de los dos jugadores, que avergonzados, se retiraron. ¿Realmente eso había ocurrido? Draco le dio un golpe a Blaise, que parecía confundido, para que girara la botella. Y él lo hizo. Todos estaban expectantes para ver un espectáculo como el que acababa de ocurrir. Sí, otra vez, le tocó a Harry. El azabache maldijo su mala suerte y la estúpida idea de jugar.

—Vaya, Potter, definitivamente, esta es tu noche —bromeó Pansy soltando una carcajada—. Pero no creas que vamos a volver a ponerte un reto como el de antes, no, las normas dicen que, ahora, tienes que elegir verdad.

"Bueno, por lo menos, nada muy grave puede ocurrir, solo tienes que decir la verdad" pensó Harry. La chica Parkinson, parecía dispuesta a ser ella la que haría la pregunta, aunque todos estaban interesados en la vida y los secretos más personales del Elegido.

—¿Quién pregunta? —Ron seguía aturdido por lo que acababa de pasar.

Pansy sonrió.

—Yo, ya sé exactamente como incomodar a Potter. —Lo miró a los ojos un momento—. Aunque nuestro beso ha sido muy apasionado, con Draco ha sido de otro nivel. Nunca me había cuestionado tu sexualidad, pero, visto lo visto, sería lo más lógico. Dime, héroe de Gryffindor, ¿te gustan las chicas, o tal vez... los chicos?

A Harry se le formó un nudo en la garganta ante la pregunta. Y ahora, ¿qué tenía que responder? Todos lo miraron con curiosidad. No podía ser que el gran Harry Potter fuera homosexual, ¿no? Al fin y al cabo, había estado con algunas chicas. Simplemente, era imposible. Y Harry también estaba confundido, siempre había estado muy seguro de sus gustos pero, ese beso lo confundió todo. De repente, se encontró atrapado en una montaña rusa de sentimientos, y sin saber cual dirección tomar.

—Tal vez, ¿ambos? —dijo no muy convencido—. ¿Eso es posible?

El azabache miró a Hermione y ella asintió lentamente, conmovida por la sorpresa. Ginny se llevó las mano a la boca, feliz porque sus sospechas eran reales. Y Pansy, ella solo sonrió con suficiencia.

—Supongo que eres bisexual —aclaró Parkinson.

Harry lo pensó.

—Sí, supongo.

Los murmullos no tardaron en venir. Todos parecían muy sorprendidos por la reciente noticia. Todos, menos Pansy, Draco, Ginny y Blaise.

—Era obvio —susurró Blaise, ganándose una mirada divertida de Draco.

Ginny asintió, de acuerdo, por primera vez, con las serpientes.

—Claro, pensaba que era la única que se había dado cuenta —asintió la pelirroja.

Finalmente, Pansy soltó una carcajada y dijo:

—Bueno, bienvenido al club, Potter.

Harry, aún sin creerse lo que acababa de pasar, sonrió. Ya enfrentaría las consecuencias de sus actos la mañana siguiente, cuando Ron y Hermione lo acribillaran a preguntas y saliera en todos los periódicos del mundo mágico. Pero, al fin y al cabo, aún quedaban unos horas de diversión que iba a disfrutar al máximo.  

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

"La idea es muy simple: aceptar a la gente tal y como es. Aceptarla aunque sea diferente"

 —Caitlyn Jenner

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

𝓣

Queridos padres;

Escribo esto para informaros de algo que llevo guardándome mucho tiempo. Tengo miedo, mucho, mucho miedo, pero creo que vosotros, que siempre me habéis cuidado, que habéis sido unos padres ejemplares, merecéis saberlo. Pero nada volverá a ser como antes. Sé lo que estaréis pensando. "¿Qué es eso tan importante, Charlie? Sabes que puedes contar con nosotros." Y lo sé, sé que me queréis y que nunca me odiaríais, pero puede, y solo puede, que esto, os haga cambiar de opinión.

¡Merlín, estoy cansada de esconderme! Y sí, habéis leído bien, he hablado en femenino, he dicho "cansada" en cambio de "cansado". Ahora, os lo explicaré todo, no os asustéis. Por favor, quedaos hasta el final, quiero explicarme y dar mis razones.

Bueno, yo siempre he sentido que era diferente. Desde pequeña, sentía que no encajaba algo en mi vida, aunque no sabía el qué. Era solo una niña en ese momento, simplemente, era difícil para mi. Vosotros, siempre me llamasteis Charlie, y para todos, siempre fui un chico, y en ese momento, no me lo cuestionaba, pero algo cambió.

Recuerdo perfectamente el día que nació Ginny. Siempre había convivido con hombres, y la extraña llegada de una niña a la familia me sorprendió. Ella era preciosa. Yo quería ser como ella. Durante un tiempo, la envidiaba, y no solo por ser la hija pequeña de la familia, no, también porque era una niña. Todos la llamabais princesa, y yo... yo quería que a mi también me llamaseis princesa.

Y me odié, me odié durante años pensando que había algo malo en mi, que yo estaba equivocada. Pensé que no era normal. "Deja de decir tonterías" me decía, "Todos pensarán que estás loco." Así que decidí encerrarme en una burbuja invisible que me mantenía alejada de todos estos pensamientos, mintiéndome a mi misma.

La adolescencia fue dura. Con todos los insultos, las amenazas y el arrepentimiento. Fingía, fingía ser perfecta, fingía que no me afectaba que todos me llamaran en masculino. Fingí durante años que estaba feliz, que estaba cómoda con mi cuerpo. Pero no era así. ¡Mierda, claro que no era así!

Luego, empecé a ponerme tus atuendos, mamá, cuando no estabais en casa. Y me castigaba por ello. Porque, eso, no estaba bien, y yo solo estaba pasando una fase. Hasta, una vez, Bill entró en casa en una de mis sesiones. Al principio, le pareció muy extraño lo que estaba haciendo, así que yo, con lágrimas en los ojos, se lo expliqué. ¡Y lo entendió! Me ayudó a conseguir algunas prendas más, solo para mi, y me prometió que no se lo diría a nadie hasta que yo estuviera preparada. Pero, aunque había admitido mi secreto en voz alta, seguía sin disfrutar de la vida.

Y un día, simplemente decidí escapar. Me fui a Rumanía para, por fin, poder vivir tranquila, porque allí, nadie me conocía. Y tengo que admitir, que llevo una buena vida. Allá soy Alicia, no Charlie, y eso es genial. Todos son personas maravillosas, como Bill. Pero, cada vez que vuelvo a la Madriguera para visitaros, tengo que fingir ser alguien que no soy y que nunca seré. Por eso, no puedo más, y necesito decíroslo.

Padres, no soy un chico. Seguramente, ahora debéis odiarme, debéis estar intentando poneros en contacto conmigo para preguntar, o tal vez, para repudiarme. Pero, siento deciros, que, cuando encontréis esta carta, yo estaré de fiesta, con mi vestido y mi maquillaje, viviendo como siempre quise. Y mañana, cuando todos nos despertemos, yo estaré preparando el almuerzo, y hablaremos todos juntos, vosotros, Bill, Percy, George, Fred, Ron, Ginny y yo. Os lo puedo explicar para que lo entendáis, pero hoy no, estoy demasiado cansada, necesito aliviar tensiones.

Os quiero mucho.Y lo siento, lo siento por decepcionaros, los siento por todo. Pero, papá, mamá, soy una mujer, y, aunque quisiera, no puedo cambiar.

Cordialmente:

Vuestra hija.

La chica dejó la carta sobre la mesa de la cocina. En unas horas, su madre, tal vez, la encontraría y la leería. ¿Qué harían? Estaba dispuesta a averiguarlo el día siguiente, pero algo ocurrió, algo que cambió para siempre la vida de los Weasley, algo que le impediría a la mujer explicarse. Porque esa noche, por desgracia, ella no volvió a casa.

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

"Cualquiera que sea la libertad por la que luchamos, debe ser una libertad basada en la igualdad".

 —Judith Butler

◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro